Capítulo 2: Alerta de chico lindo
Sus padres habían optado por entrar a la piscina luego de recorrer un poco el hotel; Jungkook había pasado por esa vez, alegando que había mucha gente y que entraría cuando fuera más tarde y se hubiese disuelto la mayoría de las personas.
Sin embargo, se había quedado acompañándoles desde la silla bronceadora, pero resguardado de un evidente bronceado por una sombrilla de color azul marino que se sostenía de un soporte alargado y blanco.
Mi Suk y Dong Yul parecían dos pececitos nadando de aquí para allá y salpicando de vez en cuando gotas de agua en su dirección que nunca conseguían alcanzarle. Jungkook sentía que todos los que pasaban cerca le miraban y estaba seguro de que causaba la impresión de ser un marginado aburrido. Y, bueno, quizá sí lo era. Había varios jóvenes que parecían de su edad, pero luego de todo lo que había dicho, y a la hora de la verdad, no se atrevía a acercarse a nadie.
Se percató de un grupo de tres chicas que hablaban entre ellas y las miró con disimulo para confirmar que estaban lanzándole miraditas ocasionales y que algunas incluso le señalaban. Encendió su móvil de inmediato, con la idea de que pareciera que estaba entretenido en él.
Hyung, no sé qué hacer
Como era de suponerse, estoy
siendo muy asocial ahora
Incluso estoy sonriendo mientras
te escribo para que parezca que
estoy en una conversación divertida
Con alguien que no pasa de mí,
por supuesto
Ah, de verdad, ¿dónde estás cuando
te necesito?
Observó de reojo el grupo de muchachas una vez más, ¿debería hablarles? Ellas de seguro estarían dispuestas a socializar, pero a Jungkook no le parecía que esas miradas indiscretas significaran precisamente que querían ser sus amigas.
Pues nada, supongo que seguiré
fingiendo que tengo un amigo que
habla conmigo
Hay tres chicas que me están
mirando, ¿no quieres que te cuente
bien?
No están muy lejos, incluso puedo
escuchar sus risitas
Pero ya sabes cómo soy, así que solo
estoy haciendo como que no me
entero de nada
No fue difícil notar que los murmullos de las jóvenes se habían incrementado, por lo que levantó la mirada para averiguar qué sucedía. Ellas estaban mirando y señalando en otra dirección, así que buscó qué era eso que ahora no podían dejar de admirar y se topó con el centro de sus escrutinios.
—Joder.
Jungkook creía que estaba viendo un ángel.
Se trataba de un muchacho que se encontraba a algunos metros de distancia, tenía el cabello azul y los ojos marrones, su piel era de un tono acaramelado y sus facciones inmaculadas e inocentes. Estaba observando hacia algún lugar de la piscina; Jungkook supuso, siguiendo su mirada, que a quien veía era a una niña varios años menor que jugaba feliz en el agua.
Con toda la discreción de la que fue capaz, levantó su móvil y abrió la cámara, enfocando con ella a aquel muchacho de rostro celestial.
¡¡Alerta de chico lindo!! ¡¡Alerta
de chico lindo!! ¡Hyung! ¡¿Qué hago?!
¿Chico lindo?
¡Hala! ¡Pues sí que es lindo!
¡Ese tío realmente parece un
modelo playero!
¡Háblale, Jungkook! ¡Hazlo
ahora!
¡¿Estás loco?! No puedo hacerlo
Mordió su labio inferior y levantó la mirada, pero, en cuanto lo hizo, el muchacho se giró en su dirección y sus ojos se encontraron. Jungkook sintió sus mejillas arder y volvió de inmediato a la pantalla, le había descubierto.
Maldita sea, Seokjin, me vio mirarlo
Es tu culpa
¡Eh, eh! Deja de culparme y
ve a hablarle
¡No! ¿Qué clase de persona
pensará que soy?
¿Y por qué me contestas solo
cuando menciono a un chico lindo?
Un excelente partido, por
supuesto
Y te estoy haciendo un favor,
Jungkookie, para que socialices
con alguien que no sea yo
Pero no demasiado o me
sentiré celoso
Eres injusto (;⌣̀_⌣́)
Volvió a la realidad cuando varias gotas de agua le impactaron de frente, observó con sorpresa a los señores Jeon, había olvidado su existencia por un momento.
—Jungkookie~ no seas aguafiestas y ven aquí —le llamó su madre—. Así dejarás de ser tan amargado.
—No soy amargado —se quejó, y sintió la necesidad de buscar con la mirada al joven de cabello azul una vez más, pero en su lugar encontró a la niña de antes sentada en el borde de la gran silla bronceadora, balanceando los pies mientras parecía esperar algo, o a alguien.
Miró hacia el otro lado, a tiempo para ver de espaldas al chico, alejándose.
—Ya sé, os traeré bebidas. Está bien, no tenéis que agradecérmelo. —Se puso de pie, Mi Suk y Dong Yul asintieron con efusividad.
Deséame suerte, hyung
¡Ve a por él, Jungkookie!
Avanzó con calma hacia uno de los restaurantes, que muy casualmente quedaba por el camino que el muchacho estaba siguiendo.
—Jungkook, ¿tú realmente estás haciendo lo que creo que estás haciendo? —se dijo a sí mismo, pero sin dar marcha atrás. Total, iba a por los refrescos de sus padres, nada más—. Tal vez debería emborracharlos para que se duerman temprano... —Trastabilló cuando se topó de frente con alguien en la entrada.
De verdad, ¿quién se queda en la mitad de la entrada a un restaurante?
Cuando se fijó mejor, se dio cuenta de que era él quien estaba caminando muy hacia la derecha, y si no hubiese estado tan ocupado hablando solo se habría percatado de la presencia del joven y le habría esquivado. Pero ya era tarde y el chico le estaba mirando con atención, como si esperara algo de su parte.
—Disculpa —le dijo, de manera atropellada, y le ofreció una pequeña reverencia. ¿Lo habría hecho adrede? ¿Y si se quedó ahí intencionalmente porque se dio cuenta de que le estaba siguiendo? O estaba manteniendo a la vista a aquella niña y él solo estaba siendo demasiado paranoico, es decir, no le había estado siguiendo, claro que no.
Él no respondió, se mantuvo ahí, recostado en el pilar derecho de la entrada con los brazos cruzados, por lo que Jungkook no agregó más y se limitó a seguir su camino al interior.
—Hola, quiero dos zumos de naranja, por favor.
—De inmediato —le respondió la amable señora, y comenzó a trabajar en su pedido. Dio media vuelta mientras esperaba para observar hacia donde estaban las mesas y la entrada; ahí seguía el joven peliazul y además estaba mirándole, pero él no desvió la mirada a pesar de que el castaño le había descubierto, por lo que fue Jungkook quien lo hizo. Ah, ¿por qué tenía que ser tan fácil de intimidar?
—Chico. —Una voz a sus espaldas atrajo su atención y miró hacia atrás pensando que el llamado era para él, pero venía por parte de otra de las muchachas que atendía. Fue cuestión de segundos para que el guapo joven de exótico color de cabello estuviera inclinándose sobre él para recibir el batido que ella le extendía. ¿Eso también lo hacía adrede? Jungkook comprobó que de cerca se veía incluso más atractivo y hasta pudo percibir su calor corporal.
El desconocido dio media vuelta para irse luego de recibir su pedido, pero se volvió para dirigirse de nuevo a la señora del otro lado de la barra, sin siquiera lanzarle a Jungkook una insignificante mirada.
—Disculpa, ¿dónde puedo conseguir café ahora? —El castaño casi sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal tras escuchar su voz, tan profunda. Solo pudo mirarle hipnotizado, y es que mientras más lo veía más lindo le parecía. ¿Era posible que realmente existiera alguien así?
—Justo ahí, en aquella mesa de la esquina. —Ella le señaló el lugar y la otra chica se acercó para entregar a Jungkook su pedido, lo recibió rápido, queriendo irse cuanto antes.
—Gracias. —Su voz se mezcló con la del muchacho y ambas mujeres sonrieron divertidas, bajó la mirada con timidez y se apresuró en salir de ahí, evitando a toda costa el contacto visual.
Caminó a pasos rápidos de regreso a la piscina, con los refrescos de sus padres batiéndose debido al movimiento brusco. Deseaba llegar pronto para escribirle a Seokjin, porque realmente estaba sintiéndose muy avergonzado de sí mismo y de la forma en la que se estaba comportando.
—No seas tonto, solo es una persona a la que no volverás a ver nunca, le estás dando mucha importancia —se regañó a sí mismo, y ya visualizaba a los señores Jeon cuando alguien llamó su atención.
—Oye. —Se detuvo de inmediato tras escuchar a sus espaldas ese barítono que no se le haría fácil olvidar, se giró despacio, tal vez deseando que no le estuviese hablando a él—. Esto es tuyo, ¿no? —Jungkook abrió los ojos con sorpresa al ver al chico de cabello azul extenderle su móvil. Se quedó de piedra el tiempo suficiente para que el muchacho frunciera el ceño.
Intentó pensar fríamente cómo era posible que su celular hubiese terminado en manos de aquel sujeto, y recordó que le había escrito a Seokjin antes de ir al restaurante, donde seguro lo había dejado en la barra de forma inconsciente para recibir ambas bebidas. Joder, él nunca soltaba su móvil por ahí. Tonto chico guapo que le distraía sobremanera.
—Sí. —Reaccionó y recibió el dispositivo como pudo, sosteniendo con una mano ambos refrescos—. Gracias, de verdad. —El muchacho asintió y dirigió la mirada a los vasos de cartón que sostenía el castaño.
—Con eso no vas a emborracharlos —señaló.
—¿Cómo? —le preguntó sin comprender.
—Nada, nada. Por cierto, no pude ir por mi café por venir a entregarte el celular, lo justo es que me acompañes ahora a por él, ¿no? —Jungkook pensó que iba a morir, o peor, que comenzaría a transpirar.
—Sí... creo que sí. ¿Me das un momento? Voy a entregar esto. —Levantó las bebidas e hizo una seña con la cabeza hacia atrás, a la piscina, el contrario solo se encogió de hombros.
Dio media vuelta y cerró los ojos con fuerza por un segundo, volvió a caminar a paso rápido y llegó con sus padres, quienes se acercaron de inmediato al borde.
—Gracias, Jungkookie, ¿vas a unirte a nosotros ya? —le preguntó Mi Suk.
—En realidad... Hay un chico guapo que quiere que le acompañe a por café.
—¿Qué has dicho?
—Eso, mira hacia mi izquierda, él está a unos metros esperando. —Los señores Jeon miraron con curiosidad hacia donde su hijo decía y los dos regresaron la mirada al mismo tiempo al castaño.
—Ay, cariño, debe ser un golpe de calor.
—¿A qué te refieres?
—Estás delirando, no hay ningún chico guapo ahí. —Bebió de su refresco tranquilamente mientras su esposo contenía la risa. Jungkook se giró de inmediato para comprobarlo, lo que su madre decía era cierto, no había ningún muchacho de cabello azul esperándolo ahí.
—Pero... estaba ahí hace unos segundos.
—Es lo que te digo, cielo. Tienes que hacer amigos, si no pasan estas cosas.
—Hey, ¿vamos? —Toda la familia Jeon respingó cuando una voz diferente se unió a ellos, Jungkook dio media vuelta para ver al muchacho que estaba detrás suyo y que le miraba tranquilamente con las manos en los bolsillos.
—Vaya, tienes razón, Jungkookie, es muy guapo.
—¡Mamá! —El castaño se giró de inmediato para mirar a la mujer con los ojos muy abiertos. Ella le respondió con una risita.
—Cielo, lo estás avergonzado —dijo Dong Yul, y Jungkook realmente deseó ser tragado por la tierra.
—Lo siento, es que pensé que te habías ido —le dijo al de cabellos azules, regresando la mirada a él.
—Estaba entregándole a mi hermana su bebida, pero si estás ocupado puedo ir solo, no debo dejarla mucho tiempo.
—Ah, él no está ocupado, ¿cierto, Jungkookie? —El mencionado le dedicó una falsa sonrisa a su madre, quien poseía expresiones llenas de burla.
—Cierto, vamos —dijo, queriendo alejarse de ellos cuanto antes o seguirían avergonzándole sin piedad. Caminó para que el chico le siguiera y él lo hizo luego de una pequeña reverencia a los adultos.
—¡Que os divirtáis!
—Ah, él es muy educado. —Le escuchó decir a Dong Yul mientras se alejaban, y liberó sus pulmones con un resoplido.
—Lo siento, mis padres a veces se comportan de una forma muy infantil.
—No te disculpes, son divertidos. Me recuerdan a mis padres, un caso perdido, realmente parecen críos a veces.
—¿Sí? —Jungkook observó su perfil de dios griego y desvió la mirada antes de quedarse hipnotizado mirándole. Él asintió.
—Por mi casa hay una tienda donde atendía un tío que me gustaba —contó—, un día fui a comprar algo y nos entretuvimos charlando. Entonces mi mamá llegó y me dijo «bebé, llevo treinta minutos esperándote en la cama, tuve que venir a ver por qué tardabas tanto». —Jungkook no pudo contener la risa estrepitosa y cuando le miró se percató de que él también estaba sonriendo, no le había visto hacerlo hasta ese momento y casi se queda sin aire. Tenía una particular y muy bonita sonrisa cuadrada.
—¿De verdad hizo eso? —preguntó, risueño, su acompañante asintió mientras entraban al restaurante.
—Ella me tuvo muy joven, algunos nos dicen que parecemos hermanos, pero el de la tienda no volvió a coquetearme pensando que estaba saliendo con una mujer mayor. Hasta ahí llegó mi crush de los dieciocho años.
—¿No le dijiste la verdad? —Se acercaron a la mesa del café mientras el mayor se encogía de hombros.
—Supongo que no me importaba tanto después de todo.
—Ah... Pues para mí ella suena muy divertida también, creo que se llevaría de maravilla con mi mamá —dijo, con una sonrisita. El contrario dejó de servir café para observarle y sonrió también. Jungkook sintió sus mejillas arder y bajó la mirada para centrarse en la cantidad de azúcar que estaba poniendo en su vaso.
Cuando salieron, cada uno disfrutaba de su café. A Jungkook le agradaba encontrar a alguien que también parecía chocar un poco con ese ambiente. Tener a una persona con quien compartir café caliente en plena tarde soleada en la playa era agradable, y hubiese sido confortante saber que el muchacho estaba pensando lo mismo.
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