102.
Ambos esqueletos estaban de vuelta a la casa donde Error vivía y siempre era visitado por su futuro esposo, su futuro hogar decía Ink cuando jóvenes, amplio, solo para ellos dos.
Ahora estaba oscura, abandonada, al menos limpia pues de vez en cuando el hermano mayor del azabache iba a limpiar con la esperanza de que volvieran todos sanos y salvos.
Volvieron, salvos pero no totalmente sanos.
Ink miraba todo su alrededor, en el viaje en avión estuvo mirando la ventana la mayor parte posible, después durmiendo el resto del viaje, pese hubiera llorado varias veces en esos días, parecía que todavía no se recobraba del susto, Error esperaba pacientemente, pues poco podía hacer para que dejara atrás el abuso que tuvo con Nightmare, toda la tortura que vivió y seguiría viviendo ante la pérdida de recuerdos.
Pero ese no era impedimento para forjar nuevos recuerdos, vivir, ahora estaban en la etapa de aceptación, mientras le brindaba todo el afecto del mundo, sin importarle ese orgullo que perdió hace mucho tiempo.
En la sala de estar habían en las paredes muchos cuadros que fueron hechos por Ink anteriormente, paisajes en su mayoría, en la habitación, una cama de dos plazas limpia, además que en los muebles había ropa suya y la de Error, hasta fotos donde ambos estaban juntos, con sus amigos, con Dream y mucha gente que no reconocía.
Entre estas, había un cuadro donde estaba él junto a sus padres y hermano, al verla, la tomó mientras se sentaba en la orilla, acariciando con las yemas el vidrio protector, sintiendo un dolor interior por no recordar a quienes sabía que amó con todo su ser, y ahora descansaban eterna e injustamente.
— Ink.
El aludido no reaccionó, siguió fijo en la fotografía mientras el azabache se sentaba a su lado, acariciando su hombro opuesto, abrazándole de este modo, el menor se dejó, sin apartar la mirada.
— ¿Yo era feliz con ellos?
— Nunca tuviste problemas con ellos, de las veces que cené con ellos, eran... tan tú.
— ¿Cómo?
— Raros como tú, pero amistosos.
— Ese... ¿Era tu pensamiento clasista? —Bromeó.
— Seh... Pero te aseguro que ellos te miran, estoy seguro que sí, y estarán felices de que hayas vuelto.
— ¿Están en el cementerio, no? —Error asintió— ¿Después podremos verlos?
— Sí, aunque aún debemos avisar de nuestra llegada a mis hermanos, causarás mucho estruendo.
El de pupilas coloridas, pues el color no se había ido en esos días, despegó su mirada del cuadro, para mirar como pudo a su novio, movió su cabeza suavemente, como si acariciara con su frente la mejilla del mayor, como un gato buscando mimos al rozar, y éste, se acomodó para corresponder, moviendo su rostro para poder besarle.
Ink correspondió, abrazándolo de vuelta, aunque ambos cayeron al colchón, sacándole risas al menor, por fin, volviendo a estar contento de estar donde pertenecía, con quien quería.
— Prefiero que hoy y mañana... Estemos juntos, Error... No te alejes de mí en estos días...
— Ni hoy, ni nunca.
La pareja volvió a besarse, para descansar un poco allí antes de quitar las cosas las maletas y poder comprar comida para cenar, Ink quiso hacer distintas cosas en vez de ver películas para evitar malos recuerdos, y así aprovechar su tiempo con Error, quien con gusto le contaba las cosas que hacían desde jóvenes, desde no hacer nada uno encima del otro mientras hablaban hasta caminar a los alrededores, ese mismo día fueron al cementerio, hasta al anochecer, donde después de derramar un par de lágrimas, ambos durmieron en la misma cama.
Extrañó como nunca, su presencia y amor.
Y esta vez no dudaría.
Nunca jamás.
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