Capítulo 3: "Una nueva historia"

Matt

Esta noche ha sido increíble.

Y no sólo lo digo porque fue genial que lanzaran a Andrés en la bañera con el perro. Además de eso; la chica, Sarah ha llamado mi atención, es muy agradable.

Para ser mejor amiga de Andrea no está tan loca como ella.

Porque créanme Andrea está más que loca.

—Me encantas— escucho que dice Jay y me quiero acuchillar los oídos con solo oírlo.

No es muy bonito que digamos, escuchar a Andrea y a Jay besarse.

Volteo y le digo a Jay:

—Jay, ¿tú no terminaste la semana pasada con tu ex?

Andrea lo para de besar y lo mira con desilusión.

—No me dijiste que tenías novia— le reclama Andrea.

—Será porque apenas se dijeron hola— murmuro pero ambos me escuchan.

Sarah está a mi lado y parece muy divertida de la situación.

—No te lo dije porque tú misma lo dijiste, "tenía" ya no somos nada— le responde molesto, y se gira hacia mi —y tú, Matti, no te metas en donde no te llaman— me reclama, matándome con la mirada.

Andrea le creyó a Jay y se siguen besando aunque con menos intensidad.

Andrés está arriba con su actual novia <<la cual no creo que le dure mucho>>, ella llegó hace un rato y subió directamente a la habitación de Andrés, sin saludar ni nada. Sólo preguntó dónde estaba su novio y subió, los demás chicos están jugando con un play que está aquí en la sala.

En un rato nos deberíamos de ir, los padres de Andrés no se llevan muy bien con los muchachos, aunque debo admitir que conmigo y Jason se llevan un poco mejor.

Volteo de nuevo hacia Sarah que tiene una mueca al ver a su mejor amiga y Jay besándose.

—Yo ya me acostumbre— le digo.

—No creo poder acostumbrarme a esto— me responde.

—Son las hormonas— continuo diciendo —ya sabes, próximamente cumpliremos 18, y tú y Andrea 17, ésta es la edad donde nos "alborotamos", supuestamente.

—De por sí que Andrea siempre ha sido loca y alborotada— me dice con una sonrisa burlona.

—Una vez que crecen, ya no hay vuelta atrás— digo pensando en aquel día cuando la mayoría de los chicos perdieron la virginidad en un after party de la promoción que se graduaba ese año en nuestro Instituto.

—Si supie...- intenta decir pero la interrumpen.

—¡Sarah!— escucho gritar a un Andrés muy apurado bajando las escaleras y logro ver que tiene un teléfono en mano.

Sarah voltea de inmediato un poco confundida. A medida que Andrés se va acercando, su cara cambia de expresión totalmente, como si ya supiera de lo que se trata.

—Ay no— murmura. Veo que hasta Andrea y Jay se dejan de besar, todos los demás nos miran con una cara de confusión, incluyéndome.

De repente, abren la puerta de un empujón y todos nos sobresaltamos ante el golpe.

Tras abrirse la puerta, veo a 4 personas, dos hombres y dos mujeres. Los dos primeros no los reconozco pero la mujer se parece mucho a Sarah, los dos últimos son los padres de Andrés.

—Se prendió esta mierda, señores— murmura Santi.

—¡SARAH MARIA!— dice gritando la mujer que no conozco.

Detallándola más de cerca, se parecen demasiado, ambas con el pelo marrón y destellos rojizos, piel blanca muy bronceada, con las mismas facciones. La altura, Sarah definitivamente la heredó de su padre.

Sarah se levanta de golpe, la miro y se le nota el miedo que tiene, también me fijo que le tiemblan un poco las manos.

—Mamá, papá— apenas le escucho decir.

Así que estos son sus padres.

Quiero saber que hizo para tener tanto miedo, porque estábamos pasándola bien aquí.

La mujer nos mira a todos y nos da una mirada de desaprobación, el hombre se acerca, es intimidante por lo alto que es y tiene esa mirada que tanto odio.

Esa mirada que tiene mi padrastro.

La de "yo mando aquí".

Los padres de Andrés se mantienen a un lado, y niegan con la cabeza mirando a Andrés y Andrea quienes al verlos, agachan la cabeza.

¿Qué diablos está pasando aquí?

—Estás en problemas, hija— le dice entre dientes el padre a Sarah poniéndose frente a ella —Vámonos, no deberías de estar con esta gente— le dice mirándonos con desprecio, y la agarra jalándola del brazo.

Me molestó, no, me enfadó que la agarrara así como si tirara de un perro, y que nos hablara como si fuéramos basura.

Me recordó tanto al hombre que vive en mi casa.

La sangre me hierve y trato de controlarme.

Pero no puedo.

Me levanto y agarro del brazo a Sarah. Todos me miran, sorprendidos. Sarah voltea a verme muy confundida.

La madre de Sarah está con la boca abierta y el padre voltea hacia mí a punto de explotar.

—No— solo pronuncio esa palabra.

—¿Disculpa?— me responde, ofendido.

—No— repito —no se la llevará. Sarah la está pasando bien, y además, no es tarde— me excuso y miro mi reloj en mi muñeca confirmando —ella sólo está charlando con unos chicos en casa de su mejor amiga— le digo en la cara con determinación.

Todos están en silencio y absortos. Sarah está en shock y su padre parece un volcán aunque disimula su enojo muy bien.

Eso ¡bravo! Ganándote al suegro.

¿Eh?

Ya te acordaras mío.

El padre de Sarah da un paso adelante

—Santísimo Dios ¿tú quién eres?, ella es mi hija, menor de edad, y está bajo mi custodia.

Quiero golpearlo pero me abstengo, el silencio reina en el lugar pero no puedo no decir nada.

—Con todo respeto Señor, no tiene derecho a llegar a una casa que no es suya a formar un escándalo, referirse como a basura a los invitados de la misma y agarrar a su hija como un perro— espeto —Por muy padre que sea de ella, Sarah sigue siendo una persona, y todos nosotros también— le digo señalando a todos los chicos, casi le grito pero logro controlar mi voz.

El padre de Sarah está entre asombrado por mis palabras y furioso porque no puede irse. Sarah tiene la boca abierta y a plena vista se le ve el miedo que tiene, ella no quita sus ojos de mí y los demás solo miran como si fuera un show de televisión.

Porque eso es lo que parece.

Es decir, respeto que sea su padre pero eso no le da el derecho de hacer con ella lo que se le dé la gana.

Trato de no pensar pero es imposible no ver que es una opción.

Si así se comporta en la calle con gente a su alrededor, no imagino las cosas que hace en casa cuando solo están ellos tres, aunque su mamá parece un 0 a la izquierda.

No se mueve, no habla, solo está ahí, existiendo.

El papá de Sarah me observa con desprecio, y sólo logro ver como aprieta sus puños.

Así que, es así como él arregla las cosas.

Sé que me quiere golpear, también sé que lo va a hacer, así es como personas como él resuelven las cosas.

Personas como él y como mi padre.

Me estaba preparando para el golpe, pero el papá de Andrea se digna a decir algo.

—Creo que es momento de que todos se vayan a sus casas— aclara acercándose al papá de Sarah y a mí —Fred— dice mirando al papá de Sarah —tienes que calmarte e irte con tu hija y esposa.

—Pero...— trato de decir.

El señor Fernández voltea su mirada hacia mí.

—Todos deben irse a sus casas— me corta de inmediato —sí, los estoy botando— dice en voz alta muy directamente —así que Matt, vete y deja que Sarah se vaya con su familia.

La mamá de Sarah por fin reacciona y camina hacia su hija y esposo.

—Vamos a casa, ya el dueño nos dijo que nos vayamos— dice agarrando a su hija y mirando a su esposo.

Sarah no dice nada, parece perdida, su padre solo da media vuelta sin ninguna expresión en su rostro y salen por la puerta principal.

—Oye viejo, vámonos— se acerca Rafa y me da una palmada en el hombro.

Todos se levantan en silencio y se dirigen a la puerta para salir con la cabeza agachada, parecemos perritos regañados.

Por mi parte, no quisiera irme pero la situación es incómoda. Además, Andrés me está matando con la mirada. Así que, me voy saliendo detrás de los demás dándome por vencido.

Aunque sé que esto no se quedará así, no soy bueno para ver a la gente realizar malas acciones y no hacer nada.

Esto apenas es el comienzo de una nueva historia.


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