Capítulo 1: "Esto es vida"

Sarah

—¡Sarah rápido, CORREEEEE!

Estoy cansada, sudada y agitada. Maldigo en mis pensamientos a la loca de Andrea porque de verdad se pasó de la raya.

No puedo creer que de verdad esto esté pasando.

Es decir, lo sé, mi mejor amiga, Andrea, está loca pero ¡robarle un perro a su vecina! ¡¡¡UN PERRO!!! Es otro nivel. Y no solo eso, sino que se lo robó a su vecina rarita, tantos perros en el mundo y se lo quitó a la enferma y ex-drogadicta.

Y no digo que sea enferma por ser drogadicta, tengo pruebas de eso porque la grabé; un día, Andrea y yo veníamos de la escuela y la vimos enterrando a uno de sus perros en su patio. Según ella, ya ese perro había dado lo mejor de sí y por eso lo mató, para que reencarnara como en la película “La razón de estar contigo” ¿díganme ustedes que si no está casi loca?

Toda mi vida había amado esa película, desde ese día la odie.

Volviendo a la realidad, Andrea y yo entramos corriendo lo más rápido que pudimos a su casa, ya que su vecina nos estaba persiguiendo con un bate.

¿Ya ven lo que digo?

En fin, corrimos de inmediato a su habitación y tiré la puerta de una vez al entrar.

—¡Eso fue increíble!— dijo mi mejor amiga emocionada y a la vez agitada.

—Oh, Andrea, no sé si ya lo sabias pero te lo diré de nuevo, ¡estás L-O-C-A!- le espeté deletreando cada letra de la palabra que la identificaba por completo.

—Vamos Sar, admite que fue increíble— dice rodando los ojos —además, ambas sabemos que disfrutas mucho éstas cosas porque una vez al año te dejan salir— capto el sarcasmo en sus palabras.

Y aunque es sarcasmo, tiene razón, disfruto estos momentos al máximo con ella aunque sean ridículamente locos. Y sí, soy exactamente esa chica sometida a la que no dejan salir y se aloca cuando le dan permiso una vez cada mil años.

Un claro ejemplo el de hoy.

Mis padres son muy estrictos y exageradamente religiosos. De esas personas religiosas que provoca tirarles la biblia por la cabeza, sí, exactamente así son mis padres o bueno, mi familia en general. Además de esa “condición” como lo llama Andrea, son fuertes de carácter y muy reservados. Si les nombrara todas las restricciones que me tienen, llegaría el fin del mundo y yo todavía contándoles las estúpidas restricciones, las cuales odio con mi vida.

Andrea al ver que no respondo me mira y dice:

—Hey, perdón si te recordé la triste vida a la que eres obligada vivir.

—Vaya gracias por el cumplido— le digo rodando los ojos —Ahora, ¿qué harás con el perro?

—¿Tú qué crees? Voy a asarlo— río ante su sarcasmo —Voy a quedármelo y cuidarlo, obviamente— Justo alzó al perro y le dió una gran sonrisa.

—Pobre criatura— murmuro lo suficientemente alto para que me escuche, ganándome que me mate con la mirada.

—Oh cállate Sarah, este pequeño y adorable perrito estará mejor conmigo que con la loca del bate.

Le hace muecas al perro y él le saca la lengua, lamiéndole la cara.

—¡Ves! Me adora— dice feliz y la verdad es que se ven adorables.

—ANDREA CRISTINA, ¿qué demonios hiciste ahora? que la enferma de al lado estaba con un bate gritando enfrente de la ventana de mi habitación— grita una voz gruesa, varonil y muy furiosa. Es el hermano mayor de Andrea, Andrés.

—Mira hermanito, tengo un perrito— dice Andrea con emoción, haciendo irritar a su hermano.

—¡Por Dios!, cada día estás más loca— niega con la cabeza y me mira —Sarah, te advierto desde ahorita que lo malo se pega, así que falta poco para que tú también te vuelvas loca.

—¿Más?— le respondo con la intención de fastidiarlo aún más, si es que eso es posible.

—Ambas son caso perdido— se frota las sienes como si hiciéramos que se quedara sin paciencia y yo me acerco a Andrea para abrazarla de lado, para terminar de agotarle su paciencia.

—Por eso somos mejores amigas— Andrea y yo sonreímos.

—Ya la loca se fue, así que ahora— continúa Andrés viendo al perro —quiero apostar cuánto te va a durar esa criatura, Andrea.

—Yo igual— digo apartándome de mi amiga, Andrés sonríe y Andrea voltea los ojos.

—10$ a que le dura tres días— apuesto.

—Le diste mucho, 15$ a que dura menos de 24 horas— dice Andrés tratando de aguantar la risa.

—Acepto— le estrecho la mano y la acepta.

—Mujer y hombre de poca fé— murmura Andrea —Si me dura más, cosa que es obvia, tienen que bañar al perro y los grabaré, porque créanme, eso va a suceder.

—Me parece bien— dice Andrés decidido y yo solo asiento con la cabeza.

Los tres estrechamos nuestras manos, y luego nos quedamos en la habitación de Andrea charlando y riéndonos hasta que llega la hora de irme.

Siempre he dicho que los pequeños momentos son grandes experiencias, que si no los disfrutamos en su tiempo, no entenderemos nunca el significado de vivir.

Estos son los momentos que guardo en mi corazón, que me gusta recordarlos y llevarlos conmigo siempre. Los momentos más felices son los más cortos, pero daría todo por estar en ellos.

Esos segundos donde te sientes completa.

Esos segundos donde te sientes vivo.

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