Tiempo presente

Otro día normal había pasado en la residencia de los Louds. O al menos lo que pasaba por "normal" para esta familia en particular que generalmente hacian ruido, mucho ruido. La única vez que finalmente se hizo el silencio en esta caótica casa fue por la noche, cuando toda la familia, que contaba con trece personas, estaban profundamente dormidos.

Esto incluía a Lincoln, el único hijo de la familia, que dormía tranquilamente en su habitación, o más bien un armario modificado que servía como su habitación. Roncando suavemente y con el pecho subiendo y bajando lentamente, el niño de 11 años con extraño cabello blanco, grandes dientes y pecas juveniles era completamente ajeno a la pequeña figura que parecía salir de la nada en la habitación oscura, justo en frente de él.

Sacó un pequeño dispositivo, y disparó una pequeña ventosa que estaba unida a él por un cable, y se conectó a la frente del niño. El impacto suave solo lo hizo agitarse un poco. Afortunadamente tenía el sueño pesado.

[Continuando descarga de memoria] El proceso terminó en unos segundos. No podía saber con certeza cómo reaccionaría Lincoln despertando con esta nueva información que fluía por su mente, pero estaba segura de que ahora poseía vívidos recuerdos de lo que estaba por venir. No tenía mucho tiempo de sobra.

Ella había considerado hacerse esto a sí misma, pero sabía que a pesar de su intelecto, su hermano era el superior en comunicarse y razonar con la gente, sin mencionar que era el miembro más racional de su familia. Pero no podía hacer esto solo.

Desafortunadamente, un dispositivo más pequeño y ahora sonoro en su bolsillo le indicó a su creadora que se estaba quedando sin tiempo. Ella solo podía advertirle a uno más. Ella tuvo que darse prisa y encontrar al indicado o mas bien a la indicada para acompañar a Lincoln en esta misión.

El resto de su plan estaría en las manos de esos dos, incluyendo a alguien mas a quien se encargo desde un principio.

~~~~~~

La mañana había llegado.

Lynn Loud abrió lentamente los ojos, bostezó y se estiró en su cama. La niña pecosa de 13 años, extrañamente, todavía se sentía cansada, a pesar de que anoche había dormido como un bebé, y por unos momentos también sintió un dolor de cabeza, pero se desvaneció casi de inmediato.

Su visión era borrosa, vio una figura negra aleteando en el techo y cuando lo reconocio se asusto. "¿Que demonios esta haciendo este maldito murciélago aquí?" pensó aturdida.

Cuando se sentó y examinó su entorno, de repente vio a Lucy ponerse su vestido negro.

Eso la sacudió para despertarla. Ella soltó un grito y sacudió la cabeza. —¡¿Lucy?!

La gótica la miro. —Buenos días a ti también, Lynn.—ella se dirigió a ella monótonamente, con un toque de sarcasmo.

—Lucy, ¿qué demonios estás haciendo aquí?—Lynn espetó incrédula, mirándola. —¿Intentaste hacer otra de tus estúpidas escapadas?

Lucy guardó silencio un momento, procesando confusamente las palabras de Lynn. —No... —ella respondió en un tono seco.

—¡No, no me intentes engañar! ¡Porque no estoy de humor para tus estupidos y espeluznantes juegos!—Lynn le replico.

Confundida, pero también asustado, la joven gótica dio un paso atrás y salió corriendo al pasillo. El murcielago, Colmillitos, voló tras ella.

—Esa niña...—murmuró Lynn mientras se frotaba los ojos. —¿Nunca se cansa de hacer eso?

Sin embargo, de repente, se dio cuenta de que algo raro cuando vio a su hermana gótica. Sus mechones cubrían sus ojos. ¿Acaso no se hizo un nuevo corte de pelo hace tiempo?

Ligeramente desconcertada, Lynn estaba a punto de saltar de su litera, solo para que sus pies tocaran el suelo mientras aún estaba sentada. Confundida, Lynn echó un vistazo más de cerca a su habitación y se sorprendió.

Esta no era la habitación estrecha que estaba compartiendo con Lincoln y Luan. Se encontró en su antigua habitación, que también estaba a medio camino de Lucy. Todo, cada detalle se parecía a cómo lo recordaba.

"¿Qué demonios?" Lynn estaba más que desconcertada. ¿Cómo terminó ella aquí? ¿Que estaba pasando?

Se puso de pie y miró a su alrededor. ¿Estaba soñando?

Oyó ruidos provenientes del pasillo. Lynn se fue hacia el lugar, sin siquiera pensar en arreglarse el cabello o cambiarse los boxers y su camiseta gris.

Una vez allí, vio a Leni cepillarse el pelo y mirarse al espejo del baño, mientras Lori estaba afuera, paseando y hablando por su teléfono. Lynn no podía creer lo que veía.

—¡Devuélvelo! ¡Es mi turno!—una voz nasal gritó.

—¡No! ¡Yo lo vi primero!—una voz más ronca replicó burlonamente.

Los gemelos, juntos de nuevo, pasaron junto a ella, luchando por un oso de peluche, chillando y tirando del pelo del otro.

—¡Dame eso, cara de rana!—Lola gritó con saña.

Lana tambien hizo lo suyo. —En tus sueños, princesita.

Luego ambos se abalanzaron y rodaron alrededor del pasillo, donde tambien se encintraba Lisa, que llevaba guantes y sostenía una jarra de laboratorio llena de un químico verde y burbujeante con grandes alicates. Ella despreocupadamente se apartó del camino.

—¿Podrían ustedes seres de menor inteligencia hacer un esfuerzo para ser un poco más cautelosas? Este compuesto es altamente inestable.—ella balbuceó monótonamente mientras pasaba por la aturdida Lynn, sin importarle ue estuviera ahí.

"¡¿Esto no puede estar pasando?! ¿Debo estar soñando de nuevo?" Lynn intentó pellizcarse. Pero el resultado de eso fue que lo sintio, y ahora estaba shockeada.

—¿No es un sueño?—"¡No, tiene que serlo!" Razonó nerviosamente, sin estar segura. Tenía que haber alguna explicación lógica para esto.

—¿Lori? ¡Lori!—ella corrió hacia su hermana mayor. Ella la miró, claramente molesta.

—¡Ahora no, Lynn!—siseó en voz baja antes de reanudar su conversación. —¡No, yo te extraño aun más Bubosito!

Lynn tembló de irritación. Recordó lo poco que echaba de menos la adicción al teléfono celular de Lori, o su repugnante afectuosa relacion con Bobby.

—¡Lori, por favor! ¡Esto es importante!—ella rogó.

Lori se arrancó el teléfono y gruñó. —¿Es de vida o muerte?—ella preguntó secamente.

—¿Qué? ¡No! Es-

—¡Entonces no me importa!—Lori la alejo y se volvio su atencion a la llamada. —¡No, cuelga tu!—ella continuó hablando a toda prisa por las escaleras.

Lynn miraba desesperadamente. Esto la estaba matando. ¿Que estaba pasando? ¿Por qué todos actuaban como si no hubiera pasado nada, como si todo hubiera sido como antes?

—¿Sabes lo que una bombilla le dice a la otra? ¡Estás brillando!— escuchó a Luan reír de su propio chiste.

—Ya dijiste eso, hermana...—Luna respondió mientras tocaba su guitarra. —Alrededor de una docena de veces.

—¡Oh, vamos Luna! ¡No estés tan gris, que eso no combina con tu ropa jajaja... ¿entiendes?—Bromeó Luan, sentado en la misma cama que Luna.

Con inquietud, Lynn entró en su habitación.

—Hola, Lynn. ¿Qué pasa?—Luna la saludó, luego noto el estado de la deportista. —¿Dormiste hoy? Porque no parece que lo hicieras.

—¡Oye, Lynn!—Luan se le acercó. —¿Escuchaste la del ladrón que robó un calendario?

—Ahora no, Luan.—Lynn gimió un poco molesta y las miro a ambas. —¿Puedes decirme qué lo está pasando aqui? ¿Por qué estamos todos aquí?—ella le preguntó tensamente.

Luan parpadeó confundido, al igual que Luna. —Eh ... ¿Que?—preguntó la comediante.

La deportista se molestó. —¡El apartamento!

—¿Qué apartamento?—preguntó una perpleja Luna.

—¡¿Y desde cuándo volvieron tu, Lori, Leni, Lucy y Lola?!

—¿Se fueron?— Luan trató de bromear, aunque estaba empezando a confundirse por la actitud de Lynn.

Lynn la miró extrañamente.

—Eh, ¿estás segura de que dormiste bien, Lynn?—Preguntó Luna, cada vez más preocupada.

—¿Por qué me miran como si estuviera loca?— Lynn levantó la voz y alzó los brazos con frustración. —¡Mamá y papá se divorciaron hace más de tres meses! Y yo, tú ...—señaló a Luan —... ¡Lincoln, Lana y Lisa estabamos viviendo con papá en un horrible apartamento, estrecho y deteriorado después de que nuestra casa se derrumbó!

Sus hermanas se quedaron en silencio, solo mirándose la una a la otra.

El incómodo silencio continuó.

Lynn respiraba con dificultad. La miraron como si estuviera loca. ¿Lo estaba? Ella estaba empezando a preocuparse por eso por un momento. Todas los demás estaban actuando como si todo fuera como antes.

—¿Están jugando al mismo juego que Linky?—Una voz alegre rompió el silencio. Lynn se dio vuelta para ver a Leni.

—¿Qué dijiste?—Pregunto la deportista.

Luan se acercó a Luna y le susurró: —Y pense que a mi me decian que estaba coo-coo

La adolescente rubia sonrió con feliz ignorancia y le explicó. —Bueno, Linky llegó al baño antes actuando confundido y agitado y habló al azar sobre cosas como cómo nuestra casa no debería estar aquí, cómo nosotras no deberíamos estar aquí y cómo él no sabe por qué está aquí. Realmente no entiendo como funciona ese juego.

—Y ... ¿dónde está ahora?—Lynn lo instó.

—Traté de hablar con él, pero él dijo que necesitaba estar solo y regresó a su habitación.—Leni explicó distraídamente, solo para que Lynn la pasara a la velocidad de la luz, dejando a sus hermanas muy confundidas.

Lincoln estaba encorvado en su cama. Actualmente, un torbellino de confusión estaba devastando su mente.

En un momento estaba viviendo en un apartamento lúgubre, pobre, con solo la mitad de su familia. Y luego, se despierta en su verdadero hogar, con todo de vuelta como se suponía que debía ser. ¿Pero cómo?

Lincoln nunca había sentido una mezcla tan extraña de miedo y satisfacción. No es que no hubiera deseado esto innumerables veces antes, pero deseos como ese no se cumplieron de la noche a la mañana y reescribieron la realidad de esa manera, no era tan ignorante. Esto tenía que ser un sueño cruel, como lo había hecho varias veces antes. Un sueño cruel y tentador que le muestra lo que ya no puede tener. Y sin embargo, este se sentía tan claro, tan vívido, tan... real.

Había perdido la noción del tiempo mientras contemplaba antes de que Lynn entrara de golpe.. —¡Ahi estas, apestoso!

Lincoln se sobresaltó pero luego frunció el ceño. —¡Lynn, no voy a ser tu compañero de entrenamiento! Ya tengo suficiente con-

—¡Calla y escucha, Lincoln!—Lynn intervino bruscamente. —¡Te estaba buscando porque escuché que eras la única otra persona aquí que no tenía amnesia!

Lincoln parpadeó sorprendido. —Espera, quiere decir que recuerdas...

Lynn lo hizo callar de nuevo y cerró la puerta. —Si, lo recuerdo.—ella lo confirmó mientras bajaba la voz. —La casa, el divorcio, el horrible apartamento, todo. ¿Y tú?

Lincoln solo asintió. Eso lo confirmó. Al menos Lynn lo recordaba. Esto le dio un pequeño alivio. El no estaba solo.

Su hermana se sentó a su lado, sonriendo cálidamente. Ella también se sintió a gusto al saber que su hermano sabía lo que sabía.

—Supongo que no sabes lo que nos pasó, ¿verdad?—preguntó, casi sarcásticamente.

Lynn sacudió la cabeza. —Nada.

—Entonces no es real.—Lincoln suspiró. —Esto debe ser un sueño el que estoy teniendo.—reflexionó, casi dejando escapar una risita involuntaria por lo absurdo de esta situacion. ¿Por qué incluso esto debia ser real en primer lugar?

—Si este es tu sueño, ¿cómo es que también soy consciente de lo absurdo que es todo esto?—Lynn cuestionó.

—¿Cómo se supone que debo saber?—replicó su hermano. —Por lo que sé, eres solo otro producto de mi imaginación.

Lynn se molestó y lo pellizcó en el brazo. Lincoln gritó de dolor y se lo frotó.

—Ouch, ¡¿Para que fue eso?!

—Si esto es solo un sueño, ¿cómo es que sentiste eso?

Lincoln frunció el ceño. —No tiene que significar nada. Puedes imaginar el dolor en un sueño.

Lynn se mantuvo escéptica. Si alguien estaba soñando tenía que ser ella, eso lo sabía. Su mirada se desvió hacia un calendario que colgaba sobre la cama de su hermano. Algo cruzó por su mente.

—Dime, ¿miraste debajo de tu camisa? ¿Todavía tienes esas cicatrices?

—Sí, ya lo hice.—Lincoln respondió. —Todas se ha ido.

—¿En serio? Entonces ... ¿puedo echar un vistazo a tu calendario?—Lynn le solicitó de repente.

Lincoln no entendió por qué pidió eso, pero acepto de todos modos. Lynn saco el calendario debajo de la cama del albino y ambos hermanos lo miraron y quedaron perplejos al verlo.

El calendario mostraba junio y los días se tacharon hasta el 16 de junio, el comienzo de las vacaciones de verano.

—No me lo creo...—Reflexionó Lynn, casi con los ojos salidos.

Lincoln se dio cuenta a lo que esto implicaba. —¿Estás pensando que las cosas volvieron a la normalidad porque retrocedimos en el tiempo?—Preguntó incrédulo.

Antes de que pudiera responder, Lynn fue alertada por un suave golpe en la puerta. Actuando rápidamente, corrió hacia la puerta y la abrió, solo para ver fugazmente a sus hermanas corriendo hacia sus respectivas habitaciones.

—¡Esas... entrometodas!—Lynn se quejó frustrada, aunque sin darse cuenta, hubo una pizca de ironía inconsciente en esas palabras.

—¿Nos estaban escuchando?—Lincoln preguntó con incredulidad, habiendo olvidado por completo que sus hermanas no entendían el significado de "privacidad".

—Por supuesto que sí.—Lynn respondió molesta. Sin duda, Luan, Luna o Leni les habían contado a todo lo ocurrido con ella y Lincoln esta mañana.

Lynn gimió exasperada. —Vamos, Lincoln. Este no es un lugar seguro para hablar.

—Te lo digo, Lynn ¡Es simplemente ridículo!—Lincoln protestó mientras él y Lynn paseaban por el vecindario, lejos de su casa. —He visto estas cosas en los cómics: científicos locos que hacen retroceder el tiempo, gente congelada en el hielo, viajar a través del tiempo, el espacio y las dimensiones. ¡Pero esta es la realidad, Lynn! ¡No puede estar sucediendo realmente!

Lynn no quería discutir. Sonaba completamente ridículo. Pero no podía quitarse esta sensación de que esto no era un sueño.

—Mira, sé que suena tonto, no voy a discutir contigo por eso, ¿está bien?—admitió irritada. —Es solo que... tengo la sensación de que esto no es un sueño.

Lincoln puso los ojos en blanco. ¿Por qué debería tratar de convencerla de lo contrario? Fue un sueño. No importaba. Simplemente ganaría la discusión cuando despertara.

Sin embargo, a pesar de todo eso, todavía no podía negar una cosa.

—Créeme, Lynn. Me gustaría que esto fuera real.—dijo hoscamente. —Pero no puede ser así.

—¡Hola Lynn!

Los hermanos se detuvieron y vieron a alguien corriendo hacia ellos.

—¿Margo?— Lynn pronunció sorprendida cuando su amiga y compañera de equipo se detuvieron frente a ellas, jadeando ligeramente.

—Te he estado buscando en tu casa, ¿por qué te fuiste?—la niña habló antes de darse cuenta de la presencia del hermano de su amiga. —Oh, hola Lincoln, ¿cómo estás?.—ella lo saludó.

—Hola Margo, estoy bien.—él respondió de manera amistosa.

—Margo, ¿por qué has venido?—Preguntó Lynn, tratando de sonreír.

Su amiga la miró extrañamente. —¿No lo recuerdas? Tenemos un partido de fútbol en menos de una hora ¿Recuerdas a esos imbéciles que se burlaron de nosotros en la escuela porque que las chicas no eran buenas para el fútbol, y tú fuiste quien las desafió para un partido?

Esos recuerdos repentinamente volvieron a Lynn, cómo ella y sus compañeras de equipo limpiaron el piso con esos pomposos al comienzo del verano.

—¿Oh? Lo hice, ¿no?—ella recordó.

—Bueno, veo que ustedes chicas están ocupadas por hoy, así que no las molestare mas. Buena suerte.—Lincoln le dio unas palmaditas en la espalda a su hermana mientras sonaba bastante apático.

—¡Espera, Lincoln!—Lynn lo llamó cuando este se iba, pero Margo la agarró del brazo.

—¡Vamos, Lynn! ¡Lo que sea que estén hablando, puede esperar!—Margo exclamó mientras se la llevaba, sintiéndose entusiasmada por el juego. —¡Se trata de defender nuestra dignidad como mujeres!

Lynn suspiro. Su mente estaba en muchas cosas, pero no estaba en el fútbol en este momento. Pero no podía alejarse en su equipo. Era una obligación, incluso si esto era un sueño.

Solo quería que esto terminara. Para despertar y enfrentar la amarga realidad, y tratar de disfrutar y apreciar lo que aún le quedaba. Solo quería regresar a su habitación y esperar a que terminara este sueño.

Lincoln llegó a la puerta principal cuando vio el estacionamiento de su madre. El niño se sintió aturdido cuando su madre salió, cargando varias bolsas de comestibles y luciendo bastante cansada y desaliñada. No podía recordar la última vez que ella se veía tan terrible.

—Oh, hola cariño.—Rita intentó parecer alegre y sonrió, a pesar de estar obviamente exhausta. —¿A dónde fuiste?

Lincoln se acercó a su madre con bastante timidez. Han pasado meses desde la última vez que la había visto en persona.

—Estuve con Lynn y la acompañé a un partido de fútbol.

—Ah, bueno, estoy feliz de verlos a ustedes pasar más tiempo juntos.—Sin embargo, ella actuó como si fuera cualquier otro día, como si... nunca hubiera pasado eso.

Lincoln no sabía lo que le sucedió, pero sin pensarlo dos veces, entró y abrazó a su madre.

—Wow. Tranquilo, no pensé que me echarías de menos por ir al supermercado.—bromeó Rita sorprendida de la rara muestra de afecto de su hijo.

Lincoln la soltó y se movió tímidamente. —Lo siento, mamá ... es solo que ... me di cuenta de que últimamente no te había visto tanto.—Eso fue un eufemismo.

—Está bien, Lincoln. No me importa que me abracen.—su madre respondió sinceramente, luego suspiró. —Y supongo que tienes razón. He estado muy ocupada estos últimos años cuidando de todos ustedes que... simplemente no convivimos mucho.—dijo ella lamentablemente, obviamente obteniendo la vibra de que su único hijo se sintió ignorado.

—¿Necesitas ayuda con esas bolsas?—Lincoln preguntó intuitivamente.

Rita parpadeó. —No Lincoln, está bien. Puedo llevarlos por mi-

—¡No, mama! ¡Déjame hacerlo!—Lincoln prácticamente arrancó todas las bolsas pesadas de las manos de su madre y con toda su fuerza las llevó al interior.

Rita quedó atónita pero lentamente sonrió con agradecimiento, casi derramando una lágrima.

Lincoln la ayudó a guardar la comida en el refrigerador. Sueño o no, el no estaba dispuesto a desperdiciar la oportunidad de ayudar a su madre, en cualquier cosa.

Poco sabía él que se le había dado la oportunidad de ayudarla, así como a su padre en mayor medida.

~~~~~~

Habían pasado dos días, y al amanecer, apareció una nueva cara en el barrio de los Louds.

Levantarse temprano era algo que el Señor Grouse, o como todo el mundo le decia: Señor Quejón, hacia todos los dias, ya que el amanecer era uno de los pocos momentos del día en que podía hacer las cosas sin preocuparse por distraerse o ser interrumpido por sus odiosos y ruidosos vecinos, estaba ocupado regando su jardín de flores.

—Disculpe, señor. ¿La casa de al lado es donde vive la familia Loud?—escuchó la voz de un niño por encima de su cerca. Su tono estaba mezclado con una despreocupacion casual, pero al viejo no le importaba mucho.

—Sí lo es... desafortunadamente.—él respondió de una manera malhumorada. —¿Por qué quieres ir allí de todos mod... ¡AHH!—el bigotudo se sacudió y dejó caer la manguera después de finalmente mirar al orador, quien le dirigió una sonrisa torcida.

—Gracias buen señor.—respondió sarcásticamente y siguió adelante.

Un sorprendido Señor Grouse intentó pulir sus lentes para asegurarse de que estaba viendo bien. Ese niño parecía un paciente de cáncer moribundo.

Al entrar en la premisa, fue notado por el perro de la familia, Charles, un perro blanco con una marca de parche de color negro alrededor de un ojo. Se levantó de su posición de descanso debajo de un árbol y gruñó con inquietud, con las orejas dobladas hacia atrás.

El visitante no estaba desconcertado. Era fácil decir que este no era un perro guardián. Se acercó, poniendo al canino más nervioso.

Se arrodilló y estiró la mano. —Tranquilo, perrito, no voy a hacerte daño.—habló en un tono apaciguador.

Charles parecía nervioso y se alejo un poco, pero luego olisqueó la mano del niño, quien dejó de tener la oportunidad de acariciar la cabeza del perro. Aunque cauteloso, Charles se relajó.

—Buen chico. Y yo que pensé que al Señor Loud no le gustaban las mascotas.—reflexionó el niño, antes de echar un vistazo a la gran casa. —Ahora necesito saber cómo y el por qué ellos estan aquí.

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