Lluvia 6

Los niños corrían de un lado a otro, emocionados y con unas sonrisas que parecía que nadie se las quitaría de encima. Ese día por fin había llegado, por fin aquella libertad ya no seria mas que un simple cuento o una ilusión lejana, todos preparando y empacando sus cosas listos para partir en cualquier momento.

Norman, Emma y Bárbara estaban con los mas pequeños ayudándolos a alistarse, Zazie guardaba la inmensa cantidad de maletas es aquel camión y jugaba con uno que otro niño, Vicent y Cislo estaba haciendo un recuento de que todos los niños estuvieran sin excepción alguna, pasaban lista hasta que se percataron de que dos faltaban, el amargado de Ray y la dulce de Anna.

—¿Los has visto?—prrgunto el moreno buscando con la mirada a los desaparecidos.

Cislo movió la cabeza en negación y siguió con el recuento.

Mientras tanto en cierta habitación conocida como biblioteca, ya hacia una rubia de 14 años rompiendo hoja tras hoja de aquel cuaderno de rayas, movía el lapicero de aquí para haya pensando en como comenzar o que decir, cuando pareció por fin tener algo escribió una oración, la miro por un par de segundos hasta volver a arrancarla en desacuerdo con lo que había escrito.

Agh— estrello su cabeza contra la mesa sin cuidado alguno causándole un ligero dolor en la frente.

Auch— paso sus orbes azules al recién llegado que soltaba unas cuantas risas.

—Hola Nat— saludo con una sonrisa dulce pero al mismo tiempo agotada.

—¿Nada?

—Nada de nada— Aquella aura tranquila que emanaba la rubia cambio a una deprimente.

Nat suspiroSolo tienes que expresar lo que sientes no lo que dice tu cabeza. Sin darte cuenta las palabras comenzaran a fluir— se acerco a la chica dándole una palmada  en la espalda dándole animos— iré por tus cosas y le dire a Vicent que estas aquí.

La rubia asintió y con una sonrisa alegre el chico salio dejando a su amiga sola.

Anna se sentía abatida y no podía concentrarse gracias a aquel mohín en su estómago y pecho que no la dejaban en paz. Miró la hoja en blanco por unos segundos, tomo el lapicero de tinta negra y comenzó a escribir. Después de todo Nat si tenia razón.

Cuando finalizo doblo la hoja y la metió en el sobre cellandolo. Abrió un libro, uno de sus favoritos que era el de Romeo y Julieta, de el saco otro sobre al que miro con tristeza. Pasaba las páginas y notaba que en algunas frases de aquella novela  estaban marcadas en lápiz y pudo deducir quien había sido el causante. Metió ambos sobres en el libro y lo colocó en su lugar, puso sus manos por última vez por aquella portada roja y sonrió en dulzura.

Anna.

La aludida sintió su corazón bombear mas de lo normal, volteo a ver quien la llamaba y  se encontró con azabache quien estaba parado en una esquina.

—¿Ocurre algo?— preguntó, sin dejar de sonreír con ternura y amor.

—Ya es hora— y ella ya sabia a lo que se refería.

Con ayuda de su "hermano" bajo de las escaleras en las que estaba, soltando un simple "Gracias" con las mejillas de un tenue rojo.

Anna no entendía el por que de su decisión al haber dejado aquella carta, solo sabia que debía dejarla, una pequeña vosecilla le pedía gritos que la dejara.

Ray, la observó de reojo, andaba pérdida en su pensamientos y no se había dado cuenta cuando la tomo de la mano, pareció sorprendida pero después se relajo y le sonrió, apretando mas el tacto.

Ambos adolescentes salieron de la biblioteca y subieron a una camioneta negra, en la que un adulto que había llegado hace unos días conduciría hasta salir del mundo de los demonios.

El viaje era algo ajetreado, atrás de ellos iba un camión que llevaba sus pertenencia siendo seguidos de tres autobuses donde llevaban al resto de sus hermanos. En la camioneta iban Emma, Norman, Don, Gilda, Ray y ella, cada uno ocupando los asientos de dos en dos haciendo una fila.

Anna estaba a un lado de Ray, observando la nada de aquel paisaje desértico, a lo lejos visualizo un muro que superaba al que había en su agrio hogar, volteo en dirección al azabache que se encontraba mirando de igual forma a la nada, a lo lejos en el interior de aquel frondoso bosque noto cierto reflejo. Y supo que todo acabaría en un segundo.

—¡¡Ray!!— Grito, quedando encima del chico y recibiendo tres tiros a su costado.

Los demas al notar esto detuvieron la camioneta, pocos segundos después se vieron a un grupo de hombres que se dirigían al lugar donde dieron origen los disparos.

La rubia no soltaba al azabache. Ray no hacia mas que vagar en espacio-tiempo comprendiendo lo sucedido. Reacciono al darse cuenta de que sus manos estaban teñidas en sangre. Miro hacia arriba, encontrándose con su "hermana" derramando lágrimas, conteniendo el dolor y solo viendo como la sangre se acumulaba pintando sus ropas, pero a pesar de eso ella estaba Sonriendo. Sonreí con tanta calides y dulzura.

Sonreía.

Ray la atrapo ya que estaba apuntó de caer a un costado. Estaba aturdido, tratando de comprender tales acciones de la chica, los gritos, lágrimas y lloriqueos de sus Hermanos y amigos se le hacían muy lejano.

Con una de sus manos que estaba pintada en sangre toco una de las mejillas de la rubia.

Sonreía.

Ella no hizo mas que aceptar el tacto y cerrar los ojos conteniendo el dolor.

Sonreía.

—¿Por qué?

Pregunto a la nada, sus lágrimas ya estaba brotando y la chica estaba dando sus últimos esfuerzos.

Sonreía.

—Porque me gustas.— Respondió.

Una frase tan sencilla le causo coraje y tristeza. ¿Por un maldito sentimiento dar tu vida?

Y como si ella le hubiese leído la menteNadie lo comprende.—Dijo en un hilo de voz.

Sonreía.

Sus ojos cielo se estaban apagando, algo parecido como si en ellos la noche ya hubiese llagado. Cerro sus ojos y como si se tratara de algún dulce, se lo arrebataron.

Le arrebataron la vida. Y ella...

Sonreía.

Sin si quiera respirar ella seguía sonriendo. Todos a su alrededor lloraban en impotencia, no podían hacer nada, simplemente se había ido y los había dejado con un hueco en el corazón.

Por mas que intentaran acercarse Ray se negaba a soltar el cuerpo de la chica, se aferraba a ella sin dejar que nadie se acercará. Miraron al cielo y los relámpagos se hicieron presentes, el cielo que hasta hace unos minutos estaba resplandeciendo como un perfecto día había sido cubierto por las nubes grises. Y fue así como el primer día de lluvia sin ella comenzó.

^^^

Su frágil y frío cuerpo ya hacia en aquella caja negra, rodeada de rosas blancas y vestida con aquel vestido blanco que era su favorito. Todos sollozaban y derramaban lágrimas, era su hermana y su familia, habían perdido a un integrante de su familia.

El azabache no hacia mas que mirar todo desde una esquina, no podía seguir mas tiempo en aquel lugar y conteniendo su llanto, saliendo de la edificación de tres pisos y llegar al jardín. Se dejo caer a suelo recargándose en la fría pared a causa del crudo invierno que se acercaba, dejando que la finas gotas de lluvia le cayeran y mojaran sus cabellos y parte del traje negro que tenia. Miro a la nada, pensando desde cuando había sentido ese sentimiento por ella. Ah, ya lo recordaba.

Nunca se lo dijo, había tenido aquellos sentimientos poco después de que llegaran al refugio subterráneo, ¿Como? ¿Por qué? ¿Cuando?

Fue cierta noche en la que él no podía dormir, en la que su mente vagaba en recuerdos de hace tiempo pero se le hacían tan cercanos. Ese día se encontró con la rubia en el comedor, quien comía a escondidas una de las frutas que habían conseguido. Sin evitarlo sonrió al verla tan nerviosa por haber sido descubierta.—Puedo explicarlo— Se intentaba justificar escondiendo aquel fruto detrás de su pequeño cuerpo. Sonriendo burlón se acerco a la rubia quitándole la fruta y dándole una mordida —Ahora es míadijo terminando de comerse lo que se suponía que era la merienda de su hermana. Anna sonrió nerviosa con un rojo en sus mejillas— Eres malo— soltó entre risas. Ray se acercó a ella y le dio un beso en la frenteComerte otro no diré nada— el se dio media vuelta y se fue. Anna tenia las mejillas teñidas al rojo vivo, después miró a un costado sonriendo como una boba, Ray sin ser descubierto hizo lo mismo hasta salir del comedor.

¿Con que fue de de entonces? No, en realidad ni el sabia cuando había sucedido, pero con los sucesos siguientes a ocurrir  no se había dado cuenta.

Miro a un costado y soltó una risa.

—Tan linda— dijo a la nada, sonriendo y derramando lágrimas en silenció.

Ese día, fue en el que sus lágrimas comenzaron a juntarse creando un gran huracán de sentimientos que pareciera que tal vez nunca Sanarían.

Tal vez...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top