29. Encuentro imprevisto

Marcel despertó, de inmediato extrañó encontrarse en otro lugar que no era su habitación, no tardó mucho tiempo cuando la memoria se le refresco, se sonrío así mismo, más cuando vio a cierta rubia durmiendo sobre su pecho, le aparto los cabellos de la cara y le observo dormir. Su respiración era pacífica y sus facciones estaban relajadas.

No sabía que hora era, pero ya era otro día por mencionar a los rayos del sol colándose por la ventana. Marcel se movió cuidadosamente intentando no despertar a Vee, ella soltó un quejido y se volteó para abrazar la almohada.

Marcel suspiro de alivio y fue por sus pantalones, comenzó a vestirse tranquilamente.

—Te vas sin despedirte. –habló Vee con voz somnolienta sobresaltando a Marcel.

La miró, despeinada y recién despierta, podía jurar que se veía mil veces mejor en las mañanas que en cualquier otra ocasión.

—No, cómo crees. –sonrío Marcel acercándose a besar su mejilla. –Te iba a invitar a desayunar. –se recostó a su lado abrazándola por la cintura, ella se sentó en sus piernas.

—¿Te gusto lo de anoche? –Vee curvo los labios mostrando una sonrisa traviesa abrazando a Marcel por el cuello.

—Sí, aunque me duele un poco la espalda. –mencionó Marcel haciendo una mueca del dolor, Vee logro reírse un poco.

—Pronto te irás acostumbrando. –respondió antes de besarlo.

—Eso espero. –dijo sobre sus labios antes de recostarla en la cama sin separarse.

Creo que fue mala idea vestirse, pensó Marcel.

*

Katelyn portaba unos lentes de sol para ocultarse de la resaca de aquella mañana, disimular sus ojos hinchados y las bolsas debajo sus ojos. Vaya que fue muy mala noche, solo recordaba hablar con el muchacho guapo y vago de nombre... Se le había olvidado, desafortunadamente.

Caminaba a rastras hacia el Le Jolie Cafe,  el olor tan familiar del café inundo sus fosas nasales, era su primer día de trabajo por tercera ocasión y para nada tenía que perdérselo, tanto le había insistido al jefe en que le devolviera el empleo, no podía desaprovecharlo por un descuido. Se quitó las gafas de sol y entró haciendo sonar la campanilla de la entrada. El lugar estaba vacío y prepara do su apertura a las 10:00 AM, y aún eran las 9:45.

Jane que estaba detrás de la barra limpiando algunas tazas de porcelana volteo ante el ruido de la campana y se quedó estupefacta al ver a su mejor amiga de regreso.

—¡Katelyn! –chilló ella emocionada. A Katelyn le retumbaron los oídos y la cabeza.

—Jane. –respondió ella con desgano.

Jane salió de la barra y abrazo a su amiga con mucha fuerza, ya tenía un mes de no haberla visto, pero la emoción le dejo lo suficiente para no reclamarle porque nunca respondió sus mensajes.

—Kenny me contó lo que paso. Lo siento mucho, Kate. –lamentó Jane al separarse, acarició su hombro de una manera reconfortante. Katelyn sonrío con los labios e hizo un gesto sin importancia. –Pero, ¿Por qué no me llamaste? –reclamó ella frunciendo el ceño en señal de enojo.

— Jane, lo siento, fue muy alocado todo este asunto. –habló Kate, sin embargo  Jane necesitaba más que una simple explicación como esa. Más no se podía hacer y soltó un largo suspiro en compasión a Katelyn.

— Estoy feliz que hayas vuelto. –aclaró Jane volviendo a abrazarla.

(...)

Jane le prestó un poco de corrector a Katelyn para que ella disimulara sus ojeras. Lo difumino varias veces con el dedo y más o menos su aspecto lucía decente. Le devolvió el corrector a su amiga sin antes agradecerle. Luego sujeto su cabello en una apretada cola de caballo, se puso el mandil, y guardó en los bolsillo la libreta de pedidos y un bolígrafo lista para anotar.

Suspiro mirando su imagen frente al espejo, observo el polo rojo con el logo del lugar en el pecho izquierdo, la camiseta estaba algo destintado por sin fin de lavadas, era el único que tenía y pronto debería encargar otro.

—Al fin en casa. –declaró y salió del baño preparada para atender a los clientes que recién llegaban.

(...)

El lugar se había llenado deprisa, Katelyn hacía el esfuerzo por que la orden de la mesa 4 no se mezclara con el de la mesa 6, encargó los cafés de la primera mesa luego de entregar la orden para llevar de una mujer que lo había pedido directo de la barra.

Katelyn estaba demasiado ocupada con las ordenes que no se dio cuenta cuando Marcel entró al local en compañía de su nueva novia.

Por otro lado, a Jane casi se le caía la cafetera con agua caliente de la sorpresa al ver al joven sentarse en una de las mesas de la esquina pegada hacia la ventana. Abrió la boca estupefacta ahogando un suspiro, terminó de servir el agua a un cliente, –que por cierto casi rebosa la taza– antes de regresar detrás de la barra donde Katelyn se encontraba esperando el pan horneado de la mesa seis.

Jane tiro del brazo de Katelyn y la llevó a la entrada de la cocina. Katelyn la miró desorientada ante su actitud.

— Pero qué... –se quedó corta cuando Jane habló.

— Marcel está allá afuera. –avisó ella aún aturdida, Katelyn abrió los ojos, y sintió una pizca de ilusión en su interior. –... Pero no viene solo, está con una chica. –añadió, aquella pizca se esfumó por completo, su pecho comenzo a subir y bajar constantemente a causa de su respiración descontrolada.

— Esto no puede estar pasándome. –apenó Katelyn llevando su cabeza hacia atrás, recordando a aquella rubia que había visto anteriormente. – ¿Viene muy seguido? –preguntó Katelyn.

— Hasta eso, es la primera vez que viene en semanas. Mira qué casualidad. –se vio Jane muy sorprendida. –¿Sabe qué estás aquí?

— Lo último que supo de mí fue que ya no trabajaba más aquí. –recordó Katelyn llevándose una mano a la frente. – No pienso salir así... ¿Qué tal sí...

— ¡Robinson, Finnigan! –apareció el gerente llamándo la atención de ambas chicas, que reaccionaron reposicionándose frente a él.

Se trataba del señor Chen, un hombre de mayoría de edad con rasgos asiáticos, ambas se llevaban bien con él, pero cuando del trabajo se trataba no había quién se salvase.

—¡Hay clientes que atendel! –por cierto su inglés no era del todo perfecto. – No las quiero volvel a vel aquí chismeando. –les advirtió antes de retirarse.

Las amigas pusieron los ojos en blanco antes de volver al tema anterior.

— Yo los atiendo, amiga. Marcel quizás no me recuerde del todo, investigaré quién es y qué hace aquí. –propusó Jane, Latelyn asintió, aunque no estaba tan confiada.

Quería salir de ahí, tenía demasiada vergüenza en que él la viera y más esa chica que la intimidaba, no había dejado pasar inadvertido su belleza, el cuerpazo que cargaba, y las miradas que Marcel le dedicaba. Katelyn estaba muy por debajo de ella, tanto física como socialmente, se imagenaba que ella era de dinero de la alta sociedad y Katelyn una pobre de barrio.

Jane abrazó a su amiga al verla demasiado abrumada, luego se separaron antes que el señor Chen las pillara nuevamente.

(...)

La pelinegra se acercó a la pareja, mostró su sonrisa más natural disimulando las intenciones de escuchar su conversación.

Vee estaba sentada frente a Marcel cuando vio a la mesera llegar desde atrás.

Ya era hora, reprocho en su mente.

—Bienvenidos, ¿Qué desean ordenar? –preguntó Jane sin dejar de sonreír.

Marcel la miró, de inmediato la reconoció y no pudo evitar ponerse incómodo. ¡Lo había olvidado! La mejor amiga de Katelyn trabajaba aquí. Aclaró garganta disimulando los nervios.

—Para empezar un capuccino vainilla no estaría mal. –contestó Marcel. – ¿Qué vas a pedir, Vee? –se dirigió a ella.

—Un café normal. –respondió Vee alzando los hombros.

—Me parece excelente. –comentó Jane con emoción fingida anotando en la libreta, mirando de reojo como la pareja se tomaba la mano sobre la mesa, que involuntariamente anoto en nombre de la chica. Vee.

Vee observó sospechosa a Jane que parecía tardar años anotando dos simples cosas, mientras tanto Marcel notaba el ambiente de tensión bajo esa cortesía de la chica. Vee no era tonta, se percató de la incomodidad del joven y el alivio cuando la mesera se retiró, la siguió con la mirada hasta que se escondió detrás de la barra.

— ¿La conoces? –interrogó Vee a Marcel, de inmediato entro en angustia y pensó una respuesta automática.

—No realmente, yo venía muy seguido por aquí. Por cierto deberías probar las magdalenas de moras azules. —aclaró Marcel mirando el pequeño menú, Vee lo miró poco convencida.

Rayos, el instinto femenino nunca falla.

*

—El siempre pedía capuccino vainilla por mí. –recordó Katelyn con nostalgia leyendo la orden. – Vee. –leyó el nombre con repugnancia.

—Amiga, concentrate. –Jane chasqueó los dedos haciendola reaccionar. –Eres mil veces mejor que ella. –aseguró Jane tratando de subirle los ánimos como buena amiga.

— La odio y no la conozco. –admitió Katelyn cargada de coraje.

— Tranquila, es normal odiar a la nueva novia de tu ex de seguro ella debe odiarte también, por ejemplo... Recuerdo cuando Kenny y yo comenzamos a salir y me presentó a una amiga suya peliroja que resultó ser su ex, no sabes como me ardí ese día. –contó Jane desviándose del tema.

— Es diferente cuando tú lo tienes. –rectificó Katelyn con desgano.

— Pero siempre elegiran a la mejor. Yo soy mejor que esa peliroja. –sonrío Jane victoriosa. –Tú eres más bonita que esa rubia. Sal a verla. –le alentó.

— ¿Y si me ve? ¿Que haré? –cuestionó Katelyn entrando en pánico.

— No lo hara, esta de espaldas, me reconoció y hara lo que cueste para evadirme. –aseguró orgullosa.

— Bien, lo haré. –aceptó Katelyn en un suspiro.

— ¡USTEDES DOS OTRA VEZ! –se quejó el señor Chen irritado de verlas juntas.

*

Jane se acercó a la mesa de Marcel para dejar las tazas servidas con café y una canasta con pan de cortesía, ambos parecían no dejar de charlar con ella presente, otro de los metodos de evadimiento de Marcel.

— Estoy feliz que tu madre este de regreso este fin de semana, me gustaría conocerla. –hable Marcel emocionado.

Jane escuchaba atentamente mientras servía el café, cuidando que no se derrame.

— Lo sé, después de tanto tiempo. –suspiró Vee feliz. –Quizás hasta se quede un tiempo conmigo, ya me aburrí de estar con mi tía. —expresó con fastidio.

— Debe ser muy dificil para ti la situación de tu papá. –comentó Marcel. Vee dirigió su vista a la ventana.

—Lo es...

—Disculpa, ¿Desean algo más? –preguntó Jane apenada por la interrupción, ambos la miraron, sobretodo Vee con absoluta desconfianza.

— Una orden panqueques, ¿Vee? –ella reaccionó mirando hacia el rizado.

— Ah, un omelette. –pidió ella fingiendo una sonrisa.

Jane terminó de anotar y se retiró de ahí. Vee estaba aliviada, mientras más lejos mejor.

—Venga, Vee, no te pongas celosa por cosas insignificantes. –habló Marcel, no había dejado pasar las miradas fulminantes de la rubia hacia la mesera.

— Lo siento, creo que soy muy dramática. –se disculpó Vee acariciando la sien. – Ya sabes, mujeres. –aclaro con humor.

Se calmó por un momento, sin embargo ya tenía suficiente con la mesera número uno para que llegará la mesera número dos a servir pan a los que estaban en la mesa detrás de Marcel, que les lanzaba miradas indiscretas a ambos. Se trataba de la mismísima Katelyn Robinson, Vee sintió haberla visto en otra parte.

No quería causarle más molestias a Marcel y se mordió la lengua para no reclamar nada.

— Iré al baño. –se disculpó Vee levantándose de la mesa y dirigiéndose a los sanitarios.

Vee entro al baño buscando una manera de reprimir sus celos, se apoyo en el lavabo controlado su respiración, contó hasta diez para recuperar su armonía interior.

Salió cinco minutos después, mientras Vee iba saliendo la mesera número dos iba entrando, Vee la ignoró por completo, pero la mesera, Katelyn, la miró con cautela observando sus facciones.

POR DIOS, NO PUEDO COMPETIR CON ESO, se decepcionó ella misma al compararse con semejante diamante cuando ella era una piedra de fantasía. Sintió un revoltijo en el estómago cuando vió a Vee tomar asiento junto a Marcel para besarlo.

*

Más tarde cuando Vee y Marcel había terminado el desayuno, el rizado pidió la cuenta a la mesera. Vee ya no tuvo problemas con ella, ya no notaba a Marcel incómodo o como ella le robaba las miradas.

Marcel hubo pagado la cuenta al fin, Vee sentía un peso menos de encima con el hecho de irse de aquel lugar. No volvería ahí, mucho menos con Marcel.

Katelyn tenía que entregar una orden en la mesa frente a ellos justo cuando decidieron por retirarse del lugar. Sintió la sangre helarse cuando se levantaron de la mesa, pero Marcel estaba ocupado tomando la mano de Vee, él no se dio cuenta de la presencia de Katelyn, ella tenía que reaccionar rápido si no Marcel la vería, entonces bajó la mirada, cargando la bandeja, encima un pichel grande con jugo de naranja que ocultaba su rostro a la medida; y literalmente Marcel pasó junto a ella, susurrándole un suave "con permiso". Katelyn carraspeó en respuesta, le dio la espalda cuando dejo los platillos en la mesa y hubo retirado algunos.

Katelyn había sido muy cuidadosa al no dejarse ver por Marcel, suspiró de alivido pero Vee notó a la mesera demasiado sospechosa, parecía temblar por la presencia de ambos, no obstante, seguía resentida por echarle el ojo a su chico varias veces sin poder reclamarle nada, sin mas le metió el pie. Katelyn fue lo demasiado testaruda para tropezarse, soltó la bandeja para poder sostenerse de sus brazos cuando cayó al piso, los platos y las tazas se hicieron añicos causando un estruendo llamando la atención de todos los comensales.

Marcel volteó al ver a la chica en el piso, tuvo el impulso de ir a ayudarla, soltó la mano de Vee y se acercó a la mesera.

— ¿Estás bien? –le preguntó Marcel agarrando su hombro para ayudarle a levantarse.

Katelyn se estremeció al sentir su toque, sabía que era él, por era el único que le hacía sentirse de esa manera. Se reincorporó rápidamente cuando fue capaz de reaccionar, su mejillas se enrojecieron de la vergüenza.

Finalmente ambos se enfrentaron cara a cara.

— ¿Katelyn?

Vee quedó boquiabierta al escuchar ese nombre de los labios de Marcel y más con la chica de frente. Al parecer le había salido mal el chiste.

El ambiente se transformó completamente, se respiraba la tensión. Katelyn abrió la boca pero de ella solo salió aire. Estaba muy exaltada de tener a Marcel frente por primera vez después de romperle el corazón, de haber perdido a la criatura que era hijo de su hermano gemelo.

— M- marcel. –balbuceó Katelyn llevando un mechón de cabello detrás de su oreja. – Q-qué gusto verte. –sonrío nerviosa.

— Ah igual. –respondió Marcel inseguro. –¿Estas bien? –preguntó al muy, demasiado, pálida. Katelyn asintió con la cabeza.

—Si si, fue un accidente, ya sabes como soy de descuidada. –contestó en risas nerviosas. – Tendré que limpiar este desastre. –dijo Katelyn refiriéndose a los platos rotos.

Vee observaba seria la escena. ¿A caso Marcel había olvidado su presencia? Fingió una tos seca para llamar si atención.

Ambos la miraron. Vee se acercó a él, colgándose a su brazo, como un gesto de posesión ante la chica.

— Marcel, ¿Quién es ella? –preguntó suave intentando no perder el control. Marcel se sobresalto como si hubiese olvidado sus modales.

— Ah ella es... Kate una vieja amiga. –vaciló Marcel en responder.

Vee se hizo la sorprendida y la examinó de pies a cabeza, juzgando en silencio su camiseta roja destintado por exceso de lavado, los jeans negros rotos como si tuviera uno solo para vestir, las zapatillas blancas más sucias que el piso, la coleta medio despeinada y el exceso de base bajo sus ojos. Vee ladeó la cabeza, dedicándole una media sonrisa.

— Kate... Ella es Verónica... mi novia. –la presentó en un tono casi inaudible como si se avergonzará. Katelyn no se quedó atrás y fingió sorpresa.

—Vaya, qué inesperado. –simuló emoción. – ¡Bien por ti! –hizo un gesto de aprobación a Vee, cuando por dentro moría estar en su lugar.

Vee sonrió falsamente como forma de agradecimiento, Katelyn no le cayó para nada bien. 

Los tres se miraban bajo un silencio incómodo.

—Fue un gusto verte... –comenzó a despedirse Marcel.

—Si, claro, tienes que irte yo solo trabajo aquí. –hablaba Katelyn desinteresada.

—Así es, espero verte pronto. –Marcel empezó a retroceder.

Vee entrelazo su mano con la de él y lo impulso a moverse más rápido.

—Gusto en conocerte, Verónica. –se despidió Kate con la mano aunque había mentido, estaba tan desagradecida simplemente con su existencia.

Vee le dirigió algo más parecido a una mueca antes que dejara el lugar junto a  Marcel,  más tarde le exigiría una explicación.

— Robinson, espelo que limpie este desastre. –apareció el señor Chen. 

Ella puso los ojos en blanco, ya sabía lo que tenía que hacer. Pero con Marcel y Vee en su cabeza no le permitían pensar con claridad.

***

Cap 29 listo
Lo prometido es deuda... Kate y Marcel al fin.🙌🏼

Vee indignada y Marcel se ha confundido en tan solo ver a Katelyn. Da mucho de que hablar,

Btw... El trailer ya esta casi listo😁

¿qué les pareció?
no olviden comentar y votar🙏🏼

Un beso, M

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