12. ¿Me estás llamando gorda?
Jueves 26 de marzo de 2020
Hágase la luz
Españolas, españoles, en el culo tengo flores... Bueno, vale, no tengo flores en el culo, pero sí rábanos en la tripa. Sí, el terrible día del que hablaban las plantas de mi jardín llegó: nos hemos comido a Tímoti y Leocadia. Y, oye, no estaban nada mal. Algo pequeños tal vez (puede que les hiciera falta más riego), pero bastante bien de sabor. Ahora falta esperar a que el resto crezca lo suficiente para hincarles el diente.
Es posible que me veáis como un ser despiadado que ha terminado con los sueños e ilusiones de dos seres de luz. Pero no os lieis, que perdéis el foco muy rápido: yo las crie, yo me las como. Además, era eso o que se las papearan las puñeteras babosas, y no me daba la gana, así de simple.
Que, hablando de babosas, hemos hecho una buena limpieza esta noche, aprovechando que no llovía. Creo que quitamos unas diez en total. Diez pequeñas hijas del mal que arrastraban sus viscosos cuerpos cubiertos de moco para zamparse mis rábanos. Pues de eso nada. Y que den gracias que no les puse una trampa mortal con sal, porque me tienen ya hasta más allá del perineo.
Ya van las luces, por cierto. Se acabó el romántico scape room apocalíptico que tan concienzudamente habían ambientado. Pero bueno, con lo que está lloviendo (anonadado me hallo), y con la incompetencia a la que me tienen acostumbrado, es cuestión de tiempo que volvamos a quedarnos a oscuras. No veo el momento, también te digo.
¿Vosotros no sentís una especie de emoción infantil cuando se va la luz? Una vez que os vuelve a latir el corazón al recordar que tenéis datos en el móvil y no necesitáis el wifi para seguir aislados del mundo, quiero decir. Porque a mí sí me pasa, y si es medianamente de noche, corro a encender una vela. Es como si mi yo de nueve años del siglo XVII estuviera esperando a que nos quedemos sin electricidad. Y si encima hay tormenta... entonces me falta tiempo para meterme en la cama. No sé por qué será, porque miedo no me dan las tormentas, y la oscuridad tampoco. Tal vez sea algún vestigio primitivo de supervivencia. O mi idiotez campando a sus anchas más de lo normal. Ahí os dejo las alternativas para que las sopeséis con detenimiento.
Por cierto, hoy mi madre fue a comprar otra vez al súper que hay en mi urbanización; que, por si os lo preguntabais de la otra vez que lo mencioné, no tiene mucha cosa, no es como un supermercado tipo Meencabrona, pero sí lo suficiente como para ir tirando sin tener que bajar al pueblo. De hecho, es bastante inconsistente ahora que lo pienso. No hay copos de avena ni yogures de soja, pero sí chocolate, helados y pipas ultra saladas. Digamos que «la visión empresarial» no es el fuerte del dueño. A todo esto, al preguntarle por los yogures de soja, va el personaje y le dice a mi madre que si es que quiere adelgazar. Primero, no te importa una mierda lo que haga o deje de hacer con los yogures, o para qué los quiere; como si los vacía en una cubeta y mete los pies dentro. Y, segundo, que también estaba comprando una tableta de chocolate, cacahuetes fritos, pan y pipas. ¿Te parece a ti eso comida para adelgazar? ¿O es que, aparte de tener la gracia en el puto culo y ser un chismoso entrometido, también vendes cupones en tus ratos libres? No sé, ¿eh? Pregunto.
Oooommm... Cálmate. Suelta el hacha y no vayas a rajarle la cara por ser un entrometido de mierda.
A lo que iba, que pierdo el hilo... ¿Os acordáis de la mujer a la que le mordió el chucho de un vecino y se la llevaron a urgencias? Si la respuesta es que no, ¿qué estás haciendo con tu vida? Aquí no hemos venido a perder el tiempo, ¿eh? Bastante rápido se me pasan los días como para hacer el tonto. Que, a ver, el tonto lo hago igual y procrastinar es mi deporte favorito, pero quería ver si estabais atentos... Conque a ver si nos centramos. ¿Estamos o no estamos?
Venga, Fígaro, yo confío en ti. Sé que puedes contar lo que tengas que contar de una puñetera vez. Pues nada, que el dueño del súper (que no sé cómo hace para enterarse de todo) le ha contado a mi madre que a la señora le tuvieron que poner varios puntos y la antirrábica, pero que estaba bien y la llevaron a casa enseguida. Al perrete de la mujer, que también le mordió, parece que tampoco le pasó nada, así que todo quedó en un doloroso susto. Solo espero que al tío que llevaba al animal suelto le caiga una multa tan grande que le den ganas de buscar las correas y se cuelgue con ellas.
¡Joder! Qué susto me han dado los aplausos de los huevos. Si veis un corazón palpitar por ahí, es mío, que se me ha salido por la boca... Pues sí, aquí siguen con la pantomima de «somos super solidarios porque hacemos chocar las manos muy fuerte y generar ruido», «juntos podremos romper un iceberg»... (espera, creo que eso último era parte de la intro de Dragon Ball). La verdad es que me está sorprendiendo la determinación que están demostrando, más allá de que, pasados los primeros días, me parezca una gilipollez como un puto piano. A ver, que no están escalando el Everest, solo se tienen que acordar una vez al día de aplaudir durante unos segundos; que a poco que seas capaz de parpadear y no cagarte encima, puedes hacerlo.
Aun así, una cosa no quita la otra. Ya solo falta que en las próximas elecciones decidan apostar de verdad por la responsabilidad social y no voten partidos liberales y a favor de lo privado. Y no, no me voy a cansar de repetirlo, del mismo modo que ellos no se cansan de hacer el subnormal cada tarde.
En fin, que ya os iré informando si la señora finalmente pierde el brazo o si al tonto del perro se lo llevan preso y lo revientan a latigazos. Con una fusta de siete puntas. Oxidadas y con muchas venéreas.
Paz y amor. Pero nada de besos ni muestras de afecto, que hay muchos virus sueltos.
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