21. Culpa
—Katelyn, toma. —apareció Dean en la puerta de su habitación sosteniendo una bolsa de plástico.
Katelyn, que estaba desparramada en la cama mirando hacia el techo, se levantó de inmediato al ver a su hermano tendiéndole la bolsa. Ahogó un grito cuando vio el contenido, no podía estar más agradecida con Dean, pero él la miraba con una expresión muy seria.
—Sea cual sea el resultado no me queda más que apoyarte, aunque me pese, eres mi hermanita y me preocupo por ti. —le dijo.
La envolvió en un abrazo reconfortante, le plantó un beso en la frente antes de retirarse y dejar a Katelyn enternecida por sus palabras.
Ella sacó la caja y leyó en grandes letras rosas: PRUEBA DE MATERNIDAD. Su piel se erizaba al momento de pensar el resultado. ¿Qué haría? ¿Qué le diría a sus padres?, y lo más importante, ¿Que le diría a Marcel? ¿Sería él capaz de perdonarla?
Katelyn se encerró en el baño y siguió las instrucciones del empaque. Retiro la tapa y orino en el extremo absorbente.
Ahora venía lo que más temía...
*
Harry refrescó la página una vez más. No podía creérselo, había pasado la materia de Historia Universal con un, a duras penas, alcanzable 65 de promedio.
Se había salvado del verano, y... Adiós al insoportable profesor Graham.
El canto de victoria no duró demasiado puesto que al ver la nueva agenda del semestre, se percató que en Historia Universal II estaba el profesor Graham como maestro, otra vez.
— Oh, mierda. —suspiró antes de desparramarse en su asiento.
Harry se reincorporo al escuchar un estruendo al otro lado del pasillo. Le llamó mucho la atención que se asomó para ver que sucedía. Se trataba de Marcel cargando unos lienzos nuevos que había pedido por internet, sin embargo el peso le ganó y algunos yacían tirados por el piso.
— ¿No piensas ayudarme?—reprochó Marcel batallando por alcanzar los lienzos tirados con una mano mientras que con la otra sostenía unos más grandes.
—Tengo cosas mejores que hacer. —respondió Harry metiéndose nuevamente a su cuarto.
—Gracias. —ironizó Marcel cuando Harry cerró la puerta.
Marcel dejó los lienzos en su habitación antes de ir por los otros que seguían tirados en el pasillo. Miró la hora en su reloj... ¡Ya era tarde!
Tenía que ver a Katelyn en el Le Jolie Cafe, habían quedado de verse porque según ella tenía algo importante que decirle. Marcel la había visto actuar muy extraña los últimos días después de la fiesta de año nuevo. Quizá le debía un explicación por su forma de actuar tan indiferente hacia él, incluso se había planteado muchas teorías. ¿A caso se hartó de mí? ¿Es por qué soy virgen? ¿Fue por qué me vio borracho? ¿Qué habré hecho mal en tal estado? Sea lo que sea, había hecho a Marcel dudar de él mismo, y le entraba el miedo de perderla cuando a penas todo comenzaba.
Se sacudió la cabeza, si no quería atraer malas vibras. Tomó la llaves de su nuevo auto, un Grand 10, Hyundai, era un auto hecho a la medida para él. Recién el día de ayer lo sacó de la agencia así que era la primera vez que lo sacaba a pasear por la ciudad.
Se subió aspirando el olor a auto nuevo combinado con el aromatizante de vainilla que su mamá le había regalado por adquirir el nuevo auto.
Manejo hasta la plaza, pagó el estacionamiento y lo dejó aparcado. Se bajó asegurándose de haber activado el alarma anti-robos.
Los días que Katelyn descansaba de la cafetería, los ocupaba para pasar tiempo con Marcel, a veces en su casa o la casa de él, iban al cine, a comer, o gastaban su tiempo en la cafetería. Como sea, pero juntos.
Marcel entró a la cafetería y se alegró de ver a Katelyn sentada en la barra mientras giraba la cuchara dentro de la taza de café humeante. La sorprendió dándole un beso en la mejilla. Ella se sobresaltó pero cuando se dio cuenta de quién se trataba no pudo evitar la sensación de alivio. Marcel tomó asiento a lado de ella.
— ¿Cómo estás? —le preguntó. —Te escuchaste un poco extraña por el teléfonos—observó apoyando los brazos en la barra.
Katelyn alzó los hombros soltando un largo suspiro.
—Marcel... Creo que deberíamos darnos un tiempo. —lo miró.
Marcel sonrío nervioso asimilando antes de ponerse serio.
—¿Hice algo mal?—preguntó desconcertado, apiadándose a sus teorías. Katelyn negó de inmediato tomando la mano de Marcel, él notó que estaba temblorosa.
—No eres tú, Marcel, creo que lo nuestro fue muy pronto. —dijo intentando sonar suave.
— No sé de que hablas. —habló sin asimilarlo completamente.
— Marcel, estuve dos años con alguien que me hizo mucho daño. Creo que no estoy lista para iniciar otra relación. —se excusó.
Marcel se soltó de la mano de Katelyn, dañado por sus palabras, y ella sintió una oleada pesada, reprimió las lágrimas.
— Yo no te haré daño, ¿Cómo puedes pensar eso de mí?—se indignó él.
—No sé como explicarlo. —dijo Katelyn al no encontrar nada bueno que decir.—Lo siento, Marcel, te quiero pero no puedo estar contigo. Es lo mejor. —sentenció antes de levantarse del asiento y retirarse sin antes haber pagado su café sin acabar.
Katelyn esperaba a que Marcel la siguiera, que insista saber una razón más lógica, pero al voltearse él estaba de espaldas cabizbajo. No sabía si decepcionarse o pensar que había hecho lo correcto.
Su hermano Dean la esperaba a fuera de la plaza, Katelyn se subió al asiento del copiloto sin decir nada.
— ¿Qué vas a hacer?— preguntó Dean rompiendo el silencio.
— Irme, es lo mejor. —respondió.
—Kate, te dije que te ayudaría pero créeme, escapar no es la mejor opción...
—¡Basta de sermonearme, Dean!—explotó Katelyn. —No quiero lastimarlo más.
—¿Le dijiste la verdad?—Katelyn negó con la cabeza, cerró los ojos dejando que las lágrimas derramaran por sus mejillas.
—No pude.
Dean arrancó el auto en camino hacia la estación del trenes, ahí Katelyn tomaría un tren hacia Cambridge. Convencer a sus padres no había sido fácil, iría ahí con la excusa sobre la beca que solicitó en la Facultad de Medicina en Cambridge, además de que ella ya era mayor de edad y lo suficientemente madura para llevar a cabo sus responsabilidades. Al final, ellos aceptaron bajo la influencia de Dean.
*
Marcel no quiso quedarse ni un segundo más ahí, reclamarle sería cómo obligarla a estar con él. ¿A caso todo lo que hizo por ella nunca fue suficiente? ¿Él no era suficiente?
Se levantó del asiento, a fuera la lluvia descendía, acompañando el ánimo nostálgico de Marcel.
Al llegar a su casa lo primero que hizo fue encerrarse en su habitación, y llorar. En su mente solo rondaba la pregunta del millón. ¿Qué hice mal?
*
— Gracias, Dean. —agradeció Katelyn al abrazar a su hermano.
—Te iré a visitar cada que pueda, y llámame si ocurre algo, Katelyn. Te voy a extrañar. —le dijo él al separarse.
—Yo también, Dean, te llamare todos los días. —aclaró ella limpiándose las lágrimas. —Te amo. —le sonrió.
Llamaron a su tren, Katelyn volvió a abrazar a Dean una vez más, sabiendo que era hora de su partida.
Cargo con su maleta, y se dirigió hacia la plataforma, volteó de nuevo hacia su hermano, y por un momento creyó que era Marcel esperando por ella, pero solo era Dean él que estaba ahí presente por su partida. Quizás y uno de los pocos que sentiría su ausencia.
Se sentó en su respectivo lugar, y se puso a pensar en el repentino cambio que estaba haciendo, ella pensaba que era lo mejor, y ahora tenía que enfocarse en sus estudios de Medicina, buscar un buen trabajo para mantenerse, y sobretodo, lidiar con la pequeña criatura que llevaba en el vientre.
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