C18: La cita.
M A R A T Ó N 2/5
—¿Estás lista para nuestra cita?—cuestiona apartándose de mí.
Y antes de que yo pueda responder algo lo observo abrir la puerta de su auto y bajar. Lo sigo con la mirada como una psicópata hasta que llega a mi lado, abre la puerta y me ofrece su mano. Lo miro a los ojos un par de segundos antes de sonreírle y tomarla.
—¿En dónde estamos?—pregunto aferrándome a su mano.
—Es una especie de prado. Mi mamá y la tía Sabrina solían traernos a mí y a Milo aquí a pasar el rato—responde en voz baja.—Realmente va a encantarte—anuncia con otra sonrisa de modelo de pasta dental.
—Estoy muy segura que si—suspiro y espero a que tome del asiento trasero del auto una mochila que supongo contiene la comida de la que habló.
Zabdiel vuelve a tomar mi mano y me conduce por el sendero flaqueado de enormes árboles que nos rodean. El lugar es lindo, tengo que admitirlo. De inmediato me doy cuenta que se trata del lugar más hermoso en el que he estado alguna vez. Hay pasto verde por todos lados y frente a nosotros se extiende un enorme campo de pequeñas flores amarillas. Mi corazón se acelera y me quedo totalmente quieta tan llena de sorpresa y tan pasmada que reacciono hasta que Zabdiel choca conmigo accidentalmente.
—Lo siento—susurra.—¿Qué es lo que pasa?—cuestiona en voz baja.—¿No te gusta? ¡Ay, no! Por favor no me vayas a decir que eres alérgica a las flores—me rio un poco y niego de inmediato.
—No es eso. Es que...esto es...realmente hermoso, Zabdiel—cometo por lo bajo. Lo observo brevemente me doy cuenta de la hermosa sonrisa que me ofrece.—Gracias por esto—murmuro.
—Sé que no es la gran cosa y tengo por seguro que está hecho con todo mi amor pero...
—Pero para mí es perfecto, no necesito mucho en realidad, Zabdiel...—lo interrumpo y su mano vuelve a acariciar mi mejilla cariñosamente.
—Ven, vayamos a colocar nuestro picnic antes de que la comida termine toda helada.—me rio en voz baja y dejo que entrelace nuestras manos para que me conduzca unos metros más adelante.
Zabdiel coloca la mochila que trajo consigo y saca un mantel a cuadros amarillos, lo extiende en el pasto y luego me hace sentarme mientras él hace lo mismo. Tomo mi celular y comienzo a hacer fotografías del lugar, lo enfoco con mi teléfono y sonrío involuntariamente cuándo lo encuentro tan concentrado ordenando todo minuciosamente que parece haberse olvidado momentáneamente de mi presencia. Le hago una fotografía y luego la observo fijamente sin perder la sonrisa. Definitivamente esta podría ser mi nueva fotografía favorita.
—¿Te gusta la pizza?—cuestiona haciéndome volver de golpe a la realidad.—Realmente espero que te guste...
—En realidad la odio...—respondo y sus ojos se abren con sorpresa. Me rio como la boba que soy y niego divertido—En un apocalipsis zombi todo lo que llevaría sería pizza—una risita se escapa de sus labios.
—Creo que ya entendí el punto—repone sonriéndome.—Pero si me lo preguntas a mí en un apocalipsis zombi yo llevaría a mi mamá, a Alex y a ti...
Siento como mis mejillas se tornan rojizas y mi pulso se acelera de golpe.
Una vez que Zabdiel se convence a sí mismo que todo está en orden se sienta a mi lado y yo lo observo detenidamente sonriéndole un poco. Sus ojos se conectan con los míos y oficialmente lo declaro el culpable de que mi piel se ponga en modo gallina la mayor parte del tiempo. Suelto un pequeño suspiro y apoyo mi cabeza en su hombro. Él ríe en voz baja y besa mi frente.
—¿Sabes? No tenías que hacer nada de esto, Zab—susurro sin mirarlo—Es decir, es un lindo detalle de tu parte, en serio que si pero yo creo que en realidad no tenías que hacerlo, me gusta pasar tiempo contigo con o sin cita romántica...
—Pero de todos modos quería hacerlo, sé que no eres una chica que se deja impresionar por este tipo de cosas, lo tengo muy claro porque lo he visto...pero sentía la necesidad de hacerlo—se aparta de mí y me obliga a mirarlo—sé que tal vez va a sonar apresurado pero quiero que entiendas, Leire que todo lo que estoy haciendo es por ti, porque te quiero y porque quiero que me des una oportunidad, que salgamos oficialmente...quiero poder caminar de tu mano por los pasillos de la universidad poder besarte y pasar más tiempo juntos... ¿eso suena intenso?—pregunta en un murmullo.
—No. Eso suena lindo—decido y una sonrisa aparece de nueva cuenta en sus labios.—¿Estás dispuesto a lidiar con la frustración de la mayoría de la población femenina en la universidad?—pregunto divertida.
—Por ti lidiaría hasta con la furia de Sansón—responde.
—Comamos de una vez antes de que la comida en verdad se enfríe—añado apartándome.
Zabdiel se ríe pero no dice nada más. En su lugar se concentra en colocar una rebanada de pizza en un plato de porcelana mientras yo sirvo zumo de lo que creo que es granada en un par de vasos de cristal. Cuándo me lo entrega sus ojos se vuelven a conectar con los míos y siento mis piernas comenzar a temblar patéticamente una vez más.
De verdad, ¿En qué momento me comencé a comportar como una chica más del montón que mueren por él? ¿Así es como se sienten ellas?
—¿Sabes una cosa, Leire?—murmura lentamente.
—¿Qué pasa?
—Es que...nunca me imaginé que un día nosotros íbamos a terminar aquí, sentados en un picnic compartiendo tiempo y disfrutando mutuamente de nuestras compañías...te vi un montón de veces en la distancia que ahora que está pasando no sé como manejarlo...—me rio en voz baja y niego un poco.
—La primera vez que nos vimos dijiste que nunca me habías visto—comento y él ríe nuevamente.
—Eso era porque en realidad no quería que supieras que tenías demasiado poder sobre mí, Leire—responde en voz baja.—Digamos que era una especie de coartada para que no supieras que estaba muriendo de amor por ti—me rio de nueva cuenta.
—Tengo miedo, Zabdiel—confieso finalmente y sus ojos me escudriñan por largos minutos.—Tengo miedo de que todo esto no sea más que un sueño, tengo miedo de que cuándo despierte nada de esto haya pasado, tengo tanto miedo de entregar todo por amor y que al final de cuentes no obtenga más que un corazón roto, sé que suena demasiado cliché pero de verdad, Zabdiel...tengo mucho miedo.—sus brazos me envuelven en un gran abrazo y besa mi cabeza un par de veces.
—No tienes nada de qué preocuparte, Leire. Yo jamás te haría daño, sería completamente incapaz de hacerlo—susurra rozando sus labios con los míos.—Cuándo te digo que te quiero de verdad lo hago, Leire, nunca te mentiría con algo así, eres una chica completamente increíble y sé que no confías mucho en mi porque soy un futbolista pero de verdad, te prometo que no te estoy mintiendo...—inquiere mirándome.
—Confío en ti, sino lo hiciera jamás hubiese aceptado venir contigo aquí en primer lugar—murmuro entrelazando nuestras manos.
—Me gusta mucho saber eso—susurra antes de unir brevemente sus labios sobre los míos. Se aparta de inmediata y ríe en voz baja.—Lo siento...
—¿Lo sientes?—cuestiono con un deje de diversión. Zabdiel asiente un poco y suelta una risita totalmente divertida.
—Es que...me hice una promesa a mí mismo—confiesa y mis ojos lo observan con curiosidad.
—¿Una...promesa? ¿Qué promesa?—él juguetea con nuestras manos cariñosamente y media sonrisa se instala de manera automática en sus labios.
—La promesa de no volver a besarte hasta que seas oficialmente mi novia—mi corazón se acelera de manera inmediata y mi piel se estremece por completo.
—¿Qué?—protesto ofendida y luego me sonrojo cuándo noto un pequeño toque de molestia en mi voz. Zabdiel ríe totalmente divertido.
—¿Te molesta eso?—pregunta coqueto y yo me niego de inmediato.
—No, es sólo que...me tomo un poco por sorpresa ¿sabes?—Zabdiel vuelve a reír y sin más rodeos me besa. Sus labios se mueven sobre los míos un delicado beso.—¿Qué pasa con tu promesa?—cuestiono con diversión.
—No pienso cumplirla de todos modos. Es como sí le pusieras un vaso de agua fresca a una persona que acaba de cruzar el desierto—me rio por la metáfora que acaba de utilizar.—Pero Leire, en serio...te quiero preguntar algo muy Seri y muy importante...como ya te dije sé que es algo pronto tomando en cuenta que me pediste que fuese paciente, pero en verdad quiero hacerlo...no aguanto un día más y quiero que me des una oportunidad, quiero que tengamos una relación...quiero ser parte de todos tus logros y que tú seas parte de los míos, quiero que compartamos todo y que nos apoyemos mutuamente como hacen las parejas...te quiero muchísimo y si no estuviese seguro de ello te juro que no te lo estuviese preguntando...
—¿Todo este discurso es por lo que creo que es...?—murmuro sin poder ser capaz de apartar mis ojos de su rostro que parece realmente decidido. Esa mirada determinada que está teniendo en este momento me hace temblar ligeramente.
—Bueno, no lo sé. Pero sí lo que tienes en mente es que te estoy pidiendo que seas mi novia...sí. Eso es lo que es justamente lo que estoy haciendo...—inquiere en voz baja volviendo a acariciar mi mejilla tiernamente.—Así que déjame preguntártelo formalmente. Leire Durant...¿quieres ser mi novia...?—mi corazón estalla dentro de mi pecho con un nuevo sentimiento que me embarga por completo. Mi cabeza da un par de vueltas y lo abrazo con tanta fuerza como me es posible.
—¡Si, Zabdiel! Claro que quiero ser tu novia...
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