II

Reino Iskrem//Un año después

—¡Eres tan terco! Ugh, ni siquiera sé por qué discuto contigo, siempre es lo mismo

El rey miraba con enojo a su hijo y este solo lo veía con una mirada aburrida, ya tenían rato con aquella discusión que siempre se daba

—Padre, ya te dije que no me casare con Blancanieves

—¡No me interesa! Si contraen matrimonio, las dos naciones se unirán y serán más fuertes. En caso de una guerra ¡Nuestros pueblos serían imparables! Imagina tu hijos, serían unas cosas bonitas que llevarían el reino a la gloria por generaciones

—¿Y como por qué habría una guerra? Se supone que existe la diplomacia por algo. Ya dije que no me casare con ella, ugh, madre ya me habría dado la razón desde hace mucho tiempo y, maldición padre ¿Niños? ¿En serio?

Se supone que su hijo mayor debía casarse con la princesa Blancanieves para que el adeudo con el rey Blanco quedará finalmente cerrado y las naciones se unieran. Lastimosamente, el albino se negaba mucho y le daba la vuelta a la hoja rápidamente

—Hijo, entiende que no lo hago por mi... Lo hago por...— no pudo terminar pues fue interrumpido por su hijo

—Si, si, por mi. Ambos sabemos que lo haces por el reino ¿Sabes que? Esto se está volviendo rutinario, me largo

Se alejo de donde estaba el rey Vlad a punto de que le diera una embolia de la ira que sentía, se levantó de su trono bajo la mirada de los guardias que temían por sus empleos

—Guardias, agárrenlo— ordeno con voz profunda

Estos dudaron pero obedecieron a la orden, el chico no tuvo oportunidad de escapar y estos lo agarraron por los brazos y lo acercaron a donde su padre. Las sirvientas veían a con pena a aquel muchacho

—Te estás pasando de listo, debes respetarme pues soy tu padre y tú rey

—Esta jugando la carta del rey— le susurro una sirvienta a otra nerviosa

—Usted se enamoro de madre, no la escogieron para usted. YO quiero darme la libertad de elegir con quién me casarme, no necesito que usted venga a decirme con quién pasare el resto de mi miserable vida— cuestiono tratando de mantener la calma

—Solo te casarás con ella, no es la gran cosa

¡Puff! ¿Escucharon eso? Bye bye paciencia

—¿No es la gran cosa? ¡¿Que no lo es?! ¡Prácticamente me estas lanzando al mar amarrado de un ancla! ¡No me casare con alguien que no amare!— le grito enojado moviéndose bruscamente para soltarse

—¡No me estés hablando así! ¡Me debes respeto!

—¡Adivina que! ¡El respeto se gana!— grito de igual forma

-¡Joder TN!, ¡Deja de ser tan berrinchudo!

—¡¿Al menos piensas en mi?!

Un sonido sordo resonó en todo el salón, la mejilla del ojimiel comenzó a ponerse roja. Ambos se vieron con enojo, los sirvientes y guardias aguantaron un jadeo de lo impresionados que estaban, habían rumores de que el rey golpeaba a su hijo mayor cuando este lo sacaba de sus casillas, pero jamás les había tocado presenciarlo

—Siempre que lo dejo sin palabras es cuando me golpea, dime ¿Ya ha terminado?

—Es cansado pelear por esto

—Mi respuesta seguirá siendo la misma

—Guardias, lleven lo a sus aposentos y no dejen que salga hasta que yo diga

—No me casare con Blancanieves, es mi última palabra

El moreno se soltó bruscamente de estos, vio por última vez a su padre con enojo y salió del salón. Los guardias lo escoltaron hasta su habitación y de vez en cuando lo miraban con pena

Este llegó y entro a su habitación, escuchó como cerraban la puerta por fuera y suspiro cansado. Observó la ventana y luego las sábanas de su cama

...

Y ahí estaba el peliblanco, sentado en un tronco encendiendo una fogata molesto, lo único que se llevó de aquel enorme castillo fue su arco, su abrigo de piel, su daga de plata y una bolsita de cuero con sus frutos rojos y negros. Escuchó el crujido de unas ramas quebrarse, de inmediato se puso de pie y apunto a dónde escuchó el ruido

—¡Oye calma! Solo soy yo— exclamó una muchacha saliendo de entre los árboles

—Blanquis, por Dios, al menos di que estás ahí. Casi te disparo— dijo bajando su arma

—Bueno, no es como que sea la gran cosa

—¿Otra vez olvidaste tu abrigo? Te puedes enfermar tonta— dijo dandole su abrigo que le quedaba algo grande, le sonrió apenada, ambos se sentaron en el mismo tronco en el que estaba el ojimiel— ¿Cómo llegaste hasta acá? La tormenta de nieve apenas acabo

—Ah, tengo mis métodos. ¿Y tú? ¿Que haces aquí?— pregunto extendiendo sus manos al fuego para entrar en calor

—Me volví a pelear con padre

—¿Fue por qué te negaste a casarte otra vez?... Intuyó que le volviste a responder

—Si, pero esta vez el me pegó

—Maldicion, no te había visto— dijo tomándolo del mentón y viendo el golpe —Esta algo hinchado

—Auch

—¿Por qué no aceptas? Podríamos fingir que nos amamos y así pero aún así seguiríamos teniendo nuestras parejas aparté, todos seremos felices y comeremos perdices, ho ho ho— opino tratando de alegrar las cosas

—Jajaja, no gracias, no le daré la satisfacción al viejo ese, debe entender que aún que sea rey no lo puede controlar todo... Quiero vivir mi vida, no estar encerrado en ese castillo, quisiera visitar los otros reinos, conocer más gente y no lo sé... Tal vez... Enamorarme

—Es muy dulce de tu parte a decir verdad. No puedo hacer nada para ayudarte realmente pero estaré aquí para cuando quieras desahogarte

—Eres muy amable, Blancanieves, no te merezco

—Oh cállate

Ambos rieron y se quedaron en silencio viendo el fuego de aquella fogata

—He pensado en escapar

—¿Ah?

—No soporto la presión que mete padre cada día. Me preocupa Nassem también, no puedo dejarlo a su suerte por qué conociendo a padre, no le prestará atención por estar ocupado con el reino

—Ojala pidiera ayudarte

—Estare bien... He tenido peores

—¿Has intentado hablar con el?

—Pues no sé si has visto mi mejilla

—Me refiero a hablar tranquilamente, fuera del trabajo o cuando estén relajados

—Lo he intentado pero es que el me saca de mis casillas muy rápido

—Se paciente, verás que todo se resolverá

—Ojala, ¿Cómo siguió Hunter de su mano?

—Ni me lo menciones, el muy idiota estaba de necio con que no le dolía y se fue a trabajar a la panadería, pero se volvió a quemar la mano. Casi pierde un dedo

—Joder, dile que no sea tan terco y que se deje curar. No le pasara nada

—¡Es lo que yo le dije! Pero nooooo, ahí quiere seguir, cuando se le caiga un dedo no quiero que después venga llorando a mi

—Jajaja

—Jajaja

—Pues si va a seguir así dile que por lo menos me haga uno de esos pastelitos rellenos de fresas, estaba muy bueno

—Yo le digo, si te parece un dedo de el ahí me lo regresas ¿Eh?

—A veces eres muy cruel, Blancanieves

—El mismo se lo busca

—Pues que afortunado de tenerte

—Algun día encontrarás a alguien como yo, estoy segura

Oh no, no eres mi tipo

Ambos se rieron, les gustaba molestarse mutuamente, siguieron hablando por un rato pero el peliblanco ya debía irse

—Ah, me tengo que ir ya

—¿Quieres un abrazo?

—Amo tus abrazos

La chica le sonrió y lo abrazo, se emociono de más y elevó al chico

—¡Woa! ¡Blanquis! ¡Pies en tierra! ¡Pies en tierra!

—Ay, cierto, lo siento jejeje— se disculpo bajando lo— Bueno, tal vez nos veamos después

—Ojala, por favor, se paciente

—No prometo nada

—Nos vemos— dijeron al unison, no sin antes apagar la fogata

Aún recordaba el día que conoció a su mejor amiga, la princesa Blancanieves

Flashback

Corría por aquel bosque para perder de vista a los guardias reales que amenazaban con llevarlo al rey Frost, su padre, pues había faltado a un banquete importante por ir a ver las ardillas de hielo al bosque causando nuevamente su furia y está vez queriendo lo enviar a un internado

Volteo a ver a los guardias y les saco la lengua, ellos se enojaron y comenzaron a correr lo más rápido que sus pesadas armaduras les permitían

—¡Díganle a padre que no volveré!— exclamó el chico saltando un tronco

Un guardia se cayó al intentar saltar el tronco, los otros cuatro lo lograron y lo seguían correteando

—¡Príncipe heredero! ¡Por favor, ya detenga se! ¡El rey Frost se lo ordena!

—¡El podrá ordenarme muchas cosas pero no me iré a ese internado por algo tan estúpido como faltar a un banquete!

Comenzaba a caer nieve y sus huellas se comenzaban a deshacer. Volteo a ver de nuevo y ya no estaban

—¡Jajaja! ¡¿Acaso no pueden atrapar a un simple niño!? ¡Jajaja..! ¡Ay!— exclamó rodando

El chico había chocado con algo y comenzó a rodar en la nieve hasta chocar contra un tronco, su cabeza daba vueltas y lo último que vio fue como algo enorme peludo

...

—Ugh, mi espalda me mata— exclamó el peliblanco

Tenía recuerdos borrosos de como había llegado hasta ahí. Se levantó y lo primero que vio fue unas velas alumbrando el lugar en el que estaba, parecía estar en una pequeña casita

—¿Dónde est.. ¡Aaaahhh!— grito el chico al ver a una cosa peluda entrar

—¡Aaaahhh!— grito lanzando le una pera

—¡Ay! ¿¡Por qué hiciste eso!? ¡Agh!— se quejo sosteniendo su nariz— ¡Au au au au au!

—Oh Dios, lo siento mucho, me asustaste

—Joder ¿Me está sangrando la nariz? ¡Me sangra mi bella nariz! ¡Mi nariiiiz!

—Ah aaahhh, dejame te ayudo

Lo que parecía ser una cosa peluda, se quitó lo que parecía ser un abrigo y resultó ser una chica gordita muy linda. Se acercó e inclinó su cabeza hacia atrás mientras le ponía un pañuelo para que la sangre parará

—Lo siento mucho, en serio ¿Te duele todavía?

—Un poco, ah ¿Cómo llegué aquí?

—¡Oh! Yo te traje, eh, te ví correr y chocamos entonces te desmayaste y no te podía dejar ahí. Soy Blancanieves, por cierto

—TN Frost, alto ¿La princesa Blancanieves?

—Si jeje, la misma... Tu eres el príncipe TN Frost del reino Iskrem, si no me equivoco

—Estas en lo correcto

—De nuevo, lamento lo de tu nariz

—No te preocupes, perdona por gritar

—Tu discúlpame a mi por haberte lanzado una pera

—Pero tu me arrastrarte hasta acá, lamento las molestias

—No fue nada, eres muy liviano

—¿Liviano? ¿¡Me trajiste cargando!? Peor aún, lo siento mucho en verdad

—Puedo cargar más de doscientos kilos, soy una mujer muy fuerte, así que no te preocupes

—Bueno, creo que ya me voy— dijo saliendo de la casita

—¡Espera!

Cuando salió de la casita el chico se quedó confundido, no había pensado en que no recordaba como había llegado. Blancanieves salió de la casita corriendo y le sonrió apenada

—Cuando te traje estabas inconsciente así que no sabes dónde estamos—

—Me di cuenta

—Ven, te llevo a tu reino

—Preferiria que no... Por el momento

—¿Y eso?

—No sé si deba decirte— confeso aun inseguro

—Tranquilo, no diré nada— intento convencerlo con una sonrisa amable

No sabía si contarle, no la conocía y no sabía si debía contarle pues era la princesa del reino vecino y su padre era su amigo también. Dicen que los ojos son la ventana del alma, confiaría en ella

Le contó todo, desde en lo que se metió hasta el por qué los guardias lo perseguían. Se llevaron bien y poco a poco comenzaron a conocerse más, logrando así una pequeña amistad que pronto de convertiría en una amistad de cuatro años

Una amistad llena de locuras y aventuras

Fin del flashback


Ya llevaba caminando un rato, no tenía ni idea de a dónde iba pues una nueva tormenta de nieve comenzaba. Siguió caminando y caminando con dificultad hasta que llegó a lo que parecía ser un acantilado pero en esta había una casita con fachada de castillo

—¿Estará ocupada?— se pregunto sin importarle mucho

Entro a la casa, se sacudió la nieve de su ropa y le echo un vistazo, estaba echa de madera y tenía varios libros regados, todo se veía viejo y lleno de polvo, asumió que no había nadie viviendo ahí. Subió al segundo piso y entro a lo que parecía ser una habitación muy grande, en ella solo había una cama tendida, unos estantes con libros, un escritorio y dos cofres

—Bueno, ya va a anochecer y no hay nadie... Así que...— se quitó sus zapatos y se lanzó a la cama, está estaba realmente cómoda

Volteo a la ventana y la luna iluminaba su rostro, enrolló la cobija a lo largo y la abrazo. Sus párpados pesaban cada vez más así que los cerro y comenzó a soñar

(...)

En aquel bosque blanco estaba una fogata encendida, extendía sus manos hacia el fuego pues el frío le calaba hasta los huesos. Cómo pudo se armó un campamento con varias ramas y hojas y se cobijo con su propia capa, esperaba al día de mañana para poder seguir con su camino

—Joder, espero no atrapar un resfriado— murmuró abrigandose más

Había ido en busca de algunos ingredientes que necesitaba, pero la tormenta de nieve lo atrapó y ya no podía volver pues estaba muy oscuro y sus energías ya no daban para más. Las estrellas se veían muy claras en el cielo, amaba aquellos escenarios de la naturaleza

—Mañana será un nuevo día— dijo para así caer en los brazos de Morfeo

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