Para ser sinceros, Marcel no había dejado de pensar en Katelyn el resto del fin de semana, y mucho menos el lunes a la hora del colegio, fue un alivio para él cuando el día termino. Por fin la vería. Fue el primero en salir cuando terminó el ensayo sobre Darwin en la clase de biología.

Se fue directamente a su casa, para darse una ducha y vestirse bien. Se echó un vistazo al espejo, revolvió sus rizos húmedos antes de ponerse el gorro y lavó sus dientes. Hizo toda una rutina higiénica, salió de la casa con la mochila donde llevaba sus libros, materiales, y por si acaso, el inhalador.

Llegó al local, y buscó a Kate con la mirada, ella se encontraba conversando con otros compañeros de trabajo en la barra. Marcel se sentó en el mismo lugar donde había estado hace días. Sacó su cuaderno y espero a que alguien lo atendiera. Por dentro rogaba que fuera Katelyn, la que lo hiciera.

—¡Vaya, regresaste!— lo tomó Kate por sorpresa, reconociéndolo.— ¿Qué vas a ordenar?— preguntó ella tan natural como el otro día.
—El capuchino vainilla no estaba mal—respondió Marcel ocultando sus nervios a través de una sonrisa.
—Te dije, esta rico, por eso es mi favorito.—Katelyn anotaba el pedido mientras que Marcel buscaba algo más que decirle, sin embargo ella ya se había ido cuando pensaba en preguntarle si quería pasar el rato con él.

Katelyn volvió más tarde con el capuchino vainilla y una magdalena, ahora de chocolate. Él le sonrío por el gesto sin reprocharle nada esta vez. Sacó su cuaderno de dibujo y comenzó a trazar un nuevo boceto. De vez en cuando cruzaba miradas con Katelyn, que se encontraba atendiendo a otros clientes del local, o preparando las ordenes de los mismos detrás de la máquina de café. Estaba demasiado ocupado observándola, o dibujándola, que había tardado demasiado en acabar su capuchino, que este ya se había enfriado.

Marcel pagó la cuenta y salió del local asegurándose que no haya olvidado nada esta vez, iba despedirse de Katelyn, pero su turno había terminado cuando Marcel había terminado el boceto. De todas formas, se encontraba contento de haberla visto, y fue mejor cuando se la encontró en la parada de autobús para ir a casa.  Ella estaba acomodándose los grandes audífonos lista para hundirse en un mundo de música lejos de la realidad.

Él corrió para alcanzarla, y cuando lo hizo, Kate se llevó un susto.

—Hola—la saludo, como si no se hubiesen visto hace quince minutos.
—Hola, ¿Marcel, verdad?—recordó ella señalándolo con suspicacia. Marcel asintió con la cabeza sonriendo.
—¿Vas a casa?—preguntó Marcel, haciendo conversación. Kate pasó los audífonos a través de su cuello para seguir la conversación con el chico.
—Así es, pero el bus se retrasó—contestó ella asomándose a la calle en busca del bus, luego regresó su vista hacia Marcel, examinándolo de pies a cabeza.
—Me gusta tu gorro—comentó observando la prenda sobre el despeinado cabello de Marcel. Él se rio nervioso por el cumplido.
—¿Te lo quieres poner?—le preguntó, ella asintió emocionada.

Marcel se quitó el gorro y lo pasó por el cabello castaño claro de Katelyn, después ella se lo acomodo.

—¿Cómo me veo?—posó a ella con humor para Marcel con el gorro puesto, ambos rieron por las poses ridículas de Katelyn.

Pero a juzgar por su pregunta, Marcel tenía una respuesta para ella:

—Hermosa.

Luego, por primera vez, Marcel hizo que la chica se sonrojara. En eso el autobús se paró frente a ellos. No dudaron en sentarse juntos al subir, antes de que el bus se pusiera en marcha. Pero ninguno de los dos se animó a hablar, así que Katelyn se puso de nuevo los audífonos y deslizó el dedo sobre la pantalla de su iPod y encontrar la canción correcta para escucharla.

—¿Has escuchado esta?—le preguntó a Marcel mostrándole la pantalla de su iPod. Era una canción de "Blink—182", titulada "Down".

Él negó con la mirada, dando lugar a su ignorancia sobre la música. Kate rio mientras sacudía la cabeza en un gesto de desaprobación

— Es lo mejor que puedes escuchar en estos tiempos, son mi banda favorita—comentó para hundirse en el ritmo de la canción.
—¿Has ido alguno de sus conciertos?—preguntó curioso, Kate se rio otra vez. ¿A caso había dicho algo malo?
—Ellos se separaron hace años, solo mi hermano mayor tuvo la oportunidad de ir a uno, cuando viajo a Houston.—le explicó.— De paso me trajo esto.—añadió buscando en el bolso, sacó un papel arrugado y desgastado, ahí estaba inmortalizado los autógrafos de los integrantes de Blink—182.
—¿Cómo te los consiguió?
—Fue fácil, se hizo pasar como el hermano de Mark Hoppus, los guardias le creyeron por el pequeño parecido que tienen, luego fue al backstage, y Mark estaba tipo: "Hey, soy hijo único".—contó con humor, ambos rieron por la anécdota.

El autobús se detuvo interrumpiendo el momento entre los dos, Kate miro por la ventana. Tristemente... ya era su parada.

—Tengo que irme—avisó ella entristeciendo a Marcel. Se levantó tomando sus pertenencias— ¿Irás a la cafetería mañana?—le preguntó antes de bajarse. Marcel la miró y dudó un momento en responder.
—Sí—afirmó regalándole otra sonrisa de afecto.
—Entonces, te veo luego.

Se despidió con la mano y bajo del bus, que después, se puso en marcha. Marcel la observó a través de la ventana mientras el transporte se alejaba. Para él... ella era muy linda, que no tardaría en encontrar sentimientos profundos por ella. Se apoyó en el cristal de la ventana pensando en qué sería tener a alguien a tu lado, en el sentido romántico.

Recuerda que una vez se le declaró a Verónica Johnson cuando tenía trece años, pero esta la rechazo por raro y matado de la clase, para que años después terminará acostándose con Harry.

Creía que su físico era el problema pero fin y al cabo, ambos eran gemelos, y eran iguales.
Aún así, Marcel había perdido toda esperanza de encontrar a alguien que lo quiera.

Nunca en su vida le habían pasado este tipo de cosas, pensaba que iba a morir solo rodeado de sus obras fracasadas de arte imaginando lo que algún día pudo hacer, hasta hace días cuando Katelyn le devolvió su libro de arte, y le regaló una magdalena con moras.

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Aquí el cuarto cap... Jajaja ¿Quién es TeamKate?
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Gracias por leer
Un beso M