Perfección
Lo que voy a relatar sucedió hace años.
Ahora son pocos los que lo recuerdan.
En aquel entonces tus dedos eran pecados. Y a mí me encantaba pecar.
Ahora solo me quedan los recuerdos y aquellos tributos que puedo crear en honor a lo que fuimos.
Ahora solo me quedan deseos que ya no alcanzamos a cumplir.
En aquel entonces te creía marea. Y yo arena. Siempre volviendo uno al otro sin importar lo que pasase.
Pero al destino le gusta mostrar mis errores.
Y ahora, a la orilla de la playa, no soy más que memorias y sentimientos perdidos.
Paso mis dedos por el lugar de nuestros recuerdos.
El sol aun mantiene tibia la arena.
Y puedo vislumbrar entre las añoranzas lo perfectos que fuimos.
Puedo recordar esa eternidad en la que vivimos.
Los silencios que decían todo, los roces que encendían el fuego, las miradas que creaban infinitos.
Ahora estoy sola.
Estoy sentada en aquel lugar que nos vio reír y llorar. Que observo nuestro inocente intento de enamorarnos.
En ese lugar que te vio partir.
Que me observo quedarme.
Llamaste perfección a mi sonrisa una tarde de verano y yo llame perfección a tus brazos cálidos en invierno.
Tal vez ambos estábamos en lo correcto.
Tal vez nuestra definición de perfección eran los segundos que le robábamos al tiempo.
Esos instantes que convertíamos en eternos.
Todos esos momentos que solo yo recuerdo ahora.
La arena bajo mi mano esta húmeda.
Y no sé si ha sido el mar o mis lágrimas. No recuerdo en qué momento comencé a llorar.
Me gustaría verte. Decirte que estas lágrimas son tu culpa.
Pero no lo son. Simplemente han comenzado a salir mientras los recuerdos emergían de ese baúl en que los tenía cautivos.
Han decidido revelarse y comenzar a caer por sí solas.
Tal vez también quieren unirse al mar.
Y es en momentos como este que tu risa parece venir con el viento.
Que tu calor parece bajar desde el sol.
Y que mis dedos hundidos en la arena casi pueden recordar la textura de tu piel.
Lo que voy a relatar sucedió hace años, cuando aun éramos dos.
Cuando la imagen de la perfección era yo riendo en tu regazo.
Cuando el recuerdo que tenía la gente de nosotros era yo tomada de tu mano.
Esto sucedió antes que el destino decidiese mostrar mis errores.
Antes que el recuerdo de nosotros fuese un vestido negro, una lágrima en mi mejilla y un mármol pulido con tu nombre grabado.
Lo que voy a relatar sucedió hace años.
Ahora son pocos los que lo recuerdan.
Pero los que lo hacen aun comentan que tú eras mar y yo arena.
Que éramos imperfectamente perfectos.
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