C27: Quiero decirte.
Me echo a correr como sí de eso dependiese mi vida sin importarme en absoluto que me perderé la siguiente clase. Pero para ser sincera ¿a quién le importa la clase del señor Enríquez? Suelto un largo suspiro apenas detecto el pasillo abarrotado de chicas que para el colmo de mis males me observan fijamente como si fuese una loca desquiciada a la que le gusta correr por los pasillos de la universidad.
Me detengo una vez que encuentro la pesada puerta de metal del teatro. Parpadeo un par de veces y aparto la mirada del pomo de la puerta porque sé que una vez que entre no habrá vuelta atrás y porque no me he detenido para reunir aunque sea un poco de valor para entrar y hablar con Zabdiel. ¿Qué se supone que le puedo decir?
Inspiro profundamente y cuento mentalmente hasta diez. Vuelvo a tomar el pomo de la puerta y tiro de ella para abrirla. El lugar está en completo silencio y en la distancia lo observo a él sentado en el filo del escenario donde se presentan las obras de teatro y los musicales que la señora Moran prepara.
Me aclaro la garganta para atraer su atención y sus ojos se posan en lo míos provocando que el corazón quiera salirse por mi garganta, que mi piel se estremezca y que me suden las manos. En ese orden.
—Leire. —murmura poniéndose de pie y yo comprendo que esa es la señal que necesito para comenzar a avanzar en dirección a él. Avanzo por los escalones sin apartar la mirada de él, rogándole a Dios que no me deje caer porque si lo hago seré todavía más patética que antes.—Leire...—me llama de nuevo.
—Zabdiel yo...
—¿Qué es lo que haces aquí?—cuestiona mirándome.
—Quiero decirte que soy una idiota—digo simplemente y su ceño se frunce.—Por eso estoy aquí—murmuro.
—No te estoy entendiendo nada—anuncia dando un paso la frente.
—Quiero decirte; Zabdiel...nunca quise lastimarte. Nunca quise que sufrieras, no quería que eso pasara pero creo que eso fue exactamente lo que conseguí...sí, soy una idiota que en un intento vano quiso protegerte pero al final de cuentas fui yo quién te terminó lastimando...cuándo decidí solicitar una plaza para ir de intercambio en Nueva York jamás pensé que pasaría cualquiera de las cosas que vinieron después, yo no tenía ninguna razón remotamente buena para permanecer aquí en Miami, quería irme y hacer las cosas que me gustan pero ahora las cosas han cambiado.—hago una pausa—cambiaron desde el mismo momento en el que entre en el vestidor del equipo de fútbol americano, cambiaron desde el momento en el que apareciste frente a mi semi desnudo e hiciste que mi torpe corazón se acelerara...las cosas cambiaron desde el momento en el que me miraste a los ojos la primera vez y yo lo noté...—niego un poco—Cambió desde ese momento y desde entonces no ha parado de hacerme feliz...nunca pensé que yo podía terminar con un futbolista porque tenía una idea errónea de ello y sin embargo aquí estoy...siendo la persona más cursi del jodido mundo y eres el responsable...
—Leire...
—Sé que te dije que no era una persona romántica, que me costaba mucho trabajo pero creo que encontrè la manera de serlo, encontrè una manera de despertar mi lado romántico...de una mala manera, pero lo hice. Eso bastó para que me diera cuenta que siempre tuve un lado romántico, estaba ahí...y nunca lo vi—susurro.
—¿Y cómo lo descubriste?—cuestiona mirándome a los ojos.
—Lo descubrí cuándo me di cuenta que te estoy perdiendo—confieso sin pestañear—No quiero hacerlo, Zabdiel. Soy feliz contigo. No quiero perderte—siento mi corazón volver a acelerarse cuando me doy cuenta que sus ojos se humedecen sin embargo no dice nada, se queda en silencio observándome fijamente y de paso haciendo que mi ritmo cardiaco aumente de nueva cuenta.
—¿Quién eres tú y que hiciste con Leire?—bromea finalmente. Niego un poco dejando escapar las primeras lágrimas y en menos de lo que me doy cuenta sus brazos están rodeándome en un fuerte y cálido abrazo.—¿Qué pasa con Nueva York?—cuestiona en mi oído.
—Podemos hacerlo funcionar ¿cierto?—cuestiono y él besa mi frente.
—Pensé que habías dicho que no podríamos—comenta y yo niego de nueva cuenta.
—Lo dije porque no se me hacía justo que tú tuvieses una relación a larga distancia, Zabdiel. Ahora comprendo que fue la peor estupidez de mi vida—él ríe en voz baja y se aparta de mí un poco.
Lo observo por lacónicos segundos hasta que toma mi rostro entre sus manos. Acaricia mis mejillas con sus pulgares y une sus labios a los míos en un lindo beso. Un beso que me hace suspirar y querer todavía más.
—¿Vas a confiar en mí?—susurra rozando sus labios con los míos.
—Ciegamente—murmuro y él vuelve a besarme.
—Va a funcionar, Leire. Te lo prometo—inquiere en voz baja.
—¿Zabdiel?—lo llamo en un murmullo.
—¿Si?
—Te amo—anuncio y se aparta de mi de golpe. Me mira a los ojos y una enorme sonrisa digna de un modelo de comercial de pastas dentales se instala en sus labios. El tipo de sonrisa que me hace sonreír. El tipo de sonrisa que haría que la Alaska entera se derritiera en cuestión de segundos.
—Yo siempre te amé...
(...)
—Hay algo que tienes que saber—susurro apartándome de los brazos de Zabdiel. Él se sienta derecho y me observa fijamente haciendo que mi corazón se acelere de inmediato.
—¿Es algo malo?—cuestiona en voz baja.
—Creo que te vas a reír—hago una pausa—O probablemente te molestes y quieras terminarme—añado en medio de un suspiro. Zabdiel ríe y se acerca sigilosamente hasta mí para volver a unir nuestros labios en un beso.
—Podrías decirme en este momento que robaste el banco nacional y yo te seguiría amando de la misma manera—inquiere sonriéndome.
—No robé ningún banco—replico ofendida.—Bien, te lo voy a decir...cuándo la señora Harriet nos puso en pareja yo de verdad quería saber la razón por la cual todas las chicas babeaban sobre sí mismas por ustedes los futbolistas. Así que me di a la tarea de hacer una lista de las diez razones por las cuales no debía amarte.—los ojos de Zabdiel se abren totalmente lleno de sorpresa pero no hay rastro de enfado en sus facciones, al contrario. Una sonora carcajada se escapas de sus labios y mi cuerpo se relaja en cuestión de segundos.
—¿De verdad hiciste eso?—cuestiona y yo asiento tal cual una pequeña tratando de convencer a su madre.—Guau. ¿Debería sentirme halagado?—añade con tal diversión que me hace reír.
—No lo sé—respondo encogiéndome de hombros.—Pero mírala por ti mismo—decido poniéndome de pie para ir hasta mi mochila y tomar mi cuaderno. Zabdiel me mira fijamente sin perder detalle de cada uno de mis movimientos de tal manera que siento mi piel erizarse cuándo caigo en cuenta que él me está observando de la misma manera en la que un depredador observa a su presa y claramente yo no soy el depredador.
Tomo de nueva cuenta mi libreta y camino de regreso hasta mi novio que me mira con una mueca divertida. Le tiendo mi cuaderno y él de inmediato comienza a reír leyendo las tonterías que escribí sobre él.
—Todo esto es mentira—me dice en medio de una mueca burlona.
—Lo sé—respondo encogiéndome de hombros.—Encima no tiene sentido, la lista era para que no me enamorara de ti y terminé enamorada—añado irónicamente y luego ambos reímos.
—Préstame tu pluma y un marcador amarillo—replica y yo obedezco sin poner obsesión alguna. Le tiendo lo que ha pedido y lo observo escribir en mi libreta tan concentradamente que por un momento ciento la necesidad de tomarla una fotografía.—Listo, lista corregida—anuncia regresándome mis cosas.
Observo la hoja y rio.
Razón número diez; Nada de lo anterior es cierto.
—En eso tienes razón—le digo y Zabdiel abre sus brazos para que yo me acerque. Avanzo de nueva cuenta hasta él y me envuelve en un gran abrazo antes de volver a besarme.—¿sabes algo?—susurro y sus ojos se encuentran con los míos de manera inmediata.—Tengo algo de miedo, Zab—él suspira y besa mi frente.
—Yo también—confiesa.—Pero sé que va a funcionar ¿sabes?
—Nos llamaremos cada hora, y cada vez que tengas oportunidad haremos video chats—prometo y él suspira.
—Oye, no hace falta que nos llamemos cada hora. Llámame cuando tengas tiempo y ya está—me sonríe y mi corazón se acelera de manera inmediata.
—De acuerdo—murmuro y lo vuelvo a besar.
—Fabricio me dijo que te vas en unos días—susurra sin apartar sus ojos de mí.
—Si...los vi charlar hace un rato en los pasillos—inquiero y él ríe en voz baja.—¿Lo perdonaste después de todo lo que hizo?—cuestiono y Zabdiel besa mi frente de nueva cuenta.
—¿De qué me sirve guardarle rencor?—murmura abrazándome con más fuerza—El rencor no es bueno, Lei. Además, se convirtió en mi aliado y somos amigos—explica.
—¿En tu aliado?—Zabdiel suspira y se aparta de nuevo para mirarme.
—Bueno, pasa que por un solo momento pensé en ir e impedir que subieras al avión, quería hacer un último intento por hacerte entrar en razón y que volvieras conmigo de una vez por todas...pero justo hace un rato le decía a tu hermano que no seguiría con esto y le estaba dando las gracias por ser mi espía infiltrado en tu casa...Chris me dijo que estabas totalmente decidida a irte a Nueva York así que decidí dejarlo por la paz, no quería ser yo quién te impidiera lograr tus sueños, Leire...—explica a toda prisa y de nuevo la sensación extraña se apodera de mi cuerpo.
Sólo que esta vez no es una sensación que me hace sentir vulnerable. Sigue siendo extraña pero se siente condenadamente bien. Es ese tipo de sensación que te hace sentir gratitud. Amor. Y Zabdiel De Jesús sigue provocándola.
—¿De verdad ibas a hacer eso por mí?—cuestiono en medio de un suspiro.
—Claro que sí. Yo sería capaz de hacer por ti un montón de cosas, Leire. Te amo de verdad—Siento unas inminentes ganas de llorar y lo vuelvo a abrazar.
—Te voy a echar de menos—murmuro con la nariz pegada al cuello de Zabdiel. Sintiendo como mi cuerpo comienza a reaccionar en respuesta al aroma de su fragancia.
—Yo también te voy a echar de menos—inquiere dulcemente—Pero vamos a estar bien—agrega ofreciéndome una sonrisa bonita.
—¿Lo prometes, Zabdiel?—él asiente levemente posando brevemente sus labios encima de los míos.
—Lo prometo..
_ _ _
Finalmente la Leire reaccionó, ah. Ya tenía ganas de pegarle, okayno jajja.
¡La lista!
¡TRES CAPITULOS MÀS Y TERMINA!
Besos para todas, Gloria. xx
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top