Día 4
Era increíble cómo cualquier dolor se disminuía cuando estaba con Draco. De alguna manera, él parecía ser un calmante.
Había llegado con la intención de hablar, su cabeza había estado palpitando desde que llegó a la hacienda, pero era claro que ellos dos se entendían mejor... sin hablar.
Exactamente como en esos momentos.
Se estaba repitiendo a sí misma que no amaba a Draco para hacérselo creer. Tal vez si lo decía una y otra vez, podría engañarse a sí misma.
Pero...
—No te amo —respondió él, y tal vez eso la desconcentró durante unos milisegundos. Escucharlo venir de su propia boca se sintió como el frío, incluso cuando ya lo había dicho antes o cuando ya le había dicho cosas muchísimo peores.
Sin embargo, esta parecía ser la única manera donde podían funcionar. Al menos hasta que se cumplieran los siete días. Ella no había querido acceder, no creía que él se mereciera algo tan horrible, pero ya parecía estar muy consciente de dónde se estaba metiendo.
Solo que no lo sabía en realidad, y esa era la parte que no la dejaba estar tranquila.
—No, espera —susurró ella con la voz un poco agitada. Le costó separarse, pero lo hizo, al tiempo que él se inclinaba hacia adelante como para no dejarla ir, pero Hermione impidió que la volviera a besar. Ella esperó unos segundos antes de hablar—. No mereces esto, solo te voy a lastimar.
Él suspiró lentamente, alzando la mirada a sus ojos y reafirmando el abrazo que tenía sobre su cintura.
—Granger, me has lastimado de mil formas posibles en estos últimos meses. ¿Hasta ahora te importa?
Hermione intentó no sentirse culpable.
—No es gracioso —protestó, intentando alejarse—. Odio ser yo quien te esté haciendo esto.
—Es un privilegio que tú me estés haciendo esto. No le permitiría a nadie más tener el poder de destruirme.
Ella resopló tristemente. Dejó caer su frente en la de él con cuidado y luego cerró los ojos, disfrutando de la sensación.
Disfrutando de la manera en que él seguía abrazándola como si fuera la única cosa a la que quisiera aferrarse para siempre. Disfrutando de la hermosa fricción que habían creado y el cómo sus cuerpos parecían encajar a la perfección. Disfrutando de su respiración tan cerca de ella... Tan cerca como tal vez nunca más podría estar.
—Esto es un juego, Granger, ¿recuerdas? —musitó Draco, apenas un susurro audible—. No tienes que sentirte mal por algo en lo que ambos estamos de acuerdo.
Ella abrió los ojos y se separo un poco para mirarlo.
—Pero...
—El talismán que Pansy me dio me dijo que nunca debo rendirme —atajó, mirándola tan fijamente que eso la paralizó durante unos segundos—. Escucha bien, Granger, no voy a rendirme, al menos no hasta que tú me pidas directamente que no me quieres contigo.
—Ese es el problema —masculló ella en un hilo de voz. Apretó los ojos cuando sintió las lágrimas acumularse detrás de sus párpados—: que yo sí te quiero conmigo pero no está bien.
La lágrima que corrió por su mejilla fue completamente involuntaria, pero dejar que cayera fue como un pase libre a que el llanto llegara. Y entonces se odió por ser tan débil.
Draco alzós ambas manos hacia ella, limpiando con una ternura ajena los rastros de lágrimas. Acariciando sus mejillas como si fueran lo más valioso para él.
—Dime, Granger... —susurró, mirándola de par en par—. ¿De qué tienes tanto miedo?
Hermione soltó un sollozo, una vez más, involuntario. Cerró los ojos de nuevo para detener las lágrimas, pero siguieron cayendo como una cascada. Ya había llorado hacía poco, pero esta vez era diferente.
Esta vez se sentía peor porque tenía frente a ella a alguien que le recordaba que todo era real y que tarde o temprano debería enfrentar las cosas.
Pero ella no podía decir que tenía miedo de morir, o que tenía miedo de lastimarlo, o de no volver a verlo...
—¡No puedo, no puedo! —dijo, llevando sus propias manos a las de él para alejarlas de su cara—. Estoy mintiendo, estoy engañando y tú... No mereces...
El llanto fue todavía peor, llegó como un maremoto, como si fuera todo lo que ella había estado aguantando. Estaba harta de llorar, era lo último que necesitaba en esos momentos.
—Lo sé, Granger —susurró Draco, y en vez que bajar las manos como ella había intentado, volvió a abrazarla, pero esta vez la atrajo a su pecho—. No soy tonto, sé que escondes algo grande y por eso me estás alejando.
Hermione, escondida entre su pecho, sorbió su nariz.
—¿Entonces por qué no te vas? También debes ser lo suficientemente inteligente como para saber que va a doler.
Escuchó el suspiro cansado de Draco. Se quedó en silencio durante varios segundos, pero luego alzó una de sus manos y la llevó a sus rizos, acariciando su cabeza con gentileza.
—Sé en qué me estoy metiendo —dijo al fin, su voz muy baja, como si quisiera mantener el tacto con ella—. Pero irme no ayudará con mi curiosidad. Además, arruinaría mi currículum de Slytherin, ¿no nos caracterizamos por ser determinados?
Ella soltó una pequeñísima risa en medio del llanto. Se acercó más a Draco y se aferró a él, sintiendo lo único real que le quedaba.
—Yo solo...
—No necesitas decir ni hacer nada ahora, Granger —atajó él, aún abrazándola y acariciando su cabello—. No tienes la obligación, solo descansa.
Hermione guardó silencio, respirando entrecortadamente durante varios minutos hasta que su respiración dejó de tartamudear y se tornó a una tenue y tranquila. Cerró los ojos y dejó salir una exhalación.
Inhalar el aroma natural de Draco era probablemente la única cosa que podía tranquilizarla en momentos de una caída.
—¿Draco? —llamó. Él hizo un sonido con la boca para hacerle saber que estaba escuchando—. ¿Puedo dormir aquí?
—Lo que sea que necesites.
Ella salió de su pecho y alzó la mirada solo para encontrar una sonrisa sincera, una de las pocas sonrisas que Draco Malfoy le regalaba a las personas.
Hermione se levantó ligeramente y se movió en la cama para que él pudiera recostarse de una mejor manera mientras se ponía su blusa de nuevo, y cuando lo hizo, ella se recostó también poco a poco hasta que estuvo a su lado.
La cama era matrimonial, por lo que ambos tenían espacio de sobra; y aunque eso antes le hubiera parecido una idea genial, ahora solo le molestaba.
Ella recostó su cabeza en la almohada, mirando en su dirección mientras que Draco hizo lo mismo después de apagar la luz.
Se quedaron mirando el uno al otro en medio de la oscuridad durante varios minutos antes de que él hablara:
—He visto a muchas personas llorar antes —dijo, su tono de voz algo lejano—. He hecho llorar a muchas personas, incluyéndote. Pero solo hasta hoy, eres la primera persona con quien lo único que quiero hacer, es detener sus lágrimas. Se siente... extraño.
Hermione le regaló una sonrisa triste.
—Lloro con mucha facilidad —replicó—, es algo común en mí. Una manera más de probar mi debilidad.
—Nadie dijo nunca que el llanto es símbolo de debilidad —recordó, luego cerró los ojos y suspiró—. Probablemente me arrepienta de esto, pero siempre he creído que eras una de las personas más fuertes que conozco.
Ella lo miró un poco sorprendida.
—¿Por qué?
Draco resopló, mirándola de nuevo.
—Oh, ya sabes, toda esa mierda que te hice pasar, y aún así me pateaste el trasero todos los años. Además, eres la maldita Chica Dorada, sea lo que sea que te esté pasando, puedes con esto.
Hermione soltó una risa.
—Claro —respondió, pero fue más bien una palabra monótona, porque ella era la única que sabía que en realidad no podía con eso. Por mucho que lo intentara, no podía.
Ella cerró los ojos cuando sintió ese nudo en su garganta de nuevo. No quería hacer otra escenita enfrente de Draco, así que inhaló y exhaló lentamente para recuperar el control.
—¿Granger?
Hermione luchó para contenerse y lo miró. Los ojos grises de Malfoy en medio de la oscuridad tenían un toque mágico.
Él la estaba observando con una seriedad impecable y profunda.
—¿Hmm?
Le tomó varios segundos el volver a hablar.
—Lo que sea que esté pasando, puedes confiar en mí. Guardaré tu secreto.
Ella luchó contra las lágrimas y asintió con la cabeza. Sabía que el llanto quería regresar, así que se apresuró a acercarse a él. Draco comprendió al instante y se recostó boca arriba, Hermione descansó la cabeza en su pecho y luego lo abrazó, respirando lentamente.
Draco pareció pensárselo unos segundos antes de dejar caer su brazo ligeramente por encima de su cintura. Pero cuando lo hizo, la sensación de estar entre sus brazos la hizo sentir segura, como si nada malo estuviera pasando con su vida.
Solo ella y Draco contra el mundo.
Cerró los ojos y se concentró en esa sensación, en esa protección que él lograba darle. Se concentró en él, y por un momento, las cosas no fueron tan malas.
•••
Pekín, China. Jueves 11 de marzo de 1999, 4:32 p.m.
—Ni siquiera lo pienses —le advirtió Draco, pero ella solo le entrecerró los ojos.
—¿Le tienes miedo a las alturas?
Él bufó.
—Por supuesto que no, Granger. Es solo que no pienso hacerlo.
—¿Por qué no? —protestó Hermione, regresando su mirada a la atracción china solo unos segundos antes de volver a discutir con él.
Mutianyu era una de las zonas turísticas de La Gran Muralla China; era imposible cruzar toda la muralla en un día. Una persona lo había logrado una vez..., pero en quince meses. Entonces, ella tuvo que decidir a qué atracción ir, y esta fue la que más le llamó la atención.
¿La razón? Tenía un tobogán a lo largo de la muralla que se deslizaba hasta llegar al pie de la montaña una vez terminada la excursión. ¿El problema? Draco no quería subirse con ella.
No era que Hermione fuera muy infantil, pero si no podía atravesar toda la muralla, al menos debía hacer algo memorable. Sin embargo, no quería hacerlo sola.
—Puedo mirarte resbalar desde aquí —murmuró él, reacio a ceder y con los brazos cruzados— y luego ir a un lugar apartado, me aparezco y nos encontramos abajo.
Hermione rodó los ojos.
—No puedes —refunfuñó—. Hay muchos turistas por aquí y sería un intento fallido encontrar un lugar libre de ellos.
—Entonces bajaré a pie la montaña. Lo que sea, pero definitivamente no iré por ese tobogán.
Ella gruñó. Le dio la espalda y siguió haciendo fila en silencio para llegar al tobogán, cinco personas más y sería la siguiente.
En un principio creyó que sería una pésima idea resbalarse, pues tal vez la velocidad, el sol, la adrenalina y otros factores afectarían todavía más su salud. Pero luego se lo pensó de nuevo y llegó a la conclusión de que, si ya estaba por morir, no debía limitarse más cosas.
—Ron habría bajado conmigo —murmuró molesta, en un intento de provocarlo y hacerlo cambiar de opinión.
No lo miró, pero escuchó que ahogó una risa en su nariz.
—Eres tan infantil, Granger... Y no lo digo por el tobogán.
Ella lo miró y le lanzó una mirada enojada, luego regresó a la fila y se ajustó su mochila para no olvidar nada al resbalar. Tenía su bolsa de las pociones dentro más todas las cartas de Charles, así que debía cuidarla tanto como pudiera; incluso había agregad un hechizo por si algún curioso quería abrirla.
Llegó el turno de Hermione luego de unos minutos. El encargado le dijo que se acercara al carrito y se sentara en la posición que le sintiera cómoda; afortunadamente, sus dos años de chino en la primaria le sirvieron para entender eso, pero cuando él dijo algo más, ella se mantuvo callada porque no entendió nada.
El hombre lo volvió a repetir, y justo cuando ella estaba a punto de decirle que no entendía, Draco se acercó y le dijo algo al encargado. El señor asintió y entonces Hermione miró cómo Malfoy se dejaba caer justo detrás de ella, abriendo las piernas para rodearla.
—Me voy a arrepentir de esto —masculló cuando la rodeó con los brazos. Hermione se quedó estática, pero regresó a mirar el tobogán.
De repente... la altura se sintió muy grande.
—¿Qué dijo? —preguntó para distraerse mientras el hombre los aseguraba.
—Te estaba preguntando si tenías acompañante o algún padre con quien subir. Al parecer te ves demasiado pequeña y no creen que seas mayor de edad.
Hermione se sintió ofendida.
—¡Pero si tú eres incluso menor que yo! —susurró con el ceño fruncido.
Escuchó la risa burlesca de Malfoy junto a su oreja.
—Sí, bueno, díselo al hombre... Oh, espera, no puedes. No hablas chino.
Ella estuvo a punto de responderle con un sarcástico y humorístico «ja, ja, qué gracioso», pero antes de que pudiera decir nada, el hombre dijo algo en chino que hizo que Malfoy la abrazara con más fuerza, y después de eso, hubo un ligero empujón que los hizo resbalar.
Al principio fue demasiado lento, y Hermione creyó que era por el peso de ambos, pero en realidad era porque el inicio no era tan inclinado. Sin embargo, unos cuantos metros después comenzaron a descender.
El viente azotó en su cara, y debido a que aún estaban en los finales de invierno, se sintió agradable y eso la hizo cerrar los ojos y disfrutarlo, hasta que...
—Me estoy tragando tu cabello —murmuró Draco.
—Ni siquiera pueden molestarte, están agarrados en un moño.
Él resopló.
—Sí, sí, tu maldito moño.
—¿Por qué odias tanto mi moño? —protestó mientras llegaban a una curva. El movimiento la hizo reír, y casi juró escuchar a Draco aguantar una risa también.
—Porque te ves más hermosa con el cabello suelto —respondió sin problema, y Hermione agradeció que él no pudiera mirarla porque ciertamente se había ruborizado. Draco carraspeó antes de volver a hablar—. De todos modos, ¿qué tiene de interesante La Gran Muralla China?
Ella agradeció el cambio de tema.
—Bueno... Es una historia interesante y...
—Fue construida entre los siglos V a. C. y XVI como método de defensa contra los ataques y las invasiones de los pueblos nómadas de las etapas del norte —atajó Draco, hablando con tanta fluidez como si supiera del tema mucho más que cualquiera que ella conociera—. Tardó alrededor de 200 años en construirse y en ello se estima que mu...
—Murieron alrededor de 400,000 personas —completó Hermione, y justo en la siguiente curva del tobogán, ella se giró de lado para mirarlo de reojo—. Pareces saber mucho sobre un tema común muggle, Malfoy.
Él también la miró durante unos segundos antes de rodar los ojos. Ella sonrió y regresó a mirar al frente.
—No me malinterpretes —murmuró—. No había mucho qué hacer en las vacaciones de verano, y estos libros estaban prohibidos por mi padre. Me decía que nunca debía leerlos, pero cuando me dicen que no haga algo...
—Haces lo contrario. Créeme, lo sé bien.
Escuchó a Draco esconder una risa, apretó el agarre que tenía sobre su estómago y luego se impulsó desde los pies para acercarla y estar más cerca.
Después se acercó aún más a su oído, tanto que al hablar su piel se erizó.
—Admítelo, Granger, todo esto habría sido mucho más aburrido sin mí —se burló—. Además, ¿cómo habrías logrado subirte a este tobogán de no ser porque parezco mayor que tú y porque hablo chino?
—Oh, nunca vas a dejar de alardear sobre eso, ¿no?
—我喜歡打擾你, 但我也喜歡你.*
Hermione frunció el ceño.
—¿Qué?
—Que me cuentes una historia. De seguro este lugar tiene muchas.
El tobogán siguió resbalando, esta vez un poco más inclinado, pero luego se estabilizó y entonces ella comenzó a hablar.
—Bueno, dicen que una vez existió una mujer llamada Meng Jiangnü, y se dice que ella tenía un esposo llamado Fan Xiliang; pero después de la boda él fue capturado por funcionarios de la corte encargados de la construcción de la Gran Muralla, entonces se lo llevaron lejos. Pasó un año sin que ella supiera nada de él y con el temor de que algo malo le hubiera sucedido, así que decidió ir a buscarlo. Emprendió un largo camino hasta llegar a la Gran Muralla, y cuando lo hizo preguntó a cada trabajador si había visto a su esposo hasta que uno de ellos le dijo que había muerto hacía apenas un mes por todo el trabajo.
»Al enterarse, ella comenzó a llorar desconsoladamente; se que dice el viento rugió y que las montañas se estremecieron, y entonces ahí la muralla se vino abajo en un enorme estrépito, dejando a la luz los huesos de muchos trabajadores que también habían muerto. El líder de la construcción, Qin Shihuang, le ofreció el puesto de cuncubina como recompensa, pero ella solo aceptó con la condición de que su esposo tuviera un funeral digno, un monumento y un mausoleo. Él lo hizo, pero luego, en una venganza y ridiculización al monarca, la mujer se suicidó arrojándose al mar.
Draco guardó silencio junto a ella, más Hermione no supo si fue porque ya estaban llegando a tierra firme —o sea, al final del tobogán— o por la historia.
Bajaron unos últimos metros antes de que llegara un encargado a ayudarlos a salir del carrito. Ella pagó lo que restó de la excursión y luego firmó unos papeles antes de regresar a donde Draco, quien se había quedado de pie a unos metros, obsevando las runas de la ahora lejana muralla.
Hermione caminó hasta quedar a lado suyo y lo miró.
—¿Quieres ir a pasear o quieres regresar al hotel?
—¿Crees que sea verdad? —preguntó él, girándose para mirarla con una ceja alzada. Su cara no expresaba nada más, estaba neutra—. Lo de la historia; quiero decir, ¿crees que Jiangnü haya sido la causante del colapso de la murralla?
Ella lo pensó durante varios segundos antes de responder.
—Bueno, se dice que en realidad el que la Gran Muralla se esté cayendo es por la erosión, el vandalismo y la falta de mantenimiento, así que... —Hermione se encogió de hombros y luego negó con la cabeza—. Supongo que es solo una historia, lágrimas de una viuda no podrían provocar tal destrucción.
—Nunca subestimes el dolor de una pérdida, Granger. En especial si es la del amor de tu vida.
Esas palabras se sintieron como una indirecta del universo hacia ella. Una enorme. De repente todo se sintió amargo, porque era donde ella recordaba el error que seguía cometiendo al dejar que Malfoy se incrustara más en ella.
Estaba siendo egoísta, debía mantenerlo alejado de ella y no junto a ella solo para tener consuelo. O al menos merecía saber la verdad, solo que ella no era capaz de decírsela...
—Regresemos al hotel —masculló Hermione, apartando la mirada de él para caminar a la salida.
—De hecho, me gustaría ir al centro de Pekín —dijo Draco detrás suyo. Ella se detuvo—. Aún es temprano, podríamos ir a hacer alguna otra cosa.
Hermione ya no se sentía demasiado entusiasmada de ir, había esperado eso desde que cruzaron la frontera de China, pero ahora se sentía con un sabor amargo. Sin embargo, no tuvo la cara para negarse, así que asintió con la cabeza antes de comenzar a caminar, él siguiéndola detrás.
El centro de Pekín era un lugar muy grande, y sobre todo, muy poblado, así que cuando Draco la tomó de la mano en medio de todo el gentío, ella no protestó porque realmente temía perderse.
Pasearon durante al menos tres horas, yendo de un lado a otro, comprando cosas sin sentido que seguramente ella nunca usaría. Comieron lo típico y por último, Hermione decidió entrar a unas de las lejanas tiendas del centro. Al principio solo iba a entrar a mirar, pero fue Draco a quien pareció interesarle más el lugar.
—¿Qué está haciendo? —preguntó cerca de ella y en voz baja. Hermione alzó la mirada en el momento exacto donde él apuntaba con la barbilla a la señora que parecía ser encargada del lugar—. Hizo que esa chica terminara su té y luego le arrebató la taza para mirar al interior como una loca.
Hermione soltó una risita discreta.
—Le está leyendo los restos del té, obviamente —respondió burlona—. Es como las cartas de tarot o la lectura de la palma de la mano.
—Se te olvida que no sé de las culturas muggles, Granger.
—Debe ser una broma... Entonces, te sabes la historia de La Gran Muralla China, ¿pero no sabes sobre algo tan sencillo como esto?
Draco bufó.
—Si en vez de reprocharme, me explicaras, todo sería más fácil.
Hermione apartó la mirada. Claro que le iba a explicar, pero lo haría de una manera más... lúdica. Esperó unos segundos a que la chica que antes estaba terminara su turno y luego tomó a Malfoy de la mano para arrastrarlo a la mujer.
—Dile que quieres una lectura —pidió Hermione.
Él se resistió, plantando sus pies en el suelo y negando con la cabeza.
—Oh, no. Eso sería caer bastante bajo.
—¡Hazlo!
Draco siguió refunfuñando pero luego de unos segundos se dio por vencido, se acercó a la señora y le dijo algo en chino. La mujer contestó otra cosa y luego se mostró emocionada; ante esto, él le regaló una sonrisa de boca cerrada.
La señora se giró a Hermione y luego le ofreció el asiento delante de ella, y antes de que pudiera reaccionar, Draco ya la había hecho sentarse. Hermione le lanzó una mirada molesta, pero cuando la mujer le ofreció la taza de té, olvidó su enojo y bebió: siempre había querido saber qué tan ciertas eran las creencias de China.
Se lo bebió por completo en unos minutos, y apenas lo hizo, le arrebató la taza y comenzó a observarla con atención.
Luego de unos segundos, la mujer comenzó a hablar.
—¿Qué está diciendo? —preguntó a Draco y él frunció el ceño un poco antes de responder.
—Dice que tienes muchos símbolos encimados con el otro, le es difícil leer el significado de uno —Hermione guardó silencio y observó a la mujer, al mismo tiempo que Draco ponía atención y luego traducía—. Dice que uno de los símbolos es la oreja, lo que significa que debes aprender a tomar los consejos de los demás y no esconderlo para ti.
De nuevo el universo se encargó de mandare una oleada de culpa a su estómago. Ella hizo una mueca.
—Bueno, una indirecta muy directa... ¿Qué más?
Draco la ignoró y siguió hablando.
—También hay una herradura, lo que quiere decir que tienes un problema que no puedes resolver porque está fuera de tu alcance —Ella se encogió en su lugar. Sintió a Draco mirarla de reojo con sospecha; la mujer del té empezó a fruncir el ceño—. Tu taza de té tiene muchas nubes y formas indefinidas... Y significa que estás reprimiendo mucho para ti sola, que necesitas... —Draco se interrumpió y se sentó en silla a su lado, mirándola atentamente—. Granger, ¿todo lo que dice es cierto?
Hermione procuró no mostrarse desanimada y en cambio le sonrió.
—Bueno, no puedo entender lo que dice... ¿Recuerdas?
La mujer dio un pequeño salto frente a ellos, la morena la miró y notó su gran sonrisa antes de que volviera a hablar. Se giró hacia Draco para preguntar qué estaba diciendo, pero él se apresuró:
—Dice que hay algo que también destaca mucho: un perfil. Un perfil en una taza de té se encuentra pocas veces, y significa que tienes a una persona que te ama y que te protege a toda costa... —La voz de Draco se apagó luego de eso y siguió mirándola fijamente. Y en ese pequeño instante, para Hermione no existió nada más: solo él y esas palabras rondando por su cabeza; porque ella sabía con exactitud de qué persona se trataba.
La señora siguió hablando, y cualquier cosa que ella dijo después, ninguno alcanzó a comprenderlo de verdad. Solo salieron de su trance hasta que la mujer los interrumpió acercando una nueva taza de té, pero esta vez para Draco.
Hermione fue la primera en alejarse. Carraspeó para recuperar el control y luego medio sonrió a Malfoy para instarlo a beber el té. Él lo hizo, pero no dejó de mirarla en ningún momento, ni siquiera cuando lo terminó y se lo pasó a la mujer.
Se siguieron mirando durante varios segundos antes de que la señora dijera algo y eso llamara la atención de Draco; apartó la mirada de ella y frunció el ceño a la mujer. Le dijo algo que Hermione no entendió y entonces la señora volvió a hablar.
Draco se enderezó en su lugar, prestándole su atención a la mujer mientras ella murmuraba cosas en chino y movía la taza de té de un lado a otro, frunciendo mucho el ceño.
—¿Qué está diciendo? —preguntó Hermione, pasando su mirada entre ambos e impaciente por saber de qué hablaban.
Pero él no le respondió, solo estuvo atento a la mujer hasta que ella dejó la taza en la mesa y luego se la pasó para que la mirara. Draco la tomó y miró el fondo con cierta suspicacia, luego la dejó sobre la mesa y sacó su billetera para pagarle.
Dejó los yuanes ahí y luego se puso de pie. Medio sonrió a la señora y le dijo algo que, afortunadamente, Hermione comprendió como un «gracias».
Tomó la mano de ella y luego la sacó de la tienda.
—¿Qué dijo? —volvió a preguntar.
Draco se giró a mirarla y le alzó una ceja.
—No creerás que todo lo que dice es cierto, ¿o sí? —se burló—. Es solo un método para sacarnos dinero.
—Pero te miraste muy sorprendido...
—Sí, porque la mujer acertó como si supiera toda mi vida. Esta fue mi primera vez en esto, Granger, tengo derecho a estar en shock —Luego le dio una sonrisa de boca cerrada y comenzó a caminar, aún teniéndola de la mano porque estaban regresando al gentío del centro—. ¿Regresamos ya al hotel?
Hermione no encontró cómo negarse. Lograron conseguir un taxi que los llevara al hotel, y aunque Draco pareció olvidar por completo el tema de la taza de té, ella se quedó pensando en todo el camino y dudando en si le había mentido.
Para cuando entraron a la recepción del hotel, una niña de por lo menos doce años se acercó a ella con una cartera llena de pulseras pequeñas. Al principio Hermione se negó, pero al mirar que ella venía descalza, terminó comprando un par de ellas delgadas y color rojo.
Luego se alejó junto a Draco y ambos llegaron hasta su habitación. Ella fue hasta su maleta para buscar ropa y darse un baño, pero se detuvo a medio camino cuando miró a Malfoy ir a la cantina y tomar una botella de vino y después caminar al balcón.
Hermione lo miró con el ceño fruncido, observó cómo él bebía un largo trago y luego hacía una mueca de asco.
—Creí que al menos las bebidas muggles estarían bien —se quejó. Sin embargo, siguió bebiendo y se recargó en el barandal.
Ella detuvo su búsqueda y luego avanzó hacia el balcón también, jugando con el listón de su bolso mientras lo hacía.
—¿Seguro que esa mujer no dijo nada que te molestara? —intentó Hermione como última esperanza.
Draco la miró por encima de su hombro con una ceja alzada. No respondió a eso, pero sí miró el sobrecito de las pulseras que había comprado.
—¿Pulseras rojas? —preguntó con burla—. ¿No pudiste haber elegido algo mucho más lindo?
—No son cualquier pulseras rojas —defendió. Caminó hasta estar a su lado y luego abrió el sobre para sacarlas y obtener el cartoncito. Se lo pasó a Draco y él lo tomó—. Léelo —pidió.
Malfoy frunció el ceño pero dio un trago a la botella antes de traducir:
—La leyenda del hilo rojo afirma que aquellos que estén unidos por el hilo rojo están destinados a convertirse en almas gemelas, y vivirán una historia muy importante, y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias que se encuentren en la vida. El hilo rojo puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse... pero nunca romperse.
Hermione sonrió y luego alzó las pulseras para que él las mirara.
—Una para ti, una para mí —dijo.
Draco permitió que ella tomara su mano para ponérsela, aunque se notó un poco estupefacto.
—Eres consciente de que unas pulseras no dictarán nuestro futuro, ¿cierto? —preguntó—. Primero que nada deberías permitirme quedarme contigo, luego de eso podríamos esperar más de siete días juntos.
Ella le dio una pequeña sonrisa.
—Siete días pueden ser suficientes para mantener unido un hilo rojo. Además... —Terminó de ponerle la pulsera y, aún sosteniendo su mano, alzó la mirada para encontrar sus grisáceos ojos—. No creerás que todo lo que dice es cierto, ¿o sí?
Draco la siguió mirando profundamente, y luego de unos segundos la esquina de sus labios se curvó ligeramente.
Hermione intentó apartar sus manos, pero él la detuvo sosteniendo una de ellas. Frunció el ceño y lo miró dejar la botella sobre la mesita cercana antes de regresar a ella y avanzar unos cuantos pasos a su espacio.
Malfoy llegó hasta el final de la tela del guante de su mano izquierda y luego la tomó antes de arrastrarla con una ternura lejana, en ningún momento perdió contacto con los ojos de ella.
Terminó de quitar el guante y lo guardó en el bolsillo de sus jeans mientras que con su dedo pulgar acariciaba lentamente la piel desnuda de su mano huesuda. Él tomó la otra pulsera y, dándole una elegante vuelta a su mano, la rodeó en su muñeca y luego la amarró.
Cuando estuvo hecho, alzó su propia mano y la dejó a lado de la de ella para que ambos pudieran ver las pulseras unidas.
Después le sonrió.
—Nunca esperé que mi futuro dependiera de un hilo rojo —dijo con un toque de diversión, aunque luego dejó de sonreír y miró las pulseras—. Pero creo que no me parece tan ridículo.
—Dicen que este hilo se une desde la arteria ulnar hasta el dedo meñique —replicó Hermione, y entonces maniobró su mano y la de ella para que sus dedos meñiques se entrelazaran entre sí. Miró la cara confundida de Draco y eso solo la hizo sonreír—. Se supone que ahora nuestras almas están unidas, nuestros cuerpos. Y teniendo en cuenta que la artera ulnar quiere ir al corazón... Se podría decir que un mal movimiento y podrías destruirme, Malfoy.
Ella miró a Draco confundirse todavía más, así que ella se apresuró a decirle que era broma antes de soltar una risa.
De nuevo, intentó alejar su dedo meñique, pero Draco se aferró a él.
Hermione siguió sonriendo hasta que miró la seriedad en su mirada, así que guardó silencio y lo miró atentamente.
—¿Qué pasa? —preguntó, y cuando él la miró a los ojos, había un anhelo escondido en alguna parte.
—Nunca hagas un mal movimiento, Granger —dijo en voz baja—. Han habido ya tantos en mi vida, y aún así sigo aquí. Pero algo me dice que contigo es diferente, entonces no lo hagas... Tú no necesitas una leyenda china para destruirme.
———
*我喜歡打擾你, 但我也喜歡你: Me gusta molestarte, pero también me gustas tú.
PERDOOOOÓN, juro que el capítulo ya estaba escrito, simplemente olvidé publicarlo ajhdjah.
Como se habrán dado cuenta, China tuvo más papel en la historia que los otros países que han visitado. ¿Por qué? Porque las historias que tiene La Gran Muralla China son muy interesantes y sus leyendas son bellísimas. Creo que mínimo China sí merecía un capítulo dedicado a ella... También Brasil, probablemente ese sea mi favorito, en fin, byeee.
—nico🐑
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