× 9 × Ojos ×

Bridgette:

"Los ojos son las puertas del alma."

Es algo que mi tío siempre me decía.

"Cuando miras a alguien a los ojos, conocerás sus intenciones."

Siempre tenía esa manía, mirar a los ojos a las personas.

Algunas se sentían intimidadas y otras directamente corrían la mirada.

Algunas me decía que no debía mirar así y otras me miraban a los ojos.

Había aprendido a distinguir sus emociones y sus intenciones al mirarlos.

Había aprendido a leer sus gestos.

Sin embargo, había alguien que me había confundido.

Su nombre era Félix Agreste.

Lo conocía desde el jardín de infantes.

Nunca nos habíamos hablado.

Sin embargo, sus ojos siempre me habían llamado la atención.

No solo por su extraño color verde grisáceo, él cual cambiaba dependiendo su humor.

Sabía que él era Chat Noir, una vez (Sin querer) lo vi transformándose, pero nunca le toqué el tema. Se supone que es secreto.

Desde ese momento no quise hablarle más en su versión de civil y me costaba actuar con naturalidad en su versión de héroe.

Conocer su identidad sólo logro confundirme más. Sus ojos no son iguales.

Félix:

"Los ojos son las puertas del alma."

Eso fue lo que me dijo mi madre.

"Siempre que vayas a hablar con alguien, míralo a los ojos y sabrás sus verdaderos propósitos."

Fueron palabras que se quedaron grabadas en mi mente.

Cuando me dirigía a alguien, lo miraba a los ojos fijamente.

Muchos solían mirarme de igual forma y otros terminaban por correr la cara.

Una vez le pregunté a mi padre "¿Por qué corren la cara" y me dijo "Tienes una mirada profunda, no todos podrán sostenerte la mirada."

El mirar de mi padre siempre era severo, sin embargo, no siempre era así. Era bueno, en fondo, pocas veces se mostraba así.

En cambio, mi madre tenía un mirada cálida, muy maternal y amorosa. Sus ojos avellanedos siempre miraban con amor a los demás, era difícil no mirarla a los ojos.

Mirar a los ojos se volvió mi pasatiempo. Pero luego de un tiempo comencé a aburrirme.

La mayor parte de la gente con la que trataba tenía cinismo en sus ojos, mis fanáticas solo tenían ilusión en ello.

Era muy selectivo con mis amigos, a tal punto que solo tenía dos, Claude y Alan.

Ellos nunca me vieron con interés de aprovecharse de mi. Sus ojos siempre reflejaron una amistad genuina.

Sin embargo, un día me topé con unos ojos distintos.

Pertenecen a Bridgette Cheng.

Desde el momento en que me encontré con ellos, quedé anonadado.

Es una sensación muy extraña la que me puede provocar.

Son azules como muchos ojos azules.

Pero no buscan nada. Son desinteresados.

Al mirarla a los ojos me siento muy extraño, algo moviliza en mi interior y me provoca ganas de escupir flores.

Hace un tiempo descubrí que es Ladybug. Mi curiosidad felina me llevó a seguirla a luego de una batalla (Sin que ella me notara) y vi cuando su transformación acabó.

Ver a la chica que me pedía citas a menudo me hizo replantearme varios de mis propósitos con ella.

Pero, al día siguiente, no volvió a dirigirme la palabra y mucho menos su extraño mirar.

Había creado en mi un intriga muy grande.

Sus ojos eran raros, me provocaban muchas emociones juntas.

Era casi masoquista de mi parte querer estar con ella, porque no podía comprender lo que evocaba en mi.

Su actitud como Ladybug también cambió hacia mi, aunque yo también había cambiado, ya no coqueteaba con ella. Todos los chicos se sintieron intrigados y ninguno nos creyó que no nos habíamos peleado. Nos pasaba algo que no sabíamos definir a ciencia cierta.

No sabía como acercarme a ella.

Pero estaba decidido que no le contaría sobre mi descubrimiento.

No le diría que sabía su identidad, me daba miedo que no me dirija la palabra ni como Ladybug.

×××

Luego de que el negocio de mis padres se expandiera, habíamos abierto una cafetería y yo trabajaba como moza.

No pasó mucho tiempo de la inauguración para que comenzará a llenarse de clientes, había colocado un cartel donde pedía otro mozo.

No imaginé quien atravesaría esa puerta.

No necesitaba el trabajo, necesitaba estar a su lado.

Era un deseo muy masoquista.

Pero quería entender esos ojos.

Quería conocerlos.

La familia Cheng había inaugurado una cafetería y decidí ir a tomar un café, pero al ver que buscaban personal, me anoté.

Mis padres me preguntaron porque alguien como el famoso modelo Félix Agreste buscaría trabajo aquí, les contesté que no tenía idea. Y realmente, no la tenía; no encontraba explicación lógica para que quiera trabajar aquí.

Los padres de Bridgette no se negaron, sus ojos reflejaban amabilidad. Eran ojos agradables. La caja era manejada por su unigénita y seríamos dos mozos, Alegra (Su mejor amiga) y yo.

×××

No había pasado ni una semana desde que Félix trabajaba aquí, que el café tenía el doble de clientela. Contratamos a los dos amigos de Félix, Claude y Alan. Yo los conocía de vista y Alegra gustaba de Claude, así que era su oportunidad perfecta para intentar algo.

Estaba bastante al tanto de que este lugar se comenzó a llenar por mi presencia. En cierta forma, me molestaba, sus ojos reflejaban mero interés.

Intentaba atender a los clientes con amabilidad y carisma, algo que no se me daba mucho. Mis compañeros se burlaban de mi, ellos podían notar lo que los clientes no.

Cuando tenía un tiempo libre, me dedicaba a observar los ojos de Bridgette, ellos no cambiaban, miraban a todos con afabilidad, sea un niño, un anciano o un adulto que la tratase con cierto coqueteo o desprecio, trataba a todos igual.

No todos le respondían igual, pero parecía tenerla sin cuidado.

×××

Hoy había sido un día largo, habíamos empezado a trabajar desde temprano, vino mucha gente.

Muchos vienen a verlo a Félix, me sorprende como trata a todos, a pesar de que puedo notar cuanto le cuesta ser así. Sus ojos reflejan todo el esfuerzo que hace por lo mandar a pasear a un par de personas.

Me había quedado sola contando la cantidad de dinero que habíamos recaudado hoy. Mis amigos habían dejado todo limpió y ordenado para mañana.

En cuanto terminé me dirijo a los cambiadores, no imaginé que me encontraría allí.

Habíamos trabajado todo el día, estaba exhausto y aun quedaba hacer patrullaje dentro de una hora.

Me estaba cambiando cuando Bridgette abrió la puerta.

Fue en ese momento que pude notar que su expresión cambió.

Estaba sorprendida y avergonzada, sus ojos la delataban de una manera especial.

Abrió y volvió a cerrar la puerta.

-¡Perdón!

Fue lo único que logré decir estando detrás de la puerta.

Sus ojos habían cambiado, reflejaban asombro. Eran lindos...

La puerta se abre y aparece frente a mi un Félix sin camisa en primera plana.

-¿Acaso te intimida ver a alguien sin camisa?

Digo con sorna, ella miró para otro lado.

Podía ver que sus ojos estaban dilatados y se movían de un lado a otro.

-No, no es eso.

Si, si lo era.

Por el rabillo del ojo, puedo ver una expresión divertida en sus ojos. Sus ojos han cambiado a un color más claro, uno que nunca había visto.

-¿Qué pasa si me acerco más a ti?

La acorrolo contra la pared.

Tiene los brazos abajo y sigue sin mirarme.

-¿No me dirás que nunca viste a nadie sin camisa?

-Nunca te vi sin camisa...

Tengo muchas ganas de verla los ojos.

Quiero verla fijamente a los ojos.

Conectarme con ellos.

Tomo su mentón.

Sus pupilas se dilatan aún más.

Siento un fuerte impulso de acercarme más.

Estoy cada vez más cerca.

Ella cierra sus ojos.

Me negará mi petición de ver sus ojos cuando beso sus labios.

×××

Félix me había besado...

Fue raro, fue agradable.

Pude ver sus ojos algo raro. Me provocó sensaciones extrañas, pero agradables.

A la hora del patrullaje estábamos muy animados.

-¿Ya se reconciliaron? -Pregunta Melody.

Yo me río y él por su parte me abraza.

Quisiera decirle que ya se su identidad.

Y que mi mayor adicción es mirar sus ojos.

×××

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