Prólogo
ADVERTENCIA: Este fic es GENDERBEND. Es decir, hay un personaje cambiado de sexo; en este caso concreto, Dohko. Sino te gusta, TE PIDO POR FAVOR que te vayas amablemente, sin insultar. Todos tenemos nuestras preferencias, y tenemos que respetarnos entre todos. Gracias de antemano.
Ahora sí, para los que quieran leer esto, muchas gracias por intentar leer esta ocurrencia mía, de verdad. Espero que disfrutéis la lectura y que os sea agradable, tanto como para mí lo fue escribirla.
También quiero decir que, pese a que Dohko aquí es mujer, no le cambié el nombre o modifiqué por comodidad, básicamente. Espero que lo entendáis.
Sin más, espero que disfrutéis esto.
DISCLAIMER: Saint Seiya NO me pertenece.
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PRÓLOGO
Para la amazona de libra, encontrarse cara a cara con la persona más importante de su vida, sin contar a su amada diosa, no es tan placentero como pensó que sería. No cuando Shion quiere, no solo asesinarla a ella, sino también a la diosa Athena; todo por un estúpido trato con Hades, por un cuerpo, de nuevo, joven, como si eso fuera realmente importante.
Tras su máscara dorada, Dohko fulmina con la mirada a Shion, quién la mira fríamente, como si esos ojos rosados nunca la hubieran observado con cariño y admiración. Lejos está el Shion cálido con el cual ella hablaba todos los días por cosmos, o con el cual entrenó y peleó en el pasado. No hay rastro de ese hombre por ningún lado, como si la muerte lo hubiera corrompido.
No lo entiende. Ella, simplemente, no puede acabar de entender por qué alguien como su antiguo amigo vendería su alma por... un cuerpo joven. Así de simple.
Si Hakurei levantara cabeza y viera en lo que se ha convertido su alumno, se volvería a morir de nuevo. No sin antes matarlo. Dohko está muy segura de eso.
—Amigo mío, no te reconozco. ¿Qué ha pasado para que vendas tu alma? —murmura apenada —. ¿Tan importante es para ti un cuerpo rejuvenecido?
Shion la observa detenidamente; sus ojos fríos la recorren de arriba abajo, como si ella fuera poca cosa. Ya lo hizo cuando se presentó ante él con su falso cuerpo de anciana, burlándose de ella por la edad. Le cerró la boca cuando mostró su verdadero cuerpo, todavía joven por la sangre de Athena, y demostró estar todavía a su nivel de poder. Pero ahora, la sigue observando con esa extraña forma. Luego, el gran patriarca sonríe, creando una mueca más cercana a la burla que a la alegría.
—Tú nunca podrías entenderlo, Dohko. —comenta simplemente, como si ella no mereciera más explicaciones.
—¡Claro que no puedo entenderlo! —exclama, su voz ligeramente metálica por la máscara dorada, que, por suerte, oculta sus emociones mejor que su propia voz —. ¡Esto es una mentira, Shion! ¡Ese cuerpo que tienes ahora, no es más que una falsa ilusión que en doce horas desaparecerá!
—No si traigo la cabeza de Athena, y ni tú, ni nadie, podrá impedírmelo.
En ese mismo instante, Shion enciende su cosmos y ella lo imita. Están preparados para una guerra de mil días, a pesar de las consecuencias. Una guerra que, en verdad, terminará en un máximo tiempo de doce horas, cuando el tiempo se acabe. Pero ni el patriarca ni ella retroceden. Si tienen que morir ambos, lo harán. Todo por sus misiones.
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En apenas unos minutos, las doce horas van a terminar, y con ellas, la vida de Shion finalizará de nuevo, por segunda vez.
La verdad ha salido, y las intenciones reales de aquellos revividos por Hades, no eran otras que darle la armadura divina a su verdadera diosa, para que ella pudiera ganar esta guerra. Han engañado a todo el mundo, incluso asesinado verdaderos aliados, por ese objetivo, y valió la pena. Están muy seguros de eso.
Con un peso fuera de sus hombros, la amazona de libra se sienta junto a su mejor amigo, disfrutando del silencio que los acompaña. Ellos son así; no siempre tienen que hablar para comunicarse.
Pero, esta vez, Shion se gira a verla. En sus rosados ojos hay de nuevo cariño y alegría al verla. Lejos quedó la fingida mirada llena de asco y frialdad, que tanto le dolió crear. La observa con ternura, pues han pasado más de doscientos años desde que no se ven, y, sin embargo, siguen siendo los mismos de siempre. Pese a los cambios y las diferencias que la vida les ha dado, en el fondo, y en este mismo instante, son solo ese Shion dulce de siempre y esa Dohko siempre serena y risueña.
—Te extrañé. —dice, por fin, Shion —. Todos los días de mi vida, extrañé poder verte.
—Yo también. —admite Dohko entre risas —. ¡No era suficiente hablar contigo por cosmos! Necesitaba poder verte, abrazarte y entrenar contigo, como hacíamos antes, ¿lo recuerdas?
—¿Cómo podría olvidarlo?
De nuevo el silencio, cómodo y acogedor. Pasa un minuto, y Shion empieza a sentirse mareado y débil. La fuerza se escapa lentamente, recordándole que está a punto de morir. Pero, esta vez, no morirá asesinado, sin poder siquiera despedirse. Esta vez tiene tiempo para, al menos, decir adiós.
Dohko, tras la máscara, contiene las lágrimas cuando observa como Shion se tumba lentamente, apoyando su cabeza sobre su regazo. Su mano se mueve por inercia y acaricia sus verdosos cabellos, mimándolo en estos últimos instantes. Una silenciosa despedida que dice mucho más que cualquier palabra.
Otro minuto pasa, y Shion empieza a sentir como la vista le falla. El tacto, sin embargo, sigue. La calidez de la mano de Dohko tocando sus cabellos es como una suave canción de cuna, que lo lleva a la muerte de la forma más dulce posible. Se siente como, si en vez de morir, fuera a dormir por un tiempo. Solo dormir.
—Do... Dohko... —murmura —... nos veremos en la otra vida.
—Sí, amigo mío. Nos volveremos a ver.
Shion cierra lentamente sus párpados, ocultando un rosado más frío, sin vida. Su cuerpo, ahora inerte, se relaja completamente, dejando salir un alma de más de doscientos años, que ha cumplido con su misión.
En verdadera soledad, por segunda vez, Dohko se quita la máscara dorada que ha estado ocultando su rostro por dos siglos enteros. Deja salir las lágrimas que ha callado, sollozando como una niña. Le duele el corazón por su amigo perdido, por ese hombre que ama de verdad, pese a nunca haberlo dicho. Ha soportado la muerte de su amor dos veces, y sigue doliendo como el infierno.
Entre sollozos, y antes de que el cuerpo falso se desvanezca, sus labios tocan los labios fríos del lemuriano, como un beso de despedida y una promesa sellada de reencontrarse en la muerte.
Hoy, en esta guerra, la amazona legendaria, Dohko de libra, morirá por Athena. Por fin.
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Bueno, es corto, pero es solo un prólogo. Los capítulos reales son bastante más largos que este xD
Espero que os haya gustado, de verdad. Esto está solo para orientar un poco al lector sobre el tipo de relación que tienen, y para dar paso a la verdadera historia.
Si os gusta, podría hacer otro genderbend, en los comentarios podéis decirme qué pareja os gustaría ver y cual de los dos podría ser feminizado. No prometo nada, pero si me da inspiración, podría llegar a hacer uno.
¡Gracias por haberme leído!
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