El Chausero (parte 2)
Soy Jeu Azarru, un personaje ficticio que habita la mente trastornada de un informático con aires de escritor, cerebro de niño y desequilibrios de todo tipo, pero que ha logrado mantenerse a salvo en un mundo al que no pertenece, como ser nuestra sociedad actual. Cómo he logrado eso, intentando parecer una persona normal, hasta ahora no lo sé, no lo comprendo.
Tal vez por ese motivo escapo de los duros caminos de la realidad y transito ficciones idealizadas por mi propio intelecto, o por el intelecto de otros. Así empecé a escribir, y así incursioné en el mundo de la ciencia ficción y la fantasía.
Hace un tiempo me embarqué en plasmar el breve relato acerca del Chausero, una simple descripción de un personaje cotidiano que saluda detrás de los ómnibus descompuestos, y que cumple el rol de baliza humana en nuestras peligrosas y descuidadas calles. El relato fue para mí uno de los menos relevantes al publicar mi primer libro de cuentos, y sin embargo fue uno de los que mayor impacto causó entre el público. Un simple invento de mi amigo Ariel, quien me contó acerca de este personaje rodeándolo con un aura de misterio, diciendo que era una especie de duende que siempre aparecía por generación espontánea donde había algún ómnibus estropeado, para salvaguardar la integridad física de transeúntes y vehículos que surcan raudamente las calles de Asunción (cabe recordar que nuestros ómnibus no tienen balizas, apenas una rama de algún pobre árbol cercano es el indicativo que a unos metros existe un ómnibus descompuesto obstruyendo el camino, es ya una tradición paraguaya...).
Conté que inicialmente no creí su historia, hasta que lo vi, una y otra vez, haciendo su trabajo en diferentes zonas de la ciudad, y para diferentes líneas de colectivos, durante la semana y los fines de semana, con calor insoportable o con lluvia torrencial... Siempre estaba allí haciendo su "trabajo".
El relato terminaba diciendo que una vez lo vi, y tuve el deseo de conocerlo, y preguntarle qué hacía, y por qué. Pero la cobardía me ganó, porque si me acercaba a él, y descubría que era un hombre común, un trabajador de verdad, un mecánico, un cualquiera, desmitificaría a una figura que guardo caramente en mi corazón y en mi mente, y que me acompaña adormecido entre tantos pensamientos que van más allá de nuestra realidad tangible y tediosa. Él es un símbolo para mí, que demuestra que en el mundo hay realidades alternativas, y posibilidades infinitas, y que por momentos podemos escapar de las garras de la cordura, y de ese modo ser felices.
Como decía, el relato finalizaba cuando yo reflexionaba y decidía dejar pasar ese momento, y no hablar con él, porque prefería tener un mito falso en mi mente, pero que me cargara de esperanzas, a conocer la verdad sobre un personaje común y corriente, como todos nosotros, que me haría perder una vez más la poca ilusión que le queda a mi niño interior. Al fin y al cabo, el Chausero es ahora para mí similar a lo que Papá Noel, los Reyes Magos y Superman representaban en mi niñez; figuras idealizadas, tal vez inexistentes, pero cuya aparición me colmaba de felicidad, y por lo tanto prefería no preguntar sobre ellas ni saber sus verdaderas historias... Me gustaría seguir poniendo el pasto y el agua para los reyes magos en el patio cada 6 de enero, y ser feliz como antes... Tal vez con mi hijo, ahora, y luego de tantos años, pueda volver a hacerlo y sentir lo mismo.
El relato del Chausero fue una descarga emocional, y antes de publicarlo en mi libro de cuentos, lo puse en Internet, en Radio So'o específicamente, uno de los tantos foros donde diversas mentes ocultas detrás de seudónimos virtuales compartían experiencias de la vida con otros desconocidos y con el mundo. Y la repercusión fue grande, para mi sorpresa. Muchas personas empezaron a hablar del Chausero, a discutir si existía o era un invento, ¡Inclusive le sacaron fotos en la calle! y se creó un mito, una leyenda urbana más allá de lo que yo creí podría ser. Y lo mismo ocurrió con el soldado, el "Colorado Contribuyente", otro personaje fantástico de nuestra realidad, al que también retrataron y convirtieron en leyenda urbana, luego de publicar mi relato al respecto.
Con esto no quiero enarbolarme y pretenderme el descubridor de seres especiales que vale la pena retratar... El Chausero es un descubrimiento de Ariel, o más bien, es él quien lo introdujo a mi vida, como yo lo introduje a la vida de otros, pero es un viejo conocido de choferes y líneas de transporte. El Soldado vivía a una cuadra de mi casa, y siempre lo he visto en la calle, como tantas otras personas también lo han visto, aunque su casa ya ha desaparecido, reformada y modernizada, luego de su muerte... Lo que simplemente he hecho es describirlos en unas hojas de papel para que no sean olvidados cuando dejen de ser vistos, o de existir físicamente, porque creo que deben perdurar en nuestra conciencia colectiva, así como tantos otros perduran, aunque no se lo merezcan.
Y allí en Radio So'o, donde tanto se ha debatido sobre la existencia del Chausero (algunos siguen creyendo que no existe, que es una mera fabulación de mi mente), uno de sus miembros incorpóreos (autotitulado "Camel") contó su experiencia acerca del día que habló con el Chausero en la calle, y desentrañó sus misterios. Nuevamente estuve a punto de eludir a la verdad, que no deseaba conocer, pero algo en mi corazón me obligó a leerlo...
Transcribo el texto completo del tópico:
"Ayer lo vi sobre Mariscal López, frente a la Recoleta. No me aguanté las ganas de conocerlo, así que paré a saludarlo.
Camel: ¿Hola, qué tal?
Chausero: (con cara de mba'apio nde) Hola.
Camel: Siempre te veo, estás en todas partes ¿Trabajas para algún taller?
Chausero: No, yo recorro nomás y paro cuando veo colectivo descompuesto.
Camel: ¿Y cómo te llamas?
Chausero: (sonríe) "Baliza"
Camel: ¿Pero cuál es tu nombre verdadero?
Chausero: "Nilton" (algo así era).
Camel: ¿Los choferes te apodaron baliza pió?
Chausero: (rie) Sí.
Es eso pasa "un" línea 56 y le toca bocina en forma de saludo amigable.
Chausero: ¿Dónde vivís?
Camel: Aquí cerquita... Bueno, te dejo, sos muy famoso y quería saludarte (risa).
Chausero: Chau
Camel: Chau"
Y lo que sentí al leer estas líneas fue alivio... Al fin y al cabo él es simplemente lo que siempre quisimos que fuera. "Baliza", para los choferes, o "Chausero" para nosotros. No era ninguna otra cosa... No es alguien común, no es un empleado, no es parte de nuestro sistema... Sigue siendo un superhombre, tal cual siempre imaginé.
Leer esas líneas me renovó los ánimos, algo tan simple me hizo muy feliz... Por todo ello, decidí que la próxima vez que me cruzara con él, me bajaría a saludarlo, y, pasado casi un año de toda esta historia, finalmente el esperado encuentro sucedió. Viajando por la avenida Mariscal López lo vi saludando detrás de un colectivo descompuesto de la línea 12. Si bien era hora pico, atravesé la avenida y estacioné irresponsablemente sobre la vereda opuesta, saqué una copia de mi libro "Verdades Futuras..." que tenía en la guantera, y se lo dediqué con la frase: "Para El Chausero, con cariño". Lo atrapé justo, porque en ese instante habían terminado de reparar el micro y se iba a poner en movimiento. Le dije "Cuate, quiero regalarte este libro", entregándoselo en propias manos, y luego le mostré el interior, donde aparecía él en una fotografía; "Mirá, vos aparecés acá", le dije.
Él me miró extasiado y apenas alcanzó a decirme "Gracias" con una tonalidad mezcla de sorpresa e inocencia, y con una gran sonrisa de satisfacción indescriptible con palabras. Finalmente me permitió sacarle una foto con mi teléfono celular saludando detrás del ómnibus y mostrando orgullosamente el libro al mismo tiempo. ¡Qué felicidad! ¡Qué alegría saber que personajes como él habitan este mundo que a veces parece carecer de magia y de encanto!
Tal vez ni sepa qué tan importante él es paranosotros, el símbolo en que se ha convertido para toda la sociedad paraguaya,los mundos virtuales donde está esparcido su nombre, como refrescantes gotas derocío mañanero, pero sigue dándonos esa esperanza de forma gratuita, pese alpaso de los años.
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