Lluvia 3
La pequeña de tan solo un año se encontraba jugando con un peluche de conejo, a Ray ese peluche se le hacia muy conocido pero prefiere no indagara mas al respecto. Observa bien a la niña que esta jugando sentada en el suelo y él no muy lejos de ella. Cabellos albinos, ojos verde pasto, piel pálida, y suele ser tranquila aveces y al mismo tiempo el sinónimo de terremoto, diría que era una perfecta combinación de Norman y Emma.
La niña volteo a ver al azabache sonriendo, el no hizo expresión alguna, solo dedicándose a ver los movimientos de la menor.
¿Que hubiera pasado si el hubiese tenido hijos con ella?
Miró un punto fijo en el suelo por haber pensado esa clase de cosas, aun que muy en el fondo le hubiera encantado tener que lidiar con una niña o niño de cabellos rubios o tal vez de cabellos azabaches, ojos azules o ónix, de personalidad serena y endulzada como la de ella o fría y realista como la de él. No lo sabía. Pero si hubiera llegado a tener familia con su amada no le importaría como fueran sus primogénitos, estaría mas que contento en saber que realizo su vida con ella.
Regreso a la realidad y llevo su cabeza hacia atrás, apretando la mandíbula y conteniendo las ganas de llorar. Ya habían olvidado el número de veces que había evitado soltar en llanto en esos tres días.
La pequeña albina de nombre Nora se acerco al azabache, miro como la pequeña trataba de ponerse de pie hasta tomar las mejillas del mayor y sonreír.
—Lay— balbuceo la pequeña tratando de decir el nombre de su Tío.
—Hola, Nora— Tomo una de las manos de la menor.
La pequeña se dejo caer al suelo para después acurrucarse en el azabache. Era demasiado confiansuda como su madre. Dejo que hiciera lo que quería hasta quedar cómoda.
Involuntariamente Ray ya había comenzando a tararear aquella canción de cuna que su madre, Isabella, les cantaba cuando eran pequeños. La niña pareció relajarse hasta quedarse dormida. Sonrió en tristeza al pensar por una milésima de segundo que aquella niña pudo haber sido su hija con Anna.
Miró a su costado encontrándose bajo la mirada del albino quien sonreía.
—¿Cuanto tiempo piensas seguirme viendo?— borro la sonrisa de su rostro volviendo a tener aquella mirada inexpresiva.
—Ya vi lo suficiente—Solto una pequeña risa. Se acerco a su amigo y este le dio a la niña.— Te llevas bien con los niños.—Acosto a la niña es uno de los sofás y la cubrió, hacia frío y querían evitar que se enfermera ya que por desgracia tuvo que nacer con el sistema inmunológico de su padre.
—Supongo— Respondió cortante levantándose del piso y sentarse en un sofá individual.
—faltan cuatro días. ¿Aun quieres ir solo?
—¿He ido con alguien en los últimos años?
—No.
—Ahi esta tu respuesta.
Norman rió un poco. Su expresión serena cambio a una en seriedad y cansancio.
—Ray, se que no lograre convencerte pero, ¿No crees que ya es tiempo?
Lleva tiempo pensando en aquella pregunta, y claro que igual se la había planteado muchas veces, pero la culpa, miedo y tristeza no lo dejaban vivir en paz. Se castigaba a sí mismo.
—No lo se— susurro.
—Como digas.—Se levanto del sofá y regreso a la cocina, en donde ya hacia la cena cociéndose.
Quería ayudar a su amigo, pero al igual que Emma las ideas se le agotaban y ya no sabia como ayudar a su amigo a sanar. Se sintió mal al darse cuenta de que solo podían dejar que las cosas y el tiempo fluyera, y por una parte no estaba muy de acuerdo en eso.
Ray suspiro, el igual deseaba sanar pero lo que mas quería era olvidar. Era cobarde, pero tambien se negaba a aceptar la perdida de la rubia. Miro en dirección en donde la albina dormía pacíficamente, su respiración se veía normal y una sonrisa serena adornaba su rostro.
—Es hermosa— Dijo la rubia que se encontraba acariciando los cabellos de la niña.
—Tu lo eres más.
La rubia sonrió tranquila apartando las vista de la menor y observar a su amado. Su sonrisa se borro al notar el estado en el que se encontraba. Sus cabellos negros estaba hechos un desastre, siendo las seis de la tarde aún traía la pijama puesta y sobre todo debajo de sus ojos ya hacían unas sombras negras, dando a notar las pocas noches que había dormido.
—No deberías de verme así —miro a un costado, ya sabiendo de antemano su estado.
—No me gusta verte así —Confesó preocupada. Se aparto de la albina hasta llegar con el azabache quedando de rodillas frente a el— No es tu culpa— Ella derramo lágrimas. Ya estaba cansada de ver cada año como su amado se culpaba y mataba lentamente, eso hacia que no se pudiese ir tranquila.
—Lluvioso, Soleado, Nublado....
—De primavera a Invierno...
—Los trecientos sesenta y cincos días del año....
—En todos estas tu.
Lo abrazo y él solo se dejo llevar. Se cubrió la boca tratando de contener sus sollozos, sabia que eso no era real y al saber eso no quería que nadie lo escuchara, no quería que nadie supiera que su mente le creaba imágenes de la rubia que amó hace diez años y lo tomaran como loco, y es que si, el ya estaba loco.
Norman mientras tanto, veía todo desde la entrada de la sala, viendo como su amigo se rompía en mil y el no cedía para que le dieran apoyo. Saco su celular y envió un mensaje para después guardarlo, se giro hacia una de las ventanas y la lluvia no parecía querer parar ni un segundo, y penso lo que Emma siempre le decía: "Aquella lluvia de todos los años es la representante de las lágrimas de Ray", y puede que si tenga razón, ya que nunca lo habían visto llorar pero si lo había hecho a escondidas, ya que ni en dichoso funeral de hace diez años se le vio derramar lágrimas frente a alguien, ni en esa y otras situaciones, a excepción de una persona.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top