Capítulo 12: Fiesta en la playa
Jungkook no terminaba de aprobar esa situación. Su madre dio una palmadita en su mejilla izquierda para que dejara de hacer muecas y fruncir las cejas, el menor no demoró en quejarse y dedicarle un pronunciado puchero, sintiendo la brocha espolvoreando ahora en su nariz.
Abrió los ojos cuando el cosquilleo en todo el rostro se detuvo, a tiempo para descubrir a Mi Suk con una sonrisa enorme, y de cierta forma tétrica, mientras sostenía un labial rojo cereza. El castaño pegó un gritito y saltó de la cama para huir de ella.
—¡Oh, no! ¡Eso no! ¡No, no y no! —Corrió hasta la otra esquina de la habitación, apoyando la espalda en la pared y haciendo una equis con sus dedos índices en dirección a la mujer.
—¡Pero, Jungkookie! Es solo un toquecito.
—Olvídalo, ya sé que querías tener una niña, pero no consiento que cumplas tu sueño frustrado conmigo —refunfuñó, cruzándose de brazos—. ¿Qué sigue? ¿Rímel?
—No... —le respondió, Jungkook rodó los ojos cuando notó que escondía la mano izquierda tras su espalda.
—Como sea, ya está bien, te he dicho que esto ni siquiera es necesario.
—¿Quieres bálsamo de fresas?
—¡Sí!
Se apresuró en volver a su lugar en el borde del colchón, sentándose frente a Mi Suk y estirando los labios para que ella pudiera aplicar el producto. Su madre negó con la cabeza, risueña, deslizando la barrita por su labio inferior, repartiendo un muy natural y bonito tono coral.
Los dos miraron hacia la puerta de conexión al mismo tiempo tras el chasquido de la misma al ser abierta, y ambos se quedaron muy quietos mientras Dong Yul se adentraba a la habitación, mirando a su esposa e hijo como si fueran de otro planeta.
—Bien... ¿qué está pasando?
—Tiene una cita con el hijo de los Kim —respondió Mi Suk, hablando rápido y señalando al muchacho con un dedo acusador, como si dijera que todo era culpa de él.
—¡Pero tú fuiste la que dijo que si no te dejaba ponerme polvos-no-sé-qué no me dejarías ir! ¡Y no es una cita!
—El chico que te gusta te invita a una fiesta en la playa que estará llena de muchachitos sudorosos bailando electrónica, ¿cómo le llamáis los jóvenes a eso? ¿Orgia?
—¡Calla, mujer! —saltó, mirándola con los ojos bien abiertos antes de observar a su padre, esperando que interviniera, pero para colmo de todo él estaba cubriendo su boca para evitar reír—. Ah, bien, a veces de verdad creo que yo soy el adulto aquí.
—Ya, pero no hagas cosas de adultos esta noche.
—¡Mamá!
—¿Qué? Es la primera vez que tienes novio, necesito molestarte mucho con eso —se defendió, levantando ambos brazos, con una sonrisa burlona escondida en la comisura de sus labios.
—Pero Taehyung no es mi novio.
—No es una cita, no es tu novio, ¿estás en esa fase de negación? —Le miró con inocencia, volviendo a guardar el maquillaje que casi ni había podido utilizar mientras su esposo se recostaba en la pared con los brazos cruzados, bastante entretenido con la situación.
—¡Ahgg! Vosotros dos no se supone que deberíais solo arrojarme a él. —Señaló a ambos, negando con la cabeza en señal de desaprobación—. Los padres normalmente dudan de la persona con la que salen sus hijos, quieren conocerla, ver si tiene buenas intenciones, le hacen muchas preguntas, esas cosas.
Mi Suk y Dong Yul se miraron entre ellos con la boca entreabierta, como si acabaran de hacer un descubrimiento sorprendente. Jungkook resopló y revisó su móvil, el nerviosismo aumentó al notar que ya era la hora.
—¡No tardará en venir! —Corrió hasta la habitación contigua a la suya para atacar el místico perfume de su padre, que tanto había gustado a Taehyung la última vez, y roció un poco de la adictiva fragancia en su cuello y ropa. Después se precipitó al baño de ambos adultos para verse al espejo y se detuvo en seco al llegar frente a su reflejo—. Oh —. Sus labios se fruncieron en una expresión de «nada mal» mientras se observaba.
Lo que sea que le hubiese hecho su madre no se notaba, pero su piel se miraba todavía más fresca y suave, además sus labios estaban rojitos e hidratados, con sus cabellos castaños cayendo de manera despreocupada sobre su frente.
Satisfecho, se acomodó el cuello de la camisa negra, que llevaba con el primer botón abierto y que dejaba a la vista parte de la blanquecina piel de su pecho. La había comprado en el pueblo el día anterior especialmente para esa ocasión y desde ese instante hasta ahora no había parado de recibir burlas por parte de su madre con respecto a lo atontado que le tenía aquel muchacho peliazul. Ah, él podía quejarse, pero en realidad amaba la relación que tenía con ellos como amaba muy pocas cosas en el mundo.
Unos suaves golpes en la puerta pusieron en alerta todos sus sentidos, movió un poco su cabello y se frotó las manos en los vaqueros, anticipándose al momento en el que sus palmas comenzaran a sudar. Dios, su madre tenía razón, claro que era una cita, no muy privada que se diga, pero sí la primera oficial, o al menos en la que no iba a dejarle plantado, ja.
Tomó aire antes de acercarse para salir desde ahí, con la intención de evitar que Taehyung se topara con sus escandalosos padres, que por alguna razón en realidad estaban bastante silenciosos. Abrió la puerta, y el sonido de otra cerrándose le alarmó, miró hacia su derecha, pero no encontró al muchacho ahí.
—Oh, no —masculló, se apresuró en volver a su propia habitación por la entrada en el interior de esa y observó horrorizado a sus padres empujar animadamente a Taehyung para que se sentara en su cama.
—Entonces, ¿a qué dices que te dedicas? —le preguntó Dong Yul, con su sonriente esposa a un lado, mientras le veían desde arriba.
—Pero ¿qué hacéis? —Los tres le miraron de inmediato y Jungkook se percató de la mirada de auxilio que le lanzaba el recién llegado.
—Ay, pues lo que tú nos dijiste, Jungkookie —respondió Mi Suk, haciendo un gesto despreocupado con la mano—. Dudando de él y preguntando mucho.
—P-pero yo ¡n-no lo decía en serio!
—Ya. ¿Sabes cocinar, Taehyung? —El señor Jeon se volvió de nuevo hacia el joven, sin preocuparse mucho por que su hijo estuviera rojo hasta las orejas justo detrás suyo.
—Yo... No mucho —musitó, notablemente intimidado.
—Umh, pues eso es muy importante.
—Pero, cariño, Jungkookie tampoco sabe cocinar —le recordó su mujer, el castaño estaba a nada de comenzar a tirar de su cabello por la desesperación.
—Oh, es verdad, la última vez se le quemó el agua. Está bien, supongo que te lo dejaré pasar.
—Vale, vale, es suficiente. —Corrió hasta ellos, estirando los brazos para separarles y acercarse a su hyung—. Nosotros ya nos vamos. —Tiró de su muñeca para que se levantara y alcanzó el móvil que había lanzado a la cama antes. Sus padres insistieron en charlar un rato más, pero arrastró al peliazul a la salida mientras renegaba, desatando una maraña de palabras incoherentes al terminar hablando los tres al mismo tiempo.
Cerró la puerta de la habitación cuando estuvieron fuera, ahogando las voces de sus padres que ahora se despedían y le recordaban que debía ser un buen chico esa noche. Suspiró con fuerza y Taehyung le miró con una sonrisa divertida, habiendo recuperado su postura despreocupada ahora que ya no estaba siendo acaparado por los señores Jeon.
—No hay que hablar de esto, ¿sí? —pidió, con su labio inferior abultándose de forma poco perceptible e involuntaria. «Ah, tan tierno».
El mayor negó con la cabeza, risueño, y se soltó del agarre que todavía tenía en su muñeca solo para alcanzar su mano y entrelazar sus dedos, el contrario casi se sintió derretir con ese gesto.
Bajaron rápido las escaleras y casi corrieron hasta la recepción, riendo como niños críos cuando terminaban cerca de chocar con alguna persona. El hotel estaba ubicado en una zona despejada para la gran cantidad de metros cuadrados que ocupaba y la salida no era la misma por la que entraban los nuevos huéspedes, de modo que por ahí había poca concurrencia de transeúntes, en especial a esas horas.
—Comienzo a creer que decirle a tus padres que dudaran de mí es una indirecta —le molestó, mientras caminaban hacia el pueblo, con el cielo oscurecido por completo sobre sus cabezas. Jungkook le dedicó una sonrisita avergonzada, observando la ladeada de él.
Taehyung se veía increíble esa noche, bueno, como cada día. Esa camisa blanca le daba un aire fresco y casual, pero también elegante. Sus cabellos azules se miraban lacios y ordenados, lo que resaltaba más el contorno de su rostro; su mandíbula bien definida, su piel tersa, su mirada tan suave como salvaje, ese lunar en la nariz...
Ah, ese muchacho de verdad le tenía suspirando.
—Tienes razón, era una indirecta. Quería quedarme en el hotel porque eres muy aburrido. —Las expresiones del chico se adecuaron en una perfecta mueca de ofensa, y el menor no pudo evitar reír al ver que se cruzaba de brazos y apresuraba el paso para dejarle atrás.
—Pues este tío tan aburrido irá a divertirse solo en una alocada fiesta en la playa. Sin ti, por si no quedó claro. —Jungkook rio y negó con la cabeza, corriendo hasta él para abrazarle desde atrás, logrando que se detuviera.
—Hyung —llamó, apoyando el mentón en su hombro, intentando hacer que le mirara, pero él giró la cabeza hacia el otro lado—. Ah, no serías capaz de irte sin mí.
—¿Estás seguro? —molestó, observándole apenas.
—Bueno, si tú te vas yo también tendría que hacer un plan, ya sabes, no puedo quedarme en la calle toda la noche, algo tendrá que surgir —dijo, restándole importancia—. Encontraré a algún muchacho por ahí y-
—Hey, hey —le interrumpió, el castaño hizo el esfuerzo de ocultar la sonrisa victoriosa—, no solo soy tu mayor, sino que justo ahora en realidad estás a mi cargo, no vas a separarte de mí —enfatizó, remarcando su postura de desacuerdo—. Deberías hacer lo que yo diga. —El menor hizo un puchero, viendo su perfil mientras Taehyung le observaba de soslayo.
—Se supone que me cuides, no que te aproveches —refunfuñó, poniéndole ojitos de cachorro regañado. Su acompañante sonrió de lado.
—Umh, no sería aprovecharme si tú también... Huh, olvídalo. —Jungkook apretó los labios para no reír y recordó entonces un pequeño detalle.
—¡Oh, Tae, por cierto! —Le soltó para rodearle y acomodarse en frente suyo, animado—. ¡Bésame!
—¿Q-qué?
—Y-yo... Es que... Huh, solo hazlo, b-bueno, solo si quieres, claro... —balbuceó, abofeteándose mentalmente por decirle eso en primer lugar, pero no había podido evitar el impulso.
El de cabellos azules observó con fascinación sus mejillas sonrosadas y humedeció sus propios labios de manera inconsciente, deslizando los ojos hasta los rosados y tan bonitos del más joven.
Llevó la mano derecha hasta su nuca, atrayéndole hasta que sus bocas se encontraron y los párpados de ambos se cerraron al mismo tiempo cuando sus labios se rozaron, con un cosquilleo en el estómago del que no se salvó ninguno de los dos.
Impusieron un ritmo lento al principio, como caricias sutiles que les erizaban la piel. Taehyung hizo un sonidito de satisfacción y profundizó en su boca, aplicando suaves mordiditas y succiones que hicieron al menor sostenerse de sus hombros al sentir las piernas temblorosas.
—Jungkookie —musitó, todavía con los ojos cerrados, separándose solo lo necesario—. Sabes a fresas.
—¡Lo sé! ¿No es genial? Es un bálsamo labial que mi ma-
—Sí... —Su brazo libre viajó hasta rodear su estrecha cintura, acercándole todavía más para volver a besarle como si eso fuera todo lo que quisiera. Jungkook se permitió perderse por completo en las sensaciones, saboreando sus labios y percibiendo su lengua y sus dientes en una combinación que le hacía sentir a punto de derretirse.
Lo tenía claro, esa atracción que había despertado por Taehyung no iba a terminar junto a las vacaciones. Ellos no tenían ningún título, pero no era como que por ese detalle de repente ya no quisiera comérselo a besos. Sin embargo, estaban pasándola bien y no quería echar a perder las cosas con él preguntándole qué sería de ambos cuando el mes llegara a su fin.
Se abrazó a su cuello, suspirando ante lo bien que se sentían todas esas emociones que él sabía cómo hacerle experimentar y tuvo que separarse de su boca cuando la mano de Taehyung se afirmó en su espalda baja para apegarle a su cuerpo lo que más podía.
—T-Tae, seguimos en la calle... —murmuró, recibiendo un quejidito de su parte que le hizo sonreír.
—Jungkook, de verdad debes quedarte cerca todo el tiempo, muy cerca. Ah, para que no te pierdas, digo. Habrá mucha gente bebiendo hasta la inconsciencia y música a todo volumen, si te-
—Me mantendré muy cerca, hyung —interrumpió, con una sonrisita que dejaba a la vista un par de adorables arruguitas a un lado de sus ojos. El mayor titubeó un poco al momento de soltarle, pero terminó permitiendo que se alejara para que pudieran continuar el camino.
La fiesta en la playa era un evento improvisado que había surgido por un grupo de jóvenes aburridos que decidieron juntar buena música, bebidas alcohólicas, arena y mar, a falta de algo por hacer y exceso de ganas de divertirse. Que ellos dos terminaran ahí no había sido precisamente una simple coincidencia, más bien se debía a la invitación de un par de esos jóvenes aburridos.
Reconocer el lugar exacto en medio de la inmensidad de la zona arenosa no fue difícil, un tumulto de personas reunidas saltando y bailando tan entrada la noche no era sencillo de pasar desapercibo. El castaño dejó que la mano de su acompañante le guiara y sintió que el calor se le pegaba a la ropa nada más se acercaron a toda esa gente, con la música estridente que rompía el aire resintiendo sus tímpanos.
Él no era en definitiva de ese tipo de ambientes, pero ya se había mentalizado a que esa noche nada de eso iba a importar. Avanzaron en dirección a las personas reunidas alrededor del equipo de sonido inalámbrico y se toparon con un muchacho de cabellos rubios y marcados hoyuelos en las mejillas.
—¡Hey! Creí que ya no vendríais. —Taehyung soltó su mano y Jungkook le observó recibir el corto abrazo del chico, quien le miró sonriente después—. Hola, tú y yo no nos hemos presentado formalmente, soy Namjoon.
—Yo soy Jungkook —respondió, también en un tono alto para que pudieran escucharse, y le dedicó una pequeña venia que el contrario correspondió con amabilidad.
—Sí, Tae habla mucho de ti —le dijo, risueño, el menor miró al aludido con una ceja enarcada y él le dio un empujoncito al mayor de los tres, haciéndole reír—. En fin, venid por aquí. —Les llevó hasta una de las neveras plásticas portátiles de la que sacó un par de cervezas en lata, humedecidas por el hielo en el que habían estado sumergidas, y se las extendió. El castaño recibió la suya y la miró receloso, anticipándose al feo sabor que tenían esas cosas.
—Taehyung-ah~ —Otro muchacho se acercó trotando, tenía el cabello negro y sostenía dos coronas de flores que terminaron sobre la cabeza de ambos en un abrir y cerrar de ojos—. Ah, tan adorables, dame tu móvil, os sacaré una foto.
—Hola, hyung —dijo el peliazul, mirándole con diversión y una sonrisa ladeada ante su saludo—. Jungkook, este es Jackson, él y Nam son novios.
—Oh, te recuerdo de aquella vez en la piscina, Tae habla mucho de ti. —El mencionado se llevó una mano a la frente y Namjoon se carcajeó con ganas, Jungkook tuvo que morderse el labio inferior para no hacer lo mismo.
—Te lo he dicho —se burló el rubio—. Que Jungkook me agrada, que Jungkook es muy tierno, que Jungkook no me habla, que Jungkook ya no me quiere, bla, bla, bla.
—¡Parad! ¡Joder, que sois peores que esos programas de chismes que pasan por la televisión! —Los tres muchachos rompieron a reír y el menor de todos le empujó suavemente con el hombro mientras le miraba con ambas cejas levantadas, Taehyung solo atinó a evadir el contacto visual, con un muy sutil tono carmín decorando sus pómulos de manera encantadora.
Ja, al menos a él no era el único al que avergonzaban tan deliberadamente.
—De acuerdo, de acuerdo. —Jackson se limpió un par de lágrimas falsas y les miró sonriente—. El móvil, venga —instó, el de cabellos azules rodó los ojos, conservando todavía un deje de indignación por lo de antes, pero terminó extendiéndole el dispositivo luego de desbloquear la pantalla—. Poneos ahí.
Jungkook observó con mucha atención a su acompañante cuando él se acercó para acomodarle la corona de flores, confirmando una vez más lo jodidamente guapo que era y sintiéndose perdido por un momento cuando Taehyung le miró de vuelta, con esos ojos marrones tan hermosos que se cargaba y que bien podían robarle el aliento.
Sus facciones se miraban tan delicadas y su piel tan tersa, que sus dedos cosquillearon ante el deseo de acariciarla y enredar los dedos en las hebras sedosas de su cabello azul, que resaltaban con los colores de las flores que rodeaban su cabeza de manera grácil y sublime. Le gustaba tenerle cerca, le gustaba poder detallarle así y le gustaba la manera en la que él le miraba, como si también adorara la visión de tenerle enfrente.
En ese momento, de verdad agradeció que sus padres le hubiesen llevado a esas vacaciones que él hubiese cambiado sin dudar por el último álbum de su banda favorita antes de saber que conocería a ese chico ahí. En el mismo hotel, a la misma hora en la piscina y con el mismo plan vacacional. Si el destino no existía, entonces tenía mucha suerte, y si es que la suerte tampoco existía, definitivamente debía ser magia. Tal vez Luna Lovegood le había hecho el favorcito en algún momento de aburrimiento. Fue el flash lo que les sacó de la ensoñación.
—Ay, los shippeo tanto —dijo Jackson, llevándose la mano libre al pecho, con la otra sosteniendo el móvil de manera horizontal, y Namjoon, quien estaba a su lado, le revolvió el cabello mientras también les miraba con las comisuras de los labios curvadas en una sonrisa enternecida.
Jungkook bajó la mirada, muy sonrojado e intimidado, y terminó rodeando con un brazo los hombros de Taehyung para que el pelinegro pudiera tomar otra fotografía y dejaran de ser el centro de atención de esos dos.
—¡Ya está! —Cuando el peliazul se alejó para recibir el móvil, el menor pudo llenar sus pulmones de aire ahora que no tenía su cercanía sacudiendo su corazón. Optó por abrir la cerveza, que estaba calentando con el sudor de sus palmas desde hace rato, y darle un largo trago al contenido al sentir la boca seca—. Os dejaré por un rato, los altoparlantes están clamando por Jackson Wang.
Namjoon se acercó más a ellos mientras negaba con la cabeza y se pasó una mano por el cabello para despejar su frente, mirando la espalda de su novio alejarse.
—Quiere disfrutar como nunca el último día —comentó, risueño.
—Umh, es verdad, os vais mañana —señaló Taehyung, bebiendo de su cerveza también.
—Así es, de vuelta a las montañas de libros —dijo, suspirando, aunque mantenía una actitud fresca—. Tienes mi número, estaremos en contacto.
—Desde luego.
—A vosotros tampoco os queda mucho tiempo, venga, a divertiros. —Les dio una palmadita en el hombro a cada uno y les sonrió antes de irse para darles espacio. Jungkook se volvió hacia el mayor, mirándole con curiosidad.
—Veo que os habéis hecho bastante unidos. —Él recordaba haberles visto hablando antes, pero no sabía que habían simpatizado tan bien. De cierta forma envidiaba su facilidad para conocer gente. Su compañero se encogió de hombros.
—Comenzamos a hablar más en las semanas que pasabas por completo de mí. —El menor le miró con un puchero y Taehyung acarició su mejilla con una delicadeza que casi le deja sin aire—. Nam vive en Seúl, le he prometido que iré a visitarle algún día —contó—. Podríamos ir juntos.
—¿Juntos? —musitó, ¿estaba dando por sentado que seguirían viéndose? Oh, ¿por qué su corazón estaba latiendo tan rápido de repente?
El mayor siguió repartiendo suaves caricias sin que ninguno rompiera el contacto visual y su mano se deslizó hasta la nuca del más joven, provocando que se estremeciera. Cuando los ojos del muchacho bajaron hasta sus labios, el castaño tuvo que apretar la lata de cerveza para que no se escurriera de sus dedos, su pulso iba a mil, completamente lo opuesto a la velocidad con la que Taehyung se acercaba, como si no se enterara de que estaba torturándole. Ah, se habían besado tanto ya, pero seguía poniéndose tan nervioso como la primera vez.
—¡Venid todos! ¡Vamos a jugar al juego de la cuerda! —Los dos parpadearon como si acabaran de despertar de un sueño tan hermoso como imposible. Un grupo considerable de adolescentes se reunía en círculo a varios metros de donde se encontraban, y cuando quisieron darse cuenta estaban siendo arrastrados para que se unieran a ellos.
¿En serio? ¿Acaso iban a hacerse responsables si terminaba desmayándose por falta de besos de Taehyung?
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