53. A un vuelo de distancia
Harry no lo pensó un par de veces al ir en contra de los deseos de Alice.
Probablemente ella se molestaría o tal vez se sorprendería porque no lo esperaría, había muchos escenarios, sin embargo, Harry no pensó en más y agarró su pasaporte y una mochila, luego llamó un taxi para que lo llevase al aeropuerto, sin antes pensar en una estrategia...
Marcel salió de la casa a respirar un poco de aire fresco, ni en su casa dejaba de sentir la tensión porque estaba Harry, momento que el rizado agarró como oportunidad y se metió en la habitación de Marcel. Busco en su equipaje sin importarle el desastre y la evidencia tan obvia que dejaría detrás, agarró su tarjeta de identificación y los papeles necesarios de Harvard, afortunadamente, Marcel no se había cortado el cabello en ese entonces para la fotografía en el ID y la documentación necesaria.
—Lo siento, Marcel, espero que esta sea la última vez que me aproveche de ti, en verdad, lo necesito– dijo Harry para sí mismo.
Probablemente unos lentes falsos, y listo, podría hacerse pasar por Marcel y pasar por desapercibido en el campus porque sería el primer lugar donde buscaría a Alice.
Quizás, él tenía la esperanza de que las cosas acabaran de una manera distinta... o mejor.
El taxi llegó y Harry salió corriendo para perseguir al amor de su vida.
*
Por otro lado, Marcel manejaba sin rumbo alguno por la ciudad, pensando que no encajaba y jamás lo hizo en su familia, sus amigos, o en la escuela que iba. Parecía que Harry solo existió en su vida para arruinar las cosas que él amaba. Marcel estaba ansioso por dejar Londres de una vez por todas, una más y probablemente su estabilidad mental caería por completo.
Llegó al restaurante de su madre, aquel que tenía fama en la zona turística de Londres, al entrar vio que no había mucha gente en él, pues era temporada baja sin embargo no era un problema para la señora Styles.
A veces aprovechaba el tiempo para cocinar nuevos platillos para su restaurante, por lo que Marcel había llegado en un momento afortunado, su madre estaba terminando de armar un con raviolis que ella misma cocinó a mano. Él entró por la puerta delantera de la cocina, los empleados ya conocían a los gemelos por lo que no hubo problema que él pasara, su madre sonrío al verlo y se acercó a abrazarlo, Marcel se aferró a los brazos de su madre alegre de verla después de tantos días fuera del país y sintió paz a pesar de los turbios sucesos que había vivido en tan solo pocas horas de haber llegado a su ciudad.
—¡Ese corte de cabello se te ve espectacular! – comentó la señora Styles apreciando su nuevo estilo — ¿Cómo te fue en Harvard? – preguntó su madre al separarse. Marcel se sorbió la nariz aguantando las lágrimas.
—¡Bien! Me aceptaron en la facultad de Artes con una beca completa – anunció, a lo que su madre ahogó un suspiro de la felicidad.
—¡Felicidades! – chilló emocionada abrazando nuevamente a su hijo. – Ven, vamos al comedor, pediré que te preparen algo para celebrar y ponernos al día – dijo ella mientras tomaba el brazo de Marcel y se dirigieron a la salida de la cocina.
La señora Styles se retiró el mandil y caminó con su hijo a una de las mesas cerca de la ventana, sin antes pedirle a los meseros que le trajeran e especial de la casa y una botella de los mejores vinos, pues era un momento muy especial. Ella no paraba de sonreír por los logros que su hijo Marcel había hecho, sin embargo, al estar sentados frente a frente notó que estaba decaído.
—¿Y? ¿Vee fue por ti al aeropuerto? – preguntó tratando de adivinar si ella era la causa del estado de ánimo de su hijo. Marcel no pudo sostener la mirada a su madre, bajo la cabeza rascándose el cabello sin saber que decir.
—Ah, sí, me hizo el favor de llevarme a casa – dijo tratando de disimular la sensación que dejo aquel amargo encuentro tanto con Vee como el de Harry besando a Katelyn en la puerta de su casa.
—¿Todo bien con ella? – la señora Styles sabía que Marcel no podía mentirle y entrecerró lo ojos tratando de leer el lenguaje corporal de su hijo.
—Tuvimos una pequeña discusión, eso fue todo – comentó Marcel sin ganas de entrar en detalles, la señora Styles procedió a no seguir insistiendo.
—Bueno, cuéntame... ¿Qué tal el viaje? ¿Hiciste nuevos amigos, amigas? – preguntó con ganas de saber. Marcel sonrío en verdad por primera vez al recordar a la tierna chica de ojos azules que se convirtió en su amiga.
—Sí, de hecho, conocí a Alice, la novia de Harry, ella no escapó de su casa... solo fue a su entrevista a Harvard sin avisar – explicó Marcel a lo que la señora Styles abrió los ojos sorprendida.
—¿Cómo es eso posible?
—Es una larga historia... Al parecer ella igual tenía sus propios problemas familiares – se limitó a decir Marcel – Pero nos apoyamos mutuamente durante todo el viaje.
—Harry estaba volviéndose loco por buscarla – comentó la señora Styles.
Al momento, llegaron los platillos, que eran los raviolis que anteriormente preparó la señora Styles en la cocina, al igual que el vino, Marcel sonrío al recordar la borrachera que se pegó en la habitación de Alice.
—Mamá ¿Sabías que Harry estuvo aislado porque era sospechoso de su desaparición? – la tomó Marcel por sorpresa.
—¿Qué? – la señora Styles estaba anonadada, en qué momento, cómo nunca se enteró que su hijo estuvo encarcelado un día entero. Marcel no sabía como reaccionar, parecía que todo empezaba aclararse en su cabeza, quería reírse nervioso... ¿Cómo no lo había pensado antes?
—Mamá... ¿Alguna vez te preocupaste realmente por Harry?
Marcel soltó esa pregunta sin tacto alguno, a lo que la señora Styles abrió los ojos estupefacta de tal cuestionamiento y más viniendo de alguien como Marcel. Su respiración se volvió pesada y esperaba que se tratara de una broma de mal gusto. El rizado no se inmutaba y solo miraba a su madre fijamente esperando por su respuesta.
—Tu más que nadie sabe la angustia que he vivido por él, desde que eran niños... — respondió la señora Styles.
—Mamá, ¿Entiendes a Harry? ¿Por qué actúa así? No te has preguntado que él probablemente necesita ayuda, incluso más que yo, independientemente de mis ataques de asma – Marcel cuestionaba, parecía que, a pesar de todo, él era el único que podría entender a Harry.
—¡No voy a permitir que me cuestiones de esa manera! – la señora Styles soltó en su defensiva, trato de apaciguar la molestia que Marcel había causado con sus preguntas.
Quizás porque la señora Styles vivía con la constante culpa de la mala crianza que tuvo con Harry, más no esperaba que Marcel fuera a reclamarle al respecto, pero Marcel tenía razón.
El rizado cerró lo ojos y emitió un suspiro. No era el momento, él también estaba a punto de romperse, pues aún asimilaba los recientes sucesos. Alice, Vee, Katelyn... caía en cuenta que las acciones de Harry tenían una justificación más no metería las manos al fuego por él.
—Perdón, mamá – Marcel se disculpo agachando la mirada. Él no tenía el suficiente valor para enfrentar a su madre por Harry.
Se levantó en silencio y salió del restaurante respirando el aire fresco del exterior. Soltó un profundo suspiro y camino hacia el coche para manejar hasta casa.
...
Marcel toco la puerta de Harry dispuesto a hablar con él, no estaba sorprendido al no escuchar respuesta.
—Harry, necesito que hablemos, por favor – pidió Marcel desde el otro lado, pero no hubo respuesta – Quisiera hablar sobre Katelyn... — soltó un largo suspiro – Se lo que ha pasado entre ustedes, y no me voy a interponer porque me voy a ir pronto del país, pero... estoy preocupado por Alice, ¿Podemos hablar? – hubo un silencio y Marcel se preocupó que no hubiese respuesta alguna, toco nuevamente la puerta.
—¿Harry, estás ahí? – de nuevo, no hubo respuesta, se le hacía extraño porque antes de llegar había visto el carro de Harry estacionado. Marcel giro la perilla de la puerta y estaba sin seguro.
Entró a la habitación, no estaba sorprendido que Harry no estuviera, quizás había salido sin avisar como siempre, notó que Harry había dejado un desastre en la habitación, se acercó al escritorio y vio varios folletos sobre universidades en Boston, porque Harry estaba aferrado a la idea de estar junto a Alice.
Marcel dejó la habitación de Harry y decidió irse a la suya, esperaría que Harry regresara más tarde para tener esa charla pendiente, sin embargo, al entrar en la habitación notó que también estaba hecho un desastre, su equipaje abierto, papeles regados por doquier.
Por supuesto, Harry estuvo aquí.
—Pero, ¿Qué, m...?
*
Harry estaba con los nervios de punta al salir del aeropuerto en Massachussets, habían sido las seis horas de vuelo más largas de su vida, él con sus pensamientos, analizando con claridad la situación y las acciones impulsivas que había tomado en las últimas 24 horas. Al llegar al aeropuerto, compró el primer boleto de vuelo que salía a los Estados Unidos, y un par de lentes para hacerse pasar por Marcel cuando entrara a las instalaciones de Harvard en búsqueda de Alice, había pasado por seguridad, por un momento creyó que él era Marcel y había ido a tramitar personalmente la matrícula y a revisar algunos asuntos pendientes con su coordinador de carrera, pésimas excusas, pero los de seguridad fueron flexibles con él al reconocerlo como Marcel.
Harry entró con éxito a las instalaciones, y no sabía que hacer, ni siquiera estaba seguro si Alice se encontraría por esos rumbos un viernes por la tarde... jamás había llegado, literalmente, tan lejos por alguien.
Por otro lado, Alice ya había comenzado a trabajar oficialmente con el profesor Kenneth Roberts, por lo que se dio la tarea de leer sobre las tesis de dicho profesor que estaban disponibles en la biblioteca de la universidad, por lo que Alice no se molestó en ir ese día a la biblioteca para comenzar a leer y hacer sus respectivos resúmenes con su punto de vista. Así era Alice, tan dedicada a lo que ama hacer, y a pesar de todo, se sentía bien con ella misma de iniciar otra etapa de su vida. Después de estar metida en su sesión de estudio, decidió tomarse un descanso, por lo que optó en ir a la cafetería por una merecida merienda y un café.
Harry había dado un par de vueltas en el campus, al ir a la biblioteca se encontró con algunos alumnos metidos en sus libros, pero ninguno era Alice,
—Disculpa, necesito tu pase de estudiante para que pueda darte acceso– la bibliotecaria en la recepción del lugar llamó su atención. Harry volteó para responder.
—¡Claro! –reaccionó sacando su cartera con el ID de Marcel, se acercó a la recepción para mostrárselo seguro de si mismo.
—Marcel Styles, veo que entrarás con los nuevos de la siguiente generación. ¡Felicidades! —dijo la bibliotecaria entregándole un pase de acceso. Harry tuvo suerte que a Marcel le hayan tomado la fotografía antes de su corte de cabello.
—Gracias, no fue fácil —respondió Harry sonriendo. — Ah, ¿de casualidad no ha estado por aquí una chica castaña de ojos azules? — preguntó. La bibliotecaria entrecerró los ojos tratando de recordar, y reviso el itinerario de los que entraron últimamente, vio la credencial con la foto de la chica con las mismas características.
—¿Alice Grey? —preguntó ella, a Harry le brillaron los ojos.
—¡Sí! —exaltó Harry recibiendo un siseó inmediato de parte de la bibliotecaria — Perdón, si, ¿Está ella aquí? —se disculpó bajando la voz, mirando a todos lados esperando reconocerla en algún momento.
—Estuvo aquí toda la tarde, salió un momento, seguro regresará porque dejo su credencial — respondió la bibliotecaria acomodando sus lentes. Harry agradeció profundamente a la bibliotecaria y se sentó en uno de los sillones a lado de la entrada para esperar a Alice.
Harry sentía muchos nervios y las manos comenzaban a sudarle, tenía miedo en como fuera a reaccionar Alice estando ahí, pero lo más probable es que ella no estuviera esperanzada de encontrarse a Harry ahí.
Alice sopló el café entre sus manos, pensó que era una mala idea tomarse un café ya que el clima en Massachussets no era tan frío como en Londres, además ya casi era de noche y lo más probable es que no pudiera conciliar el sueño más tarde. Se sentó en una de las mesas tomando un sorbo al café luego abrió su contenedor con fruta para tener algo en el estómago, apenas llevaba dos días viviendo sola, por lo que no estaba acostumbrada a cocinarse todo ella misma, pues en su casa siempre hubo alguien que la ayudase, ya sea su madre, o la señora de la limpieza que con gusto le preparaba la comida a la familia Grey. Pronto debía aprender a suministrar los alimentos en el departamento para poder llevar una alimentación más saludable con carne y verduras, ya que no toda la vida podría vivir de frutas, además que Alice no era fan de la comida rápida, tampoco quería caer en esa vida y sobrevivir base atún y sopa instantánea.
—Señorita Grey...—Alice volteó y se encontró al profesor Roberts saliendo de su última clase— aún no comienza la universidad ¿y ya está aquí un viernes por la tarde? Eso déjeselo a los alumnos de último semestre tratando de salvar su carrera —bromeó, la chica de ojos azules sonrío un poco apenada.
—Quería repasar un poco las investigaciones que me mencionó esta mañana — comentó Alice.
—Entiendo, pero ya es fin de semana, puedes repasarlo el lunes, no es necesario, además no te voy a pagar horas extras — siguió bromeando el rector a lo que Alice río.
El señor Kenneth Roberts, era una persona considerablemente mayor de 60 años, aunque físicamente no lo demostraba, pero en su rostro se podían notar las arrugas de los años que había vivido, y Alice se había percatado que tenía un buen sentido del humor a pocos días de conocerlo.
—Lo siento, creo que soy de exigirme demasiado — Alice se encogió de hombros apenada.
—Aprecio el esfuerzo, pero una chica de tu edad debería estar conociendo el mundo, estás en un nuevo país, por qué no te tomas el fin de semana para conocer la ciudad, hay cosas interesantes por hacer además de los estudios —comentó el profesor, Alice no podía evitar darle la razón, aunque en realidad, ella no conocía a nadie en la universidad aún, además que Marcel se había marchado y ella era muy tímida para hacer nuevos amigos, la única persona que ella conocía y hablaba era el rector de su carrera.
—Bueno, no conozco a nadie — admitió Alice, bastante apenada.
—Oh, eso es lo de menos, verás que habrá personas que conocerás en el camino —la motivó el profesor, a lo que Alice soltó una sonrisa tímida.
—Lo intentaré, muchas gracias —agradeció ella. El profesor miró su reloj percatándose de la hora.
—Creo que ya es un poco tarde, son las 8:00, debo pasar por el pan en la panadería de aquí cerca, si no, tendré un gran lío con mi esposa —dijo el profesor con humor, Alice rio por cortesía y cerró su contenedor metiéndolo en su bolso — Alice, ¿Vives por aquí cerca? Podría llevarte si gustas — preguntó el profesor, Alice pensó un momento y se preguntó si era prudente, sin embargo, estaba un poco asustada de regresar al departamento tan tarde.
—Ah claro, solo que tengo que ir por mi credencial de estudiante a la biblioteca —comentó ella levantándose de su asiento.
–No te preocupes, Alice, compraré un café mientras te espero
—Muchas gracias, profesor –agradeció ella, el profesor le devolvió una sonrisa.
Alice se retiró de la cafetería en camino a la biblioteca por el resto de sus pertenencias, que no eran más que un par de libros y su credencial de estudiante para tener acceso a las instalaciones de Harvard.
Por otro lado, Harry para su mala fortuna sentía que ya aguantaba las ganas de ir al baño, sin embargo, no quería irse de ahí sabiendo que en algún momento Alice podía aparecer, sin embargo, tuvo que desistir, esperando que no tardaría más de cinco minutos en encontrar un baño y realizar sus necesidades.
—Disculpe ¿Hay algún baño por aquí? –Pregunto Harry dirigiendo a la bibliotecaria.
—Si, a la salida de la biblioteca en el pasillo camino a las aulas.
—Gracias –agradeció él y salió corriendo hacia el baño.
Y por el otro camino, un minuto más tarde Alice llegaba aun sosteniendo el café entre sus manos, este ya se había enfriado, pero Alice seguía tomándolo mediante sorbos. Alice saludo a la bibliotecaria con una sonrisa antes de dirigirse a la mesa donde había dejado sus libros. Agarro un par y depósito el resto en el carrito, luego se dirigió con la recepcionista para recoger la credencial.
—¿Lista por hoy? –pregunto amigable la bibliotecaria.
—Así es, me estoy llevando dos libros para leer en casa–aviso Alice, luego la bibliotecaria le pasó una ficha. –Gracias.
—Un chico te estaba buscando –dijo la señora recordando al rizado atractivo de ojos verdes. Alice detuvo su escritura poniendo atención a lo que la bibliotecaria decía.
—No puede ser posible, no conozco a nadie aquí –respondió Alice incrédula.
—Es tu compañero... olvide su nombre, pero deja lo busco en la bitácora, estaba aquí hace un segundo...
Alice no sabía cómo reaccionar y dejó de hacer caso a lo que la bibliotecaria decía mientras buscaba entre sus papeles la bitácora y la caja de credenciales de los alumnos que recientemente habían entrado. La chica de ojos azules tenía curiosidad de saber quién era, sin embargo, en su conciencia se estaba haciendo una clara idea de quién se trataba... pero no estaba segura si creerlo o no.
—Se llama... Marcel Styles, es él –Alice quedó estupefacta cuando escuchó el nombre y vio de quien se trataba.
—¿Dónde está? – fue lo primero que se le ocurrió preguntar.
—Fue al baño, hace como cinco minutos –Alice no se detuvo ni un segundo más y dejó la ficha sin antes agarrar su credencial de la escuela. Salió de la biblioteca en camino al baño más cercano que ella ubicaba.
Al llegar se metió al baño de hombres sin importarle que alguien estuviera ahí, pero se decepcionó al no encontrarse a nadie.
Sin embargo, Harry se había perdido durante el transcurso y no recordaba dónde quedaba la biblioteca de vuelta por lo que tomó el camino contrario a esta.
Alice salió del baño y se llevó el susto de encontrarse al profesor Roberts en la entrada.
—Señorita Grey... ese es el baño de hombres–contestó con obviedad, Alice no sabía qué decir y se puso roja de la vergüenza.
—Ah... no sabía –fue lo único que dijo visiblemente nerviosa, el profesor se limitó a reírse, y noto que la chica lucía más nerviosa de lo normal no solo por haberla atrapado saliendo del baño de hombres.
—¿Se encuentra bien? –preguntó.
—Si–respondió ella de inmediato –Estoy un poco cansada eso es todo.
—Bueno entonces, vamos –decidió no seguir interrogándose y la animó a avanzar hacia el estacionamiento.
Alice miraba a todos lados esperando que Harry apareciera en cualquier momento.
El campus de Harvard era muy grande que resultaba fácil perderse entre las facultades, más si eras un recién ingresado, ni hablar si eras un infiltrado como Harry. Trató de ubicarse entre los edificios, y optó por regresar por el camino que había venido.
De milagro encontró la biblioteca y la señora se sorprendió al verlo.
—Alice Grey estuvo aquí –le hizo saber a Harry que sintió como el corazón se acelera a mil por hora.
—¿Dónde? – se exaltó a pregunta. La bibliotecaria siseó como advertencia de que bajara la voz antes de responderle.
—Se acaba de ir, creo que no te encontró – Harry no dejó terminar a la bibliotecaria cuando salió corriendo de la biblioteca en dirección a la salida, esperaba al menos topársela en la parada del autobús, si Alice salía del campus, Harry habría perdido la oportunidad de encontrarla, porque no podría andar en puerta en puerta en todas las casas y departamentos a la redonda preguntando por Alice Grey en un país que desconocía.
El profesor Roberts subió a su auto esperando que la joven hiciera lo mismo. Alice miraba a su alrededor con la esperanza de que Harry la encontrará, al solo pensarlo sentía que iba a desfallecer, no estaba preparada, y la cafeína comenzaba a hacerle efecto a su ansiedad.
— ¿Espera a alguien, señorita Grey? – preguntó el profesor. Alice reaccionó.
—Ah, no, perdón, ya me subo – y subió al auto.
Cinco segundos más y podría haber visto a Harry que llegaba corriendo al estacionamiento mientras el coche arrancaba y se dirigía a la salida del campus. Harry no llego a tiempo y tampoco gritó lo suficiente alto el nombre de Alice para que pudiese escucharlo ya que se había puesto los audífonos, entonces corrió igual a la salida, vio una bicicleta estacionada en la acera, por lo que no dudo ni un segundo en agarrarla y disculparse mentalmente de la persona confiada que lo dejó ahí, sin embargo, era completamente necesario bajo las circunstancias en la que se encontraba el rizado. Harry pedaleó a gran velocidad yendo detrás del coche que había tomado velocidad por la calle.
Esperaba que no fueran tan lejos
Dos calles y una avenida más tarde, Harry se detuvo en la bicicleta una cuadra antes, al ver que el auto donde venía Alice se detenía frente al edificio, donde supuso, se encontraba el departamento de la chica, Harry jadeaba recuperando el aire del gran tramo que tuvo que pedalear para alcanzar el paso al auto y no perderlo de vista.
Alice agradeció al profesor por el favor y se metió a su edificio, Harry fue tras ella, se detuvo en la entrada al ver que ella esperaba el elevador para subir a su piso. Avanzó dentro del edificio frente al elevador, vio que el elevador se detuvo en el piso 5. Esperó un minuto a que bajara y él subiera también, al llegar se encontró con varias puertas, que le costaría adivinar cuál era el departamento de Alice.
Mientras tanto, Alice se dejó caer al sofá con la cabeza hecha un lío, había pasado un momento tenso en el auto junto al profesor, que intentaba hacerle conversación mientras ella solo pensaba en lo sucedido en la biblioteca, quería regresar a la escuela con la probabilidad de que Harry siguiese ahí intentando encontrarla, ponerse los audífonos había sido una buena idea para evadir la conversación.
Posteriormente se levantó y caminó al baño para prepararse un relajante baño de burbujas. Lo necesitaba, pensaba que al menos podría distraerse un poco, hecho las esencias y jabón al tiempo que la tina se llenaba de agua tibia, hasta que el sonido de la puerta la hizo sobresaltar, cerró la llave antes de incorporarse y caminar a la puerta para abrir.
Su mano temblaba al momento de ponerlo en la perilla, y respiró profundamente preparada a lo que le aguardaba al otro lado de la puerta.
Abrió encontrándose con la sorpresa de su vida al ver esos ojos verdes que brillaban al verla, lleno de sentimientos encontrados.
— Harry... –musitó Alice.
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