45| Escapar o enfrentar

Una semana después de nuestra discusión, bosquejo en mi cuaderno de dibujo, sentada en una de las bancas del patio de la universidad. No he hablado mucho con Sebastián en estos últimos días y, en nuestras cortas conversaciones, evité tocar el tema de la universidad. No asimilo la idea de que se marchará y no lo encontraré todos los días escribiendo en la cafetería, pues aquello se ha convertido ya en nuestra rutina. Temo que no cambie de opinión y descubra tarde lo equivocado que estuvo al renunciar a sus sueños. No quiero que se condene a sí mismo a ser infeliz por el resto de su vida.

Sin embargo, intentar convencerlo de quedarse aquí, implicaría otra pelea y detesto discutir con él. Siento que nos hemos distanciado, pues la última vez que tomó mi mano fue cuando salimos del gimnasio. Esa misma noche les conté a papá y Diego lo sucedido, puesto que sus preguntas llegaron apenas notaron la ausencia de mi sonrisa. Lo echo de menos, pese a que todavía no se ha ido. Por eso intento distraerme, volcando por completo mi atención en lo que más me gusta hacer. Hasta antes de ingresar a estudiar aquí, dibujaba sin bocetos. Los incorporé en mi proceso creativo por sugerencia de los maestros y aquello causó que obtuviera mejores resultados. No me cabe duda de que este dibujo me gustará tanto como los otros, solo que me sobresalto y cierro el cuaderno de golpe cuando unos labios besan mi mejilla, frenando con mi labor. La risa que escucho me provoca un revoltijo en el estómago al mismo instante en que me volteo.

—Perdón, no planeaba asustarte.

—No lo hiciste. —Sebastián me sonríe y se acomoda junto a mí en el asiento—. En realidad, eres lindo.

—¿Intentas levantarme el ego?

—Soy sincera contigo, como de costumbre. Tú me dices que te parezco linda muy seguido, debería repetirte lo mismo a ti más a menudo a ver si te lo crees.

—Sí te creo, confío en ti. —Pero, por desgracia, no piensa que estoy en lo cierto al afirmar que sus historias son asombrosas—. Sé que no me mentirías. Cuando asistíamos al taller de dibujo del hospital, me decías directamente que mis dibujos eran horribles.

—¿Sigues usando palitos?

—No te burles de mí. Hieres mis sentimientos y después dices que tengo baja autoestima.

—Si no fuera por nuestra enfermedad, me gustaría regresar a ese entonces y ser de nuevo esa niña que te arrastraba de un lugar a otro —confieso, sintiendo un vacío en el pecho. Acabo de recuperarlo y me asusta la idea de perderlo otra vez—. La que esperaba que te voltearas para robarte los bizcochos de calabaza.

—Me robaste algo más que eso. Pero descuida, no te pediré que me devuelvas el corazón. Puedes quedártelo.

—Prometo no dejarlo caer.

Durante un instante, coloca una mano sobre la mía. Sin embargo, la retira para extraer una pequeña caja de su bolsillo y la tomo cuando me la extiende.

—Te traje una dona de chocolate de la cafetería. Pasé por ahí antes de venir aquí.

¿Acaso trata de comprarme con dulces? Sabe que no puedo rechazar algo así. El aroma del glaseado se cuela en mis fosas nasales, provocándome un suspiro y entonces le doy el primer mordisco. Pese a mi eterno amor por las donas, una desagradable sensación me revuelve el estómago. Dentro de poco, la distancia le impedirá tener estos detalles conmigo.

—Hace mucho que ya no te sientas allí a escribir ni a corregir tus capítulos. Me gustaba pelear contigo por leer lo que escribías en tu portátil.

—¿Extrañas tirarme del banco? ¿No te bastó con lanzarme del tobogán cuando teníamos ocho y hacerme perder un diente?

Al parecer le divierte recordármelo, aunque le he repetido muchas veces que fue un accidente. Antes nuestras discusiones se basaban en asuntos triviales como que le salpicara demasiada agua cuando jugábamos a quién saltaba sobre más charcos de lluvia o el robo de bizcochos por parte de un inexistente fantasma. Solía contarle acerca de todas las veces que las enfermeras lo habían visto solo para asustarlo y porque me gustaba molestarlo. Por ese motivo me cuesta vernos envueltos en una disputa seria, una que se aleja de las insignificantes cuestiones que nos fastidiaban en nuestra niñez, pero supongo que forma parte de crecer.

—Perdona, no es mi culpa que el hada de los dientes no te dejara propina esa noche.

—Ni siquiera vino. Empiezo a pensar que no existe. —Espera a que replique, mas me limito a morder la dona. Mis ánimos hoy no son los mejores y él debe notarlo, pues su semblante cambia de inmediato—. Quieres hablar acerca de eso, ¿cierto?

—¿Sobre qué?

Conozco a lo que se refiere, pero quiero que Sebastián lo mencione.

—Sobre mi decisión de abandonar la universidad. —Me fijo en que aprieta la mandíbula y elude mi mirada, con los músculos completamente tensos—. Presentía que no lo aceptarías y te pondrías en mi contra.

—No estoy en tu contra, sino de tu papá, ¿por qué no puedes entenderlo? ¿Crees que yo quiero lo peor para ti? Basta de decir eso. Yo no soy la antagonista aquí. —Detesto que piense que no lo apoyo. Prometí alentarlo a cumplir sus sueños, no a contribuir con una persona que desea que los tire a la basura—. Te han llenado la cabeza de ideas sin fundamento. A estas alturas, esperaba que tuvieses las agallas para ponerlo en su sitio y la fuerza para ignorarlo.

—¿Me estás llamando cobarde? —Su pregunta no suena como un reproche. Se oye dolido y temo haberlo fastidiado.

—No he dicho en ningún momento que lo seas —le aclaro, pero su sonrisa no regresa—. ¿Por qué planeas irte? Eres feliz aquí. Amas estudiar Literatura y hospedarte en la universidad. Hace unos meses me aseguraste que no te arrepentías de pedir el traslado.

—Venir acá me ayudó a darme cuenta de que no sirvo para esto. Existen miles mejores que yo y nunca...

—No vuelvas a repetirlo —lo interrumpo, enojada. Olvidaba lo necio que es—. Has trabajado muy duro para llegar hasta tu lugar. Mereces que publiquen tus libros en físico y hallarlos en cada librería a la que entres, ¿no soñabas con vivir de tu pasión?

—Me equivoqué, Kiara. Todo este tiempo estuve persiguiendo los sueños de alguien con talento de verdad. Mis logros se los debo a mis lectores, el que colocaran una estrella junto a mi foto de perfil y que mis historias luzcan pegatinas. Sin ellos no soy nadie. No obtuve nada por la calidad de mi escritura, fue por la cantidad de gente que me leía.

—¿Te siguen llegando mensajes de odio?

Evité pasarme por su cuenta estos días, solo para no toparme con comentarios hirientes dirigidos hacia él, pero que también me lastiman a mí. Tenía la esperanza de que se hubiera detenido, pero Sebastián asiente en confirmación. Me gustaría que desaparecieran y lo dejaran tranquilo, o por lo menos, descubrir quiénes se esconden detrás de esos patéticos perfiles e ir personalmente a mandarlos a la mierda. No paran de señalarle errores inexistentes que él cree reales. Bloquear y reportar los usuarios tampoco ha dado resultado, lo cual me exaspera. Si los tuviera delante de mí, me encargaría de cerrarles la boca.

—Nada de eso es tu culpa.

—Tuya menos. Nadie debería menospreciar tu trabajo. Te esforzaste bastante para sacar adelante tus historias. Sin tu potencial nada habría funcionado. Todos los concursos que ganaste, incluido el de la editorial, fueron gracias a ti.

—Esperaba que a mis lectores les alegrara la noticia tanto como a mí y que vivieran conmigo el sueño de contemplar mi libro en papel. —De soslayo, me fijo en cómo sus ojos se cristalizan y se me encoge el corazón, por lo que no me resisto a recostarme en su hombro y me estremezco al percibir su brazo alrededor de mi cintura. Extrañaba que me abrazara—. Pero dicen que nunca lo comprarían y que hasta un trozo de basura valería más que eso.

—Cada palabra que provenga de ti vale muchísimo. No eres ningún cobarde, disculpa si lo insinué hace un rato. Entiendo lo mucho que te duele. Durante años estuve en tu lugar, odiando cada cosa que salía de mí. Pero no quiero que te vayas y sé que tú tampoco lo deseas.

Todavía no se marcha y ya me hace falta, tal vez producto de nuestro distanciamiento en estos últimos días. Siento como si un abismo creciera entre nosotros y repudio aquella sensación. No quiero que estemos lejos, ni física ni emocionalmente. Detestaría que la distancia nos separase, pues no sé si soportaré tanto tiempo sin abrazarlo.

—¿Seguirá existiendo un «nosotros» cuando me suba a ese avión?

—No terminaré contigo porque decidas irte. —Busco su mano para repartirle caricias en el dorso con el objetivo de calmarlo. Lo noto abrumado—. Pero créeme que no apoyo tu decisión y hasta tu último día aquí, trataré de quitarte la venda que las personas colocaron en tus ojos. Estoy a favor de tu felicidad y no la hallarás estudiando Administración, esa carrera te condenará a una vida repleta de remordimiento.

—Quieres lo mejor para mí y piensas que eso está en este lugar, ¿no? —Asiento, por un momento con la esperanza de que recapacite. No obstante, mi poca fe cae en picada—. Lamento lo que dije hace un rato, tienes razón. Sé que no estás armando ningún complot en mi contra, solo piensas igual que yo cuando llegué a Florencia. Crees que pertenezco aquí. No me arrepiento de venir cuando Logan me alentó a solicitar el traslado, ya que nos reencontramos, conocí a Axel y luego descubrí que tú también vivías acá. Estos meses han sido como un sueño hecho realidad, demasiado maravilloso para ser duradero. Tarde o temprano uno tiene que despertar y la realidad es que ya no me siento cómodo en Wattpad ni cursando Literatura, siento que lo hago todo mal.

—Lo único que haces mal es brindarle mayor importancia de la que merecen a esos mensajes, aunque entiendo que se te dificulte ignorar tanta cantidad de odio.

—Y tú no contribuyes con eso. Perdón por haberte hablado así. Esta situación me sobrepasa, aunque no justifica nada. —La sonrisa que fuerzo apenas perdura en mi rostro—. ¿Crees que fue buena idea que empezara escribir en Wattpad?

—Si nunca te hubieras atrevido, jamás le habrías cambiado la vida a muchos. Comprendo que no sea fácil, pero intenta enfocarte en aquellos que te defienden. En tus verdaderos lectores, quienes te apoyaron siempre y colaboraron con reportar los usuarios que lanzaban odio. Aquellos que dejan votos y comentarios positivos en tus historias.

—Tal vez no tarden en percatarse de mis fallos. Logan y Axel tampoco quieren que abandone la carrera. Me parece que me extrañarán por aquí.

—No me gustan las despedidas, Sebas. —Bajo la mirada hacia la dona y la devuelvo a la caja para guardarla en mi bolso—. Por lo menos te quedarás para mi exposición de arte, ¿no? Cada vez falta menos y todavía no he preparado mi discurso. Los directivos del museo me comentaron que asistirían varios críticos y periodistas de algunas revistas, aunque más que ellos, me importa que asistas tú.

Intento cambiarle de tema, pues la situación me agota, pero seguiré insistiendo después. Conservo la esperanza de que recapacite y acepte que comete un error al lanzarse a estudiar algo que no ama. Luego tendrá que ejercerlo por el resto de sus días y no puede haber peor castigo que ese, ya que no me lo imagino sentado tras un escritorio con traje y corbata, analizando los ingresos de una empresa. A Sebastián le apasiona escribir, no administrar negocios.

Me giro a observarlo ante su silencio y tuerzo los labios al descubrirlo cabizbajo. No ha respondido mi pregunta.

—Papá me llamó hace unos minutos. Adelantaron la fecha en que debo acudir a la universidad de Londres para conceder una entrevista. Tendré que partir antes de lo previsto.

—¿Qué quieres decir? ¿Te irás un día después de la exhibición? Si se te hace muy ajetreado, puedo ayudarte a empacar las maletas. Tampoco es que tengas muchas cosas. Seguro que tardamos menos de...

—No podré ir al evento, Kiara.

Pestañeo repetidas veces a la expectativa de que se trate de una broma. Sin embargo, la realidad me aplasta cuando guarda silencio y me mira como si esperara que estallase en furia.

—No hablas en serio —me niego a aceptarlo, pero él mantiene su expresión severa—. Sabes lo importante que es para mí que estés allí. He trabajado en las pinturas durante meses y representa un gran paso para la carrera que quiero abrirme en el mundo del arte. Me prometiste que no faltarías cuando esto sucediera.

—Perdón, la universidad antepuso las fechas y si falto podría perder la vacante —argumenta, mas no luce emocionado en lo absoluto—. No hay manera de reprogramar entrevista, pero ya verás que esta no será la única exposición de arte que tendrás.

—¿Y tú prefieres ir a esa reunión en vez de acudir a mi exhibición? —Sé que di en el blanco cuando se queda callado—. No dejaré que seas una marioneta de tu padre. Te está manipulando. Solo quiere que sigas sus pasos, ¿no te das cuenta? Intenta alejarte de las personas que te quieren.

—No soy un títere. Las decisiones acerca de mi vida las tomo yo y opto por no seguir mis estudios de Literatura. Así que respétalo y aprende a vivir con ello.

—Puedo continuar de la mejor forma sin ti, no te necesito. Pero ambos sabemos lo mucho que detestarás esa carrera. Después te arrepentirás de haberte apartado del camino de tus sueños y haberlos roto en pedazos. Nadie te está apuntando en la cabeza con una pistola para que tires a la borda todo por lo que has luchado.

—No nací para ser escritor, Kiara. Cuanto más pronto lo asimile, más pronto me dejará de doler. Voy a superarlo. Me adaptaré a una nueva carrera.

—¿Abandonarás Wattpad?

Su silencio causa que mi corazón se vuelque. Sebastián prolonga un suspiro y desvía la mirada, como hace siempre que se le dificulta contar algo.

—Terminaré de subir la historia que estoy escribiendo. Luego de eso... No lo sé, no veo la plataforma del mismo modo y tampoco me apetece permanecer allí. Quiero tomarme un descanso. Después decidiré si regreso o no, aunque lo dudo. No borraré mis historias por el momento.

—¿Y qué piensas hacer con la editorial? Vas a sacar tu primer libro en físico, no puedes rendirte ahora.

—Pues ya firmé el contrato, así que no tengo forma de cancelarlo. Respecto a su oferta de publicar una segunda novela de mi autoría... no me lo he planteado. No siento que lo merezca.

—Estás echándolo todo a perder. Lo que más amas se desvanecerá, ¿acaso no lo entiendes?

—También amaré estudiar Administración. —Enarco una ceja. Aquello no se lo cree ni siquiera él, pues sus ojos no transmiten ni un ápice de seguridad—. Me esforzaré por destacar y hacerlo bien. Si no sirvo como escritor, ¿cuál se supone que es mi función en el mundo? Papá me heredará la empresa, tengo las facilidades para construir un camino.

—Nada te hará tan feliz como escribir. Te conozco, administrar finanzas no te apasiona.

—¿Cómo puedes saberlo? No eres dueña de mi vida.

Sus palabras se clavan en mi pecho y harta de pelear, me apresuro recoger mis cosas del banco.

—Haz lo que quieras, Sebas. Ya me cansé de discutir contigo. Más vale que luego no andes lamentándote de no haber tomado la decisión correcta. Espero verte muy contento dentro de unos años.

Guardo mi cuaderno de dibujo en mi mochila y empiezo a caminar directo hacia mi pabellón. Escucho que me llama para que regrese, mas continúo de largo y saco mi móvil cuando este vibra en mi bolsillo. Anthuanet me pide que acuda a la cafetería y me dirijo hacia allí tras comprobar que Sebastián ha desaparecido. Esta vez no me ha seguido y, en parte, lo agradezco, ya que no deseo que nuestra discusión se prolongue.

Ni siquiera los rayos de sol que caen en mi rostro mientras atravieso el patio logran animarme. Apenas entro al comedor, descubro que mi amiga no se encuentra sola. Axel le susurra algo al oído, Ivet teclea en su portátil a toda velocidad y Logan mira de reojo la pantalla mientras engulle un paquete de galletas Oreo.

—¿Qué sucede? No te noto muy animada —me consulta Anthuanet—. ¿Discutiste con Sebastián?

—No vendrá a mi exposición de arte. Se irá antes a Londres para una entrevista con la universidad.

Tomo asiento junto a ella y acomodo mi mochila sobre mi regazo, en tanto Axel y Logan intercambian una mirada, sorprendidos. Ninguno consigue creerse que todo esto en verdad esté sucediendo, puesto que, hasta hace poco, la realidad era diferente.

—No puedo creer que abandonará la carrera. —Logan arruga el envoltorio de galletas con notable frustración. De esa misma forma me gustaría aplastar la cabeza del señor Relish, quien no deja de manipular a su hijo—. Quizá cuando le entreguen sus calificaciones al terminar el semestre y vea que no le va mal, cambie de opinión.

—Es difícil hacer que Sebas abra los ojos cuando las críticas le nublan la vista. Está empecinado en que no sirve para la escritura gracias a ellas.

—Hay algo raro en esos comentarios, Emily —me garantiza Axel y frunzo el ceño, confundida—. Anthu y yo hablábamos justamente de eso. Varias cosas no cuadran, nos resultan extrañas.

No comprendo qué insinúa con exactitud, ¿por qué alguien querría que Sebastián se fuera de la plataforma? ¿Quién en su sano juicio gastaría su tiempo en crearse cuentas falsas para lanzarle odio? No tiene sentido. Logan debe notar mi desconcierto, pues deja de lado sus galletas y procede a explicarme.

—Ivet intenta rastrear la dirección de IP de los perfiles de Wattpad mediante sus correos electrónicos en busca de algún indicio. —La señala y mi mejor amiga me sonríe desde el ordenador, con el modo espía cibernética activado—. Sospecho que puede tratarse de su padre. Él nunca estuvo de acuerdo con que Sebastián estudiara Literatura y haría lo que sea por que renunciara a esto.

Visto de esa forma, no suena tan descabellado. Ese tipo está loco. Sin embargo, la cantidad de información que necesito procesar en tiempo récord me satura. Logan posee razón, mas nunca pensé que el señor Relish podría llegar tan lejos y lastimar de esa manera a su hijo. O, mejor dicho, sí que lo creo capaz, pero no quiero asumir aquello como realidad. A Sebastián le dolería muchísimo. Aunque las circunstancias me abruman, me aclaro la garganta cuando creo haber permanecido mucho tiempo callada.

—¿Qué clase de irregularidades han detectado?

Logan me cede su sitio y me posiciono al costado de Ivet para visualizar la pantalla.

—Casi todas las cuentas han sido creadas en la misma fecha —asevera ella y me muestra muro donde apenas figura una descripción. Acto seguido, ingresa a cinco perfiles más, bastante similares, y se detiene en el último—. Diez personas se registraron el veintiuno de enero. Un grupo de treinta, el quince de febrero y veinte usuarios arribaron a Wattpad el nueve de marzo. Axel sacó la cuenta anoche de los perfiles, ¿no se te hace demasiada coincidencia? Estas cuentas se crean en tandas. Axel solo encontró seis perfiles que llevan más de un año en la plataforma.

—No sé cómo no me fijé en esto antes. —Leo los títulos de las listas de lectura en que un usuario clasificó los libros de mi novio y me entran ganas de soltarle el diccionario completo—. Las únicas historias en sus listas son las de Sebastián.

—Si reparas aquí, verás que sigue a cuatro perfiles, los cuales curiosamente también le envían mensajes de odio a Sebas. —Apunta con su índice la parte inferior del nombre—. Ni siquiera colocan una presentación y sus fotos de perfil corresponden las predeterminadas por la red social. No siguen a otro autor, solo a él.

Ivet regresa su vista hacia la pantalla y así transcurren los minutos, en los que no paro de retorcer la suposición de que el señor Relish se esconde detrás de esos usuarios. Anthuanet acaricia mi hombro en un intento de calmarme y Logan camina en círculos con el paquete de Oreos en mano.

—Se me acaban las galletas. Iré por más, ¿alguien me presta dinero? ¿Axel?

—Ni lo pienses, la vez pasada no me pagaste —rechaza tajantemente el aludido.

—¡Cierto, lo olvidé! Prometo reembolsártelo pronto. —Axel vuelve a negar y Logan resopla, dándose por vencido—. Solamente me faltan dos centavos, ¿algún alma caritativa?

Silencio. Colaboraría con su alimentación, mas todo el dinero que me queda lo gastaré en mi almuerzo. Creo que permaneceremos callados otro rato, pero entonces Ivet levanta la mirada del ordenador.

—Anthu, ¿te importaría colocar algo de música? Estoy cansada de oír la masticación de Logan.

El susodicho abre la boca, ofendido. No obstante, se dirige al cesto de basura de la cafetería para deshacerse del envoltorio vacío. Por otra parte, nuestra amiga nos sonríe y reproduce una canción desde su móvil.

New rules de Dua Lipa para ustedes.

—Adoro tus gustos musicales —admito mientras la veo mover la cabeza al ritmo de la canción, la cual también logra relajarme a mí—. Utilizo los temas que me recomiendas para dibujar porque me ayudan a inspirarme.

—Escojo un nuevo ringtone de llamada todos los meses. Este mes suena All too well de Taylor Swift cada alguien me marca.

—Excepto cuando yo lo hago. Instauró un tono especial para mí —ostenta Axel.

—¿Y ese cuál es? —En repuesta a mi pregunta, Anthuanet me muestra la pantalla de su móvil y contengo la risa al descubrirlo

—De todo mi repertorio con más de mil canciones en distintos idiomas, me pidió que estableciera Castaways de los Backyardigans para cuando me llame.

—Se volvió popular en Tik tok —se excusa Axel. Logan lo señala y asiente, de acuerdo con él.

—¿En esa serie no aparecía Uniqua, el venado? —Ivet aparta la vista del portátil.

—Era una hormiga.

—¿En serio? Toda mi infancia creí que se trataba de una gacela. Me gustaba mucho ese programa a los diez años. Mi favorito siempre fue Austin, el dinosaurio.

—Canguro —le corrige Axel por segunda vez—. Si dices que Pablo era un mono en lugar de un pingüino me preocuparé mucho más por ti.

-¿Sabían que ambos tienen una rivalidad? -interviene Logan, al día con las ultimas noticias de la farándula-. Los leí discutiendo en un hilo de Twitter. Doki se puso del lado de Austin y Pocoyó apoya a Pablo. Los rumores de un romance entre el pingüino y el canguro no se hicieron esperar, ¡cuentan que Pablo dejó a Austin por Tyrone!

En otra ocasión, me habría reído a carcajadas. Sin embargo, apenas la canción que seleccionó Anthuanet termina, mi mente vaga por las memorias que poseo con Sebastián aquí. Lo extraño. Desde hace unos días ya ni siquiera edita sus capítulos, evita entrar a Wattpad, casi no sube historias a Instagram y se retira a su salón para repasar los temas que tratarán en la sesión correspondiente.

La semana anterior anunció que se retiraría de Wattpad por tiempo indefinido a partir de junio, luego de finalizar su última historia pendiente. Debería quedarme a su lado en lugar de apartarme, causando que se sienta solo e incomprendido. No quiero que aborde ese avión con un mal recuerdo de nosotros, aunque dudo atesorar la fuerza necesaria para despedirme de Sebastián en el aeropuerto. Acostumbrarse a su compañía me resultó tan fácil que su posible ausencia me sienta cual balde de agua fría.

—Envíame el chisme completo para revisarlo después. Ahora estoy a punto de encontrar oro.

—¿Conseguiste la dirección de IP? –le consulto y me inclino a ojear el monitor.

—Rastreé a diez usuarios. Cinco se ubican en Londres y el resto, en ciudades como Nueva York y Ontario. No sé si podamos sacar una conclusión a raíz de ello. Son varios, requeriré de ayuda para localizar los demás.

—Si el padre de Sebas estuviera detrás, ¿no deberían situarse todos en Reino Unido?

—Podría cambiar su dirección de IP con aplicativos, pero no tenemos ninguna prueba de eso. —Ivet tuerce los labios y suspiro con pesadez. Hemos llegado a un callejón sin salida—. ¿Han intentado hablar con él? Se nota de lejos que Sebastián no desea irse, sino escapar del odio que recibe.

-—Traté de convencerlo anoche, mas no me escucha. —Logan recuesta sus brazos en la mesa y entierra allí su rostro—. Se cierra a cualquier opinión que no sean los comentarios destructivos que depositan en su muro de Wattpad.

—Me gustaría que se centrara en sus verdaderos lectores, quienes en realidad lo respaldan. —Extraigo mi celular de mi bolsillo y abro Wattpad para después dirigirme al tablero de Sebastián—. Ayer dos usuarios le dejaron mensajes de apoyo en su muro, pero no creo que los haya visto. Ya ni siquiera entra a su cuenta.

Permito que Axel se me acerque para leer los comentarios y noto que esboza una pequeña sonrisa. Ingresé al segundo perfil y descubrí que aquella chica también escribe, por lo que me paseé por sus historias. Uno de sus libros llamó mi atención, así que luego lo leeré. Sin duda los seguidores de Sebastián lo echarán mucho de menos en la plataforma. Sobre todo, quienes lo acompañaron desde el principio.

@JafethLloraBrillitos: Eres mucho más fuerte que la gente que lanza odio. Esas personas no valen la pena, tú y tus historias sí. Gracias por enseñarme a superar cada obstáculo, a amarme a mí mismo y sacarme una sonrisa cuando mi ánimo estaba por los suelos. Espero que reconsideres tu decisión de marcharte de Wattpad, porque a mí y a varios nos harás mucha falta.

@Liv_1409: He leído cada una de tus novelas y, aunque las lágrimas no faltaron, las risas tampoco. Tus escritos transmiten más de lo que te imaginas, a mí me sirvieron de refugio cuando la realidad me aplastaba y me ayudaron a encontrar resiliencia. Entiendo cómo te sientes, también soy escritora y me tocó afrontar una situación parecida. Pero no dejes que se interpongan entre tus sueños y tú.

—Lástima que le pesen más los insultos que le meten ideas estúpidas a la cabeza —pronuncia Axel, con los labios apretados—. Ya no se me ocurre manera de hacerlo reflexionar.

—Probamos denunciando a los usuarios, mas estos se multiplican demasiado rápido. Cuando Sebas publicó una historia de Instagram informando su retiro indefinido, a la mayoría de sus seguidores les entristeció la noticia y le escribieron mensajes de apoyo. —Fuerzo una sonrisa, la cual se desmorona en un santiamén—. Pero el odio no se detiene y él cree correcta su decisión de marcharse.

Reviso mi móvil en busca de algún mensaje suyo, pero no encuentro ninguno y me fijo en su foto de perfil de WhatsApp, aquella donde los dos aparecemos abrazados. Martha de aproxima a nuestra mesa con una bandeja de panqueques en las manos, los cuales les sirve a las dos chicas sentadas a nuestro costado. Luego aprovecha para acercarse a nosotros y sé lo que se dispone a preguntarnos. Se alegró mucho por Sebastián cuando le comentamos que su libro se publicaría en físico, pero comenzó a preocuparse por él al enterarse del odio que recibía.

—¿Sebas no cambia de opinión? ¿Todavía quiere abandonar la universidad? —No necesitamos responder. Nuestras expresiones lo dicen todo—. Ayer conversamos. Pensé que venía a sentarse a escribir, pero no traía su portátil. Le pregunté qué sucedía y me contó que echaría de menos este lugar, porque planeaba marcharse a Londres cuanto antes. Su padre envió sus notas sin consultarle y lo único que lo motiva a aceptar su oferta son las críticas destructivas de sus novelas. Aquí siente que se está ahogando.

—Esa comunidad era su refugio, mas ya no la ve de la misma forma —me lamento-. Desearía que volviera a sentirse a gusto escribiendo.

—Creíamos que su padre podría estar detrás de los mensajes negativos —le confiesa Axel. Martha abre en grande los ojos ante tal grave acusación—. Pero, aunque existen inconsistencias, los usuarios no parecen direccionarse hacia ese lado.

—¿Piensan que su papá sería capaz de hacerle algo así? Sebastián me comentó que no mantienen la mejor relación, pero... ¿En verdad se llevan tan mal? Esperaba que, tras el fallecimiento de su madre, ambos se unieran y solucionaran sus diferencias.

—Imposible. Ese sujeto no cambiará nunca porque ni siquiera posee interés en hacerlo —refunfuña Logan, enojado con solo recordarlo—. Por su culpa Sebastián sufrió tanto. Lo humilla, lo rebaja, lo menosprecia y quiere moldearlo a su antojo.

—Su madre era igual. En los últimos meses estaba cambiando. Nos la encontramos en Londres durante las fiestas. Empezaba a apoyarlo y justo entonces falleció. Sebastián no se ha recompuesto de eso. Se hallaba afrontando el peor momento y llegaron los insultos a empeorar más la situación.

—¿Ambos siempre fueron así? ¿Incluso cuando ustedes eran niños? —me increpa Ivet y detesto asentir.

—Antes les intimidaba muchísimo más que ahora.

—Hace unos meses nos mencionó que no se llevaba del todo bien con su padre, pero no creí que fuera para tanto. Por esa razón se quedó contigo en Navidad, ¿no? —indaga Anthuanet y asiento, apenada. Aunque adoré que pasáramos juntos las fiestas, él quería regresar a casa de sus padres, solo que estos salieron de viaje como de costumbre, quizá con el fin de rehuirlo—. Imagino que no le gusta hablar al respecto.

—A sus padres nunca les agradé —les revelo, pese a que ello poco me importa ahora—. Jamás aprobaron nuestra amistad y si su papá ya está enterado de que somos novios ahora, probablemente le habrá dado un ataque.

—Esos señores también me tildaron de mala influencia a mí —se queja Logan—. Tu suegro casi me echa de su casa cuando le pregunté cuál era la clave del Wi-Fi.

—Pues no me parece que tenga razón —sentencia Martha, cruzada de brazos con un visible enojo—. Ustedes son quienes intentan evitar que tome una decisión errónea y se aleje de lo que lo hace feliz. No sé qué buscan con exactitud en la computadora, pero puedo asegurar que deseaban ayudar a su amigo, ¿o me equivoco?

—Estuve rastreando la dirección de IP de los usuarios que le lanzan odio, mas ese camino no nos condujo a nada. —Ivet se resigna a cerrar mi portátil—. No todos se situaban en Londres.

—Reportar las cuentas tampoco dio frutos y resultan demasiadas como para ignorarlas. —Anthuanet expulsa un suspiro, tan desanimada como nosotros—. Nos quedamos sin ideas.

—Si se va, ya no tendré a nadie con quien organizar lecturas conjuntas. Extrañare pelear con él porque se adelante un par de capítulos. —Axel esboza una sonrisa melancólica—. Preferí no insistirle en realizar una este mes. Al participar pasaría mayor tiempo en la plataforma y no se resistiría a leer los comentarios que le dejan. No quiero forzarlo a algo que evidentemente le incomoda ni exponerlo a críticas que le afectan.

Otra vez clavo mi vista en la pantalla del portátil de Ivet y la página de Wattpad desaparece porque de pronto la conexión se pierde. Imagino que nuestra búsqueda terminara aquí, pues nos falta poco para iniciar las clases.

***
¡Hola!
¿Qué tal ha estado el capítulo? Faltan, sin contar con este, tres capítulos para el final de la historia, ¿qué creen que ocurra a continuación?

¿Sebastián abandonará sus estudios en Literatura? ¿Quién estará detrás de los usuarios que le lanzan odio? 🧐🍷

¿Qué piensan de la actitud de Sebas? ¿Abrirá los ojos y entenderá que está cometiendo un error? ¿Hay algo que podrá hacerlo cambiar de opinión?

Ojalá tengan una bonita semana ❤️✨ les deseo lo mejor, ¡hasta el próximo domingo!

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