C29: Hasta el final.

Inspiro profundamente tratando de no echarme a llorar tan pronto como me alejo de mi familia que a su vez me observan fijamente con lágrimas en los ojos. Pero alguien tiene que ser la fuerte ¿no? Me aferro más al asta de mi maleta y al sobre amarillo que Zabdiel me entregó unos minutos atrás y sigo caminando controlando las ganas que tengo de volver.

Como si de un zombi se tratase coloco mi maleta en la banda transportadora y espero a que el oficial me ceda el paso. Avanzo de manera lenta por el estrecho pasillo que me llevara directamente a abordar el avión y justo cuándo doy los primeros pasos me giro para encontrar a mi familia, mis amigos y mi novio con la nariz pegada al cristal del enorme ventanal de la sala de espera, observándome.

Llevo mis ojos al cielo donde las enormes nubes grises lo adornan y mi corazón se estremece antes de volver a mirarlos en la distancia. Les ofrezco una sonrisa fingida que sé no notarán y les saludo una vez más a modo de despedida.

—Nueva York te espera, Leire—me digo a mi misma en un murmuro y los vuelvo a observar fijamente sintiendo como con cada segundo que pasa mi corazón se agrieta todavía más. Me giro de nueva cuenta y sigo con mi camino para poder subir al avión donde otro oficial me ofrece una sonrisa cansada.

Busco con la mirada el número de asiento que tengo plasmado en mi boleto de avión y dejo escapar un suspiro cansado cuándo me doy cuenta que tengo que viajar con una pareja de lo que parecen ser recién casados.

La rubia de ojos grises no deja de sonreír y de entrelazar su mano con el chico de cabello negro y ojos verdes que la hace reír. Parecen realmente enamorados e inmediatamente me quise morir apenas comprendí que me esperaba un largo vuelo de casi tres horas junto a ellos. ¿Por qué la vida tenía que ser así de fea conmigo? Suelto un bufido de pura frustración y me dejo caer en mi asiento colocándome de inmediato los auriculares para por lo menos no tener que escucharlos.

Cuándo la voz de Meghan Trainor cantándole a su querido futuro esposo penetra mis tímpanos pongo los ojos en blanco y cambio de canción. Abro cuidadosamente el sobre amarillo que lleva mi nombre encontrando dentro una hoja rosada y otro papel al que no le presto atención. Me rio en voz baja cuándo encuentro la letra desprolija llena de faltas de ortografía del pequeño pero adorable demonio castaño.

QeriDa LeiRe:

Zab me dijo qe te vaz a ir a la ezcuela por un año entero. De berda? Intonte yamarte pero Zab no me dejo. Dijo qe eztavas canzada i que qeriaz dormir. Me pone trizte qe te vallas porqe erez la única amiga qe tengo aqi. Me diberty mucho contiguo. Tanvien me pone trizte porqe Zab llora i no me guzta que aga ezo. El dize qe tu vaz a zer la mejor i qe tengo qe estar orbuyoza de ti. Te qiero mucho i por favor no te tardez en benir a berme. Te regalo miz aorroz para qe los gaztez en tu ezcuela. Zab me dara maz luego. Con amor, Alex. XOXOXO.

Tomo entre mis manos el sobre amarillo y efectivamente hay dinero en él. Encuentro un dólar doblado por la mitad y niego un poco antes de volver a llevar mi mirada hasta la pareja a mi lado que charlan amenamente sin darse cuenta que tengo el corazón en la mano y que estoy a punto de echarme a llorar por toda la ternura que esa niña despierta en mí.

—¿Recuerdas cuándo nos conocimos?—cuestiona en voz baja la rubia observando al chico que le sonríe ampliamente antes de besarla.

—Me odiabas—se ríe el muchacho—Pero en realidad me amabas y no sabías como hacérmelo saber... ¿sabes una cosa? Amo que desde que nuestra relación comenzó no hemos estado lejos el uno del otro...amo cada uno de los momentos que hemos pasado juntos...han sido increíbles...mejor que el amor de Romero y Julieta...

...

—Vamos, Leire. Hablemos sobre Romeo y Julieta ¿no es eso lo que todas chicas quieren? Hablar de amor y ese tipo de cosas?

—Ya puedo ver al montón de descerebradas suspirando cada vez que comiences a hablar, ni siquiera nos dejarían comenzar a explicar el tema...

—¿Eso que escucho son celos, novia?

—Claro que no, tonto.

...

Puedo recordarlo todo. El primero beso que compartimos. La primera vez que me tomó de la mano. La primera vez que me dijo que me quería. La primera vez que yo le dije que lo quería. El momento exacto en el que me confesó que estaba enamorado de mí. La mirada que me dedicó cuándo en mi vano intento por protegerlo terminé rompiéndole el corazón. Puedo recordar perfectamente la primera vez que lo vi semidesnudo en los vestidores, la primera sonrisa que tuve la certeza que iba dedicada a mí. Todas y cada una de las veces que se apareció de la nada en mi casillero. Puedo recordar la primera vez que lo escuché decirme "te amo" y mi piel vuelve a erizarse de la misma manera en la que lo hizo la primera vez.

Mi cerebro se queda en blanco un momento mientras mi corazón late descontroladamente dentro de mi pecho. Siento la necesidad de llorar y gritar hasta que me quede sin voz cuándo otra ráfaga de recuerdos explota dentro de mi cabeza.

Y entonces lo comprendo todo de golpe.

—Disculpa... ¿me puedes decir que hora es?—cuestiono en voz baja tocando lentamente el hombro del muchacho.

—Casi las siete. El vuelo está retrasado diez minutos, se supone que ya deberíamos haber despegado...debe ser por la tormenta que se ha empezado a desatar—responde sonriéndome y luego de repente su sonrisa se esfuma.—¿Te pasa algo? ¿Te podemos ayudar? Podemos llamar a la azafata para que te consiga un analgésico o algo así...pareces...

—¡Gracias!—susurro poniéndome de pie en un salto.

—Oye espera...—me grita la rubia.—¿De verdad te sientes bien?

—¡Mejor que nunca!—le grito atrayendo la atención del resto de pasajeros que me observan como si fuese una loca—Gracias...y feliz viaje.

—Tranquila cariño, vas a estar en contacto con Leire todo el tiempo, no es el fin del mundo...sé que te duele pero es por el bien de ella—susurra Christopher sin apartar sus ojos de la calle transitada de personas que corren de un lado a otro tratando de evitar empaparse todavía más.

Para hacer todavía más gris el día lo que parece ser el diluvio de la película de Noah se ha desatado en la ciudad. Un día gris. Tan gris como mi estado ánimo en este momento. Selina se aferra más el abrigo negro que lleva puesto y luego se gira en el asiento del copiloto para observarme.

Le ofrezco una sonrisa cansada antes de volver a posar mis ojos en la ventanilla del auto tratando de tapar el hecho de que no quiero hablar con nadie.

—Oye Zab...podemos ver la repetición del partido de los Dolphins...tal vez ahora si ganan—bromea Christopher pero me limito a suspirar.—O podemos ordenar una pizza y ver películas con Alex—añade en medio de un jadeo.—Respóndeme al menos...

—No tengo ganas, Chris. Prefiero dormir para descansar y esperar a que Leire me llame una vez que llegue a Nueva York—respondo encogiéndome de hombros.

—La pizza suena bien—agrega Selina.

—No se diga más, compramos un par de pizzas y nos vamos a casa de Zabdiel para ver películas con Alex—anuncia en medio de una risita divertida.

Me quedo en el auto jugueteando con mi teléfono y observando todas y cada una de las fotografías que he compartido con Leire y algunas con Alex. Mi corazón se estremece de nueva cuenta de la misma manera en la que la ha hecho todo el día desde que abrí los ojos esta mañana.

Leire me sonríe desde la pantalla de mi teléfono y suelto otro suspiro contando lo minutos que faltan para que hablemos por teléfono, la cosa es que no pasan rápido, al contrario, pareciera que pasan de manera lenta y hace que mis nervios aumenten.

Cuando llegamos a casa lo primero que hago es subir hasta mi habitación para sacarme la ropa húmeda que llevo puesta. Desde la comodidad de mi pieza puedo escuchar los gritos emocionados de Alex por conocer a Selina finalmente y por el hecho de que Christopher la malcríe.

Mi teléfono comienza a sonar descontroladamente y casi corro hasta la cama para tomarlo con la esperanza de que se trate de Leire pero no, el nombre de Fabricio parpadea en la pantalla de mi teléfono y de inmediato respondo.

—Zab, ¿te apetece venir esta noche a casa con Chris? Los chicos de americano estamos organizando una reunión para celebrar que finalmente nos hemos librados de la universidad—anuncia en compañía de una pequeña risita.

—No tengo ánimos para estar ir de fiesta, Fabricio pero le diré a Christopher, tal vez a él si le apetezca la idea—decido en voz baja.

—Oye, ¿sabes que mi hermana te ama, verdad?—cuestiona en voz baja.

—Sí y yo también la amo a ella como no tienes una idea—respondo y él suelta un largo suspiro.

—Va a estar bien, Zab. Vas a ver que el tiempo se va a pasar volando y antes de que te des cuenta Lei va a estar de nuevo con nosotros...—murmura.—Escucha, te veré mañana en el entrenamiento ¿de acuerdo?—cuestiona y yo asiento lentamente.

—Claro. Te veo mañana—inquiero y finalizo la llamada.

Escucho otro chillido emocionado por parte de mi hermana y me saco la camiseta lazándola de inmediato al cesto de la ropa sucia. Me quedo en silencio volviendo a contemplar fijamente por largos minutos la fotografía donde Alex, Leire y yo le sonreímos a la cámara. Totalmente felices.

Un par de suaves golpes a mi puerta me hacen apartar la mirada. Suelto un largo suspiro y me concentro en mi armario tratando de encontrar algo cómodo al tiempo que le lanzo un grito a mamá para que pueda pasar.

—¿Qué es lo que pasa?—cuestiono sin mirarla.—¿Los chicos ya te volvieron loca?—agrego pero ella no responde.—¿mamá?—me giro de inmediato y mi corazón se acelera de inmediato cuándo encuentro a una empapada Leire observándome fijamente.

—¡No soy tu mamá, Zabdiel!—me espeta y sin pensármelo dos veces me acerco hasta ella para envolverla en un largo abrazo. La escucho sollozar y beso su frente amorosamente.

—Mi amor...—murmuro apartándome un poco de ella—¿Qué es lo que estás haciendo aquí?—cuestiono tomando su rostro entre mis manos. Ella ríe en voz baja y une sus labios a los míos en un cálido beso que hace que cada una de las fibras de mi cuerpo se estremezca al mismo tiempo. Que mis piernas comiencen a temblar patéticamente y que mi cabeza de un montón de vueltas.

—No podía irme, Zabdiel—susurra una vez que nuestros ojos se conectan.—Escucha, cuándo subí al avión y me di cuenta que iba a pasar un año completo para volver a vernos de verdad que no pude soportar la idea...encima todos y cada uno de los momentos que hemos pasado juntos llegaron a mi cabeza y me hicieron comprender que no quiero estar alejada de ti, no puedo hacerlo. Me importa un carajo que el decano mismo venga a ofréceme una plaza en Nueva York, para mi primero está mi familia y tú Zabdiel de Jesús, eres parte de ella.—explica acariciando mi mejilla lentamente—Te amo como nunca me imaginé que podía amar a nadie en la vida y quiero que compartamos muchos momentos juntos...

—Te amo, Lei—inquiere sonriéndome ampliamente.

—Te amo muchísimo más, Zabdiel.—susurra uniendo nuestros labios una vez más.

—¿Juntos hasta el final, no?—cuestiono depositando un pequeño beso sobre su mejilla.

—Hasta el final...

_ _ _ _

¡El siguiente capítulo es epílogo!

Espero que les guste mucho, mucho, muchooooo.

Muchos besos y nos leemos más tarde.

Besos, Gloria, xx.

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