Epílogo
Un año después...
Me observo en el espejo y suelto una carcajada observando la playera autografiada que tiene el número trece en el pecho. Suelto un largo suspiro y niego un poco tratando de que mi cerebro termine de aceptar la idea de que hace exactamente un año atrás estaba renegando por tener que asistir a un partido de fútbol americano y ahora no sólo iré a uno, sino que asistiré a un partido de fútbol americano portando una playera con el número trece, el número de mi novio.
—¿Puedes darte prisa?—cuestiona Selina entrando en mi habitación. Se queda quieta observándome fijamente con esa mirada típica de ella cuándo quiere resaltar algún punto que cree que es importante. Comienza a reír y yo la observo un momento en silencio.—No me lo puedo creer...
—Anda, dilo—señalo cruzándome de brazos.
—¡Te lo dije!—señala en medio de una risita burlona—Leire, es que...es tan raro verte en esta faceta donde eres un dulce de leche andante—se burla y yo niego de inmediato—Mira que me dan ganas de hacerte una fotografía portando la playera de Zabdiel para imprimirla tamaño poster como el del guapo de Shawn Mendes y ponerlo en mi pares...justo a su lado—se ríe—mira que para ti debería ser un honor saber que vas a estar junto a Shawn—me uno a su risa y niego de nuevo.
—La verdad es que si es bastante irónico—murmuro volviendo a contemplarme en el espejo de cuerpo completo.
—¿En dónde rayos está la Leire que odiaba a los futbolistas, eh? Te quejabas todo el tiempo de las chicas que se pasaban todo el bendito día observándolos desde la distancia como si fuesen unos guapos y sexys dioses griegos del Olimpo y terminaste siendo la novia de uno de ellos, y no sólo eso...cambiaste tus planes por uno de ellos...—se burla de nuevo y ambas reímos.
—No me arrepiento de haberlo hecho, Selina—le digo en medio de un pequeño.
—Lo sé y me siento totalmente orgullosa de ti por ello—susurra sonriéndome—pero bueno, pensé que te pondrías el número de Fabricio—me río.
—Sí, sobre eso...Alex lo usará—Selina me observa con los ojos bien abiertos y luego ríe de nueva cuenta.
—Tiene una mini fan, eh—suspiro.—En realidad me da algo de pena tu hermano, creo que yo podría usar su número en señal de apoyo—la observo fijamente y hago una mueca de horror.
—¿De verdad?—cuestiono en voz baja.
—¡Claro que no! No me quitaría el número de Christopher ni aunque Fabricio me pagara—anuncia—aunque bueno, sí la paga es un boleto para el concierto de Shawn Mendes creo que podría considerar la oferta...
—Si...definitivamente no quisiera ser tu novio—me mofo cruzándome de brazos.
—¡Es Shawn Mendes!
(...)
Me siento en la grada designada para las familias de los futbolistas y observo fijamente al montón de figuras uniformadas que se alinean en el campo de juego pero la verdad es que no soy capaz de apartar mis ojos del muchacho que lleva en el jersey el número trece, se mueve tan confiadamente y aunque no puedo divisarlo porque lleva un casco que le cubre todo el rostro, sé que está sonriendo.
Está portando ese tipo de sonrisa que haría que todos y cada uno de los modelos de Hollywood se sintiesen celosos de él. La sonrisa más linda del mundo.
Sé que sus ojos están brillando con una intensidad inigualable que hasta el cielo más estrellado se sentiría intimidado por él. Los ojos más hermosos que he visto alguna vez.
Ansió que el partido termine porque aunque ahora sea la novia de uno de ellos mi torpe cerebro sigue sin entender del todo que es lo que hacen, porque lo único que quiero hacer es que él me abrace, que me bese de la misma manera tierna en la que lo hace cada vez que uno de los partidos terminan favorablemente para su equipo. Porque sus brazos y sus labios son mi lugar favorito.
El montón de chicas que siguen desviviéndose por ellos gritan tan fuerte que intenta dejar sordo a cualquiera que esté a diez kilómetros a la redonda, me doy cuenta de que alguna que otra me lanza miradas fulminantes pero las ignoro. Porque eso es lo que mejor hago. Su club de fans sigue siendo totalmente insoportable.
Vuelvo a llevar mi vista hasta Zabdiel que le grita a Fabricio en señal de indicaciones y me rio un poco dándome cuenta que realmente tiene dos facetas. El enigmático y misterioso dictador de jugadas que pasa el tiempo gritándole a sus compañeros. Y el chico tierno al que le gusta comer pizza y ver películas infantiles con su hermana de ocho años, ese al que le gusta planear citas. Porque definitivamente es el mejor planeador de citas que he conocido en mi vida.
No soy consciente del tiempo que pasa hasta que escucho el silbatazo que anuncia que el encuentro ha terminado. La tribuna llena de personas estalla en gritos y vítores celebrando la victoria del equipo de la universidad. Los aplausos hacen que mi corazón palpite al ritmo de ellos y luego observo a los jugadores de ambos equipos dándose la mano amistosamente. La porra del equipo comienza a escucharse y luego algunos de los futbolistas se acercan a las porristas que de inmediato les lanzan sonrisas coquetas.
Zabdiel se acerca a mí a paso lento con el casco en la mano. Me ofrece ese tipo de sonrisa que hace que mi cuerpo entero vibre y justo cuándo está por llegar a mi Alex lo intercepta lanzándose a sus brazos. Él ríe y deja caer el casco elevándola cuidadosamente y repartiendo besos por todo su rostro mientras la niña ríe totalmente contenta por las muestras de cariño de su hermano. Luego suelta un chillido cuándo Fabricio y Chris se acercan a nosotros charlando animadamente y tengo la impresión de que se debate mentalmente por cuál de los dos abrazar primero.
Me rio en voz alta y Zabdiel me abraza por la cintura antes de besarme.—Felicidades, campeón—murmuro contra sus labios y él ríe.
—¿Viste ese touchdown?—cuestiona lleno de orgullo.
—Claro que si—respondo y él vuelve a besarme.
—Te amo—decreta mirándome a los ojos.
—Te amo más—murmuro pasando mis brazos por su cuello. Él sonríe y me besa otra vez.
—Tengo algo para ti...—anuncia y le lanza una mirada a su madre que de inmediato sonríe. Le entrega una especie de pergamino y suspira—Espero te guste—me dice entregándomelo.
Lo miro llena de curiosidad y lo abro cuidadosamente. Mi corazón se acelera de inmediato y me río como boba apenas me doy cuenta de lo que es.
—Diez razones para pasar la vida juntos...—leo lentamente y él ríe antes de besar mi frente.—Me encanta—anuncio en el mismo momento en el que Zabdiel me abraza fuertemente.—Te amo...
Y obedeciendo a las indicaciones que hay en su lista, lo beso.
Un beso lento, cálido y hermoso. Como todos los que compartimos. Un beso único.
—¿Sabes que es lo que más me gusta de tu lista?—cuestiona sonriéndome una vez que nos separamos.
—¿Qué?
—Que hiciste todo lo contrario a todos los puntos que anotaste ahí. Y te amo por ello—anuncia rozando sus labios con los míos.
—¿Qué pasa con la nueva lista?—pregunto inocentemente cuándo nos separamos para volver a tomar oxígeno.
—Me voy a encargar de hacer cumplir todos y cada uno de los puntos que están escritos ahí...—susurra y yo me río.
—¿Es una promesa?—él niega y yo frunzo el ceño.
—Es una advertencia...
_ _ _ _
¡La lista!
¡Gracias por todooooo!
Millones de besos para ustedes.
Son las mejores, de verdad. Espero que haya disfrutado cada uno de los momentos de Leidiel.
Mucho amor, Gloria.xx
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