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—¿Cómo te fue hoy en la escuela, princesa?—pregunta Elliot, agregando queso parmesano a sus espaguetis.

Autumn, vestida con un pijama de La sirenita y el alborotado pelo rojo recogido, no responde y sigue comiendo. Claire, la madre de Elliot, le hace gestos detrás de la niña para que guarde silencio.

¿Estará molesta conmigo?, piensa él, ¿pero por qué?

Claire les sirve jugo de naranja y se va a la cocina.

No recuerdo que hayamos discutido. Bueno, le preguntaré a mamá qué ocurrió ya que Autumn se haya dormido.

—Hoy tuve un día ocupado, eh...y hubo mucho tráfico—dice Elliot, incómodo por el silencio—. Me pasé todo el descanso en el Seven Eleven de enfrente. Compré un sándwich y un café. También hice una nueva amiga.

—Qué bien, papi—responde Autumn, dándole una leve sonrisa—. Yo pinté un payaso. No logré el tono correcto para su piel así que quedó como un payaso naranja.

—Estoy seguro de que aún con eso está genial. Eres muy buena artista.

—La señorita Lee también piensa eso. Pero ahora está decepcionada de mí.

—¿Por qué?

—¿Puedo contártelo luego?

—Claro, no te preocupes.

Una de las características que Elliot más ama de su hija es la sinceridad; ella nunca se guarda nada. La clave está en que él nunca la presiona para saber algo; si ella le pide tiempo para decírselo él lo respeta, pues tarde o temprano se sentarán juntos y hablarán al respecto.

—¿Y cómo es tu amiga, papi? ¿Es genial?

—Sí, eso creo.

—Me alegro. Casi no tienes amigas mujeres, solo a la tía Winnie y a las de tu trabajo.

—Espero que esta sea tan buena como ellas.

Padre e hija terminan de cenar y Autumn sube a lavarse los dientes. Claire le hace un gesto a su hijo para que vaya a la cocina y él la obedece.

—¿Qué pasa, mamá?

—La señorita Lee me llamó para que fuera al jardín de niños. Autumn abofeteó a una de sus compañeras.

Elliot la mira con los ojos muy abiertos. Debe ser mentira, la niña es un puñado de azúcar incapaz de lastimar a alguien.

—De seguro esa compañera mintió.

Claire niega con la cabeza.

—Autumn lo aceptó. Ella es una niña ejemplar, es muy raro que haya hecho eso. Debió haber pasado algo que no sabemos.

—Pero lo sabremos pronto. Los secretos de Autumn no duran más de una semana.

—Cuando lo sepas habla con ella. Ha estado muy triste y creo que esa niña la ofendió de una manera horrible.

—¿La suspendieron del jardín?

—Como es la primera vez que pasa algo así y ella se disculpó, no. Pero si vuelve a suceder le darán tres días.

Elliot suspira.

—Esa chiquilla la habrá provocado. Los niños son cada vez más perversos. Oye mamá, ya que termine de arropar a Autumn, ¿puedo hablar contigo sobre algo que me pasó en el trabajo?

Claire le sonríe llena de diversión.

—¿Abofeteaste a un compañero?

El hijo ríe.

—No, para nada. Es algo más...complicado.

—Por supuesto. Pondré agua a calentar para el té.

—Gracias, mamá.

Autumn sale del baño y se dirige a su habitación. Elliot la sigue y, tras encender la lámpara de noche, la arropa con cariño y le da un beso en la frente.

—Hasta mañana, mi amor.

La niña bosteza.

—Buenas noches, papi.

Qué criatura más linda, piensa Elliot. Y tan parecida a mí.

Sale de la habitación unos minutos después y regresa al comedor. Ahí ya está su madre con dos tazas de té verde servidas y galletas de coco. Elliot toma asiento.

—A ver, cuéntame qué pasó hoy—dice Claire.

Elliot toma aire antes de responder:

—Seré breve: una chica me invitó a salir y acepté aunque sé que no debí hacerlo.

—¿Por qué no?

—Manga gástrica emocional.

—Oh, ya vas a empezar con esa tonta analogía.

—¡No es tonta! Es la realidad—Elliot da un sorbo a su té con el ceño fruncido—. Además, si todo marchara bien y ella no tuviera manga gástrica emocional, tarde o temprano me abandonaría.

—¿Por qué piensas eso?

—Porque tengo muy poco tiempo libre, no es suficiente para dedicarle a una pareja.

—Tonterías, sí es suficiente. Lo que pasa es que ya no sabes a qué excusa aferrarte.

—No es excusa. Mi tiempo no es suficiente.

—Sí es suficiente. Y lo gastas viendo películas que nunca comprendo. Si dejaras de ver tantas películas y pasaras ese tiempo con una chica buena y divertida serías más feliz.

—¿Y qué hay de Autumn?

—Eres muy atento con Autumn.

Elliot baja la mirada.

—Mamá...

—Ni se te ocurra buscar una excusa para no ir—Claire suaviza su expresión y le toma una mano por encima de la mesa—. Querido, ya han pasado casi seis años.

—Siento como si hubiera sido el doble.

Hay un breve silencio entre los dos.

—Si aceptaste es porque esa chica te gusta, ¿no es así?—pregunta Claire.

El joven asiente.

—Me gusta. Es muy linda.

—¿Cómo se llama?

Elliot sonríe.

—Ruby Thomas.

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Ruby tiene la mirada fija en el menú. Elliot hace lo mismo tratando de no mostrarse incómodo por el silencio. Ninguno de los dos ha dicho nada en más o menos cinco minutos. Elliot siente un nudo en el estómago.

—Es bossa nova, qué curioso—comenta.

Ruby lo mira a los ojos.

—¿Eh?

Elliot se aclara la garganta.

—La música de fondo es bossa nova y este es un sushi bar lounge. Eso es raro—suelta una risa nerviosa—. Deberían poner música lounge, ¿no?

—Cierto—Ruby sonríe—. No lo había notado, ¿cuál es la diferencia?

—El lounge se deriva del jazz y es sensual. El Bossa nova se deriva de la samba y es para relajarse.

—Vaya, ¿también eres músico?

—No, pero me gustan bastante esos géneros. Y este lugar. Es lindo.

—Sí, a mí también me gusta aquí. Es mi restaurante favorito. ¿Ya te decidiste por algo?

—Un yakimeshi de camarón, ¿y tú?

—Un thai roll.

El restaurante es pequeño y sofisticado. Lindo, pero solo eso. Elliot prefiere los restaurantes de cadena, los dinner y los cafés y bares temáticos. Una camarera sonriente se acerca a tomar sus órdenes y retirar los menús. Cuando se va, Elliot intenta mantener la conversación:

—¿Cómo has seguido con la pintura?

—Muy bien. Estoy trabajando en una nueva. Me gusta mi trabajo, pero si pudiera elegir me gustaría vivir de mí arte.

—A mí también.

—¿Alguna vez escribiste un guión para una película larga?

—Solo uno. Los demás fueron cortometrajes. Planeaba estudiar cine después de la preparatoria.

—¿Y por qué no lo hiciste?

Es ahora o nunca, piensa Elliot.

—Tuve una hija.

—Oh.

—Se llama Autumn, casi cumple seis años.

Elliot abre la galería de su teléfono para mostrarle algunas fotos a Ruby.

—Qué niña más linda—dice—. ¿Y su madre?

Justo llega la mesera con la comida y la jarra de té helado. Elliot se dispone a charlar alegremente sobre películas y arte, pero nota que Ruby ha adquirido un semblante sombrío, por mucho que ella se esfuerza en ocultarlo. Solo le basta verla a los ojos para darse cuenta de que sus sospechas fueron ciertas y de que no habrá una segunda cita.

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Domingo 19 de enero

No quiero hablar de Summer pero sí de Winter. Y no puedo hablar de Winter si no lo hago de Summer. Seré breve: Summer fue mi novia y la madre de Autumn. Winter es la hermana menor de Summer y la tía favorita de Autumn. De hecho es la única que tiene, pero estoy seguro de que si hubieran más tías Winter seguiría siendo la favorita.

Winter es una chica delgada y castaña. Su cabello es corto. Una vez le pregunté cómo se llama su corte de pelo y me respondió pixie. Sus ojos son grises y tiene unas cejas pobladas y muy bonitas. Cuando su madre o la mía la maquillan y le depilan las cejas me recuerda a Twiggy. En cambio, cuando no usa nada de maquillaje—o sea la mayoría del tiempo—me recuerda a Link (el de Twilight Princess para ser exactos). Es ciega de nacimiento, pero eso no le impide ser autosuficiente. De hecho, su historia es tan asombrosa que se volvió una especie de celebridad local. Déjame te cuento.

Winter ha trabajado en el café de sus padres desde que tenía trece años. Es una barista experta. Nunca he probado un café más delicioso que los que prepara ella. Me gusta mucho verla en acción, es ágil y muy rápida. Durante esos años los clientes frecuentes empezaron a tomarle cariño, y, poco después de que Winnie cumplió quince, un director de cine independiente llamado Frank Lowe habló con ella y sus padres para que apareciera en su documental Gente extraordinaria. El documental relata un día en la vida de diversas personas con discapacidad que han logrado cosas increíbles. El café se volvió mil veces más popular cuando los curiosos vieron las cámaras durante los días de filmación. Gente extraordinaria se estrenó un año y medio después. Fue un gran éxito en Cannes.

Estoy seguro de que Lowe se cautivó aún más cuando trató con Winter. Es una de las personas más dulces y cálidas que conozco. Si bien Mike y Celia—los abuelos de Autumn—son buenas personas y me ayudan con los gastos de la niña, solo vienen a visitarnos dos veces al mes. Winter, en cambio, viene cada domingo sin falta. Le encanta convivir con Autumn. A veces salimos los tres o los cuatro (cuando se une mi madre) y la pasamos bien. Hoy iremos a McDonalds. Ya son las ocho A.M. y debería estar levantado, pero estoy muy calientito. Ni modo, tengo cosas que hacer.


Elliot—tras dejar su libreta en la mesita de noche—se levanta de la cama dando un bostezo. Baja a la cocina para desayunar, pero escucha voces. Se trata de Autumn y Winter en el comedor. El hombre esboza una sonrisa y se sienta en las escaleras para escucharlas.

Conque esta vez viniste más temprano Winnie, piensa.

—Ahora te pondré azul en los ojos para que combine con tu labial—dice Autumn.

—¿El color que huele a sal de mar?—pregunta Winter.

—Sí. El azul es como el agua de mar.

—¿Frío?

—Frío y suave. Es como el agua o umm...los delfines. Y te puse labial rojo. El rojo es como el corazón o las comidas picantes.

—¿Muy intenso?

—¡Sí! Y también tengo rojo en mi cabello. Y el cabello de papá.

—El cabello de tu papá huele a fresas. Y si no mal recuerdo las fresas también tienen rojo, así que Elliot tiene doble rojo en la cabeza.

—Él usa el mismo shampoo que yo. El rojo es mi color favorito pero no el de papá. Papá prefiere el café.

—¿El color que huele a chocolate o bellotas?

—Sí. Cierra el otro ojo por favor. Mmm...creo que voy bien. Te ves muy bonita, tía.

Elliot sonríe, enternecido. No importa qué tan malo haya sido el día anterior, o incluso la semana completa; solo necesita escuchar a ellas dos conversar para ponerse de buen humor.

—¿Qué están haciendo, chicas?—pregunta, apareciendo frente al comedor.

—Jugar al salón de belleza—responde Autumn, señalando varios cosméticos para niñas sobre la mesa. Winter, sentada frente a ella, luce como Harley Quinn después de una pelea especialmente violenta.

—¿Cómo me veo?—pregunta Winter, con una leve sonrisa.

—Te ves estupenda. Muy buen trabajo, Autumn.

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Autumn vuelve a la mesa con un puñado de sobres de catsup y su vaso relleno de Coca-Cola. Toma asiento junto a su padre, quien luce adormilado. Winter, sentada frente a ellos, come un nugget tras otro.

Come más que yo y sigue tan flaquita, piensa Elliot, esbozando una leve sonrisa.

—Aquí está la catsup, papá—dice Autumn entregándole tres sobres.

—Gracias, muñeca.

La niña contempla el dispensador de stickers de Hello Kitty que venía en su cajita feliz mientras termina el resto de su hamburguesa con queso. Sonriente, toma uno de los stickers y se lo pone a su tía en una mejilla.

—Es un moño rojo—dice—. Se te ve muy lindo, tía Winnie.

Winter sonríe mientras se limpia las comisuras de los labios con una servilleta. Autumn, tras dar un largo sorbo a su refresco, se va a los juegos.

—¿Cómo estuvo tu sábado?—pregunta Elliot a Winter tras un bostezo.

—Acompañé a mi madre al centro comercial. Compré unos cuantos vinilos en una tienda de segunda mano, son de Gustavo Cerati.

—¿Gus...qué?

—Gustavo Cerati, un músico argentino. El dependiente me dijo que su sonido es muy experimental. Lo estuve escuchando toda la noche.

—Suena interesante. Lo buscaré hoy en cuanto llegue a casa.

Para Elliot no existe nadie con mejor gusto musical que Winter. Ella siempre está buscando un sonido nuevo, algo que la cautive. Entre más extraño y psicodélico sea, mejor.

—¿Y tú qué tal?

—Pues...tuve una cita.

—¿Con una chica?—dice Winter, notablemente sorprendida—. Qué bien. Me alegro de que hayas dado ese paso.

—Sí, una del trabajo. Creo que solo quedamos como amigos.

—¿Ella ya no quiso que salieran?

—No me lo dijo explícitamente, pero uno se da cuenta por la actitud que toman. Ya no fue tan desenvuelta después de que le hablé de Autumn. Yo tuve la culpa por no haberle dicho que tengo una hija antes. Creo que eso es tan importante como mencionar tu color favorito.

Winter sonríe.

—O tu signo zodiacal.

—O tus pasatiempos—Elliot se aclara la garganta y adquiere un tono formal—. Hola, mi nombre es Elliot. Me gusta el color café, las películas, soy leo y tengo una adorable hija llamada Autumn.

La joven ríe.

—Así conquistarás a las nenas de ahora en adelante—dice—. Pero ya en serio, ella se lo pierde. Si una mujer se aleja de ti porque tienes una hija entonces esa mujer no vale la pena. Tú eres un hombre maravilloso, Elliot, te mereces lo mejor.

Elliot se ruboriza y baja la mirada, pero entonces recuerda que Winter no puede verlo.

—Muchas gracias, Winnie—dice.

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