30
Un beso puede hacerte sentir tantas cosas.
Y más cuando es de la persona que odiamas o... amodias. Por supuesto que esas palabras no existen. Ya no sé ni qué rayos escribo...
¿Cómo explicar lo que senti?
¿Acaso tiene explicación?
Al menos, lo intentaré. Lo prometo... Y si me quedo sin palabras, el entrañable grillito que se apiadó de mí y volvió a mi lado, me ayudará.
Min Yeongu: Mi felino preciado, mi asesino frustrado, mi mayor debilidad. Ese que juré olvidar y que jamás volvería a hacerme daño, se encontraba ahora a milímetros de mi boca. Observando con sus ojos rasgados y a detalle mis mejillas rojo sangre y, el constante subir y bajar de mi pecho acelerado. ¡Rayos, ¿cómo ocultar mis reacciones si las muy traicioneras, se encargaban de gritar sin cansancio cuánto me afectaba todavía su cercanía?!
Tal vez, el pasillo semioscuro me ayudaría a camuflarlas... Tal vez... si aquel gato no estuviera tan cerca...
Sin él decir nada y sin yo poder encontrar las fuerzas para detenerlo o escapar, al fin juntó sus tiernos labios a los míos. Nunca pensé que me ocurriría algo así, a mí, que aborrecía esas patéticas escenas en los dramas donde el chico besaba levemente a la chica y ella se quedaba inmobil ante el tenue contacto, como tonta. Sin embargo, aquí estaba yo: con los ojos abiertos como platos y las manos a cada lado del cuerpo, inertes. Sus labios eran justo como los recordaba, no había nada nuevo en ellos aunque, no creo que le hiciera falta ya que todo el deseo, la humedad y el fuego que solían hacerme temblar... seguían ahí.
¡Estúpida Seong...! ¡Sí, Seong!! Seong es la única culpable por creerse más fuerte de lo que realmente era. Por pensar que su «plan infalible» de provocar a ese minino perverso, no iba a tener nefastas concecuencias... ¡¡¡Tonta, tonta y tonta!!! Y digo Seong porque solo ella podría seguir todavía enamorada de...
¿Enamorada? ¿Acabas de reconocerlo?
¡¡¡NOOOO!!! ¡Rayos, sí! ¡Grillo, haz algo! ¿No ves que esta jugosa boca me está haciendo delirar?
¡¡¡Pues no cierres los ojos!!!
¿Ojos? ¿Qué ojos?... ¡Mierda!
Mi amiga incondicional lo intentó, ¡que digo lo intentó!, me hubiese apartado de la tentación con sus propias manos si personificarse le hubiese sido posible. Mas juraría que aunque hubiese podido, no lo hubiese logrado. Yo estaba en trance y nada me haría desprenderme de aquel suculento sabor a mandarinas, de aquellos labios tersos, pero a la vez suaves. De aquella saliva caliente que impregnó mi garganta y nubló mi razón... Solo yo sería capaz de hacerlo, si encontraba aunque fuera una pizca de voluntad... Y lo logré: Mis fuerzas emergieron y pude empujar su rostro lejos del mío... Solo bastó un débil flashazo del recuerdo de aquel granero. La repugnancia y el odio que siempre me invadían cada vez que lo evocaba, eran más fuertes que cualquier otro sentimiento.
—No le tomaré en cuenta esta grave falta de respeto —susurré, pero con firmeza, intentando que no se notaran los altibajos en mi voz, mientras él me observaba a los ojos, todavía demasiado cerca—. Es evidente que está ebrio y no quiero problemas ni mucho menos, destrozarle la fiesta y la alegría de esta noche a Taesung y, a los demás chicos.
Su media sonrisa se hizo presente y mi pecho saltó. Quizás, también, saltó algo más. Para qué intentar engañarte... o engañarme. Una pequeña carcajada salió de su perfecta boca, dejándome deslumbrada por el blanco de sus dientes.
—Sabes que no he bebido ni una gota de alcohol —informó, y puso sus dos manos en la pared, a cada lado de mi rostro, dejándome acorralada y despertando sensaciones en mi cuerpo que por supuesto no quería, pero que no podría ocultar por mucho más tiempo—. Aunque si con eso me libro de «problemas»... —Su cara divertida y su aliento chocando contra mis fosas nasales, provocando cientos de cosquilleos en mi pelvis—. Digamos que sí... estoy completamente ebrio, me estoy cayendo de la borrachera, Seong.
–Ya le dije que no me llam...
—¿Quieres que te bese de nuevo?
—¡Nooo!... ¡Aish, terminemos con esto! —propuse un poco agobiada, en vista de que él no parecía tener intenciones de detenerse, y yo no estaba en la mejor disposición de evadirlo. Si lo tenía más tiempo tan cerca, sería capaz de rogarle que sí, que volviera a besarme, que me hiciera suya allí mismo, si quería—. ¿Qué rayos es lo que pretendes? ¿Qué quieres de mí?
—Quiero respuestas.
—Pregunta entonces —exigí y volteé mi rostro, para no sentir su mirada penetrante.
—Prométeme que me dirás la verdad —susurró con aquel tono grave que se empeñaba en llevarme a la locura con una sola frase—. Si no lo haces, lo sabré. —Tomó mi rostro entre sus manos y me obligó a mirarlo—. ¿Etendido? —Asentí apenas, por inercia y parecía que las palabras se me comenzarían a marchitar dentro de los labios—. ¿Por qué hiciste todo eso allá afuera?
—N-no en-entiendo. ¿De qué hablas? Yo no he hecho nada.
—¿Nada? Tus miradas, tu cinismo, tus claros intentos de darme celos. ¿Crees que soy idiota? ¿Todavía... sientes algo por mí?
La pregunta me tomó por sorpresa. ¿Cómo rayos no pensé en que el muy ladino encontraría la forma de encararme? ¡Y por supuesto que no era idiota! Yo, sin embargo, había dejado la inteligencia en el hotel aquella noche. Se me había pasado el pequeñísimo detalle de que a este gato, lo introvertido jamás le había menguado lo directo y, por supuesto que sabría si mentía... ¿O no?
Inténtalo... ¿Qué más bajo podrías caer?
—No siento absolutamente nada por ti, Min Yeongu. Ni siquiera odio. —La frase se escabulló entre mis dientes. La única manera que encontré para que la voz no me temblara.
El grillo tenía razón, si no me creía, no podía caer más bajo, pero por muy raro que parezca, hasta yo me asombré de lo segura que había sonado al decirlo. Había estado ensayando aquellas palabras desde hacía tanto tiempo, que al salir de mi boca se sintieron una realidad. Ahora el siguiente paso era saber si habían surtido el efecto deseado.
—Mientes —susurró, casi dejando escapar un suspiro y ahí, al notar su mirada vacilante y su respiración entrecortada, me convencí de que dudaba. ¡Yo llevaba la delantera! Y aproveché mi ventaja.
—¿En serio te creíste tan importante? —dije con tono altivo, borrando por completo todo rastro de nerviosismo que su presencia... y sus labios, me habían ocacionado—. No quería llegar a esto, pero eres demasiado obstinado y prepotente—. Le quité la mano que todavía mantenía en la pared y se apartó un poco, con su típica mueca de decepción cuando no entendía. Para mi suerte, no había cambiado nada y ahora podía leer las emociones en su rostro como si se tratara de un libro—. ¿Acaso viste a mi prometido? Por supuesto que no preciso mentir sobre lo que alguna vez dije sentir por alguien más. Cualquier hombre a su lado me parece insignificante. Mirar o... siquiera recordar a otro me es... innecesario. Menos a uno como tú...
—¿Uno... como yo? ¿Qué quires decir? —Sus palabras se me hacían más difíciles de escuchar a cada segundo.
—¿Es que en serio pensaste que lo que fuera que aseguré sentir por ti, trascendería hasta hoy? ¿No eras tú el que no creía en los cuentos de hadas? –indagué con ironía—. ¡Era una adolescente inconsecuente y hormonal! Quería vivir una aventura con alguien fuera de mi círculo social. Alguien diferente a los de mi calse, pero no pretendía arrojar a la basura mi estatus, ni mucho menos defender ante mi familia ese tipo de relación sin futuro. Las cosas se me estaban yendo de control y cuando quisiste marcharte, me hiciste un gran favor. Me ahorraste el trago amargo de ser la villana de la historia... —Me separé de la pared y caminé a su alrededor poniéndolo en la misma posición en la que me tuvo antes: ¡Sin salida!—. Es evidente que mis dotes actorales son magníficas y te hice creer de verdad que fuiste tú quien me dejaste.
Sus ojos se empañaron al instante. Había una pequeña gota, pero se resistía a salir. Pensé que disfrutaría de este momento, de hacerlo llorar, pero lo cierto es que su dolor, me dolía demasiado. Y ahí fue que descubrí nuestra pequeña diferencia. Pensé que era una gata silvestre, insensible y odiosa como él. Que podría hacerle lo mismo, pero resulté ser todo lo contrario y... no pude dañar a quien...
¡Dilo! Ya déjalo salir de una vez y libera ese sentimiento que te tiene prisionera y deprimida. ¿De qué te ha servido ocultarlo todo este tiempo?
Cómo siempre, el grillo y su razón. Debí llamarlo Reason y no conciencia... ¡Está bien! ¡Lo amo todavía! ¿Contento?... O ¿contenta? Ya no sé ni cómo definirte. ¡Lo amo, sí! Amo a Min Yeongu como el primer día, o más, pero él jamás estará listo para esto. Así que dejémoslo aquí... ¡El gato ganó! Aunque, posiblemente... ni se dé cuenta... En vista de que parecía estar en shock, decidí marcharme y dejar que llegara por sí solo a la conclusión que quisiera, pero su mano tomó la mía de nuevo, deteniéndome por segunda vez en la noche en aquel pasillo semioscuro.
—Una última pregunta... —Lo miré y asentí para que prosiguiera. Ahora con qué monstruo pensaba salirme—. ¿Segunda oportunidad?
–No te entiendo, ve al punto. No tengo toda la noche.
—Es solo eso. Responde sí o no: ¿Segunda oportunidad? —Su voz continuaba quebrándose y estaba segura de que si seguía así, se quedaría sin habla, como yo tantas veces.
¿Acaso me estába diciendo que después de todo... quería intentarlo de nuevo? No podía ser tan fácil. Necesitaba más... Necesitaba saber que se había arrepentido de todo lo que me había hecho aquella condenada noche. ¡Y por supuesto que lo aceptaría! Cualquier justificación me importaría poco, solo quería escucharlo de su boca...
—Te responderé con otra pregunta... —propuse al fin, después de un rato de mirarlo a los ojos y no encontrar ni un solo vestigio de remordimiento en ellos.
—Eso no es lo que quiero...
—¡¿Y lo que yo quiero, qué?!
—Está bien, te escucho... —cedió ante mi exaltado tono de voz que, al parecer, sonó mucho más fuerte y colérico de lo que creí...
—¿Dejarlo todo? —cuestioné, ya más calmada.
Su semblante cambió de repente, signo de que había entendido a la perfección qué había querido decir con mi pregunta. ¡Vamos, Yeongu, solo di que sí. No quiero que lo hagas en realidad, jamás te pediría algo así. Solo quiero saber que fui alguien importante en tu vida, que me extrañaste tanto como yo a ti. Que sabes que soy yo quien te envía ese libro cada 9 de marzo. Que realmente no quisiste abandonarme, pero no supiste encontrar otra opción. Entonces te perdonaría. Te besaría. Te abrazaría como me muero por hacer y sería la que dejaría todo por ti, por quedarme a tu lado...
Mas no emitió sonido. Bajó la vista después de unos minutos y su silencio quemaba. Su inseguridad, su indecisión, su poca madurez, me tenían al borde de la locura. Estaba claro que no daría su brazo a torcer... ni yo tampoco. Ivi no podía salir herida. Me negaba a perder todo lo que había forjado por alguien que no había aprendido a amar, ni siquiera a sí mismo. No podía permitirme soportar tanto dolor de nuevo, porque no sabía si Ivi podría aguantar... Y me marché...
De todas formas... su silencio había sido una clara respuesta, ¿no?
Salí al salón intentando calmar mis nervios de mujer infiel. Aunque técnicamente no permití aquel beso, tampoco había hecho nada para detenerlo y, la culpa me carcomía por dentro. Divisé a Jihu en medio de la pista, bailando con Taesung, ambos desinhibidos y risueños y, me preocupé. ¿Cuánto había demorado? Miré la pantalla de mi móvil y solo habían pasado unos pocos minutos, pero me había parecido una eternidad. Ese estúpido pasillo había quebrado mi línea de tiempo.
—Jihu, tenemos que irnos —pedí, tomando su mano y me miró con una mueca de felicidad en su rostro. Sus ojos estaban más pequeños de lo normal. ¿Había bebido?
—Aún falta mucho para el vuelo, cariño —respondió, e intentó zafarse de mi agarre para seguir bailando.
—Pero debemos pasar antes por el hotel, por favor —rogué, mirando de tanto en tanto a aquel pasillo. Nadie salía de allí.
—¿Pasó algo, Ivi? —indagó Taesung, escudriñandome con la mirada y haciendome sentir que me sacaría la verdad como un polígrafo.
Este niño me conocía demasiado, debía tener cuidado.
—Nada, Tae-Tae... Solo... Aish, ambos saben cómo me pongo con los viajes en avión y esta no es la excepción. Si tengo que dejar de tener los pies en la tierra por un rato, prefiero que sea lo antes posible.
—Está bien, tienes razón —acordó Jihu y sin poder evitarlo, le di un último vistazo a aquel pasillo. ¿Por qué no salía? ¿Acaso el club tenía otra puerta por ahí?—. Nos vamos, «Tae-Tae» —le dijo a mi amigo y este le mostró a gusto su amplia sonrisa cuadrada.
El blanco de sus dientes, no sé por qué, me volvió a evocar la peligrosa cercanía de su hermano felino minutos atrás. No sabía si ver a Yeongu había sido la peor o la mejor experiencia de mi vida. Estaba segura de que lo había superado o por lo menos, que no despertaría tantas sensaciones en mí, pero me había equivocado. No puedo negar que se sintió bien: sus labios, su aliento, su media sonrisa pícara y malvada... Ah, ya entiendo... Al parecer, Taesung había aprendido muchas expresiones de su hyung y por eso, me lo recordaba... Ahora que puestos a decir la verdad, también se había sentido pésimo el volver a ser rechazada...
—Tae-Tae, no sabes lo importante que ha sido para mí estar contigo hoy. Te amo tanto. —Lo abracé y susurré en su oído—: Jamás olvidaré este día.
—Yo tampoco, Seoni —susurró también y me estremecí. ¿Por qué rayos se empeñaba en llamarme así?
—Sabes que no me gusta que me digas...
—Lo sé —me interrumpió y se separó un poco—. Y lo siento, pero es a ella a quien conozco hace más de diez años. Es ella quien me prometió que estaría a mi lado en mis mejores momentos y... es a ella a quien amo. No quiero recordar a nadie más que a mi Seoni abrazándome.
–Lo entiendo... —Me separé del todo y acaricié sus mejillas. Su rostro había sido invadido por una fuerte expresión de dolor. Sabía que para él más que para nadie, había sido difícil aceptar mi decisión, tan drástica como súbita, de cambiar mi nombre. Y en aquel momento, sin pensarlo mucho y sin costarme tanto como pensé, solté las únicas palabras que sabía que aliviarían a mi mejor amigo—: Seré Song... Solo para ti... y solo esta vez... seré Seong.
El nombre salió de mis labios como rompiendo la tapa del féretro que lo apricionaba. Era la primera vez que lo mencionaba después de cuatro largos años... ¿Podría volverlo a enterrar?
🎼🎼🎼
El avión se preparaba para despegar y yo miraba por la ventanilla, intentando que las nauceas y el vertigo no comenzaran a molestar tan rápido. Jihu, a mi lado, tomó mi mano y la apretó con fuerza, pero también con cariño, como solía hacer siempre. Sabía lo tedioso que era para mí volar e intentaba consolarme, pero no me habló. Ahora que lo pienso, no lo había hecho desde que salimos de la fiesta y la verdad, era raro. Si embargo, no tenía muchas ganas de hablar tampoco, así que no le presté atención a su comportamiento. Una vez más observé a lo lejos los salones del aeropuerto y, cuando me disponía a reclinarme en el asiento para cerrar los ojos y rogar porque las horas de viaje se fueran «volando», ver una figura conocida y cabizbaja pegada al cristal de uno de los reservados vips, me hizo dar un salto.
—¿Ese es Yeongu...? ¿Qué rayos hace aquí?
—Sí, es él... El coprotagonista... —La voz de Jihu me tomó por sorpresa. Estaba cerca de mi rostro y miraba por la ventanilla en la misma dirección que yo. Fue entonces cuando me di cuenta de que no había hablado para mis adentros, como creía.
—¿Qu-qué?
—Quiero que sepas que no me di cuenta hasta que era demasiado tarde —comenzó a decir y tuve que mirarlo—. Tampoco quise invadir tu privacidad. Lo dejaste anoche encima de la mesita. No podía dormir, pensé que era un libro y comencé a leerlo...
—¿De qué hablas, Jihu? ¿Qué libro?
—Tu... diario... de eso hablo...
—Señores pasajeros, el vuelo A507 con destino a Seúl, acaba de despegar...
Hola, mis cerezos hermosos, espero que les haya gustado este capítulo. Es un poquito mas largo que antes de la última edición. Aprovecho para pedir disculpas por los movimientos y el nuevo orden que he tenido que darle a la historia. Recuerden que debía ser reestructurada debido a las nuevas normas de wattpad, aunque intenté que los cambios fueran los menos posibles.
No se olviden que estamos en la recta final y se vienen muchos giros emocionales y sentimientos encontrados.
No culpen a la escritora. Je, je, je. :)
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