27| Cree en las estrellas
Desde que una foto de Kiara besando a Ethan circula por redes sociales, sé que algo anda mal. No distingo su rostro a la perfección, puesto que se halla pegada a la pared, pero la reconozco. Y los comentarios de la publicación no hacen más que producirme arcadas.
«Bien por Ethan. Quién no quisiera comerse todo eso. Fóllatela».
«Los veía juntos desde el año pasado, me sorprende que pudiera resistirse tanto. Espero que esta no sea una perra».
«Ojalá que Ethan nos comparta sus fotografías después. Necesito material para masturbarme».
Aprieto los puños con impotencia, mi mandíbula se tensa y dejo de leer. Intento contactarme con Kiara el domingo por la tarde, pero su teléfono suena apagado cuando la llamo. Considero ir a buscarla para asegurarme de que esté bien, mas los fines de semana pasadas las seis de la tarde, la universidad cierra sus puertas y no hay forma de salir de aquí. Bastaría con que me respondiera que se encuentra en casa para quedarme tranquilo, pero ni siquiera contesta mis mensajes. Ella no quería nada con él. Era Ethan quien la vigilaba, seguía sus pasos, disfrutaba soltando comentarios con doble sentido y prácticamente la arrastraba consigo. A Kiara parecía disgustarle su presencia, aunque tampoco se apartaba cuando este aparecía. Pese a ello, sé que esa fotografía no fue sacada bajo su consentimiento.
Al día siguiente la espero en el comedor, porque acostumbra a comprar comida allí. Una dona con glaseado de chocolate y un café. Siempre pide lo mismo. Conforme discurren los minutos y no la veo llegar, camino hasta el edificio de Artes Plásticas, donde por desgracia, corro la misma suerte. Incluso le pregunto por ella a Ivet, cuando acompaño a Logan a su salón, pero su mejor amiga luce igual de preocupada que yo.
Paso las dos últimas clases antes del primer receso con la cabeza en otro lado. Apenas presto atención por revisar constantemente mi móvil a la espera de una respuesta de Kiara. Durante el almuerzo, me dirijo por segunda vez a la cafetería y mis sospechas aumentan al divisar a Ethan hablando con otra chica. Ella no lo acompaña. Volteo a ambos costados, buscándola. Pero no hay rastro alguno.
—Axel... —Entrecierro los ojos y desando, chocándome con la pared—. ¿Crees que algo malo le haya ocurrido? No atiende las llamadas ni contesta los mensajes. Tiene el celular apagado. No la veo desde el viernes y lo último que hicimos fue discutir. No me importa que siga enojada conmigo, yo también lo estaría en su lugar. Puede mandarme a la mierda si gusta. Solo quiero asegurarme de...
—Está con Ivet y Anthuanet. —Cuando me interrumpe, levanto la mirada directo al mostrador y el alivio que me asedia es indescriptible—. Capaz llegó tarde y por eso no la encontraste temprano.
Una bufanda lila rodea su cuello, lo cual me extraña, porque Kiara no usa prendas de ese tipo. No sonríe como antes. Algo no marcha bien.
—¿Debería acercarme?
—Necesitan charlar, al menos si desean solucionar las cosas. Aunque dudo que este sea el sitio adecuado.
—¿Me parece o evita cruzarse con Ethan?
Axel arruga la frente al percatarse de lo mismo. Kiara hace un ademán de aproximarse a la barra, mas regresa la mesa que comparte con sus amigas cuando observa a Ethan dirigirse hacia allí.
—No comprendo —manifiesta Axel, quien se masajea la sien con el entrecejo fruncido—. Si estuvieran saliendo pasarían tiempo juntos, pero cada quien va por su lado. Ni siquiera se miran. Sus acciones no concuerdan con la fotografía que publicaron ayer.
—Iré a buscarla a la hora de salida para disculparme con ella —afirmo, pese al miedo que poseo de que me rechace—. ¿Alguna vez sentiste que hablaste de más y te arrepentiste muchísimo de lo que dijiste?
—Varias veces. Generalmente cada que discuto con mi mamá, pero ella sabe que no lo pienso de verdad. —Muerdo mi labio. De seguro Kiara se creyó cada palabra que salió de mi boca ese día—. Me conoce bastante y ya se acostumbró a verme enojado cuando el libro que leo no termina como quiero. También me molesta hacer lecturas conjuntas con alguien que no sigue el orden establecido de los capítulos. —Desvío la vista y silbo, mirando al techo. Agradezco que trate de sacarme una sonrisa—. Tú no eres así, ¿cierto?
—Para nada. Jamás te traicionaría de esa forma. Quizá me persiga un sucio historial por culpa de lectores que me tachan de desalmado, pero no les creas.
—¿Negarás que tienen razón? ¿Quién te hizo tanto daño para que mataras a...? —Le cubro la boca antes de que suelte el nombre de mi protagonista. Sin embargo, muerde mi mano y logra librarse—. ¡Era muy joven! ¡Estaba a punto de cumplir sus sueños! ¡Despiadado! ¡Inhumano sin escrúpulos! ¡Falto de conciencia! ¡Asesino...!
Logan aparece de repente y le rosea la boca con aerosol de crema batida, impidiéndole terminar.
Axel se la traga a regañadientes y contengo una risa cuando mi mejor amigo codea mi brazo, divertido. No obstante, voltea a observarme y temo sufrir el mismo ataque. No me gustaría morir atragantado ahora que se acerca la temporada de invierno y podré lucir mis gorros de algodón estilo misterioso.
—¿Ahora qué hiciste y por qué andan profanando improperios hacia tu benevolente persona? —Agita el espray y vierte cierta cantidad en su boca.
—Porque, según Axel, soy muy cruel con mis personajes. No es mi culpa que tenga un corazón de pollo.
—Y no es culpa mía que el tuyo sea de piedra.
—Sebastián no tiene un corazón de piedra. Llora leyendo los comentarios de sus lectores.
Lo considero lo mejor de escribir en Wattpad. Adoro responder a la mayoría de ellos. También me gusta dedicarles capítulos y explayarme en las notas de autor. Antes era demasiado tímido como para redactarlas y desconocía cómo dirigirme a ellos, pues me costaba asimilar que gente de diferentes lugares del mundo me leía. Revisé las estadísticas y salté de emoción al descubrir que personas de Grecia, Estados Unidos, Italia, Latinoamérica e incluso Japón seguía mis historias. Ahora todavía se me dificulta digerirlo, pero disfruto de escribirlas al final de los capítulos.
Aun así, tiro del cuello de la camisa de Logan con brusquedad y tose al atorarse con la crema que masticaba.
—No quiero quedar como un indolente, pero tampoco expongas mi lado sentimental. Término medio.
—Perdona por arruinar tu reputación y demostrar que en las turbias profundidades de tu alma todavía existen ciertos vestigios de bondad.
—¿Qué tan retorcido piensas que...?
Me llena la boca de crema batida y después ambos se burlan de mí. A Logan le falta poco para sacarme una fotografía y mandar a confeccionar una camiseta con mi cara. Justo cuando pienso reclamarle, mis ojos se cruzan con un par de iris azules que me observan desde el extremo opuesto de la cafetería. Kiara también ríe. Trato de esbozar una sonrisa, aunque la crema hace que esta resulte más graciosa de lo que esperaba.
—¿Vamos por los almuerzos? —nos anima Logan. Sacude el aerosol y pasea sus pupilas en busca de potenciales víctimas—. Quizás en el camino me encuentre a otro parlanchín con quien gastar mi aerosol.
—¿Dónde conseguiste...?
Segunda rociada para Axel. Pobre chico.
—Ayer salí a realizar mi rutina de ejercicios y lo compré en una pastelería.
—¿Cuál rutina de ejercicios? Los domingos te pasas casi todo el día en la cama.
—¿Sabes lo que hacemos cuando nos quedamos solos los sábados y domingos? —Coloca su brazo derecho encima de mis hombros y Axel enarca las cejas.
—Logan, retira lo dicho. Eso sonó turbio.
—Mientras no utilicen mi cama para divertirse, todo en orden.
—¡Enfermos! —vocifera, asqueado. Después se gira hacia nuestro amigo. Sus comisuras tiemblan a causa de las carcajadas que retiene—. ¿Qué ha hecho Wattpad contigo? ¡Tú no eras así!
—Prometí que lo guiaría por un buen camino. En dos semanas empezaremos diciembre con la lectura La chica con el corazón de hielo.
—Y para tu información, ¡el resto del mes leeré poesía! —comunica Axel, en su defensa—. Un género que sin duda merece mayor reconocimiento. Ya agregué a mi biblioteca los poemarios Lluvia y Cactus.
—Sí que prefieren los libros. Yo me inclino por las películas —apunta el cinéfilo de Logan—. Dos sábados atrás pedí una pizza y sometí a Sebastián a un maratón de la saga de Marvel. —Todo a raíz de que confundí a Thor con Iroman. Juro no equivocarme de nuevo. ¿Lo ves? No hacemos cosas sucias. Diría que leemos la Biblia, pero soy ateo.
—¿Y si madrugas quién te ayuda? —le increpa Axel.
—No madrugo. Los fines de semana me levanto a la hora del almuerzo.
Y por esa razón, a mis padres no les agrada. Logan nunca les ha faltado el respeto al expresar su postura, ellos a él sí. Varias veces aseveraron que se pudriría en el infierno. Asocian el no ser devoto con la protervia. Cuando en realidad, creer o no en la existencia de Dios no te convierte en buena ni mala persona.
Existen sacerdotes pederastas, ateos altruistas, clérigos filántropos e irreligiosos infames. No te definen tus creencias, sino lo que aportas al mundo. No todos pensaremos de la misma forma y de eso se trata. La sociedad está conformada de creencias distintas y solo conseguiremos una adecuada convivencia si somos tolerantes con los demás. Logan elegiría las películas sin pensarlo, mientras que yo me quedaría con las historias.
—En los libros te adentras en la mente de los personajes y vives sus emociones en carne propia. Empatizas con ellos hasta el punto de sentirte identificado. No necesitas escenas porque tu imaginación las reproduce de manera automática. No me disgustan las películas, solamente poseo una fuerte predilección por las páginas. Me han enseñado mucho.
—¿Cuál es el mejor mensaje que te ha dejado un libro? —interroga Axel y guardo silencio. Pregunta difícil.
—No sabría escoger uno en específico. He aprendido demasiado de los tantos que leí. —Tomo una bocanada de aire e intento resumir todo lo que me han enseñado los libros—. Descubrí que debemos amarnos a nosotros mismos, que crecer no significa dejar ir al niño que habita en nuestro interior, que no es malo tomarse un tiempo para sanar y cerrar heridas. Que no tenemos que encajar en los estereotipos que nos imponen, que la vida está llena de colores por explorar y que no podemos juzgar a alguien sin conocerlo, cada quien alberga sus motivos y minimizar problemas ajenos no ayudará en lo absoluto. Entendí que las relaciones tóxicas no llevan a nada bueno, que debemos ser empáticos y que atesoramos la fuerza para sobreponernos a las adversidades.
—Felicidades, mencionaste todo lo que planeaba agregar.
Una ligera risa escapa de mí y me sonríe. Los tres desplazamos hacia el mostrador cuando la fila para recoger los almuerzos disminuye y Martha luce menos ajetreada. Sin embargo, cuando pasamos junto a la mesa que Kiara comparte con sus amigas, ellas caminan directo a la salida del comedor y veo cómo se alejan tras mirarme de soslayo.
No lo entiendo, ¿por qué una bufanda lila le rodea el cuello? ¿Por qué difundieron en redes sociales una fotografía suya besando a Ethan? ¿Por qué parece tan decaída y apagada? Decido no ir detrás de ella, pues no se ahogará en sus problemas mientras esté acompañada. Me hubiese gustado que confiara en mí para contarme lo que le sucede, pero no puedo pedirle algo así después de lo que solté aquel día. Por más que se esforzó por disimular lo contrario, sé que le dolió.
Durante la hora del almuerzo, el asiento de Ivet se encuentra vacío. Volteo cada cierto tiempo hacia la puerta con la esperanza de que Kiara regrese. Terminado el descanso, Axel y yo nos dirigimos a nuestra última clase, donde la cabeza no deja de darme vueltas, de modo que la siento a punto de estallar. Dudo que su comportamiento se deba a la discusión que mantuvimos, ya que a su mejor amiga tampoco le atendió el teléfono. Si Ivet sabe lo que sucede, debe haberse enterado hoy mismo.
Culminada la cátedra, me encamino al edificio de Artes Plásticas. Un gran flujo de estudiantes desciende de los pisos superiores marcadas las cuatro y aguardo a que el alumnado se disperse en un rincón, corriendo el riesgo de que Kiara se vaya antes de que la encuentre. Me percato de lo sumido que estoy en mis pensamientos cuando me sobresalto al escuchar una voz. Su voz.
—Sebas. —Yace apenas unos metros de mí y se abraza a sí misma producto del aire helado que corre por esta zona—. ¿Tienes un momento? Necesito contarte algo. No tardaré mucho por si estás ocupado. Seré breve, no te quitaré más de cinco minutos.
—Te estaba buscando. —Fuerzo una sonrisa, mas me tiemblan las comisuras—. Puedes contarme lo que quieras. Prometí estar ahí para escucharte.
—No creo que debas seguir cumpliendo esa promesa.
—¿Por qué no?
—Porque te fallé. Te di la espalda, no estuve cuando me necesitaste. Te dejé solo. Debí haber ido detrás de ti ese día.
—¿Continuarás culpándote por eso? Yo también me equivoqué —le recuerdo—. Nunca debí gritar que sufriste leucemia, era algo tuyo. Tampoco pienso nada de lo que te dije. Estaba enojado, aunque mi estado de ánimo claramente no justifica nada.
—¿Conmigo? —Me resulta imposible no asentir.
—Y con mis padres. —Cubrí con base el moretón ocasionado por el golpe que me propinó papá, así que no repara en el matiz verdoso que colorea mi mejilla—. Nuestra reunión no terminó como esperaba.
—Lo siento, ¿te gustaría platicar acerca de ello?
—Primero quiero oírte a ti —señalo, dado que el tema me tortura—. Hoy durante el almuerzo me evitabas y ahora te apetece hablarme. —Temo haber sonado demasiado brusco, por lo cual suavizo mi tono—. Cubres tu cuello con una bufanda, llegas tarde a clases y tu teléfono permanece apagado todo el fin de semana. Ayer tu amiga subió a Instagram una foto tuya besando a Ethan. No me enojaré si me cuentas que ambos están juntos, pero sé bien que tú no deseas salir con él. No creas que no noto lo incómoda que luces cada que estás al lado de ese chico, ¿acaso te obligó a hacer algo que no querías? ¿Es eso? Sea lo que sea puedes confiar en mí.
—Ethan me besó sin mi consentimiento —confirma mis sospechas y se me congelan las manos dentro de los bolsillos. El aire que inhalo se vuelve pesado al imaginar la escena y entrecierro los ojos con fuerza para apartarla. Sucedió cuando Thalia me invitó a su casa el domingo. Pensé que quería arreglar las cosas luego de nuestra discusión del jueves. Todo porque rechacé la invitación de Ethan de asistir a una fiesta organizada por un amigo suyo. No sospeché de sus verdaderas intenciones hasta que lo vi esperándome adentro. No sabía que estaría ahí. Cuando Thalia cerró la puerta con llave, Ethan empezó a insistirme que aceptara tener algo con él y como yo seguía negándome, el muy imbécil me tomó por el cuello y estampó su boca contra la mía.
—Por favor dime que no consiguió hacerte nada más.
—Logré darle una buena patada en los huevos y salí por el patio trasero. Vencí al cáncer dos veces, ¿y no voy a poder con un pedazo podrido de esperma? Nadie me obligará a hacer nada que no quiera.
Ha estado conteniéndose tanto desde que llegó que su firmeza se desmorona. Las lágrimas acumuladas en sus ojos echan a correr por sus mejillas. Ahoga un sollozo y oculta su rostro entre sus manos. Aunque lucha por mantenerse de pie, las piernas le tambalean y respira entrecortadamente. Tan pronto como puedo, la enfundo en un abrazo y ella rodea mi cuello de inmediato, como si no necesitara más que romperse para renacer. Apoya su cabeza en mi pecho y le acaricio el cabello. Un nudo obstruye mi garganta, provocando que se me dificulte tragar saliva.
Con la visión borrosa, ubico detrás de nosotros una pequeña banca y la guío hacia allí, temiendo que caiga al suelo. Descubro que también lloro tras percibir dos diminutas gotas de agua empapar mis pómulos, pues mi corazón se resquebraja al verla en dicho estado. Kiara se revuelve entre mis brazos antes de quedarse quieta durante un largo rato. Apenas la escucho hipar y sus fuerzas se duermen. Ahora me toca a mí convertirme en su pilar. Ella ha sido ya el mío por mucho tiempo.
—¿Recuerdas que te aseguré que estaría ahí por si necesitabas ayuda para reconstruirte? —susurro contra su oído y asiente. En seguida busco su mano, la cual trepida sobre mi hombro—. Pues no permitiré que cargues con esto tú sola.
—Temo que vuelva a sobrepasarse conmigo. Tenía que haberme alejado de él apenas empezó a acosarme. Pero no, fui lo suficientemente estúpida como para quedarme callada.
—Tú no eres ninguna estúpida.
—No debí salir de casa ese día. —Limpio las lágrimas atascadas en sus ojos. Estos me observan, enrojecidos y apagados.
—¿Tú no debiste salir o él debió respetarte? Nada de lo sucedido fue tu culpa.
—Todos me decían que no les inspiraba confianza. Varias veces me tocó sin mi consentimiento y pasé por alto esas señales. Cuando lo rechacé me llamó perra, ¿acaso eso soy?
—Eres Kiara, la persona más fuerte que he conocido en mi vida. —Rozo sus nudillos suavemente con el objetivo de tranquilizarla—. La invencible, la que jamás se rinde ante nadie ni nada. Quien junto a su madre me enseñó a creer en las estrellas. No eres lo que dicen de ti, sino los colores llevas dentro.
—¿Y si en mi interior solo queda un color gris?
—Para ello sabes pintar.
Enmudece unos segundos, como siempre que una nueva idea aterriza en su mente. Nos sumimos en un silencio rellenado únicamente por el eco de nuestros pensamientos. Su respiración se acompasa, mas todavía manifiesta una gran inquietud.
—¿Por qué no te fuiste apenas llegué? El día que me necesitaste, yo te dejé de lado. Fui muy egoísta.
—Porque me preocupo por ti. —Celebro en mis adentros cuando esboza una diminuta, pero genuina sonrisa—. Desde que publicaron la fotografía presentí que algo no marchaba bien. No te culpes por tus errores. En vez de ello puedes trabajar para repararlos y no cometerlos de nuevo. Los dos fallamos.
—Tenías razón, sí me interesa lo que opina el resto. Mamá estaría decepcionada de mí si me viera ahora. La extraño.
—También la echo de menos y te aseguro por lo que más quieras que le enorgulleces bastante. Lo mejor que me pudo ocurrir el día de décima quimioterapia fue conocerlas.
—Gracias por seguir conmigo aun cuando lo arruino todo.
—No has estropeado nada —le garantizo y tiemblo ante su tacto apenas posa su mano en mi mejilla—. Yo lamento mucho haberte hablado así, revelarle a Thalia algo tan personal y no defenderte cuando espetó que tu enfermedad regresará. No le creas. No vas a recaer.
—Perdón por no ponerme de tu parte en la cafetería, por evitarte y no atender tus llamadas. Ethan me quitó el móvil la tarde que me marcaste y tenía miedo de que se enojara conmigo si te contestaba. El domingo me sujetó tan fuerte que las marcas de su agarre permanecen en mi cuello.
—¿Tanto le costaba aceptar un rechazo? Si no deseabas estar con él le competía respetarlo y apartarse de ti porque carecía del derecho de tocarte. No comprendo qué ganaba con difundir esa fotografía.
—Ese fue mi primer beso. Quería que fuera especial.
—Apuesto a que el segundo sí lo será.
—Me encargaré de que sea con el chico que quiero de verdad. Ese que siempre sostuvo mi mano y se quedó conmigo en los peores momentos. El que me contaba historias y conseguía hacerme reír.
—Lo harás muy feliz —le sonrío, aunque me gustaría que hablase de mí—. Tiene mucha suerte de encontrar a alguien como tú.
—No creí que llegaría a sentir algo así por una persona.
—Tampoco yo —reconozco con una pequeña sonrisa—. Hasta que conocí a una chica que inspiró mis historias y puso mi mundo al revés. Siempre se las ingenia para salir adelante. Me demostró que incluso en el laberinto más oscuro hay una luz que te guiará hacia el exterior.
Nuestras miradas se conectan tal como dos imanes. Mis sentimientos traspasan mi piel y destruyen cualquier barrera que construí para ocultarlos.
—Me encantan tus ojos.
—¿Porque son verdes?
—Porque son tuyos.
No alcanzo a contestar, pues de pronto termina con la distancia que nos separa y me besa.
***
Y bueno, por fin pasó lo que tenía que pasar. Estaba deseando escribir esta escena casi desde que empezó el libro, así que ya era hora :")
¿Cómo creen que las cosas cambien entre ellos después de esto?
De momento, les adelanto que se vienen mis capítulos favoritos ❤️
Espero que les haya ido bien esta semana 😌 lástima que mis vacaciones están por llegar a su fin, pero seguiré actualizando los domingos como de costumbre 🤙🏻
Hasta la próxima semana 👋🏻
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