Epílogo

«Muchos le denominan "generación perdida" a aquella que se levanta por las voces silenciadas, que clama por los derechos oprimidos y que batalla por un cambio necesario. No caen en cuenta de que está justo en ese conjunto de seres la esperanza de una mejor sociedad para el futuro. Una que no discrimine ni margine y que sea incapaz de resignarse a vivir en la sombra de la exclusión e invisibilización.

Varios la tachan de "generación de cristal" porque no están acostumbrados a que alguien cuestione sus actitudes machistas, homofóbicas, racistas o de cualquier otra índole que ataque de forma directa o indirecta a un grupo de inocentes. No soportan que cada vez existan más personas revolucionarias que se atrevan a desafiar reglas impuestas sin ningún argumento, que defiendan la idea de darle un giro a la historia y salirse del guion establecido por los adultos para escribir y animarse a seguir el suyo.

Aquellos que "se pasan el día entero pegados al celular" tienen el poder de transformar el mundo. Encuentran a través de sus pantallas un medio por el cual expresarse y construir su voz, para después alzarla ante cada injusticia que presencien sus ojos. Buscan un rincón que les permita explotar su potencial, un canal para transmitir sus luchas personales y reclamar lo que valen, ya que, contrario a lo que algunos creen, internet puede convertirse en la ventana perfecta para aportar a la sociedad y constituye el medio de mayor alcance para esparcir ideas innovadoras.

En más de una ocasión, mis padres me culparon por perder el tiempo en el teléfono cuando me hallaba escribiendo un capítulo de mi historia publicada en internet, la cual contaba ya con bastantes visitas. Fue en Wattpad donde descubrí un espacio para conectarme con lo que me apasionaba: la escritura.

Existen quienes consideran la literatura actual un fracaso, que los jóvenes de hoy no pueden escribir libros tan trascendentales como los escritores de antaño. Pero se equivocan. Entre nosotros quizá se ubiquen futuros ganadores de un Nobel y los mejores escritores de la época. Que varias de nuestras novelas sean fanfics o de romance no las vuelve inferiores. El talento de la escritura no puede quedarse enjaulado en las antiguas generaciones, por eso debemos darles una oportunidad a los nuevos autores. A la sangre nueva que busca marcar un hito tan grande como el que sellaron los grandes escritores, revolucionando el mundo literario y tirando abajo estándares oxidados.

Nacemos con un objetivo, con una meta, con el deseo de contribuir y forjar el futuro. Sin embargo, la vida de un soñador puede sufrir varios puntos de quiebre, los cuales a veces dañan sus alas. Mucha gente piensa que no alcanzarán las estrellas de su cielo y tachan de inmaduros los sueños que persiguen. Pero no me cabe duda de que esta generación de acero es lo suficientemente fuerte y valiente como para sobreponerse y emprender vuelo. Yo creo en ellos, en que sus matices embellecerán el nuevo universo».

Así culmina el artículo de la revista en que publicaron la entrevista que me hicieron en un programa televisivo hace una semana, cuando anuncié la tercera adaptación cinematográfica de una de mis novelas. No preparé ningún guion para ello, solo dejé que mi mente volara por el panorama actual y, en tanto, detectó varios fallos que se atrevió a señalar, pues nunca ha estado entre mis planes mantenerme al margen. Si ahora poseo el poder de influir en los demás, elijo hacerlo para bien.

—¡Papá!

Cierro la revista y la devuelvo a la mesa de noche al escuchar a mi hija, quien camina hacia mí. Lleva el cabello suelto, recién cepillado y decorado con pequeñas florecillas. Gira sobre sus talones y me mira con una sonrisa, la cual me contagia en un santiamén. Termino haciéndole espacio en el sillón para que se acomode a mi costado y, pese a que es pequeña, no le cuesta trepar al mueble, desde donde le echa un vistazo a Leo. Ahora dormita sobre la alfombra de la sala, pero cuando despierte, mi hija volverá a cuidarlo. Ella apenas tiene tres años, mas le gusta encargarse de él. Mi padre aún no la conoce, pues luego de que por fin accediera a cederle a Diane el mando de la empresa, nos hemos distanciado bastante y prefiero que continúe así.

—¿Te gusta mi vestido? Lo escogí yo. Mamá me peinó.

Levanto la vista en busca de Kiara y, al no encontrarla, deduzco que sigue alistándose en su habitación. Empezó a prepararse hace una hora, así que debe terminar en un momento.

—Estás hermosa, Emma.

—¿Llegarás muy cansado hoy? Porque quiero que me cuentes una de tus historias cuando regresemos.

Cómo olvidar que me toca hacer de cuentacuentos a la hora de dormir.

Aunque saldremos a cenar con nuestros amigos y Emma vendrá con nosotros, por lo que caerá rendida antes de las once, no se irá a la cama sin haberme escuchado primero. Me recuerda a Kiara, en ese aspecto. De niños, éramos solo nosotros dos, pero ahora estamos rodeados de personas increíbles con quien nunca perdimos contacto. Ni siquiera permanecemos más de una semana sin hablar o un mes sin ver a quienes consideramos los mejores amigos.

—No importa si estoy agotado o no, siempre tendré tiempo para ti.

Deposito un beso en su frente y Emma intenta abrazarme como yo lo hago. Apenas alcanza a rodear mi cintura con sus pequeños brazos, pero aquello basta para que mi corazón se encoja.

—Eres el mejor, ¿así enamoraste a mamá? Ayer me dijo que le escribiste un libro y que aún le dedicas canciones.

—¿Te contó cómo nos conocimos?

—No, ¿algún día uno de ustedes lo hará?

—Te prometo que sí. —Me extiende su dedo meñique y lo entrelazo con el mío para oficializar el trato—. Pero te adelanto que es bastante larga, espero que no te aburras.

—No me aburro ni siquiera cuando el tío Logan nos habla acerca de las películas en que trabajó. Puedo con cualquier cosa.

Sonrío al recordarlo. Le concedí a mi mejor amigo el papel protagónico de la primera adaptación a la pantalla grande de una de mis historias. Aquella que les sacó lágrimas a muchos críticos y provocó que Kiara se la pasara llorando una semana. Al parecer, la película le reabrió la herida a mi esposa, lo cual la condujo a terminarse tres cajas de pañuelos.

No obstante, algo bueno salió de todo ello y es que varios productores quedaron fascinados con el trabajo de los protagonistas y les ofrecieron papeles importantes en sus próximas cintas. Pero, así como el mundo tuvo la oportunidad de conocer dos nuevos talentos, yo igual. Las adaptaciones de mis películas me sirvieron para descubrir potenciales promesas del cine internacional, como Camille Jouvet, actriz que protagonizó la segunda película que rodaron de una novela mía y que resultó ser una antigua amiga de Axel, pues crecieron en el mismo orfanato. Gracias a ella también, él se reencontró con otros cinco amigos suyos y todavía se mantienen en contacto.

—Hey, Ivet y él protagonizaron la película que grabaron de mi novela, ¿mis escritos te parecen aburridos?

—Claro que no. Pero mamá lloraba cuando regresaron del cine y me gustaría saber la razón, ¿qué le hiciste?

—¡Nada! Yo jamás...

—Eres el peor.

Golpea mi pecho con su puño, mas apenas percibo el impacto. Aun así, simulo que me ha dolido.

—Grítalo.

Kiara la alienta y Emma me lanza el cojín del sofá, el cual cae al suelo tras chocar contra mi estómago, provocando que ambas se rían. El sonido de sus carcajadas despierta a Leo, quien se despereza estirando sus patas delanteras y se levanta de la alfombra, sin enterarse de nada. Antes detenerse en el pasillo, pasa por el costado de mi esposa, misma que se agacha para acariciarle la cabeza y toma la mano de nuestra hija cuando Emma camina hasta ella para traerla al sillón.

Ya no se tambalea al andar, como hace dos años, pues ha aprendido a hacerlo por su cuenta con nuestra ayuda. Sin embargo, no puedo evitar seguir viéndola como aquella bebé que llegó a nuestro mundo para mejorarlo en su totalidad. Jamás borraré de mi memoria el momento en que la cargué en brazos por primera vez, abrió sus ojos para mirarme y entonces descubrí los desiguales colores de sus iris, uno azul y el otro verde.

—¿Faith estará en el restaurante? —le inquiere y, cuando Kiara asiente, su rostro se ilumina—. ¿Puedo llevar mi espada? Por favor, no romperemos nada. Nos portaremos bien.

—De acuerdo, pero no hagas que me arrepienta de confiar en ti luego.

—¿Me castigarán si causo problemas?

—Sabes que el castigo más cruel que te impondríamos sería darte una cuchara menos de budín de chocolate.

Vuelve a reírse cuando le contesto y Kiara codea mi brazo, en broma. No nos interesa en ser drásticos. Apuesto a que seis cucharadas en lugar de siete ya es suficiente tortura.

—Iré por mi mochila.

Leo sigue a Emma cuando sale corriendo por el pasillo, entusiasmada por averiguar a dónde iremos a cenar. Escapa de nuestro campo de visión rápidamente y coloco una mano sobre la rodilla de Kiara, quien se recarga en mi hombro. Aprovecho nuestra cercanía para besar sus labios.

—Hacemos un buen trabajo, ¿no te parece? Sabía que serías un gran papá. Emma te ama.

—Al principio tenía miedo de convertirme en mi padre y que nuestra relación fuera un desastre. Era demasiado pequeña, temía lastimarla en cualquier momento.

—Tú nunca serás como tu papá. Son tan opuestos que me cuesta aceptar que están emparentados. A mí me preocupaba no poder quedar embarazada. En serio quería formar una familia contigo y me frustraba que fuese tan complicado.

—Ambos teníamos problemas, Kiara. Pero lo importante es que lo logramos y que le escogimos un bonito nombre. Bueno, en realidad lo elegí yo. Me llevaré todo el crédito si no te importa.

—Debo confesar que te subestimé. Creí que le pondrías Ruperta o algún derivado.

—¿Por qué le haría semejante daño?

—Eres cruel con tus personajes.

—Pero ya no. En nuestra historia no maté a nadie, ni siquiera a Logan.

Tal como le prometí, escribí una novela relatando lo que vivimos y la titulé Dibújame entre letras. Empecé por el día en que nuestros caminos volvieron a cruzarse en la universidad, cuando una cubeta de pintura aterrizó sobre su cabeza, y terminé con la primera exposición de arte de Kiara. Primero la publiqué en Wattpad y después una editorial accedió a llevarla al formato físico, por lo que un ejemplar decora mi estantería desde hace un año.

—Nunca antes me habían incluido en la dedicatoria de un libro. Se convirtió en mi favorito.

—¿Cuál es tu parte favorita? —inquiero, apenas siento sus labios en mi mejilla—. La mía cuando el balde de pintura verde se atasca en tu cabeza y chocas contra un poste.

—Mi momento preferido es cuando descubrí una mano verde en la parte trasera de tus pantalones.

Cuando ríe, me asalta un cosquilleo. Mi corazón jamás dejará de acelerarse con su cercanía. Varias ocasiones hablamos sobre despertarnos juntos cada mañana. Tanto tiempo lo planeamos que me sorprende que ya sea una realidad, una que no se esfumará en un parpadeo y gracias a la cual puedo seguir contemplando el hoyuelo en su mejilla derecha que me vuelve loco. Lo acaricio con la yema de mi pulgar casi siempre que aparece.

—Te amo. Gracias por apoyarme en cada uno de mis proyectos y soportarme durante mi proceso creativo. A veces me pongo pesado cuando hablo de mis historias y aun así me escuchas sin clavarme un pincel en el ojo.

—Me gusta hacerlo. Siempre te oyes muy feliz —afianza, igual que el día de su cumpleaños número veinte—. Por ese amor que reflejas al hablar, Emma adora que le cuentes cuentos antes de dormir.

—Igual que tú —le recuerdo—. Tengo la teoría de que por esa única razón elegías la cama aledaña a la mía cuando nos tocaba quedarnos en el hospital.

—También la escogía porque a los ocho años no roncabas.

—Y ahora con veintinueve tampoco. —Kiara rueda los ojos, como si discrepase de mí, y enarco una ceja. Juro que no—. Emma y tú se parecen bastante. A ambas les divierte fastidiarme y complotarse en mi contra.

—¿Cuándo hemos hecho algo así?

—Por ejemplo, cuando cambiaron mis cereales por los de Leo y desayuné comida para perros.

—Sí, eso fue genial. Tómalo como castigo por colocar la leche después de los cereales, ¿qué ocurre contigo? El lácteo va primero.

—No sabes de lo que hablas. Este matrimonio no va a funcionar.

—Pues consíguete un abogado y pídeme el divorcio. Yo me quedo con la niña, el perro, la casa y el auto. Tú encárgate de buscar un puente bajo el cual dormir.

—¿Quieres que te devuelva el anillo?

Elevo la mano y levanto el dedo anular para mostrárselo. Ella sonríe y me enseña el suyo, pues ninguno de los dos suele quitarse el que le corresponde. Me inclino para besarla de nuevo y esta vez el contacto se prolonga hasta que oímos los ladridos de Leo y los pasos de nuestra hija a través del pasadizo. Cada que Emma y Faith están juntas en la misma habitación, explota el caos y casi no existe forma de separarlas. Sin embargo, no me asombra que sean tan unidas. De alguna manera lo esperaba, ya que el padre de Faith es mi mejor amigo.

Quizá dentro de unos años se les sume alguien más a ese par, puesto que Axel y Anthuanet aguardan la edad mínima para adoptar. Por el momento, él se mantiene ocupado liderando la editorial que aperturó hace poco y ella se desempeña como artista plástica.

—¡Ya estoy lista! Vamos con Faith.

Aunque está hecha de plástico, retrocedo cuando me apunta con su espada. Siempre quise aprender a usar una para parecerme a los piratas de los libros que leía, pero mis padres jamás me lo permitieron. Si de grande a Emma le interesa practicar esgrima, no dudaría en inscribirla a clases de aquel deporte.

—¿Conduces tú o yo? —le consulto a Kiara.

—Nos divorciamos, el auto es mío. —Besa mis labios por última vez y abandona el sillón, tras golpearme con la almohada—. Te esperamos afuera. Sírvele una ración más de croquetas a Leo y ni se te ocurra mezclarlas con mis cereales.

Tendré que idear otro modo de vengarme. Intentaré ser creativo.

Hago lo que pide y me despido de nuestro amigo, este me lame la mejilla como agradecimiento por la comida y le prometo solemnemente no comerme la suya de nuevo. Habiendo satisfecho su necesidad alimenticia, cojo mi abrigo del perchero y salgo de casa para subirme al coche. Normalmente, el automóvil de Diego estaría guardado en el garaje, mas el hermano de Kiara se participa de una campaña de salud fuera de Florencia, a la cual el señor Rose decidió acompañarlo.

No regresarán hasta dentro de una semana, de modo que tenemos la casa para nosotros tres. Emma los echa de menos, pero distraerla contribuirá con que el tiempo no le resulte tan largo. Juntarse con Faith la emociona tanto que, debido a que nos apresura, optamos por un atajo para saltarnos el tráfico de la avenida principal y llegamos al restaurante donde nos esperan nuestros amigos. Me bajo del vehículo para desabrocharle el cinturón de seguridad a mi hija, quien viaja en el asiento trasero, y la ayudo a descender del auto para ingresar al lugar. Sostiene su espada en la mano debido a que no cabe en su mochila y mientras avanzamos, voltea hacia cada rincón.

—¡Mira! ¡Pececitos! ¡Allí están Nemo y Dory! —Tira de mi brazo para arrastrarme directo a la pecera, situada en la entrada del salón principal—. ¡Mamá, ven! ¡Son los que aparecen en Disney! ¡Ese pez barbudo se parece a ti, papá!

Toqueteo mi barbilla, ¡me afeité esta mañana! El bigote no crece tan rápido, ¿o sí?

Kiara nos sigue y, cuando me vuelvo hacia sí, la descubro riéndose. Quizá también piensa lo mismo, pero guarda silencio para no herir mis sentimientos mientras que Emma prefiere decirme las cosas tal cual. Tal vez voy demasiado lento para su ritmo, puesto que Emma me suelta la mano y corre hasta chocar contra el cristal, atemorizando a los peces, quienes se ocultan atrás de las algas.

—Los asustarás si golpeas el vidrio. —Me arrodillo para quedar su nivel y noto que su sonrisa se ha desvanecido. Se aleja de la pecera con la mirada gacha y entintada de tristeza—. ¿Sucede algo?

—Sufren estando aquí, ¿verdad? En la película intentan escapar del acuario para regresar al mar, ¿creen que los hayan separado de sus padres también? Deben estar buscándolos.

En momentos como este, me callo al no saber qué contestarle. Me resulta increíble lo fácil que se da cuenta de su entorno.

—A nadie le gustaría vivir encerrado, Emma —le responde Kiara, en tanto le acaricia el cabello—. Supongo que no son muy felices acá porque no se encuentran en su hábitat, aunque a muchos les agrada tenerlos como decoración.

—Pero los animales no son un juguete como mi espada.

—Algunas personas no lo ven de esa manera.

Me rasco la nuca, desconociendo la manera de explicarle, y agradezco que Faith venga corriendo con Logan detrás de sí. Ivet, Anthuanet y Axel también caminan en nuestra dirección, sin perder de vista a la más pequeña, quien apunta con el índice a otro pescado.

—¡Ese pez de cachetes inflados es igual a papá!

¿Por qué ambas se empeñan tanto en compararnos con pescados?

—¿Y cuál piensan que se asemeja a Axel? —les consulta Logan, indispuesto a permitir que nuestro amigo salga airoso de esta masacre comparativa.

—Aquel azul de aletas rojas y brillantes.

—Mi papá es la versión humana del bigotudo —indica Emma, apuntándolo.

Axel le choca los cincos a Faith, quien salta para tocar su mano, divertida. Entre tanto, Emma permanece con la vista fija en la pecera y me propongo darle doble postre después de cenar y comprarle una paleta de regreso a casa con la esperanza de que se apiade de mí. Con su mejor amiga aquí, se convertirán en un torbellino imparable, por lo que les autorizamos retirarse a la mesa que reservamos solo porque se localiza a unos metros de nosotros y podemos vigilarlas desde nuestro sitio.

—¿Seguirán creciendo así de rápido? —Logan se limpia una lágrima imaginaria—. No estoy preparado para cuando asistan a la secundaria o para verlas graduarse de la escuela.

—Suceda lo que suceda estarán juntas. Se tendrán la una a la otra como nos tuvimos nosotros —les sonrío a nuestros amigos.

—Hay amistades que perduran a pesar del tiempo y me alegra que la nuestra sea una de ellas. —Axel pasa un brazo por encima de mi hombro, movimiento que repite con Logan. Voltea hacia la derecha y desvía sus ojos un instante, mas vuelve a centrarse en las niñas—. Bendito sea el día en que ustedes dos cayeron frente a la puerta de mi habitación. Temía que me tocara un compañero de cuarto cascarrabias. Por suerte me crucé con uno que aún me regala marcapáginas.

—Tómalo como una muestra de mi aprecio por prestarme libros durante años.

—¿Seguro que no lo haces por culpa? —me interroga Kiara y, aunque entiendo a qué se refiere, me hago el desentendido.

—¿Por qué sentiría remordimiento?

—Axel continúa sin superar la muerte de su personaje favorito —confiesa Anthuanet y me muerdo el labio con cierto cargo de conciencia. La película le echó limón a la herida de muchos—. Ya dígnate a pagarle la terapia.

—Más vale que costees la mía también —exige Kiara, sin despegar la mirada de las pequeñas.

—¿No te dolió ver a Logan morir? —Tras observar a mi mejor amigo, quien interpretó al protagonista, niego e Ivet abre la boca, como si horrorizara que fuese tan desalmado.

—Se lo merecía por perder mi pelota antiestrés.

—Pero nos esforzamos bastante para conmover a la audiencia, ¿qué más querías? ¿Que lo partiera un rayo? Vamos, llora un poco.

—Si lo golpeas en la nariz con un libro de tapa dura, le salen lágrimas —les revela Kiara.

—Axel, ¿podrías...?

—Anthu, no voy a prestarte mi libro de Los miserables para que termine embarrado de mocos —rechaza mi amigo, aferrándose a la correa de su mochila para evitar que se lo arrebaten.

—¿Me perdonarías por lo de tu pelota si te obsequio otra?

Logan saca de su bolsillo una de color verde y me la lanza. Esta impacta contra mi nariz, provocándome un estornudo, y cae al piso. Me apresuro a recogerla para devolvérsela, mas cuando la aviento, aterriza sin querer sobre la bandeja de comida que transportaba uno de los camareros del lugar. Una hoja de lechuga y un pedazo de carne salen despedidos hasta chocar contra el suelo por culpa de mi mala puntería.

Kiara jala mi brazo, instándome a escapar, pero me paralizo y permanezco estático. El mozo se aproxima a nosotros con la frente arrugada y se disculpa con los clientes de la mesa que atendía.

—¿Ustedes lanzaron esto?

—Discúlpenos, no queríamos... —Axel no consigue culminar. Logan lo interrumpe y señala a nuestras hijas.

—Fueron esas niñas de allá.

—¿Y se puede saber dónde están sus padres?

—Ni idea. Apuesto a que andan entretenidos por ahí sin supervisarlas. Vaya irresponsables, ¿qué clase de adulto deja solas a dos pequeñas?

—Definitivamente nosotros no. Perdone, son nuestras hijas. —Ivet extiende su mano para recibir la pelota—. Pero no fueron ellas.

—Le aseguro que esos angelitos no matarían ni una mosca. Irán directo al cielo —Anthuanet defiende a las niñas—. Le aseguro que no rompen ni un plato. Tan solo mírelas, no le harían daño a nadie.

—Lo lamento mucho, fui yo —admito con una sonrisa forzada. No incriminaré a Emma en esto.

—Si fuera usted, expulsaría a este par del restaurante. Van a causarle demasiados problemas —le garantiza Kiara, apuntándonos a mí y a Logan, la muy traidora. Al parecer iba en serio lo del divorcio.

—No sucederá de nuevo, lo sentimos. —Al notar que su mirada circunspecta se mantiene, señalo a mi amigo—. Él empezó.

Logan planea protestar, pero lo interrumpe un potente estallido. Miles de copas de cristal caen al piso y se rompen en diminutos fragmentos ante los rostros atónitos de los presentes, quienes se quejan con los meseros. De inmediato, nos damos la vuelta y cubro mi rostro con las manos apenas vislumbro a Emma, quien atina a esconderse detrás de Faith cuando miembros del personal corren hacia allí para arreglar el desastre.

¿Acaso no podemos quitarles el ojo de encima unos minutos? ¡Emma me prometió que se portaría bien! Jamás volveré a confiar en esa sonrisa angelical.

No las castigaremos por ello, pues sabemos que fue accidental. No obstante, el mozo endurece sus facciones y esta vez sus ojos desprenden un verdadero enojo. Nuestras hijas llegan hasta nosotros y tomo a la mía de la mano mientras que Faith se dirige hacia Ivet y Logan, asustada por cómo el mozo las escudriña. Kiara le quita la espada a Emma y, solo por esta vez, no ofrece resistencia.

—Largo.

—No hace falta que nos eche. Le prometo que no causaremos más problemas —sonríe Kiara, en un fallido intento de ablandarlo.

—Usted debió ser igual de niño, ¿nunca rompió algo sin querer? —le cuestiona Ivet, sin lograr que el sujeto empatice con las pequeñas que ya se sienten lo suficientemente apenadas. Podría castigar a Emma sin un cuento esta noche, pero no soy tan vil.

—Puede jugar a los piratas con nosotras si quiere —le propone Faith, mas el hombre resopla con desdén.

—Podemos reponerle los daños, ¿cuánto quiere por esas copas rotas? —le pregunta Anthuanet, en lo que Axel busca en su billetera.

—Quiero que se vayan.

—Pero reservamos una mesa para... —Axel no termina de hablar.

—¡Fuera!

Nos echamos hacia atrás ante su exclamación y finalmente nos resignamos a salir del restaurante, dispuestos a recurrir a nuestro plan B, aquel al que recurrimos en caso de emergencia. Caminamos por el estacionamiento de la parte trasera en busca de los autos para retirarnos y sonrío cuando ubico el coche en que vine con Kiara y Emma detrás de una camioneta roja. Aunque no la he reprendido, mi hija mantiene la vista en el suelo y permanece callada mientras que Faith permanece igual de tranquila. Intercambio un vistazo con Logan, quien se apresura a romper el silencio.

—Iremos a McDonald's. —Una sonrisa instantánea ocupa el rostro de las niñas, mas mi amigo no termina con ello, sino que me señala—. Y nosotros nos quedaremos con los juguetes que vengan en su cajita feliz.

—Tú solo quieres los muñecos de los Minions —retruca Ivet y Logan ni se esfuerza en negarlo.

—¡No es justo! Peter Pan usó su espada para pelear contra los piratas y nadie lo regañó. —Clavo la mirada en Kiara tras la protesta de Emma.

—¿Así que tú fuiste quién les hizo ver esas películas? —indaga Anthuanet.

—¿Por qué esas caras? Fueron parte de mi infancia. A Emma le gustó el niño que hacía de Peter. Y recuerdo haberles dicho que no intentaran lo de las espadas en casa.

—Pero no estamos en casa —contraataca Faith y Anthuanet alza las cejas.

Boombayah.

—Deberías ser más clara la próxima vez —le sugiere Axel, aunque a Logan parece causarle gracia. Emma tira de mi mano para que baje la vista hacia ella.

—Lo siento en serio.

—Te confiscaré el muñeco de minion por una semana. —Abre la boca para replicar, pero yo me adelanto—. No se discute más.

Chasquea la lengua con disgusto, mas no me suelta. Lo más probable es que le entregue el juguete de regalo cuando regresemos a casa, a no ser que en la caja venga el que toca el ukelele. Siempre quise tenerlo.

Después de aclarar las cosas, nos despedimos de nuestros amigos momentáneamente, pues subiremos a nuestros vehículos para marcharnos y reencontrarnos en el McDonald's más cercano. Ingreso al coche luego de abrocharle el cinturón a Emma, quien viaja atrás para mayor seguridad. Kiara se coloca de copiloto y no dudo en sostener su mano durante todo el camino. 

***
Finalmente, hemos llegado hasta aquí. Muchas gracias si han leído hasta esta parte ❤️ Si es que no, de igual forma agradezco que se pasaran por aquí. Esta vez ya no hay preguntas, pues creo que todas han sido respondidas durante la trama. Espero que esta historia les haya dejado una que otra enseñanza, pues yo aprendí mucho escribiéndola y fui creciendo conforme avanzaba. A mí me sirvió bastante, así que decidí publicarla por si ayudaba a alguien más.

Sé que posee sus fallos como cualquier otro libro, pero prometo trabajar para reducirlos lo mayor posible. Si han detectado alguno, con total confianza pueden corregirme al privado o en comentarios. Me encantaría que me ayudasen a mejorar 🙏🏻

A todos los personajes les cogí mucho cariño y, aunque este es un libro autoconclusivo, no descarto que en un futuro exista una historia vinculada a esta. Sebastián y Kiara siempre tendrán un lugar en mi corazón, son mis primeros protagonistas, aquellos que se construyeron a sí mismos y me pidieron contar su historia 💖

Ellos me crearon a mí una gama de sentimientos maravillosos y cumplieron mi sueño de terminar de escribir una novela. Si no hubiesen llegado a mi imaginación, nada de esto habría pasado.
Si desean leerme en mis próximas novelas (porque sí, habrá más), encantada estaré de tenerles como lectores.

Un abrazo a la distancia, hasta pronto ❤️✨👋🏻

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