C∀PITULO CU∀TRO
La matona traga hondo sin dejar de mirarlo. —¿Y qué vas a hacer al respecto?— Ella suelta con bravería fingiendo tener el pecho inflado como muestra.
—Tanto te quejas de mí... ¿Qué tal si coges clases conmigo ahora mismo?— El porrista le pregunta con el ceño arrugado. Ella mira a sus lados sin mover un centímetro de su cuerpo antes de mirarlo a él.
—¿Crees que no puedo?
—A ver, ¿conoces la danza del gallo turuleco?
—... ¿No?
Algunos comienzan a reírse en burla. Saint simplemente bufa una sonrisa. —Imítame.— El líder cruza sus muñecas arriba de su cabeza, agacha las rodillas, y comienza a mover sus caderas de lado a lado nada más.
La chica rígidamente hace la misma pose. Toda avergonzada. Ella intenta mover sus caderas, pero simplemente está brincando estas de arriba a abajo. El líder de porristas no restaura su espalda a una pose normal, mirándola sin poder creerselo.
—¿Qué estás haciendo?— Pregunta avergonzandola más todavía. Ella baja sus muñecas a los lados de su cuerpo e restaura sus rodillas. Viéndolo totalmente ingenua.
—Lo que me pediste.— Se atreve a decir.
—Fatal.— Saint le dice ahora llegando a ella. Ella queda al nivel de su pecho por lo bajita que es. Con una sonrisa triunfante de parte del líder de porrismo, este la toma de su antebrazo para llevársela al salón de fotocopiadoras. Todos siguiéndolo. Perth se preocupa mucho por lo qué hará su líder así que se mueve con la multitud hacia aquella área.
Saint es el primero en entrar con la matona arrastrada a su lado. El abre la fotocopiadora para doblarla a ella sobre esta y plasmar parte de su rostro en la fotocopiadora. La máquina analiza el rostro con una luz blanca.
—A ver, ¿cuántas copias deberían ser?— Saint ronronea ladeando la cabeza mientras ve divertido el rostro de la chica. Él se lo sostiene con una mano así que la chica queda con los cachetes inflados y ella está tratando de no llorar. —Ja, que sean unas diecisiete.— Él aprieta la cantidad de copias para impresión.
Se comienzan a fotocopiar diecisiete imágenes con el rostro de la chica. El líder de porrismo la alza por la chaqueta dándole vuelta para que ella quede frente a frente con él. La sujeta del cuello de su chaqueta.
—Debería hacer algo más también.— Saint dice mirándola a la cara con una sonrisa de labios gustosa. Ella se le queda viendo con ojos cristalizados, aunque se ve que está sufriendo.
Él le saborea sus pequeños labios con la mirada, luego observa su rostro completo en un seductor parpadeo. Planeando algo malvado y descorazonado.
«──── • ────»
—Mi nombre es Myla Tark de la preparatoria Laprathon, quiero pedir disculpas por abusar 24/7 de Saint Suppapong, Jira Jotthonelis, Lai Capruk y... Muchos más.
La chica dicta mientras miserablemente carga un cartel blanco entre sus pequeñas manos, mirando con decepción las cámaras de muchos estudiantes que fueron dichos de grabarla por nadie más ni menos que el líder de porrismo quién se encuentra en la multitud.
Siguen en el salón de fotocopiadoras solo que ella anda a pasos de una pared azúl. Frente a esa pared hay un estudiante esperando a que ella termine de hablar.
'Lo siento'
Es lo que dice el cartel entre sus pequeñas manos. —Bien,— Saint suspira antes de caminar a todos los papeles recopilados en la bandeja de la fotocopiadora. Toma uno de ellos revelando la mitad del rostro de la estudiante en la fotografía. Ella lo mira de reojo totalmente miserable e avergonzada ni sus secuaces han hecho el mero intento de salvarla de este líder.
—¿Alguien que me quiera ayudar a dibujarle un pene en rojo al lado de su boca?— Saint pregunta girando todo su cuerpo a los estudiantes. Estos se miran entre sí incómodos ya bajando sus móviles. Piensan que es demasiado, ya el castigo se está pasando. Saint sabe que eso es lo que piensan así que deja su sonrisa humilde. —No estoy preguntando.— Demanda.
Muchos de ellos se mueven a hacer lo que pidió.
Perth sale de la audiencia de estudiantes para caminar hacia Saint. Este no se espera el acercamiento de la única persona en esta escuela que lo hace sonrojar así que lo mira un tanto sorprendido. Como, tomado de sorpresa.
—Oye, sé que lo que ella hace está mal, pero el castigo está pasándose. Deberías detenerlo.— Sugiere con una rogante voz el bronceado.
—¿Por qué debería? Es una zorra.
—Lo sé, pero Saint...— El moreno presiona sus párpados cerrados bajando la cabeza. Sus manos suavemente toman el brazo del líder porrista. Ambas apretándose ahí con suavidad aunque plegaria. —Por favor, ya detenlo. No te hará nada bien si sigues con esto.
Perth ruega ahora alzando la mirada. Los ojos de él y el líder de porrismo hacen contacto. Viéndose como si ellos fuesen los únicos en la habitación.
—Anda hazle caso a tu amiguito. Aunque como quiera te seguirán odiando muchos y muchos. No eres más que un idiota engreído con tres trofeos--
—¿Y tú que has ganado en tu vida?— Perth interrumpe harto de la chica. Mirándola mal sobre su hombro. Tanto ella como el líder de porrismo se sorprenden. —Porque una medalla de buen comportamiento no le llega a los talones a los trofeos que mí líder nos ha hecho ganar en poco tiempo.
El chico sigue. Saint permanece viéndolo, viendo un lado de él que desconoce, pero que lo encanta más. Aunque claro no va a demostrar eso. Con un brusco jalón se quita las manos del moreno de encima obteniendo una mirada preocupada de este.
—Es una zorra que debe aprender a respetar, — Dice Saint con desganés sin dejar de mirar a su lindo compañero de porrismo. —así que te pediré por favor que esperes con los demás en la cancha, Perth.
—Saint--
—Te lo pido sinceramente. Espera en la cancha.
Saint ordena. El joven de tez bronceada suspira viéndose decepcionado y se larga. En su retiro, el líder de porrismo lo sigue con la mirada y puede notar la decepción total que tiene su chico de él. Se siente mal por eso, pero no puede cambiar los sentimientos de su chico así porque sí, ni TAMPOCO quiere dejar a esta matona sin su merecido.
«──── • ────»
Dos de los Swimmers están escondidos detrás de la puerta de la cancha mirando por el delgado espacio abierto de esta al interior. Ambos con chaquetas blancas de nadadores abiertas, pantalones cortos y sandalias. Ambos con sus abdomenes expuestos y cabellos mojados pegados a sus frentes en hilos delgados notandose lo recién salidos que están de sus practicas.
Uno de hombros anchos, brazos toscos, quijada e nariz estilo americanos, pero ojos rasgados, boca pequeña e cejas gruesas está sentado de cuclillas.
El otro está agachado arriba de él. Ese es estirado de cuerpo, mucho más delgado que el otro en todas sus extremidades. Sin embargo tiene un rostro largo e quijada ovalada con ojos pequeños rasgados, labios carnosos con una separación demasiado notable de su nariz. Cejas gruesas azabache como su cabello y cejas con finales arqueados.
—Dios, ¿no son una maravilla?— Pregunta el muy delgado viendo como las faldas de muchas porristas se mueven con sus caderas revelando sus bragas.
—A mí me encanta Triss.— Confiesa como hombre enamorado el que está de cuclillas, este sosteniendose el mentón con un puño mientras carga una sonrisa atontada.
La mencionada está girando en unísono con todas, vistiendo su uniforme de porrista por ende; en el giro se ven unas lindas bragas color lila con letras escritas que dicen: "Lágrimas en púrpura" con una letra cursiva casi medieval. Todas las porristas dan su espalda para darse la media vuelta sonriendole a la nada delante de ellas y plasman sus palmas en la cadera izquierda.
—A mí me gusta Fah.— Confiesa el alto y delgado Jaylerr.
Otro Swimmer va caminando por el mismo pasillo dónde están, con sus manos dentro de sus bolsillos y cabizbajo. Es el más serio de todos, literal, hacerlo reír era un trabajo. Es bastante delgado, pero no tanto como Jaylerr. Tiene una nariz de base algo ancha, cejas delgadas a comparación con los otros, ojos de arcos naturales pero rasgados y una boca pequeña.
Este llega a ellos, serio.
—¿Qué creen que hacen?— Pregunta.
—¡Mierda!
—¡Uy!
Los dos acosadores susurran asustados después de pegar un pequeño brinco. Volteando a ver a su serio amigo quién incluso tras ver sus cómicas reacciones sigue serio.
—Yibo.— Suspira Mew con una mano en su pecho. —Eres tú.— Cierra sus ojos aún dando suspiros aliviados. —No nos vuelvas a asustar así, ¿sí?
—Yo solo pregunte normal. ¿Tan feo soy? Me dijeron que era guapo, mentirosos.— Le da una pequeña patada en el tobillo a Mew, aún sonando serio.
—Oye, oye, no mentimos con que eres guapo. Es solo que estábamos en algo y nos asustaste. Dile, Jaylerr.— Mew da toquecitos en el bajo abdomen de Jaylerr con sus ojitos cerraditos.
—Concuerdo con el cagado.
—Ves, espera, ¿Cómo me dijiste?
—¡Pues si no te cagaste al menos te tiraste un pedo!— Jaylerr se defiende cerrando sus fosas nasales con sus dedos y mirándolo apenadito.
—¿Quieres morir?— Mew abre debate a una nueva discusión de compañeros.
Yibo no les presta atención así que mira el espacio abierto de la puerta para observar a Mel, la morena cuyos muslos se mueven como gelatina. Una gelatina deliciosa.
Ella viste cortos hoy, con unas tenis negras y un suéter completamente negro largo hasta sus nudillos, para más estilo: viste una gorra negra sobre su rebosante cabello lacio. A él le llama la atención esa chica. Esa en particular.
Esta deja de bailar por un momento para tomar bocanadas de aire. Mira de casualidad a la puerta y sus ojos chocolate se topan con los oscuros ojos del asiático. Este se pasma en su sitio mas sin embargo, no se mueve de ahí. Se le queda viendo. Ambos se ven a los ojos por varios segundos.
Antes de que Triss parezca detener sus bailes también y enganchar un brazo encima de un hombro de Mel con risas. Ambas se miran entablando otra conversación que lleva a la morena a reír.
—Oigan, ya vámonos.— Yibo le dice a sus amigos como si nada. Los mencionados voltean a verlo.
—¿Eh? ¿Por qué?— Pregunta Mew con un tono apenado.
—Porque puede que ya pronto llegue ya saben quién.— Refunfuña Yibo.
—Mm... Está bien.— Jaylerr dice ahora. —Por culpa de él no pude seguir viendo a mi bebé.— Él le da un manoplazo en la nuca a Mew. El recién victimizado se frota la nuca con ambas manos para luego mirar a Jaylerr.
—Por culpa tuya no pude seguir viendo a mi chiquita.— Él le zumba un manoplazo.
Yibo pone los ojos en blanco antes de mirar a su derecha de casualidad. Pero con solo dar una mirada, permanece viendo lo que sea que haya captado su atención mientras sus amigos siguen discutiendo con risas.
—Chicos.— Llama todo serio Yibo. Ya siendo mencionados miran al serio Swimmer antes de seguir la mirada de tal. Los ojos de los tres se topan con el cuerpo egocéntrico del líder de porrismo. Este caminando hacia ellos con un son ignorante, manos formadas puños a los lados de sus caderas y mirada firme son las cosas que posee en estos momentos.
Él llega hacia ellos. Parándose enfrente. —¿Se perdieron, pecesitos? A ver, que yo sepa, aquí no hay una piscina para nadar ¿no?— Saint dice con obvio sarcasmo. Hasta les sonríe hipócrita mirándolos a los tres a la vez.
Los tres Swimmers se quedan callados. Todos serios.
—Ya nos íbamos.— Dice Mew con firmeza.
—¿Estaban viendo a mis chicas? ¿Eso es?— Saint ahora alza su mentón, completamente molesto.
—Oye, lo único que te interesa es que nos vayamos ¿no? Pues eso haremos. Nos iremos.— Yibo dice sin vacilar entonces se da la vuelta para irse con sus dos compañeros.
Pero Saint solo agarra a Yibo de la nuca de la chaqueta, llevándoselo con él a arrastras mientras bruscamente empuja abierta la puerta de la cancha. Los amigos Swimmers se preocupan entrando a la cancha preocupados y todas las porristas detienen su practica mirando sorprendidas la escandalosa escena delante de ellas.
—Chicas — Saint tira a Yibo de forma en que este rueda por el suelo hasta quedar sobre sus antebrazos. Una cortada sangrante en su labio inferior. Los dos Swimmers que entran se congelan a un lado de él, mirando al equipo de porrismo avergonzados.
—Estos chicos de aquí las estaban espiando a ocultas.— Saint refunfuña. —Qué creen ustedes de eso, ¿debería castigarlos?
Cuestiona Saint ahora mirando a su equipo con una sonrisa mezquina dd labios.
Perth, que estaba sentado a una esquina observando a las porristas, lo vuelve a mirar con desesperación y tristeza.
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