19. Logro desbloqueado

Jueves 2 de abril de 2020

¡Habemus bizcocho!

Tomemos aire y aclamemos al unísono: ¡Por fiiiin, pesado de los huevos! Sí, por fin hice el bizcocho que tantos días venía anunciando. Y de naranja, ¿eh? Que no es cualquier guarrería simplona y sin fundamento, como esas que se ven por internet. Puede que en la imagen no se aprecien los detalles de mi depuradísima técnica repostera, pero podéis confiar en mí cuando os digo que ha quedado fetén. Os invitaría a una generosa ración y a un té calentito si no fuera porque hay que quedarse en casa. Así que, como mucho, puedo compartir la receta y ya cada una que se busque la vida. A ver, se me calman, que tampoco hay para todos...

Y ahora, ¿qué hago yo con mi vida? ¿En qué voy a invertir horas y horas de mis pensamientos si no es en el idealizado bizcocho que llevaba arrastrando desde que nos conocimos en el ciberespacio, hace ya medio mes? ¿Qué va a ser del deseo de este personaje en el que he convertido mi existencia solo para vuestro uso y disfrute? Pues mira, chica, no tengo ni idea. Lo que sí sé es que me voy a gozar hasta la última migaja. Ya cuando se acabe veré qué se tercia. Lo mismo me propongo hacer magdalenas o monas de pascua. Pero poco a poco, que si no se me hace bola.

La única cosa con la que no estoy conforme ahora mismo es que ha dejado de llover. Bueno, vale; si eso fuera lo único que me quita el sueño me daba con un canto en los dientes. A lo que me refiero es que a esta perfecta ecuación que conformamos el dulce, mi odio por la humanidad y yo, solo le falta el melancólico sonido de la lluvia de fondo. Supongo que no se puede tener todo. Me conformaré con ponerme un vídeo en TubeYus.

De todas formas, con lo torpe que me he levantado hoy, casi que mejor quedarme quietecito y no inventar nada más. Me conformo y mucho con no haberle prendido fuego a la cocina. Que sí, el bizcocho lo he hecho en el horno y no he encendido la hornilla para nada, pero no subestiméis mi capacidad destructiva. Nunca. Y mi cuerpo puede dar parte de ello, que ya de buena mañana me he golpeado contra la puerta, la cama y la ventana sin salir de mi cuarto. Así que ojo cuidao'. Que haya logrado sobrevivir tantos años seguidos es una muestra más de lo absurdamente resistentes que somos los seres humanos. Es verdad que mi torpeza ha disminuido ligeramente a lo largo del tiempo, pero vaya, lo justo como para llegar a este momento de una pieza. O casi...

Creo que estaréis de acuerdo conmigo en que, una vez alcanzado este ambicioso objetivo, cualquier otro tema del que os hable hoy va a deslucir, igual que un actor secundario que entra en escena tras el debut de la superestrella. Además, imagino que tampoco queréis que os hable de los más de diez mil muertos que hay ya en Españita por el coronavirus, ni de que los servicios sanitarios siguen colapsados y no dan abasto, ¿no? Para cifras y penurias ya están los medios de (des) información, que bastante pesados son ya como para que me sume al aciago tren de la fatalidad.

Lo dicho pues, cuidaos mucho, no salgáis si no es imprescindible y no le toquéis las pelotillas a vuestros vecinos. Especialmente si ese vecino soy yo. Porque tengo un hacha y no dudaré en usarla.

Besis.

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