doce | escondidas

doce | escondidas

– ¡Lo sabíamos! –festejaron los chicos tras escuchar la noticia de los labios de Nana.

–Por cierto, dice que comerá más tarde. –informó a Ryu, él asintió con una sonrisa volviendo a lo suyo.

– ¿De verdad el capitán y Nana-san son pareja? –preguntó Bepo extrañado.

–Sí, lo somos. –afirmó Nana, la puerta de la cocina se abrió en ese momento dejando ver al capitán.

–No, no lo somos. –negó contradiciendo a la chica.

–Estoy confundido. –habló un chico entre todos, Law se acercó a Nana y le soltó un golpe en la cabeza.

– ¡Duele! –se quejó ella sobándose.

–No crees falsos escenarios ni rumores, no somos pareja. –Nana se cruzó de brazos y le dio la espalda.

–Eso dices tú.

– ¡Es la verdad! –exclamó él comenzando a molestarse, Nana le enfrentó de cara con el ceño fruncido.

– ¡Dijiste que me querías!

– ¡No me refería a eso! –algunos rayos salieron alrededor de ambos haciendo notar el enojo entre los dos.

– ¿Es acaso su primera pelea de pareja? –preguntó Bepo, Law lo miró aún molesto. – ¡Lo siento!

– ¿Actúan como pareja pero no lo son? –preguntó un chico.

– ¡No lo somos! –gritó Law realmente molesto.

–Eso cree él. –susurró Nana "discretamente", Law la tomó de la cara apretando sus mejillas.

–Madura, maldita sea. –ella frunció el ceño.

–No quiero. –le sacó la lengua como pudo teniendo la cara aplastada en la mano del capitán. Law suspiró profundamente y la soltó.

–Como quieras, no pelearé contigo por una tontería. –Nana se cruzó de brazos nuevamente y le dio la espalda cerrando sus ojos indignada.

–Maduraré por fin cuando aceptes salir conmigo. –abrió un ojo y lo miró curiosa, Law mantuvo su mirada seria sobre ella, Nana sonrió de lado y volvió a girar su cabeza.

– ¿Tan desesperada te encuentras? –ella borró su sonrisa y frunció el ceño.

– ¡Sólo bromeaba! Ni que fueras el único chico en el mundo. –puso ambas manos en sus caderas. –Luffy es más divertido.

–Ajá.

–Y Sanji es un caballero. –sonrió de lado y se acercó a él, Law continuó mirándola. –Usopp es más agradable.

– ¿Y eso?

–Zoro tiene mejor cuerpo. –caminó a su alrededor mientras continuaba hablando, Law elevó una ceja y la siguió con la mirada.

– ¿Está intentando ponerlo celoso? –preguntó Bepo a Ryu en voz baja, este se encogió en hombros.

–Ryu es muy amable, Shachi es un gran amigo, hasta Penguin, él es divertido también.

– ¡Nana-chan! –gritó Penguin mientras lloraba de felicidad.

– ¿Estás comparándome con ellos? –Nana rió y negó con la cabeza, se acercó por detrás de él y lo abrazó colocando sus brazos alrededor de su cuerpo.

–No necesito compararte, Traffy, aunque seas un gruñón te prefiero a ti. –restregó su rostro contra su cuerpo varias veces, Law suspiró y se cruzó de brazos.

– ¿Terminaste ya?

–Aún no. –lo apretó más fuerte.

–En fin –se giró a mirar a los demás. –, no somos pareja.

***

–No estamos faltos de provisiones así que podemos relajarnos por esta ocasión. –los chicos hicieron un jaleo tras escuchar esas palabras provenir del capitán. –Nos veremos aquí por la noche, no lleguen tan tarde. –saltó del submarino hacia tierra y comenzó a caminar.

–Ocultaré el submarino. –avisó Jean Bart yendo hacia adentro.

– ¿Cómo aprovecharemos el día libre? –preguntó Penguin, los demás se encogieron en hombros.

–Na-chan, ¿qué planeas hacer? –preguntó Sally sonriente mientras se acercaba a Nana, por cierto, ya no estaba enferma, sino ni se hubiera acercado a ella.

–Lo mismo que en todas las islas. –sonrió en grande.

– ¿Perseguir al capitán? –Nana negó con la cabeza.

–Debo buscar algo en el pueblo, nos vemos luego para salir de compras o algo así. –saludó con la mano y saltó del submarino, sin esperar más salió corriendo.

Llegó a la calle principal y sonrió animada mirando todo, como se encontraba nevando había muñecos de nieve hechos por niños, los árboles estaban escarchados y cubiertos de nieve, parecía un pueblo navideño.

Nana dio un par de saltitos y corrió extendiendo los brazos por toda la calle principal, la gente que la miraba desde dentro de los locales hacían muecas extrañadas, aunque poca importancia le tomaban.

El objetivo de Nana era casi obvio, encontrar una librería y buscar los libros del autor Tamiya Jin. Y quizá, solo un poco, estar con Law.

No le llevó mucho tiempo, tras pedir indicaciones a un par de personas encontró la librería principal, entró alegremente pero tan solo dar un paso...

– ¡Fuera nieve! –exclamó en susurró una anciana sentada detrás de un escritorio cerca de la entrada, Nana se paró derecha e hizo un saludo de Marine.

–Sí, señora. –se quitó el gorro, la bufanda y el suéter de Law, lo dobló y los dejó en una repisa a un lado de la puerta, miró a la mujer con cierto temor y ella asintió examinándola de arriba a abajo.

–Puedes pasar, guarda silencio, chiquilla. –Nana asintió y tras hacer una señal de cierre sobre sus labios caminó por el pasillo principal de la librería.

Dio vueltas por algunas repisas pero no encontraba nada relacionado con Tamiya Jin, en cierto momento distinguió un sombrero bastante familiar, sonrió y corrió hacia él.

– ¡Traffy! –exclamó saltando sobre su espalda, Law se encontraba distraído por lo que se tambaleó tras el impacto, logró sostenerse en pie gruñendo maldiciones por lo bajo.

– ¿Qué haces aquí? –preguntó él girando su cabeza, Nana rió y le quitó el sombrero colocándoselo ella misma aún sin bajarse de su espalda.

–Buscaba los libros que me hacen falta. –Law dejó el libro que tenía en sus manos en su lugar y buscó otro, importándole muy poco que Nana siguiera colgada de él.

–Pregunté por Tamiya Jin, no hay nada referente a él en esta librería. –informó hojeando el libro, Nana hizo pucheros y recargó su barbilla en la cabeza de Law.

–Ya veo, entonces buscaré en otro lado, ¿conoces alguna otra librería? –Law negó con la cabeza.

–Es la primera que visito.

– ¡Ustedes! –exclamó la anciana de la entrada, todo en susurro. – ¡Este lugar no es el correcto para comportarse de esa manera!

–Ya la escuchaste, Nana, abajo. –Nana negó con la cabeza repetidas veces y abrazó más fuerte a Law.

– ¿Quiénes son ustedes? Jamás los vi antes. –Law iba a hablar pero Nana interrumpió hablando animadamente.

–Mi nombre es Nana, él es Traffy, mi novio. –estiró la mano hacia la anciana, ella correspondió al saludo.

–No somos novios. –aclaró Law serio, Nana le hizo una mueca a la anciana indicándole lo contrario, ella asintió.

–Ya veo, entonces, enamorados, guarden silencio y compórtense. –Law frunció el ceño.

– ¿Enamorados? –Nana rió, acercó su cara a la de Law y juntó su rostro con el de él, pegando sus mejillas.

–Lo ves, Traffy, hasta la señora está de acuerdo.

–Yo no-... –Nana interrumpió a Law de nuevo.

–Disculpe, ¿conoce alguna otra librería en el pueblo? –la anciana pensó un poco y asintió.

–Es muy pequeña, se encuentra al final de esta calle dando vuelta hacia la izquierda, tienes que entrar por un pequeño callejón y verás un letrero viejo que indica la entrada. –Nana sonrió en grande.

– ¡Muchas gracias, señora!

– ¡No grites! –exclamó ella en susurro.

– ¡Pero usted también gritó! –Nana le imitó, la anciana hizo una señal de silencio con su mano y se dio la vuelta para irse. –Ya oíste, Traffy, estaré por allá. –le dejó un sonoro beso en la mejilla antes de saltar y caer al piso.

– ¡Nana, mi sombre-...! Vaya... –suspiró cansado al verla irse corriendo, Nana dio vuelta tras una repisa y se escuchó un fuerte estruendo, Law caminó a paso apresurado hasta el pasillo principal donde se escuchó el ruido.

– ¡Lo siento, señora! –gritó Nana volviendo a correr tras levantarse del piso donde todos los libros de un pequeño mueble se encontraban tirados, Law negó con la cabeza viéndola irse.

– ¡Espera, Nana! ¡No olvides abrigarte! –muy tarde, Nana salió dejando su suéter, bufanda y gorro ahí. –Esa chica va a volverme loco de verdad. –se restregó el cabello dándose vuelta, justo al hacerlo la anciana lo paró poniéndose delante de él.

– ¿Ella es tu novia?

–En realidad no.

–Tendrás que levantar todo lo que tiró. –ordenó la anciana señalando el desastre, Law entrecerró los ojos y levantó la mano.

Room. –la anciana miró a su alrededor notando la cortina azul que abarcó el lugar. –Shambles.

Un segundo después Law se encontraba a mitad de la calle con un libro en la mano y sosteniendo las cosas que Nana había dejado, no sin antes dejar algo de dinero justo donde desapareció. Levantó la espada que trajo con su habilidad también y se dispuso a caminar.

***

–Tampoco encontré nada~ –murmuró Nana decepcionada saliendo de nuevo a la calle principal tras haber salido de la segunda librería.

Caminó buscando con la mirada algo que llamara su atención, el olor que provenía de un restaurante fue lo que la hizo entrar, nada más hacerlo localizó con la mirada cierta cabellera rizada bastante conocida.

– ¡Chicos! –exclamó ella sonriente al ver a Ryu y a Sally sentados sobre la barra, ambos se giraron y sonrieron.

– ¿Qué haces por aquí? –preguntó Ryu poniéndose de pie y dejándole el lugar para sentarse ya que el restaurante estaba lleno.

–Buscaba... –pensó un poco. –No recuerdo qué estaba buscando. –rió.

– ¿Por qué llevas puesto el sombrero del capitán? –Nana tocó su cabeza y se quitó el sombrero mirándolo extrañada, lo dejó sobre sus piernas mientras sonreía de lado.

–Me encontré con Traffy hace un rato, le quité el sombrero un momento y se me olvidó dárselo, cuando lo vea se lo daré. –mostró sus dientes en una amplia sonrisa mientras se ponía de pie. –Entré a ver qué preparaban de comer pero se me ocurrió algo mejor, nos vemos. –agitó la mano y salió corriendo de ahí.

–No iba abrigada, ¿crees que eso esté bien? –preguntó Sally preocupada.

–No lo había notado, pero es cierto. –se sentó donde antes se encontraba y volvió a mirar hacia la barra. –Supongo que habrá olvidado su abrigo.

–Me preocupa, iré tras ella. –se levantó. – ¿Vienes?

–Seguro, déjame pagar la cuenta.

–Te espero afuera.

Nana salió a la calle principal de nuevo, miró hacia su alrededor y se dirigió hacia un grupo de niños que jugaba con la nieve, preguntó si podía jugar con ellos y los niños accedieron felices.

Se quedó jugando con ellos durante un rato haciendo muñecos o aventando bolas de nieve, hasta que a cierto niño se le ocurrió una idea.

– ¿Escondidas? –preguntó otro haciendo una mueca.

–Sí, pero para hacerlo más emocionante juguemos en el bosque. Los árboles están cubiertos de nieve y esta alcanza más altura. –dirigiéndose hacia allá continuaron hablando. –Las reglas serán las mismas que en el juego tradicional, solo que cada vez que encontremos a uno le lanzaremos una bola de nieve.

– ¿Con eso bastará para saber que perdimos? –preguntó otro chico.

–Sip, pero la bola de nieve deberá dar en el blanco, si fallan aún tienen tiempo de correr.

– ¡Qué sencillo! –exclamó Nana dando un saltito. – ¡Les ganaré a todos, perdedores!

Decidiendo quién sería el primero en buscar todos se escondieron, Nana de un salto subió a un árbol y se sentó sobre la rama, en la rama de al lado otro chico subió igual y le hizo una señal de silencio a la peli-verde.

Al que le tocaba buscar comenzó a correr nombrando a los demás, obviamente estos no respondieron, Nana comenzó a reírse al notar que no podía encontrar a nadie.

– ¡Te vi! –gritó el niño aventando una bola de nieve hacia ella, Nana la esquivó con facilidad, se puso de pie en la rama y le sacó la lengua al niño.

–Lento. –saltó hacia un lado y se perdió en el árbol.

–Buena esquivada. –halagó el niño en el otro árbol levantando el pulgar, Nana sonrió, el chico cambió su expresión a una preocupada. – ¿Por qué tienes el rostro rojo? –Nana tocó su rostro pero al instante evitó el contacto, sus manos estaban heladas mientras su rostro ardía en fiebre.

–Estoy bien, escapar me ha hecho entrar en calor. –sonrió relajando al chico, él asintió sonriendo. –Terminaré este juego y buscaré a mi doctor. –se acomodó el sombrero de Law que aún descansaba en su cabeza y se colocó la parte superior del mono naranja que vestía, ya que anteriormente traía puesta una simple blusa.

El juego continuó, lograron encontrar a la mitad de los niños pero aún hacían falta tres, contando a Nana, quien sentía fuertemente los síntomas de una gripe pero multiplicadas por cien veces; el chico que se encontraba entre las ramas a su lado fue encontrado de pronto, sonrió de lado, cada vez quedaban menos.

En un descuido del chico que buscaba a los demás dejó la base sin protección, Nana aprovechó la oportunidad y saltó del árbol para correr hacia allá. El chico se dio cuenta de que Nana se dirigía hacia la base así que levantó una bola de nieve y la lanzó.

Falló varias veces pero seguía intentando darle, Nana solo esquivaba fácilmente. Al estar cerca Nana estiró el brazo hacia el frente para tocar el tronco del árbol que se supone era la base, dio otro paso más pero de la nada su vista se nubló.

–Chicos... –susurró Nana extrañada poniendo una mano sobre su cabeza, sintió como su mirada se desviaba hacia los lados sin poder centrarse en un objetivo fijo, se tambaleó en la nieve pero gracias a que alcanzó a tomarse del árbol se sostuvo en pie.

– ¿Se encuentra bien, señorita? –preguntó una niña acercándose, Nana recargó su espalda en el árbol y apoyó todo su peso en él.

Los demás se acercaron parando el juego, preocupados por la chica, ella comenzó a toser difícilmente poniendo sus manos sobre el pecho. Respiraba con dificultad y sentía el sudor recorrer su piel, a pesar de todo esto temblaba por el frío y su piel ardiendo estaba.

–Su piel está muy caliente. –avisó un chico preocupado mientras tocaba a Nana de la frente, ella se encontraba agachada en cuclillas. –Debe estar enferma, abriguémosla. –Nana paró a los chicos que quisieron quitarse sus bufandas, sonrió con un rostro bastante cansado y negó con la cabeza.

–Estaré bien, busquen a mis amigos. –una niña se acercó y le tomó la mano.

–Traeremos ayuda. –avisó con lágrimas en los ojos, se encontraba muy asustada. –Volveremos pronto, señorita. –los niños corrieron alejándose de la vista de Nana, ella suspiró pesadamente abrazándose a sí misma, de un momento a otro recordó algo.

– ¡E-Espera! –llamó a los niños, solo uno de ellos escuchó y dio la vuelta rápidamente. –Lleva esto. –le entregó el sombrero de Law, el niño lo abrazó entre sus brazos. –Te reconocerán con él. Cuídalo.

–Tranquila, traeremos a alguien rápido. –le acarició el cabello a Nana como si de alguien más joven se tratase, sonrió apenas y corrió siguiendo a sus amigos.

Nana bajó la mirada a sus manos, que se encontraban heladas y comenzaban a cambiar de tono, en momentos así, luego de enfriarse tras correr y saltar, era cuando más fuerte le pegaba el frío. Maldijo en voz baja al sentirse tan débil como para caer al suelo, sintiéndose una completa inútil, solo trayendo problemas como solía hacerlo.

Sentía como la garganta se le cerraba pero al mismo tiempo tenías unas inmensas ganas de toser, no eran los síntomas de la vez pasada, eran mucho más fuertes, empezando por el hecho de que su temperatura había aumentado drásticamente en unos simples minutos.

Recordando unas palabras de Law comenzó a cerrar sus ojos tratando de descansar.

Cuida mucho las recaídas de las enfermedades, son las peores, una simple gripe puede mandarte a la cama durante más tiempo del que crees.

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