× 6 × Anillo ×
China
Dinastía Zhou
Estado de Fēng
Habían pasado alrededor de dos décadas desde el ataque frente al palacio, donde la única mujer que logró robar su corazón había partido para no volver.
Se volvió el jefe del ejército, era estricto y muy exigente.
Como su hermano mayor se había casado, ya no tenía la obligación de hacerlo.
Tampoco estaba dispuesto a reabrir su corazón, reabrir una herida que parecía no terminar sanar.
Conservó sus aretes en una bolsa de seda.
Sin embargo, una mañana desaparecieron.
×××
Un nuevo día.
Entrenar a los hombres del ejército.
Entrenar a las mujeres del pueblo.
Comer.
Dormir.
Básicamente, eso era todo lo que hacía para vivir.
O existir.
Esto no es vida.
-Señor.
-Adelante.
-Disculpe que lo interrumpa tan temprano, pero nos alertaron de ataque que se produjo anoche en Hào. Hay muchas personas heridas, secuestraron mujeres y perdieron fuego algunas casas.
-¿Y recién vienen a avisar? De Hào a Fēng no son más de una hora a caballo.
-La persona que vino a dar aviso, llegó muy herida y caminando. Fue encontrada por un guardia en la entrada.
-De acuerdo, avisa a los demás. Necesitaremos ayuda.
×××
Llegamos más o menos en una hora y media.
Todo estaba destrozado. Las cosechas habían sido robadas, había casas totalmente destruidas. Muchos niños llorando al lado de los cuerpos de sus padres. Muchos padres abrazando a sus difuntos hijos.
Una niña se me acercó llorando. Su similitud con Xio me sorprendió a tal punto que se me hizo verla pero en versión pequeña.
-¡Ayúdeme! Secuestraron a mi hermana.
Bajo del caballo.
-¿Cómo es ella? ¿Dónde están tus padres?
-Sólo vivimos nosotras dos, quemaron nuestra casa y se llevaron todas nuestras cosas de valor.
No entiendo como pudieron hacer un ataque y que nadie se de cuenta.
-Traeré a tu hermana, tu quédate aquí.
Ella sólo asiente.
-Si algún hombre está dispuesto a acompañarnos a buscar a sus mujeres, tome un caballo y sígame. No deben estar muy lejos.
-Yo vi por donde se fueron -Dijo un hombre- tomaron un camino por medio del bosque.
-Acompáñeme por favor.
Emprendimos viaje con varios de los hombres de la aldea y también dejamos varios de nuestros hombres allí, por si esto se trataba de una emboscada.
×××
Luego de media hora de viaje por medio del frondoso bosque damos con un páramo con un lago pequeño, donde algunos hombres se están bañando.
Estabamos escondiéndonos para atacar cuando hayamos rodeados todo.
Sin embargo, una muchacha de cabello corto y rojo como la sangre salió de una carroza, con una espada y comenzó a atacar.
O es muy suicida o es un método de distracción, también suicida.
Instantáneamente atacamos.
No habíamos rodeado todo pero no iba a dejar que una chica valiente muera en manos de estos deshonrados.
Se forma un campo de batalla. Mis hombres contra los forajidos.
Me acerco a la chica.
-¿Y tu quién eres?
-Esa información no es de su incumbencia.
Ruda, me gusta.
-Le informo que venimos a ayudarlos.
-Yo no necesito su ayuda -Esquivó un espadaso y atacó con otro- busque a alguna mujer que si la necesite.
Por alguna razón, acato su orden y me dirijo a proteger un carruaje con mujeres.
-¡Alguien desátelas!
Se acerca otro hombre y corta sus sogas, mientras yo lo protejo.
La miro, sabe muchas técnicas para ser tan joven.
Sin embargo, eso le juega en contra y soy espectador de como es apuñalada con una navaja.
-¡Protégelas!
Me dirigí a donde ella estaba. Herida y todo, empuñaba su espada y contraatacaba. Más hombre vinieron a atacarla.
-¿Y tu quien eres? ¿Su noviecito?
Ella está sentada en el suelo sosteniendo su costado pero aún mantiene firme su espada.
-¿Creían que podrían sabotear un pueblo y salirse con las suyas?
-Sólo la queríamos a ella, pero terminamos armar mucho revuelo.
¿Qué tendrá ella de valioso para que todo un arsenal de hombres la quisiera?
-Sean hombres y métanse con uno de su porte.
-No sabes de su potencial ¿verdad?
Había dado en el blanco.
Atacó sin más, ellos se rieron. Realmente odiaba no saber que tiene esta mujer que ellos deseen tanto.
Ella cayó al suelo y sueltó su espada.
La intenté agarrar por debajo de un brazo y su cabello se corre mostrándome algo que no imaginé que volvería a ver.
Unos aretes rojos tornándose negros.
Quedé inmóvil.
Esos aretes los guarde en un cajón hace más de veinte años y no lo volví a abrir.
-¡Cuidado!
Alguien viene a evitar que nos asesinen en un santiamén debido a mi sorpresa.
-Señor, si desea, lleve a las mujeres hasta la carroza y mándelas al palacio. Allí podrán sanarlas a las que se encuentren heridas.
-No de nuevo... -Susurra la chica que estoy sosteniendo.
-Por favor resiste... -Murmuro pidiendo clemencia.
No se quien será ella pero no puedo dejarla ir dos veces.
Es muy improbable.
No puedo pensar con claridad.
Lo mejor para ella será que la vea un médico.
×××
Recién a la atardecer estuve volviendo a mi palacio.
La batalla no fue mucho más larga. Pero tuvimos que volver por Hào para ver como solucionar los problemas ocurridos durante la noche.
La niña que me había hablado para buscar a su hermana, me preguntó si la había hallado.
Le dije que si y si quería que venga conmigo al palacio así la podía ver.
Ella fue sentada en el caballo conmigo.
Se emocionó mucho de subirse a uno.
Me dijo que su hermana se lo tenía prohibido.
-Llegamos.
-¡Muchas gracias! -Me entrega un anillo verde de esmeralda en forma de gato. La piedra parece tallada.
-¿Y esto?
-Es un regalo por salvar a mi hermana.
-No puedo aceptarlo.
-Por favor aceptelo, fue de nuestro padre y ahora ya no nos pertenece...
Su mirada era triste pero aún así sonreí.
Lo tomé y lo coloqué en mi dedo mayor de la mano derecha.
Su emoción fue grande y me abrazó.
-¡Gracias!
No comprendí el significado de aceptar su anillo pero la hizo feliz.
Voy de la mano con la niña hasta donde se encuentra su hermana.
Uno de los médicos y una herborista están a su lado.
-Debemos hablar contigo.
-¿Puedes esperar un rato en el comienzo del pasillo?
Ella asienta y se va.
-¿Qué ocurre?
-Fue la joven de nombre desconocido, fue herida con un puñal envenenado. Sin embargo, el veneno está siendo difícil de quitarlo.
-Fui a buscar mis mejores hierbas, parecen no tener efecto en ella.
-¿Por qué me cuentan esto?
Ambos se miran.
-Susurraba tu nombre. Estuvo consciente por un rato y susurraba tu nombre.
-Vamos a bajar un rato a buscar algo en la cuidad. Veremos si encontramos otra hierba o alguien que nos pueda ayudar.
Ellos se fueron.
Me quedé mirándola.
Era muy parecida a Xio.
Su cabello era corto pero la intensidad de su color era igual.
Su piel era blanca.
Y también era tan corajuda como ella.
No tuvo miedo de enfrentarse a esos hombres.
Corrí su cabello y miré sus aretes.
Están jugando a ser negros con rojo.
Toqué uno de ellos.
-¿Qué haces?
La voz de su hermana me hizo pegar un brinco.
-Solo miraba los aretes de tu hermana.
-No se los quites.
Su energía alegre cambió por una totalmente seria.
-¿Por qué no?
-Simplemente, no se los quites.
Siguió mirándome.
-¿Quieres que te deje un rato a solas con tu hermana?
Ella asintió.
-Esperaré en el pasillo.
Salgo de la habitación y voy caminando por el pasillo.
-Hermana, nos pudimos salvar.
Me detuve en seco.
-Se que me dijiste que no le cuente nada, no lo hice...
Estuve muy tentando con volver y pararme en la puerta.
-Sabía que lo extrañabas y deseabas volver a verlo...
Intento seguir caminando pero mis pies no responden.
-Discúlpame, creo que se enteró lo de los aretes...
No pude más, volví corriendo.
-¿Qué ocurre?
-Yo... Necesito...
Ella comenzó a despertar.
-Akame... -Se sentó sobre la cama pero se retrajo agarrándose la herida.
-¿Cómo te encuentras?
Intenté acercarme a ella. Pero al verme, me corrió la mano.
-No me toques...
No supe como reaccionar.
-Llamaré al médico...
Bajo corriendo las escaleras.
Venían los médicos con la herborista, pero los pasé de largo. Sigo corriendo a todo lo que dan mis piernas.
Corro hasta que alguien me detiene cerca del bosque.
-¿Qué pasa hermano?
Es Tai, mi hermano mayor.
-Nada, solo... Necesita algo de aire.
-Para correr de esa forma, no necesitabas tomar aire ¿De qué estás escapando?
-De mi miedo a enamorarme nuevamente...
×××
Luego de unos meses
×××
Mi hermano de alguna manera convenció Kumiko, la mayor de las hermanas, y a Akame, la menor, de vivir en Fēng. Kumiko entrena a las mujeres, lo cual me deja tiempo libre.
Tiempo en el cual me dedico a observarla.
Me llevaba bien con su hermana, pero con ella casi no tenía trato. Ella no me trataba a mi y yo no busqué tratar con ella.
Tal buscó incontables veces que hagamos cosas juntos y nos relacionemos, pero ninguno pone de su parte. Sin embargo no se da por vencido.
Hoy tenemos que volver a Hào, ahora somos una alianza y nos ayudamos entre nosotros.
Ella emprendió viaje con nosotros.
Akame nos acompañó.
Estabamos por llegar, cuando vimos que dispararon cientos de fechas, las cuales caen desde el cielo.
-¡Cúbranse!
Corrí al caballo donde van ellas. A pesar de no tratar con la mayor, me provocaba mucha intriga lo que le dijo la menor y mucho más su parecido con Xio, sumado a sus habilidades para el dominio de la espada.
_¡Nos ocultemos en el bosque!
Corremos al bosque, ellas me siguen atemorizadas.
-Otra vez no... -Kumiko susuró la misma frase.
En el bosque también nos esperaban más deshonrados.
Aquello parecía no acabar...
×××
Luego unas horas de batallar, me hirieron gravemente a la altura del pulmón.
Sangré mucho pero no deje que se les acercaran, menos a Akame.
Caí de bruces al suelo.
-¡Sheng!
-Es la primera vez que te dirijes a mi en meses.
Colocó un trapo en mi herida y miró mi anillo.
Comenzó a llorar.
-¿Por qué lloras?
-Por qué creí que si no me involucraba contigo, no pasaría esto...
Miré mi anillo, se está tornando negro.
Sus aretes siguen igual de rojos, incluso un rojo mucho más vivo.
-¿Cómo sabías que esto ocurriría?
-Porque las joyas están malditas... Yo renací gracias a ella pero sin ellas voy a morir...
Se quitó un arete.
-No te lo quites.
Estaba por quitarse el otro.
-Detente...
Tomé su muñeca y comenzó a llorar.
Me siento un idiota por haber desperdicia todos los meses que tuve para volver a estar con ella.
Sus lágrimas incrementaron
-¿Cuál es la solución Sheng? ¡Cuál es!
-Mi muerte.
Tomé una navaja con veneno que escondía en mi manga y la clavé en mi pecho.
-¡Noooo!
Caí al suelo, ya no tenía fuerzas.
-¡Eres un grandísimo idiota!
Ví que tenía sus dos aretes en su mano mientras me agarraba de los hombros.
-Quisiera poseer la desgracia de destruir todo este mundo...
El anillo de volví totalmente negro...
×××
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top