28

7.00 pm

¿Cuántas veces hemos evitado enfrentarnos a nuestros miedos? ¿Cuántas hemos huído de nosotros mismos?

Las respuestas te sorprenderían porque cuando nos detenemos a pensar en nuestra vida y, hacemos un análisis exaustivo del pasado, nos percatamos de cuántas oportunidades hemos desaprovechado... Yo lo supe... No sé si temprano o tarde, pero quiero creer que fue en el momento justo en que lo necesitaba... Y aquí estoy... a diez pasos de él... De mi mayor miedo, de mi terrible pasado...

El innombrable.

El único ser que tuvo en sus manos la razón de mi vida... y el motivo de mi muerte...

—¡Dios, eres la mujer más bella que he visto en mi vida! —chilló Taesung, con los ojos muy abiertos cuando me vió.

Sus palabras me sacaron una sonrisa. Lo he extrañado tanto.

No escogí un gran outfit para venir, no me pareció necesario. Así que unos vaqueros y una sencilla camiseta blanca, me bastaron. Ya sabes que desde siempre ha sido mi combinación favorita y además, cómoda, por eso la sigo usando casi a diario. Jihu, a mi lado, sí se mantenía impecable en un traje gris claro, sin corbata, con su cabello peinado hacia atrás y su perfecta sonrisa que no se le ha borrado desde que le dije que... Bueno, ya sabes... esa estupidez. Parecía un objeto anacrónico en medio de tanta fanática japonesa gritando con sus hormonas a mil. Sus veinticinco años bien puestos y sus músculos tan perfectamente trabajados, que aún por encima de la ropa podían notarse, hicieron girarse a más de una. No pude evitar sonreir al notar lo incómodo que se veía...

Taesung ni siquiera advirtió su presencia. Me tomó de la mano y me hizo dar una vuelta, admirando mi figura. ¡Este niño no cambiará jamás! Aunque debo reconocer que ya no parecía tan niño...

—No seas así, me vas a hacer sonrojar. —Me solté de su mano y miré a Jihu—. Él es Moon Jihu... mi prometido. —Cuando mire de vuelta a mi amigo, su ceño fruncido y su mueca de desagrado, para nada disimulada, me hizo tartamudear un poco—. Jihu, é-él es Kim Taesung, mi... mejor amigo.

—Mucho gusto. —Jihu le ofreció su mano—. Al fin conozco al hombre cuyo nombre siempre está en boca de mi prometida mañana, tarde y noche. Gracias a Dios no soy celoso —concluyó su inocente broma sin dejar de sonreir.

—No puedo decir lo mismo —ironizó Tae-Tae al retribuir el saludo—. En ninguno de los dos casos: Ella ni te menciona cuando hablamos... y yo sí soy celoso.

—¡Vaya, qué directo! Me alegra que Ivi cuente con un amigo tan leal.

—¡Bien! Hechas las presentaciones, es hora de ponernos al día —interrumpí, antes de que siguieran a peor en su extraña batalla de miradas—. Tae-Tae, no te voy a perdonar que recurrieras a chantajes y amenazas para hacerme venir.

—¿Y qué querías? Han sido cuatro años, «Ivi» —recordó, haciendo comillas con sus dedos al mencionar mi nombre—. Cuatro largos años en los que solo pude verte tras la pantalla de un móvil... Ahora que lo pienso, justo en el momento en que... —Miró a Jihu, con la más fea actitud y continuó—, «tu prometido» llegó a tu vida, me sacaste sin contemplaciones de ella.

—No digas eso. No es cierto. No sabes lo difícil que ha sido para mí.

—¡Claro que no lo sé! ¿Cómo podría saberlo? ¿Acaso me lo has contado? Te rogué que lo hicieras, que me confiaras lo que te dolía, que te apoyaras en mí..., pero ya lo tenías a él.

Iba a hablar, mas mis lágrimas amenazaron con salir. Taesung estaba siendo muy duro, pero lo peor era que, tenía razón. Lo había evitado como si mi vida dependiera de ello y es que, aunque no fuera el causante directo de mis penas, en parte, sentía que al estar tan cerca de Yeongu, le había tocado sufrir mi abandono. Quería explicarle, no dejarlo con ese mal sabor ni esos malos pensamientos, pero cómo. No podía delante de Jihu y mucho menos, con el innombrable tan cerca. Ni siquiera me había visto, mas mi cuerpo no dejaba de estremecerse ante la víspera de lo inevitable: pronto me vería. ¡Resiste, Ivi, resiste...!

Me sentí desfallecer, pero mi caballero de brillante armadura, siempre al rescate, me sostuvo...

—No le reclames a ella si piensas que la culpa es mía —exigió Jihu–. Además, puedo asegurarte que todo lo que dices no es cierto. Ivi te ha tenido presente en cada segundo de su vida. Soy yo quien le ha rogado que me abra una puerta, que me deje entrar a ese lugar tan suyo, pero ya está ocupado por alguien más... Tú, Taesung. Créele cuando te dice que ha sido difícil. Sé que hubiese querido con todas sus fuerzas que estuvieras con ella..., sin embargo, la circunstancias no lo permitieron. ¿Y de qué sirve ahora que la hagas sentir mal por lo que fue? Deberías aprovechar este momento para abrazarla si tanto la has extrañado y no perder el tiempo en reproches.

«Gracias», gritaron mis ojitos empañados.

Taesung bajó la cabeza, avergonzado, como el niño gentil y tierno que era y entonces, abrí mis brazos esperanzada... No recordaba que mi Tae-Tae fuese tan rencoroso y para mi tranquilidad, no lo era. Así que no se hizo mucho de esperar, cortó la poca distancia que nos separaba y sus manos se entrelazaron tras de mí, sobre mi espalda, apretando muy fuerte, pero haciendome sentir un alivio incomparable. Al vernos, la mayoría de las asistentes al fansing soltaron un grito desenfrenado y ensordecedor y, allí, con mi mentón enterrado en el cuello de mi mejor amigo y sus manos acariciando mis cabellos, los ojos de Yeongu se encontraron con los míos por primera vez después de casi cinco años...

Mantén la mirada Ivi... ¡Tú puedes!

Taesung se apartó y tomó mi mano una vez más, supongo que para conducirme a presentarme al resto de la banda. Yo, a su vez, tomé la de Jihu. Decidida, aunque con las piernas temblado y un dolor horrible en la boca del estómago. Entonces, el gato hizo algo inesperado, o quizás, demasiado esperado: se fue...

—¡Hyung! —Le llamó Taesung, pero él caminó más a prisa, sin mirar atrás, mezclándose entre la multitud y desapareciendo tras una puerta.

Mi corazón latió con fuerza, descontrolado, desconsolado.. Tal vez, ¿un poco decepcionado? Confieso que quería salir de dudas de una vez por todas, pero ya será imposible, ¿no?

—¿Quién es? —Me aventuré a indagar, aparentando serenidad y mesura.

Tenía curiosidad de saber cómo era ahora el chico que no le había importado destruir mi alma para ser «alguien en la vida»... Cómo se veía Min Yeongu a través de los ojos de alguien más...

—¿Mi hyung? Ah, es Min Yeongu. Es de Daegu, como nosotros. Ha sido un buen hermano. Nos ha cuidado mucho y es muy bueno en todo lo que se propone —explicó con admiración y una extraña nostalgia, sin dejar de mirar la puerta por la que el mencionado se había ido—. Me hubiese gustado que lo conocieras... ¡Ah, mañana tendremos una fiesta, tienes que venir!

El temblor en la piernas volvió o quizás, no se había ido del todo, sin embargo, ya me había hecho a la idea de no tener que ver a Yeongu frente a frente. Unos segundos y, de lejos, habían sido suficientes para convencerme de que no podría estar en el mismo sitio que él por más tiempo. Eventualmente, tendríamos que cruzar palabras y solo Dios sabe qué más. No creía tener la capacidad de soportarlo... no podría hacerlo...

—Lo siento, Tae-Tae, pero mañana volvemos a Corea... Nos casamos en diez días.

—Cariño, ¿el vuelo no es hasta la madrugada siguiente? —intervino Jihu y lo miré, intentando que se diera cuenta de mi desaprobación, pero él estaba en su propio mundo: el mundo donde solo le importaba agradarme—. ¿A qué hora es la fiesta? —le preguntó a Taesung.

—Sobre las ocho. Me alegraría muchísimo que vinieran y ahí sí les podré presentar a todos los chicos. Ahora todavía están ocupados con el fansing. —El semblante de mi inocente amigo se iluminó con tanta alegría, que se me ablandó el corazón.

¡Dios, este niño me sacaba de quicio! ¿Cómo podía borrarle esa sonrisa cuadrada que tanto amaba?

¡Estúpido Jihu y su insoportable manía de darme todos los gustos!

—¿Qué dices? —pregunto mi prometido, pasando su brazo por encima de mi hombro—. Será divertido. Pasarás más tiempo con tu amigo y podrás estrenar el vestidito que te regalé.

Pucherito y todo. ¿¡Pero qué rayos!? ¿Todo el universo conspiraba en contra mía o qué? ¡Ay, Jihu! No creo que aguantes la presión que se te vendrá encima cuando me veas con ese «vestidito»... Pensándolo bien... nadie la aguantaría...

Bien, Min Yeongu, parece que mañana sí nos encontraremos. Tengo curiosidad, ¿qué puerta utilizarás para escapar esta vez?

—Está bien. ¡Ustedes ganan! Además... ¡qué privilegio una fiesta con Big Kids!

—¡Ay, calla! ¡Qué privilegio ni qué nada! Nos sacas de Japón y no somos nadie —refunfuñó Taesung, con cierto tono triste.

—Pero lo serás, mi Tae-Tae. Tengo fe en ti y te aseguro que pronto, el mundo gritará tu nombre. —Lo tomé del rostro y le di un tierno beso en la mejilla—. No te olvides de mí cuando tengas millones de fans a tus pies.

—Eso jamás.

Le hice un guiño y tomé la mano de Jihu para retirarnos, no sin antes, dar un último vistazo a aquella puerta... La puerta por donde vi la espalda de Yeongu desaparecer... Esta vez no dolió tanto verlo marchar, pero quería que esta sensación de impotencia que me consumía se borrara para siempre. Primero no creí que lograría estar en el mismo lugar que él sin llorar, sin embargo, lo había soportado. Ahora quería saber con exactitud si lo había podido superar o no... Ahora quiero que llegue mañana lo más pronto posible, para definir de una vez y por todas qué queda de Yeongu dentro de mí...

¿Será que logré olvidarlo?

¿Será que... ya no lo amo?

No cantaré victoria antes de tiempo... Mañana es decisivo...



El día del juego.

Sábado, 15 de agosto de 2015
                                                     8.02 pm

El lugar lo habían decorado más elegante de lo que pensé. Sus luces en un tono dorado opaco, daban una sensación agradable y contrastaban a la perfección con mi despampanante vestido blanco... Sí, ¡blanco!...

Jihu me lo había regalado por mi cumpleaños, pero no me lo había estrenado. Confieso que lo hallaba demasiado elegante para cualquier ocasión, pero al parecer, su uso estaba reservando para este día... El día en que quería impresionar una vez más a Min Yeongu. El día que quería lucir tan bien, que él se arrepintiera con un dolor inaguantable de haberme dejado en aquel granero...

No sabía que eso era lo que quería... hasta hoy... Y sí, puedes pensar que es un deseo inmaduro, egoísta, bajo, ruin, pero me da igual. Mi conciencia ya no me habla, quizás, porque también la enterré con mi otro yo, pero era la única que me ponía los pies en la tierra y si ella no se hace escuchar, nadie podrá arrancarme del alma estas ganas de «venganza».

–¿Te dije ya que estás hermosa? –susurró Jihu, en mi oído, mientras entrábamos al salón lleno de gente.

—Ni una sola vez –bromeé para mitigar mi nerviosismo y él tomó con firmeza mi mano, como si supiera que estaba a punto de volver en mis pasos.

—¡Dios, acabo de enamorarme! —chilló Taesung, como para que todos lo oyeran y, me sonrojé.

Jihu besó mi mano y la ofreció a mi amigo, que me dio una vuelta al igual que anoche, pero que esta vez, me hizo sentir el foco de todas las miradas. El vestido era de un blanco hueso, con escote Halter, no muy pronunciado y abundante pedrería plateada que, iba desde la delantera hasta detrás de mí cuello, por todo el contorno de los tirantes. La espalda quedaba descubierta hasta la altura de la cintura.

A pesar de ser extralago poseía una abertura prominente que me llegaba bien arriba del muslo derecho, aunque sin enseñar demasiado. De esta forma, mis tacones de aguja de quince centímetros y perlas acomodadas de forma minuciosa, asemejando una mariposa en el costado del mismo, podían también tener su protagonismo. Mi cabello sujeto en una coleta alta y mi maquillaje profesional de dos horas en el estilista del hotel, terminaban de hacer de Moon Evelin, el centro perfecto de aquella fiesta. Todos me miraron... ¡Todos!

—Recuérdame ¿por qué no eres mi novia?

—Porque sería incesto, animal. —Rei, dándole un pequeño golpe en la frente—. Eres mi hermanito.

Él solo asintió pícaro y, entrelazó sus dedos con los míos, jalandome suave, con dirección al largo sofá donde el resto de los chicos estaba sentado...

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez... Diez pasos nos separaban, igual que ayer. Diez pasos que pensé que no caminaría. Muy poca distancia para el olvido, demasiada para el recuerdo.

Taesung pasó la mano por mi cintura y pude sentir la espectativa en los ojos curiosos del resto de Big Kids por varios segundos, que se hicieron tortuosos, hasta que mi amigo al fin habló:

—Chicos, permítanme presentarles a quien quiero como una hermana. Al igual que ustedes, ella es una de las personas más importantes de mi vida. —Me miró y sonrió, con una genuina admiración—: Ella es Evelin... Moon Evelin, mi noona.

Hice una pequeña reverencia y cuando levanté la vista, los ojos de aquel gato se cristalizaron por completo.

¡A que esa no te la esperabas, Min Yeongu!

Quizás no fuera dolor eso que vi en su rostro. Los insensibles como él no sienten nada, pero por lo menos, mi presencia, lo debió de consternar, ¿cierto? Y más, escuchado mi nuevo nombre. Estaba segura de que sabía que era yo. No hubiese huido anoche si no hubiese sido así... Sin embargo, escuchar que Taesung me llamaba Evelin, debió trastocar sus certezas. Pero suponiendo que tuviese dudas, la noche apenas comenzaba, pronto se convencería de mi verdadera identidad... Y seguro que veré algo más que cristal en sus ojos felino.
           

Holis, mis cerezos, espero les haya gustado el capítulo. Estoy demasiado feliz por esos más de 4 kilos de lecturas y quería darles mil, ¡no!, un millón, ¡mil millones!, las veces que sean necesarias: ¡gracias! Por supuesto que Diario es de ustedes... Pero este capítulo en especial, se lo dedico a mi AngeleslesLInares Ha estado en un vilo por él. Je, je.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top