Laberinto n-dimensional
Richard Stark se hallaba imbuido en sus pensamientos y en sus cálculos indescifrables para un humano cualquiera. Sobre el iluminado escritorio se hallaban una docena de papeles garabateados, y en la pantalla holográfica podían observarse varias aplicaciones en ejecución: una herramienta de modelado matemático, dos planillas electrónicas, un solucionador de ecuaciones, un procesador de textos y dos programas de modelado tridimensional.
Richard era un brillante matemático teórico que trabajaba para la AAI (Agencia Aeroespacial Internacional) en el diseño de mecanismos de teletransportación para colonias espaciales lejanas. Desarrolló la teoría del agujero negro interespacial y sus descubrimientos serían la base de todos los avances técnicos en el campo por los siguientes doscientos años.
Pero cuando este científico regresaba a su hogar, continuaba maquinando otras cosas en vez de descansar, puesto que tenía un hobby al que dedicaba numerosas horas de la noche, un hobby de "nerd" podríamos decirlo, puesto que también se basaba en la matemática teórica, pero le resultaba fascinante.
—Papá, quedamos en ver una película juntos hoy —le dijo el hijo ingresando a su laboratorio e interrumpiéndolo—. No voy a permitir que te quedes encerrado hoy entre estas paredes —el muchacho rondaría los veinte años, era alto y atlético, pero había desarrollado al mismo tiempo un gusto por las aficiones de su padre, y era tal vez el único ser humano fuera del ámbito científico que lo comprendía y podía discutir con él los temas de sus investigaciones, por lo menos a un cierto nivel. El muchacho era sumamente inteligente y preparado, tal vez por la coacción del entorno donde se crió, como por la propia herencia genética recibida de sus padres. Aunque eso era discutible, porque su hermana mayor vivió toda la vida en las mismas condiciones y no heredó ningún interés intelectual ni nada parecido.
—Sí, te prometí que lo haríamos y así será. Déjame introducir unas coordenadas más en el simulador y probar otra vez... Y luego nos vamos —le respondió Richard.
—¡No! —exclamó el joven—. Ya es bastante tarde. La película dura dos horas y media, aunque empecemos ahora mismo va a terminar alrededor de las doce. Por favor, vamos ya...
—Un segundo... Un segundo... —insistió el padre—. Creo que logré depurar el error anterior del software que hizo fracasar los otros experimentos... Quiero correr una simulación más...
—¿Error? No recuerdo que hubiera un error en el software. Yo mismo lo había probado contigo —le dijo el hijo.
—Sí, pero eso fue hace dos meses, cuando aún estábamos creando el laberinto cuatridimensional. Ahora elevé la complejidad a n. Y descubrí un error teórico por el cual ese laberinto no tenía validez para mis investigaciones.
—¿No tenía validez? —preguntó el muchacho, extrañado.
—Te lo explicaré para que entiendas, sin fórmulas matemáticas complicadas... Como ya sabes, porque me has ayudado mucho en los últimos tiempos, me puse como objetivo construir un laberinto n-dimensional... Los laberintos bidimensionales son esos que resolvemos en papel dibujando una línea para encontrar la salida, allí tenemos únicamente los ejes x e y. Un laberinto tridimensional, en cambio, es un lugar, cualquiera, del que nosotros quisiéramos escapar, qué se yo, un edificio de varios pisos con muchas puertas y ventanas cerradas, podría ser considerado un laberinto tridimensional, con ejes de coordenadas x, y, y z. Teoricé también sobre la existencia de un laberinto monodimensional, pero no lo veo como factible, porque en una única dimensión no hay posibles rutas, ya que tenemos únicamente valores sobre un eje, como ser el x.
—Sí papá, yo entiendo eso, no es la primera vez que me lo explicas... Lo que quisiera entender es cuál es el avance que realizaste que cambió tu teoría en las n dimensiones.
—Y bueno, así como los humanos habitamos un universo de 3 dimensiones, pueden existir, matemáticamente, universos de n dimensiones, habitados por seres n dimensionales. Esto es pura abstracción matemática, pero tiene lógica y es totalmente factible. Todo ser n dimensional puede vivir en un espacio x dimensional, siempre y cuando x sea mayor o igual a n. Por ejemplo, un cubo, donde n es 3, no puede existir ni representarse en un plano, donde n es 2, pero sí dentro de coordenadas espaciales, n igual 3, o coordenadas vectoriales de n mayor a 3, con el resto de las coordenadas en cero, o no. En cambio, un plano, donde n es igual a 2, puede representarse dentro de un cubo, con n igual a 3. Y numerosos e infinitos cuadrados pueden conformar dicho cubo, e inclusive ubicarse de muchas maneras dentro del espacio tridimensional, no necesariamente paralelos a las caras del cubo.
—Ajá. Entiendo —dudó el muchacho—. Básicamente estás diciendo que todo objeto que habite en una dimensión de n coordenadas, puede habitar un universo de n o de más de n coordenadas, pero no puede representarse en un universo de menos de n coordenadas. Eso es matemática vectorial básica. Y, por ejemplo, un cuadrado en el espacio, por más de tener sólo dos coordenadas, puede tener un eje z que podríamos dejarlo en cero, o en otra "altura", y ya sería un habitante de la tercera dimensión, aunque su fórmula matemática sea de dos dimensiones únicamente, pero el plano que habita estaría en la tercera dimensión de todos modos.
—¡Claro! Pero cuando me ayudaste a elaborar el laberinto de cuatro dimensiones, nos equivocamos... —afirmó Richard—. Estamos mal acostumbrados a nivel científico a tomar el tiempo como la cuarta dimensión, o sea, el movimiento, y por lo tanto creamos un laberinto cúbico de tres dimensiones, donde el tiempo tenía un factor preponderante, o sea, donde cada habitación cambiaba, era diferente, se movía o llevaba a diferentes lugares según el momento en que se visitara.
—Correcto, esa fue la forma que programamos el software para resolver el problema de la cuarta dimensión —le dijo el hijo.
—Sí, pero ese fue nuestro error... En ese caso ¿Cómo se representaría un laberinto de cinco dimensiones?
—Eso es lo que no sabemos...
—¡No! ¡No sólo no sabemos, sino que no podemos crearlo! ¡Porque introducir el tiempo como una dimensión más, al mismo nivel de las otras tres dimensiones fue un error! Nuestro laberinto debe ser vectorial, sin dejar de lado nunca las coordenadas espaciales, puesto que existen n-dimensiones espaciales, sólo que no somos capaces de visualizarlas o comprenderlas más allá de la teoría matemática. Gráficamente no tienen sentido las representaciones espaciales de más de tres dimensiones, lo que no significa que no puedan existir en otro tipo de universos, o que nosotros no podamos estar inmersos en ese tipo de universo simplemente sin entenderlo, así como un cuadrado podría estar viviendo en un universo tridimensional sin comprender ni necesitar de la existencia del eje z. Además de eso, desarrollando más aún la misma teoría, pueden existir n dimensiones temporales también, por más que nosotros vivimos en un universo monodimensional a nivel temporal. Pero pueden existir universos adimensionales, donde el tiempo es un punto estático, o multidimensionales, donde el tiempo no es una secuencia única como en nuestro universo monodimensional, sino un vector temporal, con el cual uno podría estar o no alineado... Pero esa es una idea que puede costarnos años de investigación, puesto que es mucho más difícil experimentar o teorizar sobre el tiempo que sobre el espacio. Así que por lo pronto centrémonos en los universos n dimensionales a nivel espacial, y cuando hayamos ganado el premio Nóbel por estas investigaciones, empecemos a descubrir los secretos de los universos n dimensionales a nivel temporal, con los cuales, desde ya, te aseguro que lograremos construir la máquina del tiempo...
—Qué interesante papá. Todo lo que me estás diciendo tiene mucha lógica. La verdad que parece tan claro, tan sencillo. No sé qué ecuaciones matemáticas pueden corroborar tus teorías, pero no me parecen descabelladas.
—No, claro que no —insistió el padre mientras ingresaba unos valores en la consola holográfica—, por eso estoy construyendo un laberinto n dimensional a nivel matemático, que si bien no tiene representación visual o física, puede existir, y donde entidades n dimensionales pueden recorrerlo y resolverlo. Y para ello he programado agentes inteligentes capaces de navegar y resolver un laberinto de ese tipo. Ni tú ni yo jamás comprenderemos la estructura de un laberinto semejante, porque no tenemos forma de representarlo visualmente, sólo es una estructura abstracta matemática, pero el simulador puede crear un camino dentro de las n dimensiones que las entidades de software pueden recorrer hasta encontrar dicha salida. Un hombre podría quedar atrapado en un laberinto de este tipo si pudiéramos construirlo en nuestra realidad, porque sería tan complejo para él que no existiría una escapatoria racional. Ahora... Un agente inteligente n dimensional sí podría resolverlo, porque conoce a la perfección el universo n dimensional y cómo moverse en él. Y eso es lo que quiero probar... Si esto funciona podría significar una nueva concepción de nuestro universo como ahora lo hemos planteado, más allá del concepto de espacio que hasta el momento la humanidad ha tenido como verdadero.
—Me encanta tu teoría, papá —le dijo el hijo—. Pero empecemos ya a ver la película, porque se hace tarde, mañana podrás continuar con tus experimentos.
—Sí, hagamos lo siguiente... Acabo de terminar de programar el software, así que mientras vemos la película dejaré corriendo el simulador con cuatro dimensiones, puesto que le tomará un buen tiempo de todos modos a las entidades de software resolverlo, y si todo sale bien, iré incrementando dimensiones para ver los resultados...
El hombre presionó un botón y el programa inició su tarea de simulación invisible para los ojos, creando un universo de cuatro dimensiones, programando los caminos dentro del laberinto y conectando la única entrada con la única salida del mismo. Luego soltó una entidad inteligente tetradimiensional en la entrada, y empezó a simular su recorrido hasta la salida...
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