40. ¿El principio del final?
Jueves 23 de abril de 2020
Saboreando la palabra viernes
¡Feliz Día del Libro! Empecemos por ahí. Creo que «el Día del Escritor», así con toda su pomposidad y reconocimiento, es el 13 de junio. Sin embargo, ¿qué sería de los escritores sin los libros? Y ya no solo como producto de su trabajo, sino como medio para desempeñar su oficio. Del mismo modo que hay que aprender a caminar antes que lanzarse a la locura de correr (que ya me jodería tener que ponerme a correr ahora, la verdad), hemos de aprender a leer, mucho y bien, si nuestra meta es la escritura. Qué cojones, y aunque no lo sea. De ahí que, o esa es mi opinión, el Día del Libro sea también el día de las personas escribidoras. Además, es una ocasión estupenda para darse a conocer, firmar ejemplares y rodearse de un ambiente distinto al de resto de ferias. Para una fiesta que gira en torno a los libros, no vamos a dejar pasar la oportunidad, ¿no?
Irónicamente, pues no podría ser de otra forma, hoy apenas he leído nada. En realidad, cuando estoy «en proceso creativo» no suelo leer mucho, o al menos no del mismo género literario. He conocido a varias personas que les pasa lo mismo, y aunque no sabría decir a ciencia cierta cuál es el motivo, creo que es una forma de evitar que me condicionen factores externos. Tengo la impresión de que, en mi caso, en vez de servirme de inspiración, me produce el efecto contrario. Así de rarito soy. No lo sabíais cuando me comprasteis, pero ya no se admiten devoluciones. Se siente. Y no me metas en un cajón y te olvides, que me entra claustrofobia. Que, bueno, si lo vas a hacer, al menos que no sea en el de la ropa interior, sobre todo si está sucia. Gracias.
Ignoro la tradición en otros países, si es que hay tal cosa, aquí se suele regalar un libro y una rosa. A mí me parece una cursilada y una gilipollez como la copa de un pino de grande, claro que todo lo que sea regalar por ser «el Día de» me lo parece, incluidos San Idiotín (Valentín) y Navidad. Al menos, puestos a ver el lado positivo del meollo (y no os acostumbréis), el regalo es un libro, que, oye, siempre está bien. Y si encima lo compráis a un pequeño comercio ya, espectacular.
Este año, por motivos más que obvios, dicha tradición se ha visto alterada, como tantas otras. Si bien es cierto que algunas personas desconsideradas se han dedicado a encargar rosas y libros por internet como si les fuera la vida en ello. A ver, tengamos en cuenta que para que tú (ser inespecífico negligente) recibas una mísera rosa para regalarle a quien sea, expones al repartidor a un posible contagio, colectivo ya de por sí en constante controversia por estar sometidos a condiciones laborales que rozan la esclavitud. Y, dejadme que os recuerde que la esclavitud está fea, a menos que se trate de alguna clase de fetiche sexual consentido por todos los implicados, en cuyo caso prefiero no saberlo. Que no estás pidiendo un producto de primera necesidad, ni un trasplante de riñón, así que no me seas desconsiderado (por no decir puto subnormal) y deja de comprar mierdas que no te hacen ninguna falta. Por favor.
En fin. Hoy he sustituido la lectura por la música. Estoy haciendo una lista de reproducción. ¿Para qué? Bueno, hay ciertas canciones que me inspiran para escribir y... digamos que estoy mascando algo. Llevo desde que empecé a escribir esta entrada pensando en qué he comido hoy, lo que significa que no me ha tocado a mí preparar la comida, creo... Me gusta cocinar, pero de vez en cuando está bien no tener que preocuparme. Claro que eso es casi imposible, porque mi madre, especialmente desde que empezó la cuarentena, me hace la misma pregunta cada puto día: ¿qué comemos hoy? Existe otra variante igual de molesta para la hora de la cena. ¿Por qué me ven cara de menú? ¿Es por ser blanco nuclear? No lo entiendo, oiga.
El resto de la tarde, en general, ha sido bastante tranquila. Quizá, lo más interesante ha sido el momento en que, haciéndoles una visita a mis plantas, he visto una ardilla regordeta e hiperactiva que había en el recinto de la piscina. Hacía tiempo que no la veía, aunque dudo que sea la misma de siempre. Es más, suelen aparecer en parejas, así que no sé dónde estaría la otra. Seguramente persiguiendo alguna bellota prehistórica con la que provocar la extinción de la humanidad... *suspira emocionado*.
¡Ah, coño! Me acabo de acordar de un par de cosas que os quería comentar. Tanta cháchara y no voy a lo sustancial, copón. La primera está relacionada con la medida que tanta polémica ha suscitado entre la población. Me refiero a la posibilidad de que, a partir del lunes 27, «puedan salir» los niños hasta catorce años acompañados de sus padres. Y digo «puedan salir» entre comillas porque primero anunciaron una cosa, se le echó la gente encima porque era un poco demasiada permisividad para lo poco disciplinados que somos como sociedad, y al final rectificaron. Total, que todo apunta a que, en efecto, los niños podrán salir, pero durante una hora, acompañados de un adulto y en área lo más próxima posible a sus domicilios. Se trata de una medida arriesgada que exige mucha responsabilidad por parte de todos, así que no sé yo cómo saldrá. Bueno, sí; lo más probable es que lo hagan mal, haya un repunte de contagios y alarguen la cuarentena otros quince días. Tiempo al tiempo.
Lo segundo, y es donde viene lo bueno, es que la policía volvió a casa del vecino ese que detuvieron. No sé en qué momento se llevaron al perro, pero allí no ha vuelto nadie. Solo espero que no dejaran al animal desatendido y encerrado, porque me puedo cagar en sus muelas del juicio. No tengo la menor idea de para qué volvieron. Sin embargo, y es lo que más me llamó la atención, me pareció entender que habían desinfectado la casa del chico. No voy a negar que se me han apretado las carnes ante la posibilidad de que el tío estuviera infectado, a pesar de que he tenido cero contacto con él. Aun así, ¿por qué molestarse en desinfectar su casa?, si es que ha sido el caso. No creo que vaya a ir el ejército, domicilio a domicilio, desinfectando las habitaciones, ¿no? Le diré a mi madre que le pregunte mañana al chismoso del súper. Si alguien sabe algo, él es ese alguien. Que, por cierto, no he vuelto a saber nada de la mujer que ingresaron por la mordedura ni de su perro asesino. Cuántas dudas de repente y qué nervios más tontos para irme a la cama.
Hale, que descanséis cuando os toque y ánimo, que parece que ya va quedando menos.
Bona nit.
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