Capítulo 5
(Multimedia Now & Later- Sage The Gemini)
Algunas personas se giran a mirarme entre ellas Kilian que me da una mirada inquisitiva, le hago un gesto de que siga entrenando.–Amanda ¿Cómo que inundaste el piso?–digo ahora en un tono de voz más bajo.
–Puse la lavadora porque tenía unas horas libres, entonces directamente eché el suavizante y el detergente, cerré la puerta y creo que la lavadora tiene una fuga, por lo cual la culpa no es mía, sino de la lavadora, porque yo hice todo bien.–Suspiro.
–¿Crees que con una fregona o dos lo arreglemos?
–No, esto es serio Kate, el agua me llega por las rodillas y tengo miedo de abrir la puerta y que el agua salga de golpe a las escaleras.
–Mira si hay muchos daños y guarda en un lugar seco lo que puedas, llama al casero y después a los bomberos o a alguien que pueda ayudarnos y tenga poder judicial. Estoy ahí en una hora o así. Tengo un pequeño problema de transporte.
–¿Quieres que llame a algún amigo para que vaya a buscarte?
–No, tranquila, encontraré como llegar.
–Vale, gracias y perdón.
–No fue tu culpa, Ams.
Cuelga y suspiro frotándome los ojos. ¿Dónde mierda dormiremos estos días? No podemos venir desde Talhen todos los días a la universidad, es un viaje demasiado largo, no conozco a nadie aquí que pueda dejarnos vivir con ellos unos pocos días y ni de broma pienso pedirle a Kilian que nos deje vivir con él unos días, ya hizo demasiado por mí, los pensamientos de las personas son privados, y si no tienen cuidado puedo llegar a oír cosas que no quiero oír, por mucho que lo evite, con Amanda no tengo problema porque las dos nos acostumbramos a los dos meses de vivir juntas y convertirnos en mejores amigas, por muy cursi que suene eso. Pero vivir con otra persona significa que esa persona pierde toda su privacidad mental si no tiene cuidado.
Me levanto de las gradas y camino fuera del campo de baloncesto, cuando estoy a punto de salir por la puerta un grito de Kilian hace que me de la vuelta a mirarlo. Vale, puede que fuera de mala educación irme sin despedirme. Se acerca corriendo y veo que no tiene ni una gota de sudor.
–¿Te vas?
–Mi compañera de piso tuvo un pequeño problema, tengo que irme. Lo siento. Y gracias por todo lo de hoy, en serio.
–¿Quieres que te lleve?
–Kilian, estás en medio de un entrenamiento, no voy a pedirte que me lleves.–pongo los ojos en blanco.
–Este entrenamiento está a punto de acabar, hoy era sólo para practicar y hablar sobre las pruebas para los nuevos jugadores, puedo pedirle al entrenador que me deje irme un poco antes. Y voy a hacerlo.–dice viendo que voy a replicar.
–Tú verás.–digo rindiéndome. Se va a hablar con el entrenado y vuelve al cabo de unos quince minutos escribiendo en su teléfono vestido con su ropa de antes.
–Vamos.
–Es horrible olvidarte de tu propio coche.–murmuro molesta conmigo misma.
–Y es bastante triste la verdad.–lo miro mal y le doy un puñetazo ligero en el brazo. Se ríe y subimos a su coche. Conduce hasta mi apartamento y veo a Amanda hablando con los bomberos y el casero. Lleva los pantalones remangados hasta las rodillas y sus calcetines están empapados.
–Gracias por traerme. –Bajo del coche y corro hacia Amanda.
–¿Estás bien?
–Yo perfectamente, el piso...no tanto. Este señor,–señala al casero, un señor que nunca me pareció muy amable.– quiere que le paguemos la reforma del piso completa, cuando ha sido él el causante de todo esto. Usted nos dejó vivir en el apartamento y dijo por escrito ante un notario que todo estaba perfectamente listo y preparado para vivir, incluso recalcó dos veces que los electrodomésticos y muebles eran nuevos y estaban en perfecto estado, con lo cual es usted el responsable de la reforma.
Un bombero asiente dándole la razón a Amanda. El casero está a punto de gritar cuando el bombero lo interrumpe y habla con él de los daños causados. Otro bombero se acerca a nosotras.
–Recojan lo que puedan, ropa, aparatos electrónicos cualquier cosa que sea útil. ¿Tienen algún lugar donde pasar unos meses? Si no es así deberían buscar un hotel o cualquier lugar lo más pronto posible. Aunque hayamos sacado todo el agua con una bomba es muy poco seguro dormir aquí.
Asentimos y subimos escaleras arriba ya que el ascensor quedó descartado al ver lo mojado que estaba. Nos encontramos a algunos vecinos recogiendo sus cosas y nos disculpamos con todos cuantos nos encontramos. Cuando llegamos a nuestro piso abrimos la puerta y lo que veo me asombra. Todo está tirado y mojado algunas fotos están rotas en el suelo.
–Metí toda tu ropa en las maletas y en una mochila metí tus altavoces y iPod. En otra mochila metí todos tus libros que entraron sorpresivamente todos, en esa mochila incluyo algunos apuntes de la universidad y trabajos adelantados. Hice lo mismo con mis cosas. Sólo nos queda encontrar donde podemos dormir unos tres meses según dijo el casero.
–Podéis quedaros en mi casa.–Me giro encontrando a Kilian en el marco de la puerta.
–Ni de broma, Kilian ya hiciste demasiado por mí, no pienso abusar de eso y hacer que tengas que soportarnos en tu casa. Y como sé que eso no te va a convencer te doy más razones. Gritamos, nos emocionamos, nos peleamos, comemos una cantidad de comida asombrosa para personas de nuestra edad y sobre todo...–Ams me interrumpe dándome un fuerte codazo en las costillas haciendo que grite un "¡AU!"
–Hola, soy Amanda Panabaker ¿y tú eres?–extiende su mano y sonríe con la sonrisa que usa en las discotecas a las que va. Me río al ver como Kilian estrecha su mano un poco incómodo.
–Kilian Quarone, novio de Katherine.–me guiña un ojo y le enseño mi dedo corazón.
–¿Novio?–grita mirándome asombrada.
–No.
–Sí.
–Jódete.
–Me quieres.
Bufo exasperada.
–Voy a pensar que no eres su novio.
–Técnicamente lo es. Pero cambio de tema. Gracias, pero no puedo dejar que nos dejes quedarnos en tu casa.
–Claro que vais a quedaros en mi casa. ¿Puedo pasar?
–Claro que puedes pasar. Voy a por las maletas, gracias por dejarnos quedar en tu casa, de verdad lo agradecemos.
–No podem...–Amanda me tapa la boca, sonríe a Kilian y me arrastra a mi habitación.
–No tenemos otro lugar adónde ir Kate, y un hotel no es una opción durante tres meses, si alguna persona que conociera me lo ofreciera lo aceptaría sin pensarlo, pero sabes que somos sólo tú y yo. Nunca hay nadie más.
–Pero no podemos...Hizo demasiado por mí hoy, no quiero abusar.
—No estarías abusando si soy yo quien te lo ofrezco.—Kilian se encoge de hombros.
–Está bien.–sonríe emocionada y me da un abrazo antes de ir a su habitación.
Cojo las dos mochilas y las dos maletas y las llevo hasta la entrada junto a Kilian. Amanda me sigue y bajamos por las escaleras, yo voy perfectamente pero Kilian no piensa lo mismo al parecer y se empeña en llevar mis maletas y las de Amanda. Consigue llevar una mía y otra de Amanda y llegamos a su coche metemos todo en el maletero (de una enormidad enorme) y Kilian conduce hasta su casa durante una media hora. Llegamos a las afueras de Londres y cogemos una carretera secundaria bastante pequeña que conducida durante unos cinco kilómetros nos deja delante de una verja que se abre cuando Kilian habla por el interfono. Deja el coche en el garaje junto con otros fabulosos modelos automovilísticos y bajamos del coche. Cogemos nuestras maletas.
–¿Vives aquí tú solo?–pregunto observando la cantidad de coches y motos de todas las marcas. La casa es enorme, dos pisos, hecha de piedra, tiene ese aire antiguo y contemporáneo que transmite calidez, también tiene un patio enorme muy bien cuidado y está rodeado de bosque.
–Vivo con mis padres y mis hermanos.– Entramos a la casa y una sonriente señora de no más de cuarenta y cinco años castaña de ojos verdes con motas grises nos saluda. Corre a darle un abrazo a Amanda y cuando veo que me lo va a dar a mí doy un paso atrás incómoda antes de que me toque.
–Lo siento.–no dice nada sólo me sonríe con calidez y me extiende la mano para que se la estreche, lo que hago más tranquila.
–Soy la madre de Kilian, la señora Quarone, pero llamadme Selene.– Ams asiente encantada y yo la imito con una sonrisa amable.
–Soy Katherine y ella es Amanda. De verdad que agradecemos que nos dejen quedar aquí, esperamos no ser una molestia.
–No seréis una molestia, tranquilas.–un hombre de aproximadamente la misma edad que la señora, bueno, que Selene, castaño y de ojos castaños con motas grises se acerca y se presenta como el señor Quarone, pero usando el mismo tono informal que su mujer nos dice que lo llamemos Anthony.
–Preparamos las habitaciones de invitados en cuanto Kilian nos avisó. Están en el segundo piso, venid.–la seguimos escaleras arriba admirando la impresionante decoración de la casa, está decorada en tonos grises, rojos y amarillos.
Abre una puerta y me indica que está es la mía, hace lo mismo con la puerta de enfrente con Amanda.
El cuarto de invitados está decorado en blanco y negro con unos toques en azul. La cama es alta y tiene varios cojines que hacen que tenga ganas de lanzarme directamente a ella. En la pared enfrente de la puerta hay un gran ventanal con un asiento con cojines. Hay algunas estanterías y un escritorio con una silla. Me recuerda a mi habitación en la casa de la abuela.
–¿Te gusta?–Anthony se asoma por la puerta.
–Me encanta, muchísimas gracias por dejarnos quedar aquí, de verdad. No sé ni cómo podría algún día devolveros el favor que nos estáis haciendo.–me da una sonrisa amable y baja las escaleras.
Dejo las mochilas sobre la cama y empiezo a colocar. Dejo el portátil en el escritorio junto los altavoces y el iPod. Coloca la ropa en el armario y veo que no está mojada, Amanda ya debía de haber guardado mis cosas cuando me llamó. Hay una puerta que da a aun baño propio lo que me hace suspirar de alivio, no me apetecía tener que ir en toalla hasta aquí desde el baño.
Cierro la puerta y me cambio a unos leggins de yoga, una camiseta de manga corta gris, una sudadera de la universidad de Alaska azul y unas deportivas Adidas blancas. Me recojo el pelo en un moño deshecho y llamo a la habitación de Amanda.
Me abre la puerta con una mirada de loca que me asusta.
–Esto es alucinante. ¿Ya te pusiste como una pordiosera y no llevamos aquí ni una hora? Tu novio está en el piso de abajo, con sus padres.
–Uno, no es mi novio, dos, si se supone que vamos a vivir aquí me voy a vestir como me vestía en mi casa y tres, aunque llegara a ser mi novio creo que puede vivir con alguien que no vista como una princesa.–literalmente hablando.
Hablamos un rato pero me ruge el estómago y Ams me echa de su habitación partiéndose de risa diciendo que le pregunte a Selene si le molesta que coma.
–¿Hola?–digo bajando las escaleras y sin escuchar un mínimo sonido.–¿Selene?
–¡En la cocina, cariño!–sigo el sonido de su voz y me encuentro a Kilian y a Selene colocando una compra recién hecha.
–¿Os gustan los cereales?–pegunta Kilian guardando tres cajas.
–A Amanda le encantan.
–¿A ti?
–No tanto.
–¿Te gusta la Nutella? Dicen que le gusta a la mayoría de las personas.–pregunta Selene pensativa con dos tarros. Mi estómago ruge y eso hace que empiecen a reírse de mí a carcajada limpia.
–Voy a tomármelo como un sí. Voy a prepararte un plato de comida.
–No es necesario, puedo hacerlo yo, tranquila.
–Eres mi invitada, claro que no vas a hacer nada.
–Voy a ser tu invitada tres meses, no pienso no hacer nada tres meses.
–¿Fuiste a la universidad de Alaska?–pregunta Kilian con el ceño fruncido observando mi sudadera.
–Síp.–me rindo cuando Selene me da un golpecito en la mano cubierta por el guante haciendo que la aparte y me mire como una madre enfadada.
–Interesante...
–¿Conoces a alguien allí?–pregunto sentándome en un taburete de la barra de desayuno.
–Algo así.
Selene me prepara un sándwich y le doy las gracias. Justo cuando estoy a punto de lavar el plato Selene aparece mandándome que me tumbe el sofá y hable con los hermanos de Kilian.
En cuanto entro al salón todas la miradas se centran en mí.
–Hola otra vez.–digo mordiendo mi labio y balanceando mis manos como acto nervioso.
–¡Katherine!–Melissa se levanta de un salto del sofá y corre hacia a mí antes de que pueda rodearme con sus brazos doy un paso a un lado esquivándola ágilmente. Melissa me mira dolida pero intenta disimularlo y me sonríe débilmente.
–Lo siento de verdad, pero aún no me siento preparada para...–"que me toquéis", pero soy incapaz de decirlo en voz alta y simplemente miro al techo con los ojos cerrados. Llevo las manos a la cabeza y suspirando doy media vuelta para volver a la cocina donde Selene preparó un plato de verduras salteadas con pollo asado.
–Muchas gracias, esto está delicioso, pero te aviso de que no pienso estar tres meses sin hacer nada.–Selene se ríe y sale de la cocina. Como en silencio y escucho sus voces hablando. Lavo el plato y subo a mi habitación a dejar la sudadera, quedándome en manga corta. Me hago una coleta y cojo mis auriculares. Bajo las escaleras y paso por la sala de estar dispuesta a salir a correr.
–¿Adónde vas?–pregunta Garret.
–Voy a salir a correr.
–Ya sabía yo que no podías estar tan delgada comiendo tanto si no hacías ejercicio.–comenta divertido.
–En realidad si que puedo, mi metabolismo es bastante raro. Pero hacer ejercicio me ayuda con mis ...–dudo en si decirlo o no.–me ayuda con mis problemas. Adiós.–me despido con la mano y todos me imitan.
Kilian se levanta y viene a mi lado.
–¿Quieres compañía? Me vendría bien correr un poco.
–Si consigues mantener mi ritmo.–me encojo de hombros.
–Vuelvo en cinco minutos, doña arrogancia.
–No soy arrogante, soy realista.–digo con una sonrisa.
Pone los ojos en blanco y al cabo de menos de cinco minutos está de vuelta.Salimos de su casa y empiezo a calentar.
–No hay muchos senderos por aquí, vamos a tener que hacer una ruta bastante aburrida.
–¿Quién dijo nada de senderos teniendo un precioso bosque con obstáculos?–sonrío mientras estiro mis brazos.
–¿Soportarás eso?
–Eso creo.
Empiezo a correr nos adentramos en el bosque, memorizo las zonas por las que pasamos, tampoco es que quiera perderme. Kilian mantiene un buen ritmo y decido hacerlo esforzarse, porque soy así de cruel. Corro a una velocidad más alta saltando troncos caídos, esquivando árboles, pisando terreno rocoso.
–Creo que lo tuyo es correr a campo a través.–dice Kilian a mi lado divertido.
–Siempre me sentí bien en el bosque, oír simplemente el sonido de tu respiración, tus pisadas, tu corazón, el viento y los animales.
–¿Y si hacemos una carrera?–noto el cansancio en las piernas, la sensación que buscaba, no sentirme tan extranormal como verdaderamente soy y decido aceptarla.
–Hasta donde tú digas. Confío en mi cuerpo.–digo parando para respirar pausadamente y que diga hasta donde
–De vuelta a mi casa.–decide sonriendo triunfante.–¿Sabes volver?
–Sé volver.–Me doy la vuelta y me pongo en dirección por donde vinimos.–Uno, dos...–me pongo en posición de salida a la vez que Kilian.
–Tres.–corremos.
Corro a mi máxima velocidad adelantando a Kilian, salto los mismo troncos, esquivo los mismos árboles y observo los mismos animales. Nos llevo aproximadamente quince minutos llegar a donde estábamos corriendo a un ritmo normal. Si ahora los dos estamos corriendo a nuestra velocidad nos llevará aproximadamente unos siete minutos menos, los dos sabemos el camino ahora lo que reduce el tiempo por dudas de camino.
Kilian me adelanta y elige ir por otra zona del bosque. En mis oídos Now & Later de Sage The Gemini suena. Corro a toda velocidad centrándome solamente en eso. El sonido de la música, un ritmo fijo que me tranquiliza. Me olvido de todos mis problemas egoístamente, de mis hermanos, de mis ataques, de mi piso inundado, de la universidad, de Talhen, de mi vida. Me centro solamente en mi ahora y en el bosque. Piso los lugares correctos para avanzar más rápido y no resbalar. Salto en algunas rocas y me divierto dando lo máximo de mí. Sintiéndome más humana que nunca, sintiéndome yo misma, Katherine Sophie Kay, una persona diferente, una persona que puede correr por un bosque, que puede comer comida basura sin que le digan que eso no es bueno para ella, una mujer que se preocupa por su hija pero no puede cuidarla en esta etapa de su vida, una mujer que tiene breves momentos de libertad y que los aprovecha al máximo, una mujer que se preocupa por su familia más que por si misma. Una mujer que sabe en que casa va a vivir tres meses. Una mujer que descubrió la verdad a medias.
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