trece | enferma

trece | enferma

–Buena idea separarnos para buscarla, ¡ahora yo estoy perdida! –exclamó Sally molesta mientras refunfuñaba.

Ella y Ryu se separaron por el pueblo buscando a Nana, al parecer ninguno de los dos la había encontrado, Sally terminó caminando por una calle completamente solitaria y como era ella tan paranoica, los pensamientos malos llegaron a su mente.

¿Y si la secuestraban? ¿Y si se caía en la nieve y moría asfixiada? Cosas demasiado poco probables e incluso estúpidas, pero así era ella.

Sonoros y repetitivos pasos sonaron por la calle, Sally levantó los puños poniéndose en guardia por si necesitaba pelear, aunque sus rodillas temblaban igualmente. Un grupo de niños pasó corriendo por la calle de enfrente, ni siquiera la habían notado, suspiró más tranquila cuando notó algo.

El último niño pasó luego que los demás, Sally no pudo despegar su vista de él, aunque no era por él sino por el sombrero que alcanzó a reconocer en sus brazos.

– ¡E-Espera! –corrió con dificultad por la nieve en el piso y dio vuelta en la calle. – ¡¿Dónde conseguiste ese sombrero?! –gritó con más fuerza, el niño alcanzó a escucharla y se detuvo dándose la vuelta.

– ¡La chica peli-verde me lo dio! –gritó él de vuelta acercándose a paso rápido hacia ella. – ¡Se encuentra muy mal, está muy enferma!

– ¡¿Cómo?! –exclamó Sally sorprendida. – ¡Na-chan, ¿qué le pasó?!

–No puede ni siquiera levantarse. –al niño se le rasgaron sus ojos mirando a Sally, ella tomó al chico de los hombros.

– ¿Dónde está ella? ¡Guíame! –el chico asintió y comenzó a correr, Sally difícilmente podía seguirle el paso pero hacía un esfuerzo mayor esta vez.

Llegaron luego de dos minutos al bosque, el chico apresuraba a Sally quien se hundía en la nieve al caminar, cuando la chica rizada logró distinguir a Nana chilló y aceleró el paso.

–La dejamos aquí mientras buscábamos ayuda. –explicó el chico rápidamente, Sally se hincó frente a ella y la tomó del rostro, al instante la soltó notando la fiebre.

–Está muy grave, su temperatura es demasiado alta. –la preocupación resaltaba en la mirada de la chica, Nana se encontraba con los ojos cerrados y respiraba con dificultad. –Na-chan, resiste, te llevaré con el capitán. –Nana tosió a forma de respuesta, Sally se quitó rápidamente la bufanda y se la colocó cubriendo su cuello y el pecho, cubrirle la nariz y boca no era bueno siendo que apenas y podía respirar.

–Sally-... –susurró ella volviendo a toser, la rizada la levantó con ayuda del niño y pasó uno de sus brazos alrededor de sus hombros.

–Te prestaría mi suéter, pero no podría llevarte así. –la levantó mejor y comenzó a caminar. –Te pondrás bien, ¿de acuerdo? Vuelve a cerrar tus ojos y piensa en lo cálido que es el verano.

–Sally...estoy cubierta de gérmenes. –balbuceó ella tosiendo. – ¿por qué...? Tú odias...

–Sí, odio los gérmenes, pero somos amigas. –el chico se colgó el otro brazo de Nana por los hombros y ayudó a Sally, era mucho más fácil de esa manera. –No te dejaré aquí, sola y agonizando, sólo por una estúpida fobia mía...así no funciona la amistad.

–No puedo...utilizar mi habilidad. –Sally negó con la cabeza.

–Estás demasiado débil, no pienses en ello ahora.

A duras penas pudieron sacar a Nana del bosque y entraron en el pueblo, por una repentina tormenta de nieve que había azotado el lugar todos los locales estaban cerrados, no había gente fuera, era una condición bastante mala para Nana.

–Oye, tú. –llamó Sally al niño dejando a Nana en el piso, se hincó a su lado y comenzó a tomar aire de lo cansada que estaba. –Busca a mi capitán, es un tipo con una espada y tatuajes, te reconocerá por el sombrero. –el niño puso un rostro de miedo. –Es inofensivo, no te hará daño...mucho menos si sabe que ayudaste a Na-chan.

–De-De acuerdo. –salió corriendo hacia la calle principal, Sally suspiró y se puso en marcha otra vez.

–Sally...Traffy se molestará conmigo. –susurró ella tratando de reincorporarse en el piso, Sally adoptó la misma posición de antes y levantó a Nana. –Me dijo que...me abrigara...me advirtió sobre las recaídas...

–Te mereces un regaño por eso, Na-chan. –notando que podía hacer poco así la tomó de otra forma, pasó ambos brazos por sus hombros mientras la sostenía tras su espalda y comenzó a andar.

–Lo siento. –sonrió. –Tengo mucho frío.

–Lo sé, lo sé. –hablando más y más para evitar quedarse dormida, Nana continuó conversando con Sally, contándole cosas como sus colores favoritos, los libros que había leído, cosas que no tenían nada que ver una con la otra.

–Ya no siento los dedos de la mano, Sally, aún siguen ahí, ¿cierto? –Sally rió inevitablemente.

–Sí, Na-chan, tus dedos siguen ahí.

–Quiero dormir, pero sé que si lo hago, probablemente no despierte durante algunos días. –sus ojos comenzaron a cerrarse poco a poco, sudaba y su rostro además del color rojo ardía. –Sally... –susurró Nana llamándola mientras veía un par de siluetas acercándose.

– ¿Qué ocurre? –Sally se giró a mirar, sonrió en grande mientras sus ojos se humedecían. – ¡Capitán!

–Siempre ocasionando problemas. –gruñó Law llegando a su lado junto al niño, aunque Nana escuchó su voz lejana, abrió los ojos una vez más y sonrió notando la mirada de preocupación de Law, ahora sin pesadez se dejó caer totalmente dormida.

– ¿Justo cuando llega decides dormir? –preguntó Sally sonriendo de lado separándose de Nana, ya que Law la tomó en brazos y la dejó en el suelo. Consigo llevaba una bolsa además de su espada, dejó ambas en el suelo y de la bolsa sacó el suéter que le había prestado a Nana.

Como si fuera una muñeca fue abrigada por Law, quien al terminar la cargó como si de una princesa se tratase.

–La llevaré al submarino, encuentra a los demás. –Sally asintió. –Tú, acompáñame y dime qué pasó exactamente. –ordenó al niño, él asintió con temor.

***

–No parece estar mejorando. –mencionó el niño aún nervioso mientras miraba a Nana.

–No habrá resultados inmediatos, esperaremos. –Law se cruzó de brazos y se recargó en el respaldo de la silla en la que se encontraba sentado justo a un lado de la cama donde Nana estaba recostada.

–Pero ella-...

– ¡Nana-chan/Nana-san! –exclamaron Bepo, Shachi y Penguin entrando de pronto a la habitación, el niño soltó un chillido asustado por los gritos.

– ¡Un oso polar parlante! –se escondió detrás de Law, él suspiró.

– ¿Cómo se encuentra? –preguntaron acercándose.

–Ya la traté, por ahora está estable aunque los síntomas tardarán más en desaparecer, la fiebre no bajará hasta dentro de unas horas, habrá que estar al pendiente de ella. –los demás asintieron preocupados.

Nana estaba recostada en la cama de Law, cubierta hasta el pecho con las cobijas, respiraba por la boca con dificultad, un paño húmedo estaba sobre su frente; sudaba constantemente y el color rojo abarcaba sus mejillas.

–Los demás están afuera, pero nosotros pasamos primero porque tenemos privilegios por haberla conocido antes. –aclaró Shachi, Law asintió sin darle tanta importancia.

–Será mejor que no vengan por ahora, no despertará pronto. –los chicos asintieron y salieron para avisar a los demás, Law miró al niño, quien seguía detrás de él. – ¿Cómo dijiste que te llamabas?

–Aoi, capitán-san. –mencionó saliendo de su escondite.

–Aoi, deberías irte, ella no-...

–No me importa que no despierte pronto, quiero estar aquí para cuando lo haga. –se paró con firmeza delante de él, Law levantó sus cejas un poco sorprendido.

–Tus padres te estarán buscando, no quiero llevarme la responsabilidad de cuidar a un niño. –Aoi miró al suelo entristecido.

–No tengo padres. –apretó los puños. –Ella me dejó a cargo este sombrero, quiero dárselo personalmente. –aclaró abrazando el sombrero contra su pecho.

–Como quieras, ya te lo dije, yo no soy responsable de ti, suficiente tengo con esta niña en cuerpo de adulta. –Aoi miró al suelo de nuevo.

– ¿Ella es tu novia? –se sonrojó, Law se giró a mirarlo frunciendo el ceño.

– ¿Por qué crees eso? –Aoi se encogió en hombros.

–Lucías muy preocupado por ella, pensé que... –se quedó callado. –Olvídalo, eres demasiado gruñón como para tener novia.

– ¡Oye! –exclamó Law molesto.

–Ella es tan alegre y extrovertida como para estar con alguien así. –negó de nuevo, Law tensó la mandíbula enojado.

–Eso a ti no te incumbe, ¿de acuerdo? Si te quedarás aquí que sea en silencio. –el niño asintió apretando los labios, se quedó mirando a Nana aún preocupado. Law suspiró pesadamente tratando de relajarse, el comentario de Aoi no le había hecho ninguna gracia y con todo lo que estaba sucediendo no podía pensar claramente.

La noche llegó rápidamente, los Piratas Heart entraron y se fueron a dormir aún preocupados, pero en parte tranquilos porque sabían que Nana estaba en buenas manos. Aoi se había mantenido despierto las primeras dos horas de la noche pero tan solo pasó ese tiempo cayó dormido en el piso sobre el sombrero de Law.

Law mandó llamar a Sally y le pidió que se encargase de Aoi, ella asintió y se llevó al niño fuera de la habitación. Recargó su cabeza en la silla y cruzó sus brazos estirando las piernas, se encontraba cansado y agobiado pero no podía dormir, mucho menos cuando Nana estaba en ese estado.

Buena idea quedarse leyendo durante la noche toda la semana.

–Traffy... –escuchó la voz casi inaudible de Nana, se enderezó en la silla al instante.

– ¿Nana? –se acercó a la cama, la chica se encontraba con los ojos semi-abiertos mirando el techo. – ¿Por qué...? No se supone que despiertes ahora, debes dormir por al menos doce horas más hasta que la fiebre baje. –Law se sentó en la orilla de la cama y le quitó el paño húmedo de la cabeza.

– ¿Gané el juego? –preguntó seria, Law medio sonrió.

–Sí, Nana, ganaste el juego. –ella sonrió con dificultad.

–Me alegro. –cerró sus ojos de nuevo, Law negó con la cabeza aún sin borrar su sonrisa y se levantó para humedecer el paño de nuevo, lo puso sobre la frente de Nana y se dispuso a volver a su silla. –Espera...

– ¿Qué ocurre? –preguntó tomando asiento de nuevo, Nana sacó una mano y la puso en el rostro de Law, acariciando su mejilla. El doctor se extrañó pero no la alejó aún así.

–Tu rostro preocupado es hermoso. –rió levemente.

–Comienzas a delirar, Nana, duérmete ya. –la tomó de la mano y la cubrió de nuevo con las cobijas. –Descansa, me quedaré aquí hasta que despiertes de nuevo. –ella asintió y cerró sus ojos.

–Gracias, capitán.

Nana cayó dormida casi al instante, Law se rió en sus adentros, despertar para asegurarse de haberle ganado en las escondidas a unos niños, sólo a ella se le ocurriría.

Sin moverse de su lugar, Law se quedó mirando a la chica dormir, el color rojo en su rostro ya no era tan visible, pero seguía presente, la temperatura se había moderado un poco y los temblores y escalofríos habían desaparecido, el tratamiento de Law comenzaba a surtir efecto.

El capitán solía ser poco cariñoso con su tripulación o con cualquier persona, pero había excepciones; poniendo una mano sobre la mejilla de Nana comenzó a acariciarla lentamente, algo que no haría mientras ella estuviera consiente, claro está.

Tan solo unos meses llevaba de conocerla pero Nana se ganaba a la gente de alguna manera, era fácil quererla, sino es que antes la llegas a odiar de tan molesta que es; eso sí, Nana se ganaba un espacio en la mente de las personas que la conocían.

Un espacio en la mente, y en el corazón de las personas.

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