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Viernes 14 de febrero

Hoy va a ser un día largo. El amor está en el aire y quiero ir al Seven por papas fritas. Pero tengo mucha pereza. Desearía tener super poderes telequinéticos. No, mejor teletransportación. Así podría estar en el Seven y de vuelta a la sala de descanso con un simple chasquido de dedos. ¡Zap! Papas fritas.

No me gusta San Valentín.

No me gusta.


—¿Sigues trabajando en tus guiones?—pregunta Martin, inclinándose para ver la libreta de su compañero. Elliot la cierra tras estremecerse.

—S-Sí. Todavía no voy ni a la mitad.

Martin sonríe.

—Cuando acabes quisiera ver de qué trata. La mayoría de los descansos que pasas aquí solo te veo escribir. Eso me intriga.

No tienes ni idea de lo que realmente hago, piensa Elliot.

Elliot mira a su amigo beber café sin dejar de sonreír. Por lo regular es un chico serio y callado, quizá le pasó algo muy bueno hoy.

—Oye, ¿y cuáles son tus planes para hoy?—pregunta Martin. Elliot gira los ojos.

—Martin, por favor.

Martin se ruboriza.

—Lo siento, no quería que sonara como una pregunta de mal gusto. Es que...bueno, hoy no es solo el día del amor, también de la amistad. Iré de karaoke con una amiga esta noche y umm...creo que sería buena idea si nos acompañas. Podrías traer a alguien.

Elliot baja la mirada, pensativo. Hace tiempo que no va a divertirse de noche. Pero, ¿a quién podría llevar? Desde que Autumn nació Elliot se alejó cada vez más y más de sus amigos de preparatoria. Ahora rara vez les habla. En todos esos años no se percató de lo solitario que es.

No, no lo soy. Tengo a Leela, y a Skye, y también...

Sonríe.

—Creo que ya sé a quién podría llevar—dice—. Está bien, cuenta conmigo.

—Genial. Te enviaré la dirección por mensaje. Nos vemos allá a las siete de la tarde, ¿te parece bien?

—Claro.

Una salida imprevista, genial. ¿Cuándo fue la última vez que tuve una?

Martin tiene diecinueve años, para él es normal salir a divertirse espontáneamente. Elliot, aunque solo es tres años mayor que él, se siente mucho mayor. Ya no tiene la misma energía de antes y, aunque pasa la mayoría de su tiempo libre escribiendo estupideces en una libreta y en ocasiones piensa como un adolescente, ha madurado muy rápido.

De chico a adulto en un abrir y cerrar de ojos. Qué duro, ¿eh?

El resto de la jornada pasa volando. El día gris de Elliot, poco a poco, adquiere mucho color. Está más emocionado de lo que le gustaría admitir. El joven abandona el edificio tras despedirse de sus compañeros y ya en el estacionamiento llama a su madre antes de subirse al coche:

—¿Cómo está Autumn, mamá?

—Está muy contenta. Su compañerito Bradley le dio chocolates y una tarjeta de Thomas el tren.

—Más le vale irse con cuidado a ese chico. Autumn aún no tiene edad para novios.

—¡Elliot!

Él ríe.

—Estoy bromeando. Oye, saldré con un amigo de karaoke y planeo llevar a Winnie.

Claire permanece en silencio por unos segundos.

—¿Pasa algo?—pregunta Elliot.

—¡Hasta que haces otra cosa que ver películas!—contesta, emocionada—. Me parece muy bien. ¿Entonces vendrás aquí o irás al Houdini a pasar la tarde?

—Iré al Houdini. Tengo muchas ganas de su panini especial.

—Te veo luego. Pásala bien hijo, te lo mereces.

Elliot llega al café Houdini y entra con una leve sonrisa. En otro momento quizá hubiese llamado a Winter para que se encontraran frente al café, pero ahora posee la suficiente seguridad para ir a buscarla hasta el mostrador. Hace fila en la caja registradora y entonces, cuando es su turno, su mirada se cruza con la de Celia, la madre de Summer y Winter. Ella abre los ojos de par en par, incrédula.

—¿E-Elliot?

—Buenas tardes.

—Buenas tardes...

Se le ve incómoda. Ella y su marido solo van a visitar a Elliot por Autumn, nada más. Elliot no había entrado al Houdini por las tardes en años. Prefería ir en las mañanas, cuando ni Celia ni su marido estaban ahí.

—¿Qué vas a llevar, Elliot?—pregunta Celia bajando la mirada a la caja registradora.

—¡Elliot!—dice Winter, apareciendo a la derecha de su madre con un café en la mano, el cual deja en el mostrador—. ¿Cómo te va?

—Me va bien—se dirige a Celia—. Un panini especial y un café americano, por favor.

—Enseguida.

Elliot se hace a un lado para que ordene el siguiente comensal.

—Oye, Winnie—dice.

—¿Qué pasa?—responde la chica mientras prepara un latte.

—¿Tienes planes para hoy?

—Lo de siempre: escuchar música o algún audiolibro.

—¿Te gustaría salir conmigo a un karaoke? También estará un amigo, se llama Martin, es de tu edad.

—Claro, suena bien. ¿A qué horas?

—En cuanto termines tu jornada. Estaré aquí esperándote.

Winter se muerde el labio inferior, sonriente.

—Qué considerado.

Elliot pasa las siguiente hora y media viendo una entrevista de Scorsese en su teléfono mientras come su panini. De vez en cuando echa un vistazo al mostrador para contemplar a la siempre grácil Winter preparando un café tras otro. Qué chica más llena de vida.

Ella es a la que debieron llamar Summer, piensa, y no tarda en sentir una punzada agradable en el lugar del corazón.

Summer...

Esboza una leve sonrisa. Esta es la primera vez en mucho tiempo que la recuerda sin un solo asomo de dolor.

・:*:・゚★,。・:*:・゚☆

—¿Cómo te la estás pasando?—pregunta Elliot a Winter, alzando la voz por la música.

—Muy bien. Me encanta este lugar—responde ella en el mismo tono—. Martin canta horrible, pero lo compensa con entusiasmo.

El mencionado se encuentra en el escenario, cantando una versión desafinada y ligeramente ebria de Promiscuous con un chico al que acaba de conocer. Ambos bailan y saltan, tienen el rostro enrojecido y perlado por el sudor. Martin solo necesitó quince minutos para ambientarse.

Vanessa, la amiga de Martin, regresa del baño y se sienta junto a Elliot.

—No tenía ni idea de que fuera tan extrovertido—dice Elliot—. En el trabajo es tan reservado que a veces pasa desapercibido.

—Y así es siempre—responde Vanessa—. Excepto cuando se trata de Karaoke. Le fascina cantar en karaokes.

—¿Lo conoces desde hace mucho?

—Desde que teníamos diez años más o menos. ¿Y ustedes?

—Conozco a Elliot desde que tengo trece—responde Winter—. Ahora somos mejores amigos.

La miras de soslayo, enternecido. Vanessa y Martin, como cada persona que la conoce, quedaron encantados con ella. Los cuatro charlaron sobre música en la fila de entrada al karaoke y no quedaron dudas de que la más ilustrada en la materia es Winter.

La canción finaliza y Martin llama a Vanessa con un gesto para que venga al escenario. Ella asiente entre risas y lo obedece. Winter y Elliot sonríen cuando comienzan a cantar una versión más alegre del hit número uno—y el único—de Gotye.

Elliot sonríe.

—Uff, esa juventud—dice tras un suspiro, viéndolos pasarla bien.

—Tienes veintidós años, Elliot—le recuerda Winter.

—Mi cuerpo tiene veintidós, Winnie. Mi mente cuarenta.

Winter ríe.

—Naaah.

—¡Claro que sí!

—Eres un gran niño. Y te volviste aún más niño después de que nació Autumn, y creo que eso es genial—da un trago a su refresco de cola—. Si la paso tan bien contigo es porque eres un gran niño igual que yo.

La parte femenina de la canción empieza. Martin suena como un gato agonizando.

—Alguien quítele el micrófono a ese hombre—dice Elliot, conteniendo las ganas de reír—. Oye, Winnie, ¿quieres que vayamos a cantar?

—Depende, ¿será una de Foster The People?

—Me leíste la mente.

Después de cinco canciones, ambos se ponen de pie. Elliot toma con delicadeza la mano de Winter y ella despliega su bastón. Van a con el DJ para elegir la canción y, una vez la pareja que se encuentra en el escenario termina de cantar, toman su lugar. Winter escogió Best Friend. No es una de las favoritas de Elliot, pero le gusta bastante.

La pista empieza, Elliot mira alrededor; solo hay sonrisas alegres, personas pasándola bien. Su energía es contagiosa. Martin, justo frente al escenario, está grabándolos con su teléfono.

Winter mueve los hombros al ritmo mientras canta sin soltarle la mano. Elliot sonríe cuando entrelaza sus dedos con los suyos. Winter, a diferencia de él, posee una voz decente y es mucho más enérgica. Disfruta la canción como si nadie estuviera ahí, como si se encontrara en su habitación con su colección de vinilos.

Elliot relaja el cuerpo poco a poco, dejándose llevar por el sonido del bajo. Foster es una de esas bandas cuyas letras son tan psicodélicas que es imposible encontrarles un significado. Pero él, conforme las canta, las comprende. Entiende por qué Winter la eligió, entiende en qué momento de su vida se encuentra y se siente vivo y agradecido.

Mira a la chica de soslayo.

Winter...

Elliot rodea sus hombros con su brazo. No le molesta desafinar.

Wilted pleasures leave you with a breath

I can see, I can see

I can see the beauty in the mess

・:*:・゚★,。・:*:・゚☆

—Papá—susurra Autumn, dando leves palmaditas al hombro de Elliot—. Papi, despierta.

Elliot abre los ojos y parpadea varias veces hasta que su mirada se acostumbra a la luz de la lámpara de noche.

—¿Qué pasa, princesa?—pregunta, soñoliento.

—¿Puedo quedarme a dormir contigo? Tuve una pesadilla.

El padre se incorpora tras un bostezo y le hace espacio para que se acueste a su lado. Autumn está temblando y Elliot siente un pinchazo en el corazón al ver su carita preocupada.

—¿Qué fue lo que soñaste?—le pregunta con suavidad, cubriéndola con las mantas.

—Ehh...pues...Yo estaba aquí en la casa y no había nadie. Todos se fueron porque ya no me querían. La abuela, tú y también abuela Celia y abuelo Mike. Tía Winnie tampoco estaba ahí. Yo estaba sola. Y todo era feo.

—Oh, Autumn, me imagino lo horrible que fue eso—Elliot acerca una mano a su melena color zanahoria—. Pero ya pasó. Aquí estás tú y aquí estoy yo, y nunca te dejaría.

—¿Nunca?

—Nunca de los nuncas. Tampoco la abuela ni Winter. Te amamos, princesa, siempre vamos a estar para ti.

Autumn por fin sonríe. Su cuerpo se relaja y se acomoda de lado, su posición favorita para dormir.

—Yo tampoco los dejaría a ustedes.

・:*:・゚★,。・:*:・゚☆ 

Sábado 15 de febrero

2:45 am

Hubo una ocasión en la que intenté huir de todo. De mamá, de Autumn y de lo mucho que me dolía la pérdida de Summer. Era un niño de diecisiete años muy emocional que se ahogaba en un vaso de agua. Era verdad que la vida no me estaba sonriendo en esos momentos, pero no lo suficiente como para que tomara medidas tan drásticas.

Mi plan era huir a Canadá. Abandonar totalmente la vida que tenía en la ciudad. Recuerdo aquella noche en la que, mientras todos dormían, me disponía a empacar unas cuantas mudas de ropa y de vez en cuando contemplaba el boleto de avión. Autumn tenía apenas tres meses y medio, era una bebé regordeta y comelona con las mejillas sonrosadas. Me dolía mucho la idea de dejarla, pero estaba convencido de que lo mejor para ella era alejarme.

Me veía a mí mismo como un fracasado; era incapaz de conseguir un buen trabajo, estaba deprimido la mayoría del tiempo a pesar de tener a una bebé tan linda y me sentía culpable del suicidio de Summer. No había distinguido las señales y pensaba que todo estaba bien con ella. Y murió. Y me sentía incompleto, incapaz de criar a Autumn por mi cuenta. Me consideraba una basura y que lo mejor para Autumn era ser criada solo por sus abuelos en vez de estar atada a mí. ¿Qué cosas positivas podía aportar a su vida? Era un desastre, una maraña de tristeza, hastío, mediocridad e inmadurez. Estaba seguro de que terminaría matándome tarde o temprano igual que Summer. Pobre Autumn, era un ser de luz y había nacido de una madre que no la amó lo suficiente para quedarse a su lado y un padre cobarde del que solo vería sobres con dinero cada mes.

Lo siento tanto, pensaba, pero es mejor así. Es mejor así, es mejor así...

Cómo dolía dejar a esa niña tan parecida a mí; con mis mismos ojos, mi mismo cabello y mismo corazón. Tras ponerme la mochila y ajustarme el gorro, caminé de puntillas a la habitación de Autumn, donde ella dormía en su cuna. Encendí la lámpara de noche y al verla tan bonita y frágil no pude contenerme más y lloré con la misma intensidad de cuando encontré el cadáver de la que fue el amor de mi vida. Summer se había ido, pero un trozo de ella vivía en Autumn.

"Lo siento tanto, Autumn" susurre "Quisiera ser el padre que mereces, no esto. Quiero ver cómo creces, cuáles serán tus intereses, yo...yo deseo tanto ser parte de tu vida, pero solo te traería decepciones. Solo he conseguido trabajos de salario mínimo, todos tus gastos han sido cubiertos por Celia y Mike, ni siquiera puedo mantenerte. Y soy tan llorón, mírame ahora. No soy fuerte, no podría darte buenos momentos. Crecerías odiándome, sintiendo pena por tener un padre como yo. Autumn te amo, en serio. Te amo tanto que me duele".

Acerqué una mano a su mejilla para acariciarla. Autumn abrió los ojos lentamente y me miró, gris y vulnerable. Su manita gorda se cerró en mi dedo índice y sonrió, pataleando sin apartar sus ojos de mí. Se llevó mi dedo a la boca y entonces no pude irme. ¿En qué estaba pensando? Yo podía ser mejor persona si me lo proponía. Autumn me amaría tanto como yo a ella.

Y así fue.

Tomé a Autumn en brazos con su pequeña cabeza en mi hombro y le di palmaditas en la espalda hasta que se durmió.

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