El origen de las ideas
—Creo que voy a lanzar una nueva idea al mundo.
—Aún no es tu turno, Omega10 —le respondió Alfa11.
—No me importa. Voy a hacerlo.
—No puedes, hasta que llegue tu momento —insistió Alfa 11. Ambos eran meras entidades luminosas que observaban a la tierra desde el infinito impertérrito, y sin embargo visualizaban cada detalle de lo que en ella ocurría a la perfección en cada instante espacio-temporal.
—Pero hay que esperar demasiado tiempo entre turno y turno ¿Cuánto ha sido? ¿Cinco minutos desde la última vez?
—Once.
—Y bueno, es mucho. Es eternidad.
—Lo que pasa es que somos muchos. Y las ideas deben enviarse en orden, una a una, o sino se mezclan y no sirven a los humanos. Y el tipo de ideas que tú generas son escasamente necesitadas en el mundo actual, a diferencia, por ejemplo, de las ideas que yo genero.
—Añoro las épocas en que éramos tan pocos... Cuando hasta podíamos elegir fácilmente a quienes enviar nuestras ideas. Tragedias griegas, cantares medievales, sainetes...
—Tú sí que tienes suerte —dijo Alfa 11 a Omega10—. Tienes la potencialidad de crear obras literarias, líricas, poesía... Poder dictárselas directamente al oído de los poetas, cambiar sus vidas... Yo en cambio sólo puedo crear ideas prácticas... Dónde comprar más barato, cómo extraer un tornillo con un cuchillo, cómo evitar que se filtre el agua de la bañera de la familia Juárez...
—Es que tú eres un creador operativo, y yo soy un artista, cada uno tiene su utilidad e importancia para el mundo... Así ha sido desde el principio. Pero tú tienes una gran facilidad. Tus ideas pueden repetirse... En cualquier parte del mundo puedes dar la misma solución al problema del tornillo, siempre que tengan un cuchillo cerca... Y por eso te toca el turno cada millonésima de segundo, tanta es la necesidad que hay de ti y tus compañeros. Yo, en cambio, si repito un tema ya existente, caigo en plagio, el peor de los pecados... Y seré removido de mi puesto... ¡Quiero enviar algo allí abajo! ¡Ya mismo! ¡Lo tengo tan claro ahora! ¡Y se perderá si no lo hago!
—Ahh... Tú eres de los buenos... No como Omega236... Ideas más planas que las suyas no hay. Poesía barata, adolescente...
—Sí, pero ése es su trabajo... Siempre hay que entrenarse para mejorar. Omega236 da ideas a quienes están empezando, aprendiendo. Luego, a los que perseveran, los asisto yo, u otros como yo. Pero tengo miedo... Siento que se están acabando las ideas.
—¿Cómo puedes decir eso? —regañó Alfa11 a Omega10—. ¿Cómo van a acabarse las ideas, si nosotros las concebimos, y somos entidades infinitamente creativas?
—Bueno, tal vez no me haya expresado bien... Me parece que se están acabando las mentes capaces de recibir ideas... Creo que los cerebros son componentes anatómicamente recesivos del cuerpo humano... No en tamaño, sino en capacidad ¿Cómo es posible que antes fueran menos y tuviéramos más trabajo creativo, y en cambio ahora que son tantos miles de millones tengamos menos trabajo? Sus mentes están cada vez más cerradas...
—Deberíamos preguntarle eso a los betas, que son quienes tienen preferencia por las ideas educativas y sociales. Tal vez ellos nos puedan decir lo que ocurre allí abajo. Además, estás mezclando la mente con el cerebro, y no son lo mismo...
—¿No? ¿Estás seguro? —dudó Omega10 por un instante—. ¿Adónde le enviaste a Juárez la idea de cómo reparar su bañera? ¿A su cerebro o a su mente?
—No lo sé... —reflexionó Alfa11—. Simplemente a él, a una entidad individual e indivisible.
—Hay cosas que nosotros mismos no sabemos, como los grandes misterios del universo... —afirmó Omega10—. Al fin y al cabo todo lo que conocemos es lo que le hemos enseñado a los humanos. O sea, conocemos exactamente lo mismo que ellos... Los conocimientos los vamos creando de la nada, y se los vamos dando, no son preexistentes... Por lo tanto, tenemos las mismas limitaciones que ellos... Así que creo que cuando nosotros conozcamos dichas verdades, ellos también lo harán, o viceversa.
—¿Me estás queriendo decir que nosotros somos un mero puente entre cada humano consigo mismo? ¿Que ellos en realidad crean sus propias ideas, nosotros las procesamos y las ordenamos, y luego se las reenviamos en forma clara y concisa? ¿Seríamos nosotros sus mentes? No me parece que sea esa la situación, porque en ese caso seríamos parte de ellos mismos, y no lo somos, somos entidades independientes a ellos.
—No, no me refería a eso, sino a que las ideas tal vez realmente preexistan desde siempre y estén almacenadas en algún lugar, y se nos van dando para traspasárselas a los humanos, o se van creando desde algún infinito espacio para que podamos ser puentes hacia ellos.
—¿Te refieres a que hay alguien más, por encima de nosotros, que nos está alimentando de ideas para que se las traspasemos a la humanidad? —se preguntó Alfa11 asustado—. En ese caso todo esto no tendría sentido, porque no seríamos necesarios... La mente universal podría hacer contacto con la humanidad por sí misma...
—Salvo que nosotros seamos emanaciones de la mente universal...
—¿Crees que tú y yo somos, en efecto, el Todo, y simplemente estamos tan inmersos en nosotros mismos que no lo notamos?
—¡Eso es lo que creo!... ¡Pero espera! ¡Tengo una ventana de tiempo libre! ¡Allí va! —exclamó Omega10 en una emanación asombrosa de energía mental—. ¡"El origen de las ideas"! ¡Así llamará ese joven escritor al nuevo relato que le he transmitido!
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