Capítulo 1
Katherine Kay en multimedia / Young and Menace - Fall Out Boy
Me preparo una taza de té cuando mi móvil empieza a sonar, en cuanto veo el nombre de mi padre contesto y lo pongo en altavoz tumbándome en el sofá.
–Hola papá.
–Hola, Kate. Te llamaba porque necesito que vengas aquí, si puede ser, ahora.
–¿Dónde es aquí?-digo bebiendo un sorbo de mi té. Miro la hora, las tres de la madrugada, es extraño que me llame a esta hora y más que quiera que vaya a algún sitio.
–¿Sabes donde está el edificio Concord?
–Sí....
–Planta quince, date prisa por favor. Gracias, te quiero, adiós.-me cuelga.
–Adiós a ti también papá.-suspiro y voy a mi habitación bebiendo el té.
Me visto con unos vaqueros negros, una sudadera gris, una chaqueta de cuero negra, unas Converse blancas altas, cojo mi móvil y las llaves del coche. Me recojo el pelo en un moño deshecho y me pongo unas gafas de sol, no tengo ganas de usar un corrector para las ojeras. Me pongo los guantes y salgo de casa. Conduzco unos quince minutos hasta llegar al edificio, el agente de seguridad me lanza una mirada recelosa pero me deja entrar. Subo en ascensor al piso quince, la secretaria de mi padre me hace pasar a su despacho donde está él y otro hombre, pero este último de mi edad según puedo decir cuando se gira a mirarme.
–Hola Kate.
–Qué hay, papá.-me siento en una de las sillas enfrente de su mesa.
–Te llame para que te reunieras conmigo por un tema...delicado.-le interrumpe la puerta abriéndose, y aparece su secretaria Mily, con una caja de Donuts y un vaso de té que por el olor sé que es negro.
Le doy una sonrisa agradecida y apoyo la caja de Donuts en la mesa mientras bebo el té. Cojo un Donut y atiendo a mi padre.
–¿Qué tema delicado?
–Él es Kilian Quarone.-me giro para mirar al chico con más detalle, tiene los ojos entre grises y azules y pelo castaño claro, va vestido con unos vaqueros azules, una camiseta blanca con una chaqueta de traje, y unas Vans negras.
–Un placer, supongo. Como esta sea otra de tus tretas para emparejarme con uno de tus socios puedo decir que esta vez pienso no volver a hablarte.
–No, no es eso.-como otro Donut mientras lo miro fijamente.-Necesito que me hagas un favor.
–Te recuerdo que eso no salió bien la última vez.
–¿Podrías dejarme terminar una frase?-ruedo los ojos pero me callo-Gracias, decía que es un tema delicado porque necesito que...os hagáis pasar por un par de enamorados.-se me escapa una carcajada al oírlo decir eso. Juro que intenté resistirla, de verdad.
Al oírme reír el tal Kilian mueve las comisuras de sus labios en una mínima sonrisa.
–Estás loco, no soy capaz de soportarme a mi misma y piensas que él va a soportarme, aún con el extra de que se supone que tengo que estar enamorada de él. Vas por buen camino en la vida, papá, pero esta es una mala decisión en la que no quiero verme involucrada. Tienes otra hija, pregúntale si ella estaría dispuesta.
–Tiene catorce años, Katherine.-pone los ojos en blanco.
–Pero tiene más sentido en su cabeza que cualquiera de nosotros.-me levanto de la silla dispuesta a irme.
–Por favor, Katherine, sólo serán unos meses, a mí me cuesta pedírtelo, no me imagino lo que sería para ti aceptarlo. Pero la prensa necesita nuevas noticias o empezarán a buscar "otros" datos. Sólo tendríais que hacer unas cuantas apariciones públicas y cada uno seguiría con su vida.
–¿Tú no piensas expresar tu opinión sobre esto?-le pregunto a Kilian.
–No es que esté aquí por gusto, bonita.-cierro los ojos con fuerza intentando evitar la avalancha de recuerdos.
–Haré esto, por ti.-le digo a mi padre.-Sólo pongo dos reglas, nunca, jamás me toques, se puede parecer enamorados sin tener tanto tacto, y la segunda, no me vuelvas a llamar bonita.
–Kilian Quarone.-dice con una sonrisa amable extendiendo su mano. Ruedo los ojos pero le estrecho la mano.
–Katherine Kay.-salgo del despacho después de despedirme y acordar que tenía que ir al próximo evento, la fiesta de empresa de mi padre, con Kilian y que pasaría a recogerme el viernes a las ocho. Cuando las puertas del ascensor están a punto de cerrarse Kilian entra, pulsa el botón de la planta baja y el ascensor empieza a descender.
Nos analizamos mientras el ascensor no abre sus puertas.
–Es de mala educación llevar gafas de sol en sitios cubiertos.-comenta mirando la hora en su reloj de marca.
–Es de mala educación ser tan completamente gilipollas.-las puertas se abren y salgo caminando tranquilamente hasta mi coche. Kilian agarra mi muñeca pero me suelto de un tirón con la respiración acelerada. Me giro hacia él, mirándolo enfadada.
–Te dije que no me tocaras, nunca, jamás.-recalco. Bajo la manga de chaqueta y subo mis guantes como acto reflejo.
–¿Dónde vives?-arqueo una ceja.-¿Piensas que te recogeré así por arte de magia donde sea la mansión esplendorosa en la que vivas?-dice cortante.
–Podría decir lo mismo de ti.-le doy mi dirección a regañadientes.
Mi teléfono suena de repente y cojo la llamada al ver una foto de Nate y mía llenos de pastel, y en esa foto no éramos unos niños, fue hace sólo tres semanas.
–¿Nate?
–¡Kate!–sigo pensando que mis padres tuvieron una época en la que ponernos nombres cuyo apócope terminara en "-ate", estaba de moda.– Tienes que venir ya, no conseguimos hacer nada, sólo sigue saliendo sangre, mucha sangre, por favor ven, no lo podemos llevar al hospital en este estado, harán preguntas...por favor tienes que venir.
–Nate -no contesta y sigue hablando diciendo cosas que me son imposibles de entender.- ¡Nate! Dime donde estáis, voy para allá en menos de cinco minutos.
–En la sala Canadians.-corto la llamada y me masajeo la cabeza con los ojos cerrados mientras suspiro. Saco las llaves del coche y es el momento en el que me arrepiento de no haber traído la moto.
–¿Necesitas que te lleve?-pregunta Kilian con voz monótona. Lo miro con los ojos entrecerrados, no sé si escuchó la conversación o no, pero lo veo apoyado en una Honda CBR300RR negra y roja. Está a punto de ponerse el casco y tiene otro. Asiento.-¿Sabes subir?
–Sí.-me da un casco negro mate igual que el suyo, deshago mi moño y cuelgo las gafas de sol del cuello de mi sudadera, me lo pongo, ajusto la correa y subo a la moto detrás de él, me apoyo momentáneamente en sus hombros colocándome. Gira su cabeza para mirarme.
–¿A dónde?
–La sala Canadians.-veo una sombra de impresión en sus ojos pero se gira y acelera por las calles de Londres, llegamos en poco más de siete minutos. Bajo rápidamente de la moto, con las prisas casi no consigo soltar la correa, finalmente lo consigo y devuelvo el casco a su dueño.
–Gracias.
–¿Estás segura de querer entrar ahí sola?
–No pasa nada tranquilo. Gracias por traerme.-me despido apresuradamente poniéndome las gafas de sol y corro hasta la puerta principal saltándome la cola de más de diez metros de largo. Alguna gente se queja.
–Necesito entrar, ya.-digo mirando a través de la puerta. El portero se interpone en mi campo de visión y tengo que levantar la mirada bastante. Creo que puede medir unos dos metros tranquilamente, y es muy musculoso, aún siendo alta con mi metro setenta y cinco me siento como una hormiga.
–Ya, y yo quiero un castillo en el puto Caribe, no se consigue todo lo que se quiere en la vida.
–Creo que no dejé claro una cosa. Quiero entrar, ya.- estoy empezando a cabrearme y eso no es nada bueno.
–Mira mocosa...
–¿Te suena el nombre de Terror K?-susurro para que sólo me escuche él. Me deja pasar de inmediato. Corro hasta el ring por el camino que dejan para los luchadores. El mejor lugar de peleas clandestinas de Londres es un olvidado almacén en medio de la nada. Miro a los luchadores y veo que uno de ellos es Colin, de momento no tiene ningún golpe y su contrincante está a punto de caer K.O. Corro a la sala de luchadores del lado de Colin en el ring y abro la puerta sin llamar. Me encuentro a Nate y a unos cuantos chicos, dos están curando heridas superficiales de otro desconocido. Nate al verme corre hacia mí.
–Lo siento, no sabía a quien más llamar y Joshua tiene un montón de lesiones, no podía...-lo interrumpo.
–La pregunta principal es ¿por qué estás tú aquí? Esto es lo de Colin, no es lo tuyo. Es peligroso Nate, no quiero verte metido en esto.
–Tú estabas metida en esto.
–Exacto, estaba, pasado. Después hablaré contigo, y Colin no se libra de esto. Traerte cuando tienes veinte años, pienso matarlo en cuanto entre aquí.
Me quito la chaqueta y la dejo en una mesa apartada, recojo nuevamente mi pelo en un moño deshecho y me acerco al chico, tiene una puñalada en las costillas, por lo que parece en ningún sitio donde puedan haberle dañado ningún órgano. Llaman a la puerta, miro y aparece Kilian. Busca con la mirada por la sala hasta encontrarme.
–¿Qué haces aquí?-voy a un lavabo, me quito los guantes, me lavo las manos para empezar a curar al chico. Me pongo unos guantes de látex, cojo el botiquín y analizo la herida rápidamente, no dañó nada, lo que más asusta es superficial.
–Oh, por favor, esa pregunta tendría que hacerla yo.-veo que va al lavabo y estoy a punto de ponerle anestesia en la zona afectada al chico pero unas manos enguantadas me quitan la aguja suavemente y coge la anestesia, pincha al chico y en los minutos en los que la anestesia no empieza a hacer efecto me mira.
–Me llamaron.
–No iba a dejarte entrar aquí sola.
–No me conoces.
–Tú a mi tampoco.-coge hilo y una aguja para coser, pero primero limpia la zona con alcohol.
–¿Por qué te llamaron a ti?-pregunta otra vez con voz monótona.
–¿Por qué no iban a llamarme a mí?-le paso una gasa.
–Porque creo que tienes el doctorado en ingeniería aeroespacial y no en medicina.-me mira con una mirada triunfante.
Kilian-1 Kate-0
–Oh perdóneme usted, señor doctor "las ingenieras aeroespaciales no sirven para coser una herida que no llega a ser interna grave".
–Nunca dije que no sirvieras para curar a este niño.-termina de coserlo, corta el hilo, me lo da y le paso una gasa nueva y vendas.-sólo me sorprende que estés en este tipo de lugares.
–¿Cómo conseguiste entrar?
–El portero me pidió a cambio mi número de teléfono, le di el de mi tío.-se encoge de hombros, le doy unas tijeras y corta.
–Listo. No hagas movimientos bruscos y tómate un ibuprofeno cada ocho horas, y si tienes una crema antiinflamatoria mucho mejor.-el chico le da las gracias. Me quito los guantes y me lavo las manos. Me pongo otra vez mis guantes de tela.
–Muchísimas gracias, Kate.-dice Nate.-¿Así que tienes novio?-dice moviendo las cejas sugestivamente.
–No me cambies de tema, Nathaniel.-la puerta se abre y aparece un sonriente Colin por la puerta con unos amigos. Al verme se para en seco a medio camino de desvendarse las manos.
–Oh mierda.-dice sorprendido y asustado. Me cruzo de brazos y pongo mis gafas en lo alto de mi cabeza.
***
N/A:
Creo que voy a empezar a poner canciones en cada capítulo, porque como se verá en la historia más adelante, Kate necesita la música en su vida, posiblemente cree una lista de Spotify, aunque eso es algo que es poco posible.
Se despide la persona que cree que está hablando sola,
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