tres | cercanos

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Han pasado poco más de tres semanas desde que Nana despertó y se unió a los Piratas Heart como cocinera, se ha adaptado muy bien con Shachi, Penguin y Bepo, con Law se la lleva bien, aunque este termina gritándole por alguna u otra razón, Nana se pone triste y luego se molesta, finalmente tras las órdenes de Law, Nana debe disculparse.

–...Así que bajaremos en esta isla y traeremos lo que hace falta, no hay que distraernos mucho aquí. –explicó el capitán.

–Sí, capitán/Traffy. –escuchó las voces de sus nakamas, suspiró al escuchar a Nana pero no dijo nada sobre eso.

–Bien, Shachi y Penguin irán por barriles de agua, Bepo y Nana irán por las provisiones que hacen falta en la cocina, yo iré a buscar un libro que necesito, nos vemos aquí en dos horas. –todos asintieron.

Según Law, la isla parecía bastante tranquila así que no necesitaban que alguien se quedara a cuidar el submarino, cada uno tomó su camino y entró al pueblo en busca de lo que necesitaban comprar.

Nana había convencido a Law de que dejara de llamarle Nana-ya, le parecía demasiado formal como para estar tratando con un nakama.

–Bien, Bepo. –llamó Nana. –Lo principal que debemos comprar es carne, arroz, especias, algunos pescados y...creo que necesitamos algo de sake y vino en la cocina, eso daría un toque especial para los banquetes. –explicó, Bepo asintió. –Tú ve por la comida y yo por las bebidas, nos vemos en el submarino. –ambos tomaron caminos separados.

Nana se basaba en lo que sabía sobre un buen sake y un vino fino, estar en la tripulación de los Mugiwaras le había ayudado mucho, sabía de todo un poco ya que si había algo que le encantaba era aprender cosas de los demás, odiaba ser la carga de alguien, por lo que le gustaba ser de ayuda en lo que podía.

Entró en varias cantinas buscando unas buenas bebidas hasta que las encontró, no fue nada barato, pero sabía que al final valdría la pena si ella y sus nakamas lo disfrutaban. Aún le quedaba media hora antes de regresar al submarino, paseó por el pueblo tranquilamente, se había encontrado con Shachi y Penguin y se saludaron de lejos, ya que ambos cargaban barriles de agua que parecían bastante pesados.

Mientras vagaba por el pueblo encontró variedades de alimentos para preparar luego, compró un poco con el dinero que le sobraba y continuó su camino.

Pasó por fuera de una librería y recordó que su capitán iba a comprar un libro, como había un gran aparador de vidrio vio a través de él, Law estaba ahí buscando libros en algunas repisas, algunas demasiado altas hasta para su gran altura, Nana sonrió y utilizó sus poderes para bajar el libro que el peli-negro trataba de alcanzar, este le cayó en la cabeza.

Carcajeó sonoramente llamando la atención de las personas a su alrededor, Law se dio cuenta por lo que volteó a verla desde dentro del local, ella agitó su mano alegremente saludándolo, él la miró durante unos segundos y giró su vista hacia el libro, caminó alejándose de ahí, tal vez para comprarlo.

Nana hizo pucheros, ya lo regañaría en el submarino por ignorarla, continuó caminando en dirección al submarino amarillo donde sus demás nakamas la esperaban, comenzó a tararear una vieja canción que Brook siempre tocaba en los banquetes, y que sus nakamas –incluida ella– cantaban alegremente.

De pronto, unos brazos la atrajeron hasta lo que parecía ser un callejón sin salida, le cubrieron la boca evitando que gritara y la acorralaron contra la pared.

–Binks no sake, ¿eh? –escuchó la voz de un hombre, aunque no alcanzaba a distinguir bien por la oscuridad. – ¿Eres pirata, muñeca? –ella simplemente asintió. – ¿Cuál es tu nombre? ¿De cuánto es tu recompensa? –le quitaron la mano de la boca pero en cambio pusieron un cuchillo en su cuello.

–Soy Azuma D. Shina, parte de los Mugiwaras y temporalmente en los Piratas Heart, valgo cincuenta millones de berries. –respondió haciéndose la inocente.

– ¿Cincuenta millones? No entiendo por qué, sólo eres una chiquilla indefensa y débil. –susurró acercándose más a ella, Nana sonrió.

– ¿Seguro? –habló ella cambiando el tono de su voz por uno mucho más amenazante, el hombre se quedó en blanco.

Nana aprovechó la oportunidad para apretar su cuello sin necesidad siquiera de levantar su mano, lo elevó en el aire haciendo más presión en él, sonrió de lado al ver como el hombre comenzaba a querer zafarse del agarre; finalmente soltó una patada hacia él haciendo que atraviese la pared que cerraba el callejón.

–Estúpido. –susurró ella con asco, se dio la vuelta dispuesta a salir del callejón pero había una silueta más ahí. –Traffy. –habló sorprendida, ¿lo había visto todo?

– ¿Azuma D. Shina? –fue lo que preguntó, ella tragó en seco. –Debes explicarme muchas cosas, Nana.

***

– ¿Qué quieren para cenar? –preguntó ella sonriente al ver a sus tres nakamas esperándolos en la cubierta del barco, los tres se levantaron felices.

– ¡Carne!/ ¡Pizza! –gritaron Shachi y Penguin, se miraron entre sí y comenzaron a pelear.

– ¿Bepo? –el oso la miró.

–Escuché sobre algo llamado Takoyaki. ¿Sabe bien? –preguntó, Nana se acercó a él y lo abrazó, se le había hecho costumbre abrazar a Bepo por lo suave y calientito que es.

–El Takoyaki es delicioso, tengo unos amigos que me enseñaron a preparar el mejor. –sonrió y se separó de él. –Así que Takoyaki será. –todos comenzaron a festejar, ella carcajeó y comenzó a caminar hacia la cocina, cargando las bolsas que ella y Bepo habían traído.

Entró a la cocina y dejó las bolsas sobre la mesa, se dispuso a guardar todo lo que habían comprado pero alguien entró a la cocina de pronto, interrumpiendo su trabajo.

– ¿Necesitas algo, Traffy? –preguntó ella con esa típica sonrisa.

–Necesito explicaciones. –contestó, se sentó en su silla y apoyó las manos en la mesa de forma seria. – ¿Por qué no me habías dicho que eres una D.? –ella se encogió en hombros mientras acomodaba la carne en el congelador. –Nana...

– ¿Podemos hablar después? Debo hacer la cena. –él negó.

–La cena puede esperar, yo necesito que me expliques esto ahora. –Nana suspiró.

–Es mentira. –musitó en voz baja.

– ¿Te refieres a tu nombre? –ella asintió.

–Robin le dice a Chopper que no hable con extraños sobre datos personales, menos si está en peligro...mi verdadero nombre es Shina, pero no soy de la familia Azuma...ni mucho menos soy una D. –por alguna razón Law se sintió aliviado. – ¿Cenarás ahora o...?

–Lleva la cena a mi habitación, por favor. –pidió en voz baja, Nana asintió y el capitán salió de la cocina directo a su habitación.

Pasó una hora y el capitán estaba esperando a que la peli-verde entrara por esa puerta con su cena, suspiró pesadamente dispuesto a ir a buscarla, cosa que no tuvo que hacer ya que la chica entró con una bandeja sujetada ágilmente con una mano, le sonrió amablemente y cerró la puerta tras ella.

–Debes tocar antes de entrar. –reprochó el capitán con el ceño fruncido, Nana giró su cabeza y se dio la vuelta dispuesta a salir y volver a entrar, Law bufó. –Ven aquí.

–Perdón por tardar tanto. –dejó la bandeja sobre la mesita de noche a un lado de la cama del peli-negro. –Los chicos querían repetir y...

–No importa. –le cortó Law.

–Está bien. –susurró ella evitando su mirada. –Si necesitas algo, llámame. –se dispuso a salir de la habitación, pero Law la paró antes de eso.

–Espera. –ella se dio la vuelta, Law le ordenó sentarse en la orilla de la cama, cosa que obedeció un poco extrañada.

– ¿Ocurre algo, Traffy? –preguntó con expresión seria, comenzaba a ponerse nerviosa.

–Lo que me contaste hace un rato... ¿es cierto? –ella asintió, Law se acercó más a ella. –Sobre tu nombre y...

– ¿Por qué debería mentirte? Eres mi nakama, mi capitán, alguien en quien puedo confiar, si no puedo contarle secretos a mi nakama, ¿qué sentido tiene? Lo que te he dicho es la verdad. –afirmó con una mirada dura.

–Te creo, Nana. –admitió Law serio, quitó su mirada de ella y comenzó a comer las bolitas de Takoyaki. –Puedes irte.

Sin decir palabra se levantó y salió de ahí, Law continuó comiendo disfrutando la comida, vaya que la peli-verde sabía cocinar. Cuando terminó de comer se dispuso a llevar el plato a la cocina, cuando entró sólo vio a Nana lavando los platos, se acercó a ella y puso la bandeja sobre la barra, le echó una última mirada antes de encaminarse a la puerta.

–Que pases buenas noches, Traffy. –sonrió alegremente, levantó la bandeja y puso los platos en el lavaplatos.

–Tú igual, Nana. –salió de ahí y se dirigió a su habitación, se puso su piyama y se dispuso a dormir tranquilamente.

Algunas horas después.

El peli-negro frunció el ceño aún con los ojos cerrados, soltó un pequeño bostezo al mismo tiempo que sus ojerosos ojos se abrían un poco, se dispuso a removerse en la cama buscando una posición para dormir más cómoda pero algo se lo impidió.

Alguien descansaba tranquilamente sobre su pecho, escuchaba la tranquila respiración de esa persona y la podía sentir sobre su cuerpo, se extrañó y sorprendió quedando aturdido unos segundos, estiró lo más que pudo su brazo alcanzando la lámpara sobre la mesita de noche y la encendió encontrándose con la dueña de esa respiración.

– ¡Nana! –exclamó molesto y sorprendido observando el cabello verde de ella. – ¿Pero qué mierda...? –gruñó, comenzó a mover a la chica pero esta simplemente se abrazó más fuerte a él. –Despierta, Nana.

–Cinco minutos más. –balbuceó enredando sus piernas con las del moreno, buscando más comodidad.

–Despierta, es una orden. –Nana bostezó abandonando el pecho desnudo del capitán, se sentó en la cama abrazando las cobijas contra su pecho. – ¿Qué se supone que haces en mi cama? –preguntó desentendido y algo molesto.

–Shachi ronca y... –bostezó. –...Penguin habla dormido. –se excusó, se recostó de nuevo pero dándole ahora la espalda, Law gruñó y la tomó del brazo levantándola bruscamente.

– ¿Y quién te crees para venir a mi habitación y recostarte en mi cama a dormir como si nada? –preguntó ahora muy molesto, Nana se tomó la cabeza por el mareo que le causó levantarse tan bruscamente.

–Nunca usas tu cama, no es mi culpa que justo ahora decidas dormir. –musitó en voz baja, Law abrió los ojos aún más sorprendido.

– ¿Justo ahora? –preguntó él. – ¿Desde cuándo duermes aquí? –ella sonrió aún sin abrir los ojos.

–Una semana. –contestó sonriente. –Tu cama es más calientita y cómoda.

–Tú tienes tu propia cama, te he explicado muy bien que este barco no es un hotel, si quieres entrar a mi habitación deberá ser con mi permiso. –gruñó él a manera de regaño.

–Lo siento, me iré. –se quitó las cobijas de encima y se levantó de la cama, caminó tallándose los ojos y abrió la puerta, pero, por alguna razón que el moreno desconocía...la detuvo.

–Espera. –ella bostezó de nuevo dándose la vuelta. –No puedes dormir allá, ¿no? –ella negó con una expresión de sueño, Law suspiró. –Está bien, puedes quedarte a dormir aquí. –gruñó por lo bajo, Nana sonrió y se recostó donde anteriormente estaba, se acercó a Law y lo abrazó colocando su cabeza sobre su pecho desnudo. –Con la condición de no abrazarme...además, sólo será hasta mañana que consigamos un lugar donde puedas dormir. –ella asintió, se dio la vuelta dándole la espalda y cerró los ojos con una sonrisa. –No sé qué haré contigo.

–Gracias, Traffy. –susurró ella casi quedándose dormida.

–Duérmete ya. –fue su respuesta, apagó la luz de la lámpara y se recostó dándole la espalda a la peli-verde que descansaba en la otra esquina de la cama.

***

– ¡Chicos, a desayunar!

El peli-negro abrió sus ojos poco a poco, primero un poco extrañado, se sentó en la cama estirando los brazos y escuchando como crujían los huesos de su espalda. Notó el espacio vacío a su lado, y cómo no, si la peli-verde los estaba llamando para desayunar.

Una vez listo salió camino a la cocina, tan solo estar a un par de metros ya escuchaba el alboroto y olía el aroma de la carne cocinada.

– ¡Capitán! –gritaron Shachi, Penguin y Bepo sentados en la mesa con la boca llena.

–Buen día. –saludó neutral, se sentó en la orilla de la mesa, en su típico lugar, y un segundo después ya estaba un plato con su desayuno servido delante.

–Buen día, Traffy. –sonrió ella amablemente, sirvió un poco de jugo de naranja en un vaso y lo puso delante de él. –Disfruta tu desayuno. –se alejó y siguió con su trabajo.

Probó la comida degustando del delicioso sabor de la carne, el jugo natural de naranja y la pasta que acompañaba todo, era un verdadero festín y al parecer no era el único que pensaba así.

–Nana-chan, más. –pidió Shachi, Penguin lo golpeó en la cabeza.

–Se dice por favor, recuerda con quien estás tratando, idiota. –regañó él, Nana rió y tomó el plato de Shachi, le sirvió una segunda ración y lo puso delante de él, este comenzó a devorar la comida.

– ¡Está delicioso! –ella sonrió y agradeció.

– ¡Estuvo muy rico/Gracias/Eres la mejor! –agradecieron los tres saliendo de la cocina, Nana movió su mano en su dirección antes de que salieran.

–Me encanta cocinar para ellos. –admitió ella levantando los platos sucios de la mesa, el capitán había terminado de comer pero no se había levantado aún. – ¿Quieres algo más, Traffy?

–No, estoy bien. –respondió él, frunció el ceño mirando a la chica. – ¿A qué hora despertaste? No sentí cuando saliste de la cama.

–Oh, estoy despierta desde las...cuatro y cuarenta y cinco de la mañana. –sonrió, Law levantó una ceja.

– ¿Tan temprano? –preguntó.

–Uhum. –quitó los platos sucios de enfrente de él y los puso en el lava platos junto a los demás. –Un buen cocinero es el primero en despertar y el último en acostarse a dormir. –imitó la voz de un hombre. –Eso decía Sanji-kun. Realmente lo admiro mucho, cuando Robin despierta ya que siempre es la primera, él ya tiene listo su café, y cuando todos se van a dormir él se queda a lavar los platos. –arriscó las mangas del mono naranja como el que toda la tripulación usa y abrió la llave para comenzar a lavar los platos.

– ¿Aprendiste todo lo que sabes de él? –preguntó apoyando sus codos en la mesa, entrelazando sus dedos.

–No todo, antes de unirme a los Mugiwaras trabajaba en un restaurant, cuando Luffy me pidió que me uniera a la tripulación le pedí a Sanji-kun que me enseñara más de cocina, no me gustaba ser una carga en el barco, así que trataba de ayudar en todo lo que podía. –sonrió. –Me gustaba ayudar a Usopp a crear y mejorar cosas, Franky y Nami me enseñaron lo básico en el funcionamiento del barco, me gustaba mucho hablar con Robin y que Chopper me enseñara primeros auxilios, aunque nunca fui muy buena con eso de curar heridas. –hizo una mueca de asco.

–Así que no solo sabes cocinar. –ella asintió. –Cada vez me sorprendes más, Nana. –ella sonrió en forma de agradecimiento.

–Por cierto, ¿qué les pasa a los chicos hoy? Están más felices de lo usual. –preguntó ella comenzando a secar los platos y colocándolos en su lugar.

–Nos dirigimos a una isla donde recogeremos a más compañeros. –ella lo miró un segundo con una mueca de confusión. – ¿Creías que sólo éramos cuatro en este barco? –preguntó un poco burlón, ella negó volviendo a su trabajo. –En total somos doce, ahora contigo. Entre ellos hay uno que ya conoces, estaba en la casa de subastas en el Archipiélago Sabaody. Su nombre es Jean Bart.

– ¿En la casa de subastas? –preguntó, luego asintió. –Creo que ya lo recuerdo. –tomó otro plato y continuó secando mientras prestaba atención a las palabras de Law.

–Los demás nos acompañaron a Marineford a salvar a Mugiwara-ya, sólo que los mande a la siguiente isla por algunas razones. –ella asintió.

–Ahora que mencionas Archipiélago Sabaody... ¿cómo fue que escaparon antes de que llegara Kizaru? –preguntó extrañada. –No los vi después.

–No nos culpes, tu capitán fue el que golpeó al Noble Mundial sabiendo a lo que se enfrentaba, creo que hubiera reaccionado peor si supiera lo que esos Teryunnbitos le hacen a los esclavos... –fue interrumpido por el estruendo de un plato cayendo al suelo.

–P-Perdón. –balbuceó nerviosamente agachándose a juntar el plato roto, pero gracias a la torpeza de sus movimientos ocasionó que se le abriera una herida en la palma de su mano derecha. – ¡Joder!

– ¡Nana! –se levantó rápidamente y corrió hacia ella, le tomó las manos e hizo que soltara los pedazos rotos. –Estás sangrando mucho, vamos a curarte. –sin soltarle las manos se levantó y caminó con ella hasta la parte de abajo, donde tenía todos los aparatos de doctor, como le decía Nana.

– ¡Traffy, duele! –exclamó ella apretando con su mano izquierda la mano de Law. –No hagas nada, por favor.

–Debo hacerlo, Nana, podría infectarse esa herida. –explicó brevemente. –Siéntate ahí, debo ponerme traer las cosas. –ella asintió, se sentó sobre una camilla y esperó a que Law regresara. –Listo, desinfectaré la herida y te vendaré para que no duela más. –Law comenzó a aplicar alcohol y a limpiar la sangre, desinfectó la herida y dejó de sangrar poco después. Puso una gasa y comenzó a vendar su mano hasta la muñeca.

– ¿E-Es todo? –preguntó ella quitando la mano de sus ojos, en cuanto Law comenzó a curarla ella se cubrió los ojos y no había visto nada.

Law se quitó los guantes manchados de sangre y los tiró junto con lo demás, Nana comenzó a abrir y cerrar el puño mirando su mano extrañada.

– ¿Aún te duele? –la miró burlón, ella sonrió y se lanzó a sus brazos abrazándolo por el cuello, enrolló sus piernas en su cintura y lo apretó fuertemente. – ¡Nana, bájate!

– ¡Ya no duele, Traffy! –exclamó ella feliz, se separó de él plantando un beso en su mejilla, soltó las piernas quedando de pie en el piso. – ¡Eres el mejor! –se soltó de él y salió corriendo. – ¡Bepo! ¡Shachi! ¡Penguin!

Law se quedó estático de pie en medio de la habitación, le tomó un par de segundos procesar lo que acababa de pasar, o mejor dicho, lo que Nana había hecho. Y no sólo por el hecho de que lo hizo, si no porque lo que hizo...le había gustado en cierta forma. Comenzaba a preocuparse, sí, preocuparse porque le gustó.

Frunció el ceño al darse cuenta de que su mano derecha sostenía su mejilla, bajó su mano bruscamente y comenzó a caminar fuera de ahí, salió a la cubierta y vio a todos sus nakamas jugando, Nana actuaba natural, cosa que Law hizo que se molestara con sí mismo por tomarse las cosas tan en serio.

Ella se lo tomaba todo como un juego, así lo hacía y así lo haría siempre.

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