26. Los malaventurados no lloran

Un arduo día de trabajo tenía agotada a Katelyn Robinson, no recordaba lo difícil que era ser mesera. Clientes insatisfechos, niños llorones, un jefe morboso, en fin, un desastre. Extrañaba trabajar en el Le Jolie Cafe con su mejor amiga Jane, sonriente siempre mientras le servía una taza de café a Marcel y él dibujaba o pasaba la tarde leyendo cuando esperaba a que acabase el turno de Kate.

Marcel.

Ella entró a su apartamento soltando un suspiro de alivio. Su estómago pedía a gritos por comida, se paseo hasta su pequeña nevera, al abrirlo esta despidió un olor desagradable, mareándola al leve respiro.

El jamón estaba podrido. Emitió un quejido y lo cerró de un golpe. Ya lo limpiaría más tarde, mientras tanto seguía con hambre.

—Pediré una pizza. —se dijo a si misma caminando hasta el teléfono.

No tardó en pedirla, una grande de peperoni con mucho queso para ella sola. Sin embargo el pensamiento no le duro mucho hasta que tocaron la puerta. Katelyn se extrañó, la pizza no podría ser porque la acaba de pedir. Se asomo a la pequeña abertura de la puerta, se trataba de Dean y Kenny los que la habían venido a visitar.

Emocionada quitó el seguro y abrió la puerta para recibirlos con un abrazo.

—¡Qué sorpresa!—exclamo al separarse de ambos que la miraban con una sonrisa. —¿Qué los trae por aquí? —los invitó a pasar.

—Era hora de visitarte. —contestó Dean ingresando al apartamento, le echo un vistazo y se extraño al verlo  no tan ordenado, con algunos libros desparramados en la mesa, los trastes sin lavar en el fregadero y una que otra prenda tendida en el sofá.

—Solo han pasado tres semanas. —aclaro Katelyn cerrando la puerta. —Me hubiesen avisado que vendrían, al menos limpiaba un poco. —expreso apenada.

—Se te extraña mucho. —dijo Kenny curioseando entre los libros de la mesa, eran de Medicina. Luego regreso su vista a Katelyn. —Ya se te nota algo de pancita ¿Cómo has estado? —se acercó a ella y acarició su vientre.

Katelyn se sintió cohibida y cubrió su vientre con la chaqueta. Luego exhalo.

—He tenido mejores días.—contestó Katelyn yendo a su sofá, donde Dean había tomado lugar. —Tengo muchas náuseas y no dejo de sentir hambre, parece que saldra como su padre. —bufó en broma.

A pesar de lo mal que iba su vida, nunca dejaba de mostrar una sonrisa.

—Supongo que no piensas decirle nada a él. —dijo Dean, hizo poner seria a su hermana.

—Supones muy bien. Implicaría decirselo también a Marcel. —respondió Katelyn a la defensiva. —Nunca me lo perdonaría cuando ni yo misma logró hacerlo —musitó decaída.

—Deja de mortificarte, Kate, no me gusta verte así. —le animó Dean. —Ahora cuenta ¿Qué pasó con Cambridge?—cambió el tema, Kate se sintió mejor.

—Aún estoy en la lista de espera, ruego por quedar. —expresó Kate juntando las manos en modo de suplica. —Si eso pasa podré comenzar en otoño. —se emocionó haciendo un bailecito gracioso.

—Me alegro mucho, Doctora Robinson. —comenta Kenny apoyando una mano sobre su hombro. —¿En que te especializarás?

—Al principio quería pediatría, pero con esto del embarazo, he investigado mucho y me gustaría obstetricia. —respondió Katelyn.

El timbre suena nuevamente y Katelyn se levanta para atender, más que nada hambrienta por la pizza que recién llegó. Pago y le agradeció al repartidor, luego se dirigió a la cocina con la gran caja de pizza que al abrirla despidió el delicioso aroma del queso derretido, lo suficiente para que a Dean y a Kenny se les abriera el apetito.

—¿Se les antoja? —preguntó Kate asentando la caja en la barra.

—Ahora que preguntas... Sí. –contestó Kenny con humor sobándose la barriga, se acercó a la barra y robo un pedazo de la pizza, Dean le siguió.

Katelyn rió mientras negaba con la cabeza al ver a su amigo y hermano hambrientos.

—En un momento les sirvo algo de jugo. —les avisó Katelyn yendo hacia la nevera.

Lo abrió e intentó ignorar el mareo que le provoca el olor del jamón podrido, con deprisa saca la caja de jugo -que por suerte aún no ha caducado-, antes de cerrarlo.

Katelyn sacó un par de vasos de vidrio del lavavajillas y vertió el jugo en ellos, se dirigía a ambos chicos cuando fuertes calambres acompañado de un dolor abdominal la tomaron por sorpresa. Kate perdió el equilibrio a causa del dolor y soltó los vasos para sostenerse en la barra.

El estruendo de los vasos haciéndose añicos llamaron la atención de Kenny y Dean, que de inmediato corrieron por ayuda de Katelyn.

—¡Kate! ¿Qué tienes? ¿Te encuentras bien? —le interrogó Dean ayudándole a sostenerse de pie. — Cuidado. —advirtió ante los vidrios rotos.

—Sí, estoy bien es solo...—Katelyn emitió un grito mientras llevaba una mano al abdomen.

Los calambres no paraban, cada vez eran más fuertes, y las lágrimas de Katelyn delataban lo mucho que dolían.

—No estás bien. Kenny llama a emergencias. —le ordeno Dean preocupado.

Kenny fue en busca de un teléfono pero una mancha roja comenzó a teñir los pantalones de Katelyn.

—Kate, estas sangrando. —avisó Kenny, lo suficiente para que Katelyn se alarmara.

—¡Dean, el bebé! —palideció ella pensando lo peor. —No puedo perderlo, a pesar de todo es mi hijo. —lloró ella abrazándose a su hermano.

—No lo vas a perder, Katelyn—le dijo intentando calmarla.

—Estoy llamando a Emergencias, mi amiga, ella esta sangrando... —explicaba Kenny alterado después de ver a su amiga en ese estado.

—Olvídalo, Kenny, la llevaré yo mismo. —sentenció Dean cargando a su hermana en brazos.

Kenny colgó el teléfono aún respirando con dificultad, ayudó a Dean a llevar a Katelyn hasta el hospital.

(...)

Dean caminaba de un lado a otro en la sala de espera mientras que Kenny yacía sentado sintiendo dos cosas a la vez; preocupado por su mejor amiga y harto de las constantes vueltas que daba Dean por la sala. Hace una hora que habían ingresado a Katelyn en Urgencias, y ni un doctor se dignaba a salir para decirles cómo se encontraba.

—Dean, siéntate. —le pidió Kenny ya desesperado.

—No puedo sin saber cómo se encuentra mi hermana. Me preocupa todo este asunto. —expresó Dean mordiéndose las uñas.

—Si es por los gastos, no te preocupes ya lo he cubierto todo. —le hizo saber Kenny, aún así Dean estaba con los nervios de punta.

El doctor apareció por el pasillo, Dean se adelantó, con Kenny pisándole los talones, para llegar hasta él.

—¿Son familiares de la señorita Robinson? —preguntó el doctor.

—Soy su hermano ¿Cómo esta mi ella? —exigió saber Dean de inmediato.

—La señorita esta bien, aunque perdió demasiada sangre en la hemorragia por lo cual hicimos una transfusión, sin embargo se encuentra estable... —contestó pero Dean sabía que eso no era todo, trago saliva.

—¿Y el feto? —se atrevió a preguntar, la cara del doctor no mostraba buenas noticias.

—Lamento decir que el feto no sobrevivió. Sufrió un aborto espontáneo y tuvimos que extraer los restos... —Dean se llevó una mano a la boca sin creer lo que escuchaba. —El aborto se debió a un cromosoma anormal en el embrión, es un problema que ocurre al azar cuando el ovulo fertilizado se divide y crece. Parece que su hermana no corrió por la misma suerte.

Dean no había entendido ni la mitad de lo que el doctor habló, pero si tuvo claro que Katelyn perdió a su hijo. El hijo de Harry, por más retorcido que sonara.

—¿Ella sabe? —preguntó.

—No, aún sigue anestesiada. —respondió el doctor.

—¿Puedo pasar a verla? —el doctor negó con la cabeza.

—Será mejor que la deje reposar hasta mañana, será un golpe duro para ella. —recomendó el doctor, a Dean no le quedó más que asentir.

El doctor se disculpó al tener otros pacientes que atender, Dean se volteó hacia Kenny que lucía la misma expresión preocupante. Ambos caminaron hasta sus asientos, se dejaron caer en ellos decaídos.

—Tenemos que ser honestos, al fin y al cabo Katelyn no quería tener ese hijo. —habló Kenny con sinceridad.

—No es el momento, Kenny. —contestó Dean cabizbajo.

—Por favor Dean, ¿Cómo le iba a explicar Katelyn a sus padres al regresar a Londres con un niño en brazos? ¿O a caso no planeaba regresar? — cuestionó el moreno.

—Estamos hablando de una vida. —aclaró. —Ahora solo falta decirle a Kate. —exhalo Dean mirando hacia el techo.

No podía evitar pensar que Kenny tenía razón, Kate no deseaba tener a ese hijo del todo, por lo cual podría regresar a Londres y actuar como si nada, pero era una vida y aquella criatura no tenía la culpa de nada.

(...)

Al día siguiente Dean despertó con un ligero dolor en el cuello, haber dormido en las frías sillas de la sala de espera pudo ser la peor decisión que tomó en su vida. Pero lo que sea por su hermana.

Kenny se detuvo frente a él extendiéndole un vaso de café directo de la máquina. Le agradeció el gesto a su amigo y bebió del café tranquilamente.

—¿Ya pensaste en lo que vas a decir? —preguntó Kenny rompiendo el frío silencio de la sala.

Dean soplaba el café para disminuir la altar temperatura que poseía, fijó su vista a Kenny esperando su respuesta.

— Sí. —contestó Dean con aire resignado.

Una hora más tarde, Dean tuvo la autorización de acceder a la habitación de Katelyn.

Observo a su hermana aún dormida en la espalda, se arrodillo a lado de ella tomando su mano, Dean se sentía destrozado al verla de esa manera, dormida y tranquila, pero aún así dolía. Él le había prometido protegerla y falló. Él tenía que decirle a Katelyn que perdió a su hijo, el hecho de hacerlo estaba dándole otra carga más que debía soportar.

—Perdóname, Kate. —murmuró Dean al borde de las lágrimas, depositando un beso en su mano.

Katelyn se movió al sentir la presencia de su hermano.

—Dean. —sonrió débilmente al ver a su hermano.

Dean siseó tratando de callar a su hermano, se inclinó más a ella.

—Aquí estoy, hermanita. —musitó él.

Katelyn despertó completamente y no pudo evitar la sensación de un vacío en su interior. La sonrisa se le borró completamente al recordar por qué estaba ahí, y más que nada, por la cara de malas noticias que Dean traía.

—Dean. —dijo ahora más alerta. —Dean ¿Qué pasó? ¿Por qué me mira así? —cuestionó, malos pensamientos no dejaban de hacer ruido en su cabeza.

Toco su vientre reincorporándose poco a poco en la camilla.

— Lo perdí, ¿No es cierto? —preguntó horrorizada. Dean no pudo hablar bajo la cabeza sintiendo un nudo en la garganta. —¡Dean! ¡Responde! —gritó Katelyn con los ojos aguados.

—Tuviste un aborto espontáneo. —Dean logró responder. —Lo siento, Katelyn...—lloriqueó el muchacho aferrándose a la mano de su hermana.

A Katelyn se le erizó, quedó pálida un momento antes de romper en llanto. Dean la abrazó y ella se aferró aún más.  ¿Cómo puedes encariñarte con alguien que no conoces y en tan poco tiempo? Katelyn sintió el pesar y un golpe de remordimiento.

—Él no tenía la culpa de nada. —lamentó Katelyn entre sollozos. —No era su culpa, no lo era. —repetía ella ahogándose en la tristeza.

Todo había sido culpa de ella. si tan solo no se hubiera metido con Harry en primera, nada de esto hubiese pasado, pero siempre tan ciega, siempre tomando las peores decisiones que le han otorgado desgracia tras desgracia. Perdió a Marcel, a su hijo. ¿Qué más tenía que hacer? Antes de perderse así misma.

***

Cap 26, disponible y completo

Una disculpa por el error de hace días,
Lo que tanto querían, un capítulo dedicado a Katelyn. Algo triste pero ahí la tienen.

No olviden votar y comentar.

¿Qué les pareció este capítulo?

Un beso, m

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