Ese vacío
Mi amor, yo no existo
sin tus labios, tu cariño,
sin tus besos tan divinos,
sin tus risas, tus suspiros;
no respiro; yo no vivo
sin tenerte a mi lado,
resguardándome del frío,
de la bruma, del rocío.
Dime entonces, ¿cómo yo
he de estar sin tu calor?
¿He de aguantar el viento,
sin temblar con mis lamentos?
¿Sin sentir que he perdido
más que un dulce abrigo;
mi morada y mi hogar,
mi templanza, seguridad?
¿Cómo yo he de caminar
sin tenerte al costado?
¿Cómo yo he de enfrentar
las nubes, días nublados?
A mi lado, un vacío,
un abismo de tinieblas,
me remueve los colores,
me tiñe el alma negra.
Ese es el gran espacio
donde yo solía verte,
donde solía tenerte
siempre, antes de perderte.
Desde entonces nadie más
ha podido reclamar tal
especial lugar, y nadie
nunca lo hará, ya que, ¡ay!
Mi amor, yo no existo
sin tus labios, tu cariño,
sin tus besos tan divinos,
sin tus risas, tus suspiros;
no respiro; yo no vivo
sin tenerte a mi lado,
resguardándome del frío,
de la bruma, del rocío.
Dime entonces, ¿cómo yo
he de estar sin tu calor?
¿He de aguantar el viento,
sin temblar con mis lamentos?
¿Sin sentir que he perdido
más que un dulce abrigo;
mi morada y mi hogar,
mi templanza, seguridad?
¿Cómo yo he de caminar
sin tenerte al costado?
¿Cómo yo he de enfrentar
las nubes, días nublados?
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Nota de la autora: Este es mi tonto intento de escribir una cueca chilena (usando cuatro versos octosílabicos). Más un ejercicio lírico, que un poema pulido y terminado.
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