Lluvia 2

Como todas las mañanas lo primero que hizo fue darse una larga ducha, dejando que sus músculos se relajaran y disfrutara de un tiempo a solas, aun que ya llevaba nueve años a solas y pronto se cumplirían diez, pero tampoco es como si tuviera la motivación por estar con alguien.

El timbre de su hogar sonó de manera desesperada. No necesitaba ser adivino para saber quien era. Con todo el pesar de mundo deja su amado baño y se fue a poner su pijama, ya que el no tenia planeado despegarse de su cama en todo el día. En cuanto se arreglo camino por el pasillo hasta llegar a la puerta, en donde ya hacia una pelirroja parada con un impermeable anaranjado.

—Te traje el desayuno— señaló con la mirada la bolsa del súper en la que traía una variedad de ingredientes.

—Entra—Se dio media vuelta y entro de nuevo a su hogar siendo seguida de su amiga hasta llegar a la cocina. —¿Y Norman?— preguntó sentándose en una de las sillas del comedor.

—Esta cuidando de Nora.

—Ah, es cierto, Nora. ¿Que edad tiene la mocosa?

—Un año. Y no le digas mocosa a mi hija.— Reprochó sirviendo una humeante taza de cafe al azabache— Simple ¿Verdad?

—Si.— Asintió y tomo la taza llevándola a sus labios para tomar un sorbo.

Prendió el televisor esperando a ver que novedad había en el nuevo mundo humano. Paso los canales hasta llegar a uno de noticias, dando a destacar en donde la atractiva reportera del clima daba los pronósticos del tiempo de la ciudad. Lanzo una maldición al escuchar que toda la semana habría lluvias y la temperatura descendería a los diez grados.

—Parece que igual hará frío como todos los años— Comento Emma sirviéndole a su amigo unas tostadas.

—Es como si el universo se hubiese puesto de acuerdo.

—¿Iras?

Esa pregunta casi ofende a Ray, pero solo se limito a asentir y seguir desayunando.

—Ray, sabes que Norman y yo te vamos a apoyar pero-

Emma guardo silencio al ver como el azabache tiraba a propósito la taza causando un estruendo. Supo que debía callar y aceptar la decisión.

—Esta bien.

—Estare bien. Regresa a casa que tienes un esposo e hija que atender— Se puso de pie y salio de la cocina hasta llegar a su habitación.

Emma tan solo se cubrió los ojos sin saber que mas hacer. Diez años y no había podido hacer que su mejor amigo olvidara, o por lo menos que tratara de sanar las heridas emocionales que aquel accidente le había causado. Miró hacia la ventana en donde la lluvia parecía intensificar, recogería todo y se iría a su hogar.

Podía jurar que aquella semana de lluvia era la representación de las lágrimas de Ray, quien solía recordar el millar de cosas e imágenes de la rubia.

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Era mas que obvio que no se la estaba pasando bien. De todos los días del año, esa es la semana en la que mas se encuentra abatido, sin ganas de hacer nada y casi gritando a los cuatro vientos que la muerte lo llevara. Por más que quisiera encontrar una manera de por fin calamar su pesar no podía. Emma durante esa época del año le va a dejar el desayuno, almuerzo y cena, se lo tenia que comer de ley o lo obligaría a comer y no de bonita manera. Tampoco es como si fuera un inútil y no supiera cocinar, claro que sabe cocinar sólo que el apetito de la nada se le desaparecía.

Se recostó en su cama esperando a que el ruido de la cocina desapareciera, escucho el cerrar de la puerta y supo que su amiga de la infancia se había ido. Tomo las cobijas de su cama y se dispuso a volver a dormir. Simplemente no tenia ánimos para nada.

Sentía unas manos que lo acariciaban sus cabellos negros, se sentían frías pero a la vez tan cálidas. Mientras el desconocido no tan desconocido hacia tal tacto tarareaba una canción conocida. Se removió y abrió los ojos encontrándose con los orbes cielo de la rubia.

Tambien deberías de dejar de dormir todo el día— Sonrió sin dejar de acariciar los cabellos de su amado, al que se encontraba en recostado en su pecho.

—No tengo nada que hacer.

Respondió. Tan solo aferrándose a la pequeña anatomía de la chica, disfrutando de su aroma que creía olvidado. Cuando la verdad es que eso nunca pasaría, por el simple hecho de que el esta enamorado de ella y aun que existía una linea que los separaba nunca la olvidaría.

Quisiera que hací fueran todos los días.

—Yo igual.

Hubo un silencio, el cual era disfrutado por ambos. Ray levantó la vista encontrándose a la rubia que no dejaba de sonreír. Estiro su mano para poder tocar una de las mejillas de la chica, ella se acurrucó dejando un beso en la palma de la mano de él. Ray sin poder evitarlo, sonrió en tristeza. Anna entre abrió los labios, el ya sabia que es lo que iba a hacer ya que eso era de todos los años.


I Love you... I Love you

I've said it before I'll say it again

I wish we were more than friends

You know I Love the way you dress, you know I Love your style

Every moment I'm with you, I can't help but smile

I've thaght it before I'll think it again

When Will we stop playing pretend?

Whising you would justo make up your mind

Let me Love you ando we'll be alright

I know I can't chasing after you ir you don't feel some way

Or feel the same about me

I know I can't keep chasing after you

And babe if that's the case

Jost know that

I Love You

Anna termino de cantar aquella parte de dichosa canción soltando un suspiro. Ray no había dejado de verla, disfrutando de cada frase de la canción que le hacia recordar lo simple y hermosa que era su amada. Se incorporo y acerco más a la chica, juntando su frente con la de ella.

—Te hubieras quedado mas tiempo— Susurro. Cerro sus ojos tratando que sus lágrimas recién acumuladas no salieran.

Lo siento. Perdonamelágrimas rodaron por sus mejillas, hasta juntar sus finos labios con los de el.

Nueve años y el no soportaría el cumplimiento de los diez. Su frío corazón había sido llenado y solo con ella había sido capaz de amar a alguien, y no de manera fraternal, sino romántica. Le dolía cada rose de labios era como si el se estuviera matando lentamente. Algo muy parecido a un beso de muerte.

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Despertó, Confundido, con la respiración agitada y con gotas de sudor bajando por su frente y cuello. Se sentía cansado. Miro a su costado encontrándose al reloj de pared que marcaba las 4:50. Había dormido demasiado.

La puerta siendo abierta llamo su atención y se encontró con su mejor amigo.

—¿Como te sientes?—Pregunto el albino entrando a la habitación hasta sentarse en el borde de la cama.

—¿Que fue lo que-?

—Emma te vino a dejar el almuerzo, pero estabas muy mal. Te dio fiebre y cuando intentamos despertarte no podíamos.— Explico, dejando a Ray que se cubriera los ojos procesando aquella información.

—Lo siento.

—No te disculpes. Lo bueno es que despertaste.

—¿ Y Emma?

—Fue a comprar unos medicamentos, regresar en un rato.

Se formo un silencio, hasta que el llanto de una pequeña niña mato la ligera tensión en el ambiente. Norman soltó un suspiro y salio de la habitación a atender a la pequeña que lloraba.

Ray se tiro de nuevo a la cama mirando al techo color blanco.

El tiempo en sus sueños parecían minutos y cuando despertó habían pasado horas. ¿Sera que así se siente estar muerto?

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