38. Sentimientos inconfesables



"—Pueden ser iguales físicamente, pero Marcel es muchísimo mejor que tú en todos los sentidos, nunca le llegarás a los talones y eso es lo que más te duele.

Harry recordó las palabras de Katelyn Robinson cargadas de ira, su intención de ofenderlo no fue lo suficiente en ese momento, y ahora parecía afectarle más que a nada. Recuerda haberle regresado la mirada llena de cinismo y responderle:

—Lo dice la chica que acaba de hacerle una mamada a su hermano gemelo –se burló él, la chica se quedó callada consciente de sus acciones –Eso pensé.

Y salió de la habitación sin importarle nada en absoluto, solo tenía la satisfacción que de alguna forma le había arruinado la vida a Katelyn y a Marcel"

Harry regresó al presente cuando el timbre que marcaba el final de la clase sonó, la última clase del día por suerte. Se sintió fuera de tiempo gracias a ese recuerdo, sus compañeros ya habían salido y solo él seguía sentado asimilando su presente. Tomó sus pertenencias y salió del aula para dirigirse a su casillero. De pronto sintió a alguien abrazarlo por la espalda.

—Hola–escuchó susurrarle en el oído. Harry volteó y la abrazó por la cintura a la bella castaña que tenía en frente, ella rodeó el cuello de Harry con sus delgados brazos.

—Hermosa—habló Harry y ella lo beso en los labios. Se separó y la miro un momento.

—¿Qué tienes, amor?—preguntó ella, preocupada al notar sus ojos apagados.

—Solo estoy cansado, preciosa. —mintió Harry, en realidad estaba aturdido por el recuerdo –El entrenamiento de ayer estuvo fuerte.

—Verás que yo te haré sentir mejor—se mordió los labios y comenzó a besarlo.

Al separarse de sus labios, Harry mordisqueó el lóbulo de su oreja haciéndola reír, luego le susurró:

—Eres la mejor, Alice—ella se aferró aún más sin parar de reír, y la cargó haciendo que sus pies no tocarán el suelo, después la bajo, y la tomó de la mano para dirigirse a la salida.

—No puedo creer que Allison llega estos días, le he hablado sobre ti y me dijo que esta ansiosa de conocerte –habló Alice sobre su hermana mientras caminaban al estacionamiento.

—¿En serio? –preguntó Harry frunciendo el ceño, Alice asintió con la cabeza entusiasmada –No sé por qué siento que va a odiarme –comentó Harry encogiéndose de hombros, Alice se rió por lo absurdo que sonó su comentario.

—Por supuesto que no—contestó al calmar su risa—Te va a querer, al igual que Hayley, créeme lo hará toda mi familia—lo abrazo por el cuello acercándose a él aún más juntaron sus labios en un beso.

Alice se separó de él, observó sus ojos aún cerrados por el beso.

—Por cierto ¿Cuándo conoceré a tu familia?—quitó las manos del cuello y la tensión se acumuló en los hombros de Harry.

—No te gustara conocerla—respondió él, haciendo una mueca, Alice frunció el ceño confundida, alertada por su reacción. Y es que en verdad Harry no quería que ella conociera a su familia, o a decir verdad, no quería nada que la relacionara con Marcel y Katelyn al mismo tiempo.

— ¿Qué tiene de malo?—quiso saber Alice.
—Alice, por favor, no querrás...
— ¿Por qué no?—exigió ella.
—Solo no –se negó Harry llevándose una mano a la nuca, aumentando la distancia entre los dos.
—Harry, puedes contarme lo que sea –Alice comenzaba a frustrarse de la actitud de su novio.

—Lo sé, pero mejor lo dejamos así –Harry sintió palpitar sus sienes.

—Harry es tu familia –insistió ella.
— ¡Ya te dije que no!—gritó Harry harto, ella se sobresaltó del susto, nunca antes Harry se había atrevido a gritarle.

Él observó la confusión y el enojo expresarse en los ojos azules de Alice, y se arrepintió de haber hecho mal, intentó tomar su mano pero Alice desistió y se alejó de él, Harry sintió un nudo en el estómago ante su acción.


—Me voy—habló Alice con desgano y se dio la vuelta. Harry la siguió y suavemente tiró de su brazo para regresarla a él y abrazarla.

Estaba completamente arrepentido, de gritarle, de ser un imbécil, de haberse acostado con Katelyn, de arruinarle la vida a Marcel, y perder a Alice iba a ser la gota que rebasaba el vaso.

—Perdóname—se disculpó, Alice se quedó inmóvil sin corresponder al abrazo—No era mi intención gritarte, en serio, perdóname –suplicó y la abrazó con más fuerza.
—No vuelvas a gritarme –exigió ella con un nudo en la garganta, Harry se separó, observó sus ojos cristalizados.
—Preciosa, no llores, por favor perdóname—se lamentó nuevamente.
— ¿Qué tiene de malo tu familia?—preguntó ella, quería una respuesta y Harry estaba tardando en dársela, abrió la boca y de ella solo salió aire.
—Muchas cosas –logró decir. Alice ya no tenía ganas de discutir más y se conformó con esas simples palabras, se quedaron un largo rato en silencio.

—¿Te llevó a casa? –le preguntó Harry después.

—No, iré con Gabrielle –respondió Alice bajando la mirada y apretando sus labios.

—No estés enojada, por favor –pidió Harry al observar su lenguaje corporal.

—No –habló seca en un suspiro –Adiós, Harry –se acercó a él para despedirse.

Él esperaba un beso en los labios, pero ella desvío la cara y terminó plantándole un beso en la mejilla. Alice se dio la vuelta sin voltear a ver al chico, Harry la observó hasta que desapareció del estacionamiento, se metió al auto y soltó un grito de frustración.

*

Marcel dio unos pasos hasta llegar a la puerta del Le Jolie Café, sus manos sudaban y al mismo tiempo temblaban por los nervios. Su razón: Katelyn Robinson, la observó desde la ventana sirviendo café a los comensales y regalándoles una sonrisa cortes cuando ellos agradecían por sus servicios.

Nuevamente respiró para mantener la calma y atreverse a entrar al local, la campanilla resonó por todo el lugar cuando él entró, y Katelyn pareció ignorarlo porque se había metido a la cocina para rellenar la cafetera metálica con café caliente.

Marcel se acercó a la barra dispuesto a hacerse notar por ella, Katelyn salió de la cocina y se sobresaltó al verlo ahí sentado, sus manos se aferraron al café para que este no cayera. Marcel no portaba sus gafas ese día, y Katelyn creyó por un momento que se trataba de Harry, sin embargo, su beanie y la sonrisa inocente delataban quién era realmente. Aunque todavía no se quitaba las imágenes del día de ayer cuando se reencontró al gemelo malvado.

—Hola –la saludó Marcel con una sonrisa nerviosa.

—Marcel... —articuló Katelyn, asentó la cafetera en la encimera y aclaró la garganta —¿Qué te trae por aquí? –Sonrío de vuelta —¿Quieres un café o algo? —ofreció intentando parecer tranquila alzando la cafetera de la encimera.

—Claro –asintió Marcel.

Katelyn le acercó una taza y vertió el café. Marcel observaba sus movimientos y la concentración cuando apretaba sus labios, por un momento deseo besarlos.

—Listo –dijo Katelyn y le pasó unos sobres de azúcar, Marcel se inclinó para beber del café – Si no te molesta, iré a atender a otros clientes –se disculpó Katelyn alejándose de él.

—Espera –Marcel la detuvo, rodeó la taza con sus manos conteniendo los nervios. –Quisiera hablar contigo –dijo hundiéndose de hombros.

Katelyn se quedó sin palabras, abrió la boca pero de ella solo salió aire.

—Estaría bien –dijo al fin juntando las manos en su vientre –Pero estoy trabajando –se excusó haciendo una mueca.

—Te espero –decidió Marcel enderezándose en su asiento, nuevamente Katelyn no sabía que decir.

—Bien –sonrió nerviosa, luego se alejó por la barra.

(...)

Más tarde cuando el turno de Katelyn hubo terminado, ambos estaban uno frente a otro en Meat&Grill. Marcel había escuchado hablar a Harry anteriormente sobre las hamburguesas de ese lugar, por lo tanto aprovecho llevar a Katelyn y comprobar la calidad de la que muchos hablaban.

Una mesera dejó sobre la mesa una orden de papas y un par de malteadas, luego les dijo que su orden iba a estar lista pronto antes de retirarse. Katelyn y Marcel se miraban incomodos, sonriendo nerviosos, la pierna de Marcel no dejaba de temblar bajo la mesa, y Katelyn no paraba de tocarse las puntas de su cabello.

— ¿Habías venido aquí antes? –inició Marcel la conversación apoyando lo brazos en la mesa y robando una papa del plato.

—Sí, pero fue hace mucho –respondió Katelyn encogiéndose de hombros –Bueno, ¿de qué quieres hablar? –preguntó directamente mostrando una sonrisa, queriendo aparentar naturalidad.

Marcel se río desahogando los nervios, quizás la pregunta lo había tomado desprevenido, que pronto se le olvidaría por qué razón la había buscado.

— Terminé con Vee –respondió apretando los labios.

— ¿Eso que tiene de gracioso? –cuestionó Katelyn seria, a juzgar por su sonrisa reprimida en los labios.

—Nada, solo que últimamente peleábamos mucho, Vee se salía de control y comenzaba a recriminarme por cosas sin sentido –explicó Marcel –Más que nada... estaba confundido y culpable –confesó, Katelyn apoyó sus brazos en la mesa para escucharlo con más atención. Ya sabía a dónde iba a parar esto.

— ¿Por qué? –se atrevió a preguntar.

—No era justo estar con Vee –Katelyn escuchó atentamente –porque sigo enamorado de ti –admitió finalmente.

Ahora era Katelyn la que reía, bajo la mirada más sonrojada que nunca a pesar que ya lo veía venir. Y se odio a sí misma. Ella no merecía a Marcel, más cuando él la miraba esperanzado por una respuesta.

—No puedes hacerme esto –habló Katelyn desganada, que el hambre se le quitó cuando la mesera llegó con las hamburguesas.

—¿Qué? –preguntó Marcel con temor.

—Llegar y decirme que quieres estar conmigo.

—¿Tú no sientes lo mismo? –Marcel trago saliva.

Katelyn bajo la mirada, no estaba en condiciones de mentir, mucho menos por el hecho de que es una pésima mentirosa. Las lágrimas descendieron por su mejilla y ella los limpió rápidamente. Tardaba demasiado en responder.

—Katelyn, háblame –pidió Marcel —¿Qué sucede? –advirtió las lágrimas de la chica.

—No entenderías –dijo ella evitando cualquier contacto visual –Mereces algo mejor.

—Yo no quiero algo mejor, te quiero a ti –declaró Marcel.

Ella no estaba dispuesta a seguir más con la conversación, suspiro liberando la tensión. Quería hablar con la verdad, pero nunca podía, no era buena expresándose cuando se trataba de algo importante.

Marcel tuvo la corazonada que estaba perdiendo algo de dignidad y se sintió avergonzado por actuar con el corazón, no consiguió respuesta de su parte, ella solo negaba con la cabeza como si quisiera reprimir lo que escuchaba.

—¿Te llevo a casa? –le preguntó.

—Por favor –respondió ella.

Marcel le pidió a la mesera las hamburguesas para llevar, pagaron la cuenta y salieron del lugar.

*

Verónica sopló sobre la taza humeante del té en un intento por enfriarlo un poco, lo sostuvo entre sus manos y bebió un poco antes de dejarlo nuevamente sobre la mesa. Miraba nerviosa a todos lados buscando algún rostro conocido pero no era más que gente desconocida andando por la vida, dejó caer su espalda sobre el respaldo de la silla al mismo tiempo que soltaba un suspiro.

Prendió el celular que estaba frente a ella para verificar la hora, la persona que ella esperaba comenzaba a retrasarse. Le molestaba la impuntualidad de sobremanera. En su cabeza empezó a crear una lista de quejas, pero lo descartó cuando la campanilla de la entrada sonó avisando la llegada de un nuevo cliente. La persona con la que había quedado en el Room's Tea. Ella esperaba a un señor de mediana edad, quizás un adulto a punto de rebasar los 50, pero en su lugar, recibió a un muchacho. Quizás era el hijo del amigo del que tanto le hablaba su padre.

El muchacho la identificó de inmediato y se sentó frente a ella sin decirle nada.

—Tarde –quiso reclamar Vee, el chico rió por lo bajo.

—Tú eres la famosa Verónica Johnson –afirmó el muchacho sin dirigirle la mirada, solo estaba ahí por razones de trabajo.

—Así es pero me gusta que me digan Vee –aclaró ella bebiendo de la taza, el chico sonrió metiendo la mano en el abrigo y sacando un sobre manila, lo deslizo discretamente por la mesa a la muchacha, luego se apoyó sobre la mesa quedando frente a Vee.

—Está todo lo que necesitas –habló el chico refiriéndose al contenido del sobre.

—Gracias –agradeció ella.

Vee lo tomó y lo abrió dejando ver unas cuantas hojas y algunas fotos, ahí dentro la vida y los secretos de Katelyn Robinson, lo cerró nuevamente guardándolo en su bolsa. El chico carraspeó llamando la atención de Vee.

—Dicen que no debo meterme en la vida de mis clientes pero ¿Qué quieres hacer con esa información? –Interfirió el muchacho, Verónica le regresó la mirada arqueando una ceja –No hubo mucho que investigar –aclaro, ella sonrió.

—Haz lo que te dicen y no te metas en la vida de tus clientes –sentenció Vee, le lanzo un fajo de billetes al muchacho y pagó su merienda antes de retirarse del lugar.

*

Durante el camino, ninguno de los dos intercambio palabra alguna, Katelyn se sentía culpable de lo que le estaba haciendo a Marcel, su conciencia la torturaba, no paraba de repetirle que ella no lo merecía, y la culpa la carcomía de sobremanera.

Marcel detuvo el auto frente a la casa de Katelyn, se bajó para acompañarla a la entrada.

—Marcel... —le habló Katelyn, él alzo la mirada –Perdóname–se disculpó ella, Marcel se desconcertó pero no dudo en rodearla en un abrazo reconfortante.

—Kate ¿Qué sucede? –Marcel preguntó.

—Por muchas cosas que no puedo decirte, tengo mucha vergüenza –admitió Katelyn entre sollozos.

—No... no te preocupes –logró decir Marcel acariciando su cabello durante el abrazo –Tomate tu tiempo —sugirió

Marcel empezaba a entender, su comportamiento, todo, le daba curiosidad... ¿Por qué se fue? ¿Qué era tan malo para que se pusiera de esa manera? y por un momento dudo si era buena idea saber la verdad, ¿Qué ocultaba Katelyn?

***


Lo sé, desaparecí por muuuuuuucho tiempo.Una disculpa pero el siguiente año entro a la universidad y pues desde ahorita me estan metiendo presión y demás. No sé si le comente que era mi ultimo año pero por otro lado... perdí un poco el sentido de la historia y tuve que releer y hacer borradores. Espero no demorarme mucho en subir el próximo capitulo.

De cualquier manera, gracias por su paciencia, y me gustaria que comentaran que tal les pareció el capitulo, no olviden votar.


Un beso, M

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