39. Sinergia helicoidal
Miércoles 22 de abril de 2020
Intermitencias
A ver, me parece bien que le demos un poco de emoción a esta cuarentena para que los ánimos no decaigan, pero, he aquí mi pregunta, ¿no os estáis pasando un poco con la bromita? Que llevamos todo el día con cortes de luz en mi casa, aunque parece que les ha estado pasando a otros vecinos también. No sé, igual podrían jugar a clavarse alfileres bajo las uñas, que a pesar de que en apariencia no es tan divertido, el entretenimiento está asegurado. Palabra de exploradora.
No es problema de que algún aparato esté haciendo mal contacto, eso lo tenemos más que claro, aunque los que construyeron esta urbanización eran unos cachondos o les dieron las titulaciones con la caja de los cereales, porque las instalaciones eléctricas de las viviendas son un puto caos: pulsadores conmutados, fases que funden todas las bombillas que les pongas...
Sin duda, el caso más curioso es el de un reloj a pilas que tengo en mi habitación, quien parece tener un extraño fetiche con el interruptor que da corriente a la lámpara-ventilador. De vez en cuando pita cuando enciendo la luz, porque sí. Imagino que se siente solo y es su forma de manifestar que se aburre, o está poseído por un grillo con hipo. Además, es el mismo reloj que se adelante solo. Ahora mismo lleva cuarenta y cinco minutos de diferencia con la hora que marca el móvil. Todo correcto.
La verdad es que no tengo ni idea los motivos que lo han llevado a tan díscolo comportamiento o si tiene algún trastorno de personalidad, pero me parece que tenemos la confianza suficiente como para que exprese con total libertad aquello que le perturba. Hemos sido compañeros de mil batallas y me ha acompañado allá donde iba, por eso me molesta tanto su silencio... Y sí, sigo hablando del reloj.
Supongo que, desde un punto de vista racional y menos hilarante, lo que produce el pitido será electricidad estática o algo similar (mis conocimientos al respecto son bastante limitados, conque si hay algún experto en la sala, que se manifieste), y el hecho de su desfase horario lo achacaría más a un deterioro de sus componentes internos que a un manifiesto repente de rebeldía.
El caso es que, a media tarde, por fin han cesado los cortes, y con ellos el constante y molestísimo murmullo de mi padre cavilando al respecto. Porque, claro, aceptar que lo más probable es que se deba al incremento de la demanda eléctrica a causa de la cuarentena es una explicación muy simple y banal; casi insultante para su contante espíritu agorero en busca de drama. Yo soy exagerado, histriónico, puede que exasperante y tal vez un poco demasiado performático, de acuerdo, cada uno carga con lo suyo. Pero creo que trato de buscar explicaciones razonables para los problemas cotidianos y no pensar que vamos a tener que cambiar todos los electrodomésticos porque se vaya la luz un puñado de veces. Luego me pregunto que de dónde me viene la ansiedad...
A mi padre subiendo y bajando diferenciales como un músico perturbado, en su afán por ser más rápido que la luz que se iba y venía, hay que sumarle la molesta presencia de helicópteros sobrevolando la zona toda la mañana. En serio, si no han pasado diez, no ha pasado ninguno. Que, digo yo, ¿para qué? Su utilidad como vigilancia para que la gente no salga de casa me resulta, como poco, dudosa. ¿Qué van a hacer si ven a alguien en la calle, descolgarse del aparato en marcha como si fueran los SWAT? ¿No es más útil, y menos propenso a provocar infartos, la típica patrulla de policías? Yo sé que a veces mi clarísima superioridad intelectual para resolver dificultades puede intimidar y dejar sin aliento, pero vaya, que si desde el gobierno central precisan mis servicios, aquí estoy, ¿eh, Marlasca, compañero? Venga, un abruzo.
No me cabe la menor duda de que ya hay quienes estarán pensando que ambos hechos están relacionados de algún modo conspiranoico y nada lógico. Y no os culpo. La incertidumbre, la desinformación, que viene siendo lo mismo que el exceso de ella, y las medias verdades no ayudan a establecer un adecuado clima de confianza. Lo cierto es que yo mismo he estado barajando algunas hipótesis, a cada cual más improbable que la anterior. No obstante, las teorías sobre conspiraciones ocultas que solo infunden miedo en la gente, tampoco ayudan. Como sea, la coincidencia está ahí. Y, como diría el agente especial Fox Mulder: la verdad está ahí fuera.
Y nada, que hoy hice pasta para comer. Macarrones con verduras, tofu y bechamel. Tenía antojo desde que lo vi hace unos días en la serie que estoy siguiendo. Técnicamente, la receta no era así, la adapté a como me apetecía a mí, a ver si ahora uno no puede improvisar... Porque otra cosa no, pero inventar en la cocina se me da la rehostia de bien. Creo que no hay dos veces seguidas que haga el mismo plato igual. Siempre tengo que añadir o quitar algo, darle un toque distinto. No sé si son latigazos recurrentes de mi inconformismo crónico, o que se me está yendo la cabeza. Puede que ambas. El caso es que salió muy rica, y eso que a mí la pasta se me hace un poco bola. Suerte que mi cocina es de gas butano y no eléctrica, porque ya me veía al sol, con una lupa, calentando el agua para cocer los macarrones
El resto del día sin mucha novedad. Los vecinos siguen dándolo todo a las ocho, aunque el arrebato de cantar «Resistiré» solo duró un día. Doy gracias a la virgen de la Papaya por ello. Cada día hacen más ritmos y se lo toman más a coña, o esa es la impresión que me da. Es probable que esté tan hasta los cojones de escucharlos que solo quiero que se cansen y se busquen otra afición, como depilarse las ingles con las pinzas del hielo.
Por cierto, la señora fisgona no ha vuelto a asomarse al balcón desde que el otro día me vio retozando como una morsa con taquicardias. ¿Creéis que la habré matado? Lo mismo tuvo una revelación y ahora se dedica a moler piedras con los pechos. Quién sabe.
En fin, a ver si mañana me recorto las barbas porque parezco un viejo lobo de mar. Pero sin el rollo romántico, más bien parecido a Tom Hanks en «Náufrago»... , después de ser vapuleado por la resaca y pisoteado por una cabra con artrosis.
¿Qué sería de Wilson?
Cuidaos y todo eso, ya sabéis.
Gusnais.
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