× 5 × Libros ×
Allegra:
Iba caminando tranquilamente por el pasillo cuando de repente alguien chocó contra mi y posteriormente, sus libros cayeron sobre mi.
—¿¡Qué no puedes fijarte por donde caminas!?
Era Agreste, la rata de biblioteca más asustadiza y callada del salón
—Dis-Disculpame Allegra.
Buscaba sus lentes por el piso
—Encima te crees en calidad de llamarme por mi nombre, dime...
—Lo siento señorita...
Ese fue nuestro primer encuentro en el primer año de la secundaria.
Siguió pasando el tiempo, seguí observando y molestando desde lo lejos.
Era un chico muy tímido y poco participaba en clases. Era muy conocido en París gracias a su prestigioso padre Gabriel Agreste.
Yo, por mi parte, era muy conocida por el corrupto de mi padre, el alcalde Andre...
No llevábamos vidas muy distintas dentro de todo. Dinero, fama, exquisiteces. Sin embargo, no comprendía como era así.
En sus fotos de revistas de moda que solía leer se mostraba como alguien muy impasible y serio. Esa dualidad de personalidad me cautivó en segundo año de la secundaria.
Pero en tercer, cuando me animé a demostrarle mis sentimientos... Comenzó a salir con la hija de los mejores cocineros de París, Bridgette Cheng. Una niña de orígenes asiáticos vino a robarme lo que siempre fue mío.
Ahora estamos en primer año de la preparatoria. Siento que he derrochado todos mis sentimientos hacia alguien por única vez, sólo para que venga está mujer y se lo lleve.
×××
—...
—¡Presente!
—Al próximo que no diga en voz alta "Presente" o no responda, lo marco como ausente.
—Eso es injusto –Murmuro por lo bajo.
—¿Qué dijo señorita?
Diablos, me escuchó.
—No se crea que por ser hija del alcalde puede comportarse como se le plazca.
—No se crea que por ser la profesora puede tratarnos como se le plazca –Digo reparándola y mirando por la ventana.
Todos mis compañeros se rieron, menos Bridgette. Es una amarga.
—Suficiente ¡A la rectoría!
×××
Mi castigo sería acomodar todos los libros de la biblioteca. Hace unos días, un estante se rompió. Todos los libros de ese sector cayeron al piso y la bibliotecaria es una señora muy grande como la subirse a escaleras.
Perderé toda una tarde de ensayo de clarinete.
Vuelvo al curso, la profesora tiene una cara victoriosa en su rostro. Realmente me da ganas de hundir mi puño sobre ella.
Esta era la última hora, de aquí debo ir a mi castigo.
×××
—Tengo que acomodar unos libros en la biblioteca... No le contesté mal a nadie... Bueno, luego voy a mi ca...
Choco con alguien y mi celular sale volando.
Se fue rebotando y finalmente cae por la escaleras.
—¡Pero que...!
—Ni se te ocurra gritar niña, porque la que chocó conmigo fuiste tú, no te creas que por ser la hija del alcalde tienes derecho de tratarnos a los demás como se te venga en gana.
Simplemente me quedo callada, nunca nadie me había enfrentado de aquella manera.
—Si tu no fueras tan amarga... –Murmuro.
—Puede que sea amarga, pero no soy una arrogante que está rodeada de gente falsa que finge ser mi amiga para gozar del dinero de mis padres.
Otra vez me deja con la boca cerrada.
Ella simplemente sigue caminando.
Vuelvo a buscar mi celular, o lo que queda de él. No creo que tenga mucho sentido conservarlo.
Vuelvo a la biblioteca, esta vez vigilando de no chocar con nadie. No tengo ganas de escuchar otras verdades como las de hace un rato...
—Buenas tardes señora Ana –Es las bibliotecaria.
—Muy buenas tardes para ti mi niña, me comentaron que te ofreciste ayudarme a ordenar el estante roto.
En realidad, no me ofrecí voluntariamente, pero no creo que sea información relevante para usted.
Además, suena más lindo decir que me ofrecí a que es una obligación.
—Acompáñame, hay mucho para hacer.
Seguí a la señora, es parecida a una dulce abuela que te regala caramelos.
Nos dirigimos al final de la biblioteca, hay una persona arreglando un gran estante.
—Él es mi ayudante.
El chico lleva el cabello recogido en una coleta y un barbijo.
Sólo saluda con la mano.
—Y aquí está lo que tienes que acomodar.
Es una pila inmensa de libros, fácilmente podría haber quinientos libros.
—Gracias por ayudarme.
La bibliotecaria palma mi espalda y se va.
Creo que si sabía que esto es un castigo.
Traigo un par de sillas para ordenarlos. Todos los libros estaban desparramos en el suelo, tal como se cayeron del estante.
×××
Me llevó más dos horas acomodarlos.
El chico que estaba arreglando el estante, se baja y se quita el barbijo. Es Félix.
—Disculpa Allegra ¿No tienes agua? Note que llevas una botella a clases.
No sabía que él también se fijaba en mi.
—Si tengo, ya te traigo.
Voy en busca de mi mochila, tengo que disimular mi sonrojo porque que Félix se fije en mi.
—Aquí tienes.
—Gracias.
Lleva la botella a sus labios, se ve demasiado lindo.
—No me mires -Dice sonrojado y mirando a un costado.
—Lo siento –Miro a otro lado–, voy a seguir con lo mío.
Él me sigue hasta donde me dirijo.
—¿Qué tienes hacer?
—Debo ordenar todos estos libros, es mi castigo por ser una contestona.
—Jajajajaja, eso fue muy divertido.
También se ve lindo cuando ríe.
—Lo fue hasta que me castigaron...
—No te preocupes, me tienes a mi –Dice sonriendo.
Félix me explica sobre todos los libros de este estante.
—Bien. Todos estos libros tienen que ver con geografía e historia mundial, los libros de geografía van a la derecha y los de historia a la izquierda. En cada estante se ordenan por periodo y por orden alfabético. Primero dividamos en la mesa los libros por geografía e historia, así nos será más fácil acomodarlos.
Empezamos a dividir los libros en dos sectores, de mi lado van los de geografía y del suyo van los de historia.
De rato en rato, él se acerca a mi lado y yo al suyo, rozando levemente nuestros brazos.
—¿Te gusta leer? –Suelta de repente.
Si me gusta, pero es un secreto.
—No, prefiero las películas.
—Te pierdes mucho.
—¿Por qué lo dices?
—Una película jamás te puede ofrecer lo que te ofrece un libro. Los detalles, sentirte en la papel del protagonista, sufrir o amar junto con el, pelear sus batallas. Te recomiendo que leas el libro "El doctor cadáver" de...
—¿De Lene Kaaberbøl? Es el mejor, me encanta la parte cuando todos se enteran que...
Se comienza a reír. Diablos, le revelé mi secreto.
—Te vi leyendo ese libro hace unos meses, también vi las expresiones que hacías al leerlo. Así que lo busqué y lo leí, también me encantó.
Estoy muy sonrojada.
—¿Con que necesidad mientes?
¿Con que necesidad miento? Lo desconozco...
—¿Por qué no quieres que los demás vean lo que realmente eres?
—¿La hija de un mentiroso y farsante?
—No dejes que todos se agarren de eso, tu padre ya hizo su vida, tu eres Allegra, una artista del clarinete, lectora de cuentos policiales que no se calla nada y defiende lo justo, no eres una chica agrandada y adinerada que no le importa nada, que sólo se fija en cuantas personas han reaccionado a sus fotos en redes sociales como intentas mostrar.
No sabía que tenía muchas cualidades. En realidad, no sabía que las tenía.
—Sigamos ordenando...
Continuamos acomodando los libros. Me siento bien estando a su lado.
Es una persona muy sincera, que puede ver el lado bueno de los demás.
—Bridgette es muy afortunada...
—¿Por qué lo dices?
—Porque con un novio como tú, todos los días se debe sentirse muy feliz estar a tu lado.
Su risa colma todo el sector donde nos encontramos.
—¿Por qué te ríes?
—¿En serio parecemos pareja?
Sólo me quedo callada.
—Bridgette es mi mejor amiga, nos conocemos de la primaria y se fue a China de intercambio por dos años, cuando entramos en la secundaria.
—¿No son novios?
—No, sólo amigos. Además, ella tiene pareja en China.
Ahora no quiero seguir hablando, en cierta forma siento que le declaré mis sentimientos.
—Espera ¿Acaso gustas de mí?
Me quedo tiesa, siento como todos los colores suben a mi cara.
Pone su cara en frente a la mía.
—¿Yo te gusto?
Corro la cara a un costado.
—Para ser muy callado, estás muy hablador.
—Es que a mi también me gustas.
Miro al frente, no es una broma.
Tiene los ojos bien abiertos y espera una respuesta.
Quisiera poseer esa naturalidad para expresarme.
Empieza a caer un pequeño polvillo del techo.
—¡Cuidado!
Me abraza y corre hacia un costado.
El techo se desmorona y cae.
—¿Estás bien?
Él está muy cerca de mi. Este chico no siente vergüenza realmente.
—Si.
Aparece Ladybug por el hueco del techo.
—¿Se encuentran bi...?
Estamos en una situación algo rara. Y digo rara porque sería usual encontrar a una pareja así.
Félix me toma de la mano.
—Estamos bien my la-digo Ladybug.
Ladybug nos mira de soslayo.
—Tengan cuidado, la estructura de la biblioteca quedó débil, dentro de un rato volverá a la normalidad.
Con su yo-yó se impulsa y sale de la biblioteca.
Tengo que transformarme.
Tengo que protegerlo.
—Busca un escondite, voy a ver a la bibliotecaria.
—No, yo voy por ella. Tú ocúltate. Buscaré si alguien quedó atrapado en algún lugar.
—Por favor... Ocúltate... No quiero que te dañen o te lastimes si estás conmigo.
Tal vez esa sea la mejor forma de que pueda transformarme sin problemas.
—De acuerdo. Nos encontremos en el mismo punto cuando termine la batalla.
Él corre en una dirección y yo en la opuesta.
×××
La batalla fue fácil.
Vuelvo rápido a la biblioteca, llego antes que Félix.
Todos los libros están acomodados como teníamos planeado acomodarlos.
Me acerco al estante.
Tiene una nota.
"Invítalo al café de lectura con gatos, es su favorito.
Atte: Ladybug"
Llega Félix corriendo, su cabello se soltó.
—Volví –Mira el estante– parece que nos dieron una mano.
—Oye Félix ¿Te gustan los gatos?
×××
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