Se vio un día al espejo y se encontró hermosa.

Tenía la piel marcada de historias. Una mirada tejida con estrellas. Una sonrisa que ocultaba problemas.

Tenía el pasado escondido en una maleta junto a su cama y el futuro doblado sobre su almohada como una promesa soñada.

Se miro al espejo y descubrió curvas que no creía tener.

Descubrió en su piel caminos no recorridos. Rutas de escape a lugares donde solo la imaginación tiene permitido entrar.

Descubrió una mañana que era hermosa. Se vio al espejo y se amo por primera vez. Se deseo por ser ella y no por lo que el mundo esperaba.

Se vio la piel marcada de cicatrices como se observa una obra de arte.

Y ante la tenue luz que iluminaba su desnudez, se enamoro nuevamente.

Llevaba tanto tiempo sin verse realmente que le extraño su reflejo.

Le pareció casi absurdo que la criatura frente a ella fuese su mismo ser.

Movió una mano de manera perezosa, analizando el reflejo que se movía con ella.

Sonrió.

De esa niña tímida poco quedaba. La mujer frente a ella había sido herida miles de veces. Había aprendido a llorar en silencio y a construir paredes.

La persona frente a ella parecía un mosaico. Tenía grietas y fracturas que solo se veían con los ojos cerrados y una sonrisa tallada en una máscara de porcelana.

Aun así era hermosa.

Si la mirabas por más de unos segundos podías ver como entre las grietas aparecían pequeños rayos de luz.

Como debajo de cada llanto se lograba escuchar una risa.

Como el latido de su corazón parecía cambiar de ritmo al son de canciones que no existían.

Su hermosura no necesitaba ser apreciada.

No era exuberante ni de esas que modelas por la calle.

Era algo más pequeño, más frágil.

Su hermosura yacía en la peca sobre su hombro, en la marca sobre su cadera, en esa cicatriz bajo su rodilla.

Era una mezcla de realidades y fantasías.

Se vio un día al espejo y se encontró hermosa.

Sin importar lo que pensara la gente.

Sin preocuparse por estereotipos ni normas.

Se encontró hermosa porque por primera vez no se veía a trabes de los ojos de otros.

El día en que se descubrió bella, era ella quien miraba.