extra uno.

extra uno.

–Anda, Traffy, quédate conmigo. –pedía Nana con entusiasmo. –Será divertido, haré comida sólo especialmente para ti, podremos jugar juntos...

–Nana... –se quejó Law en voz baja, suspiró pesadamente y asintió. –Está bien, sólo para que dejes de molestar. –le sacudió la cabeza como a una mascota y Nana sonrió alegremente, se abrazó a él y comenzó a saltar.

– ¡Sí, tendremos una piyamada! –exclamó ella.

– ¡Claro que no! –regañó Law.

–Capitán, no se preocupe, mañana ustedes podrán visitar el pueblo y la isla. –Law asintió.

–Puntuales. –amenazó el capitán con una mirada, los demás asintieron y se fueron camino al pueblo.

Habían decidido darse unas vacaciones, al menos por un par de días, la primera noche se quedarían Nana y Law a cuidar del submarino, esto a petición de la chica que quería tener una piyamada con su capitán.

Aunque no hubo piyamada...

– ¿No vendrás a dormir, Traffy? –preguntó Nana con voz adormilada, el moreno negó sin levantar su vista del libro. –Te hará mal no dormir. –balbuceó casi quedándose dormida.

– ¿Cómo quieres que duerma si estás en mi cama? –preguntó él aún sin mirarla, Nana infló los cachetes y miró hacia otro lado.

–Si quieres que me vaya sólo dilo. –murmuró ella.

–Vete.

– ¡Se suponía que no lo dirías! –exclamó Nana ofendida.

Luego de un par de días las cosas seguían como siempre, Nana se negaba a irse de la habitación del capitán, se le hacía injusto que él tuviera su habitación propia mientras todos sus nakamas dormían en una sola.

A Law poco le importaba.

–No grites, hay gente que necesita silencio. –se excusó él para hacer callar a la oji-verde.

– ¡Sólo estamos nosotros en el barco!

–Me refería a mí. –respondió de manera neutral.

–Como castigo mañana prepararé para el desayuno una tarta de pan duro. –murmuró molesta.

– ¡Que no me gusta el pan! –exclamó el capitán con una mirada de nerviosismo.

– ¡Ahora tú debes de guardar silencio! –regañó Nana levantándose bruscamente de la cama.

– ¡Tú no me das órdenes, yo soy tu capitán! –gruñó Law cerrando el libro.

– ¡El capitán es el líder, debe de poner el ejemplo a sus nakamas y no andar gritoneando por ahí a mitad de la noche! –se acercó furiosa a él, Law se levantó haciendo que Nana levantase la cabeza por su estatura.

– ¡Tú empezaste a gritonear y no te atrevas a levantarme la voz! –regañó, Nana levantó su puño derecho y tomó fuerza para golpearlo, Law se sorprendió por al menos dos segundos pero al ver cómo disminuía su fuerza considerablemente y lo golpeaba en el pecho con la fuerza suficiente para hacer volar una hoja de papel frunció el ceño.

– ¡Me enojas! –tras ese gruñido y ese golpe, otros más llegaron.

Law no sabía si detenerla o dejarla así hasta que se cansara en el inútil intento por lastimarlo, unas ganas de reír surgieron en su interior, pero su orgullo no le permitía ni al menos sonreír.

–Ya basta. –la tomó de las muñecas. – ¿Qué se supone que haces?

–Quiero golpearte pero no quiero lastimarte. –admitió apoyando su frente en su pecho, con un aire de frustración. – ¿Por qué debo tener un corazón tan grande, Traffy?

–Mejor vete a dormir. –habló él extrañado, ya que no sabía si era una especie de cumplido hacia ella o el primer signo de respeto que mostraba hacia él.

–Como ordene, capitán Traffy. –hizo de nuevo un saludo de Marine y saltó hacia la cama, Law suspiró y se rascó la cabeza, más extrañado que antes, si Bepo era bipolar, Nana escondía dentro de sí más de diez personalidades juntas que no podías predecir cuándo saldrían.

***

–El desayuno Nana va a preparar, para que Traffy satisfecho pueda quedar...~ –canturreaba la peli-verde mientras volteaba la comida en el sartén, Law continuó bebiendo de su vaso de jugo tratando de relajar su migraña. –Tararatarara...~

–Nana. –llamó Law.

– ¿Sí, Traffy? –preguntó ella sin mirarlo y sin dejar de tararear.

– ¿Es necesario que cantes mientras preparas mi desayuno? –preguntó fríamente.

– ¿Acaso canto mal? –preguntó con los ojos al borde de las lágrimas, Law frunció el ceño mirándola.

– ¿Vas a llorar por algo tan simple como eso? –preguntó él de nuevo, pero ahora más que confundido, Nana sorbió la nariz y se limpió las lágrimas con el antebrazo.

–N-No, es sólo que... ¡creí que a Traffy le agradaría que cantara para él, pero a Traffy no le gusta mi voz! ¡Todo este tiempo Brook me mentía diciendo que cantaba hermoso! ¡Me siento traicionada...! –tras eso y algunos sollozos más salió corriendo de la cocina.

–Espera, Nana. –llamó Law poniéndose de pie, apoyó ambas manos en la mesa y suspiró. – ¿Qué diablos le pasa ahora?

Pasaron un par de segundos en silencio hasta que la puerta de la cocina se abrió nuevamente, Nana asomó simplemente un ojo para ver a Law aún de pie en el mismo lugar.

–Traffy...

– ¿Qué ocurre ahora? –preguntó él, Nana sorbió la nariz de nuevo y entró completamente a la cocina, comenzó a jugar con sus dedos como una típica manía suya y evitó la mirada de Law. – ¿Nana?

–Perdón por perder el control, es que... –se sonrojó. –...estoy en mis días.

– ¡Eso no tengo que saberlo yo! –exclamó Law nervioso, cosa que le sorprendió bastante ya que suele ser relajado todo el tiempo.

–Es cierto, creí que podría hablar contigo como lo hacía con Nami o Robin. –luego de eso carcajeó. –Tu desayuno está listo. –sonrió y salió de la cocina nuevamente, Law se dejó caer en su silla y estrelló la frente contra la mesa.

***

–Hazlo de nuevo, Traffy. –pidió Nana emocionada, Law se masajeó las sienes. –Por favooooor...

–Esta.será.la.última.vez. –habló lenta y pausadamente, Nana asintió sonriente. –Room.

La cortina azul apareció en toda la cubierta del barco, Nana se situó al centro de esta y abrió los brazos sonriente, Law levantó su dedo índice y utilizó su ataque Tact, para hacer levitar a Nana por toda la cubierta.

– ¡Mira, Traffy, estoy volando! –gritó ella feliz.

–Puedes volar con tu habilidad, ¿por qué quieres que haga esto...? –ella sonrió en grande.

–Es más divertido si lo haces tú. –admitió, luego en voz baja dijo para sí misma: –Todo es más divertido si te incluye a ti, Traffy.

Law dejó a Nana en el piso y se recargó en la baranda para continuar leyendo su libro, Nana hizo pucheros y se sentó cruzando las piernas en el piso.

–Juguemos a preguntas y respuestas. –sonrió ella, Law continuó leyendo. –Bien, comienzo yo... ¿a qué edad perdiste tu virginidad?

– ¡¿Qué clase de preguntas son esas?! –exclamó enojado el capitán, Nana rió.

–Es broma, sólo quería llamar tu atención. –Law se sonrojó en lo más mínimo y volvió la vista a su libro. –Ahora la pregunta va enserio... ¿cuál de tus nakamas es tu favorito?

–No tengo preferencia por ninguno. –admitió él tranquilamente, Nana bufó.

–Claro que sí, todos tienen un favorito, yo tengo uno y sé cuál es el tuyo. –Law frunció ligeramente el ceño. –Tu nakama favorito es Bepo.

–Bien, a Bepo lo conozco desde hace muchísimo. –admitió.

–Lo sé, tonto. –le sacó la lengua. –Te toca preguntar.

– ¿Lo que yo quiera?

–Sip, responderé a todo. –sonrió.

– ¿Dónde se encuentra Raftel? –preguntó con cierto aire de humor.

–No se vale. –negó con una cara de enojo. –Eres un pésimo jugador.

Law ni se inmutó.

–Oye, Traffy... –el moreno ni se inmutó. –Traffy~ –Nana frunció el ceño y subió el volumen de su voz –Traffy, Traffy, Traffy...

– ¿No puedes pasar ni un día sin decirme Traffy? –preguntó el capitán ya cansado. –Intenta decir Trafalgar, o por lo menos Law.

–Noooo... –balbuceó ella disgustada. –A mí me gusta cómo te queda Traffy.

–Pero suena...estúpido. –admitió con una mueca extraña, Nana sintió como si le hubieran clavado un cuchillo en el pecho.

– ¿El nombre que te puse suena estúpido? –Law asintió. –Grosero.

–Es la verdad, no soy un niño como para que me llames por un diminutivo. –Nana puso una expresión indignada.

–Pues yo seguiré llamándote Traffy hasta la muerte. –Law rodó los ojos. –Por cierto, Traffy...

–No te haré volar de nuevo, Nana. –habló él como si le estuviera leyendo la mente, Nana infló las mejillas.

–No te iba a decir eso. –Law levantó la mirada del libro un momento sólo para enarcar una ceja en su dirección, Nana se sonrojó y evitó su mirada cruzándose de brazos, a Law se le escapó una risita y continuó leyendo. –Traffy...

– ¿Qué sucede ahora? –preguntó él tranquilamente, Nana sonrió de lado con ternura.

– ¿Puedes reírte de nuevo?

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