25
—Perdóname —susurré, todavía alejada del auricular, asegurándome de que él jamás lo escucharía y me bebí el llanto al mismo tiempo que sentí su grito.
—¡Seoni! Seoni, ¿eres tú? ¡Seoni, por Dios, no sabes cuánto me estaba matando no poder escucharte! —Sollozó y cada una de sus palabras, hicieron que mi pecho se estrujara de angustia, provocando que me fuera más difícil hablarle—. ¿Por qué no tomabas mis llamadas? Sé que tu padre es muy estricto y quería execiva tranquilidad para tu madre, pero de ahí a no permitirte hablar con nadie en siete meses... ¡Rayos, Seoni, ha sido una eternidad sin ti! ¿¡Hola!? ¿Por qué no hablas? ¡Seong!
—Lo... siento —Fue lo único que pude articular. Él no tenía ni idea de todo lo que había sufrido, pero yo, jamás hubiese imaginado el dolor tan grande que había sentido mi mejor amigo con mi ausencia.
—Papá y mamá me decían que no me preocupara. Que todo estaba bien, pero lo cierto es que nadie supo de ti en todo este tiempo. El señor Kang le hizo video llamadas a mi padre en varias ocaciones, incluso me dijo que en algún momento también pudo ver a tu madre de lejos, pero tú nunca apareciste. Es muy estraño, Seoni. ¿En serio estás bien? Enciende la cámara, quiero verte.
—¡No! —chillé y Jihu rápidamente puso las manos en mis hombros para calmarme. Hizo unos movimientos raros de respiración que intenté imitar y tomé aire. No estaba preparada para ver a Taesung. De seguro me derrumbaría y no sabría cómo explicarle mi reacción. Sin embargo, debía darle una respuesta rápida y convincente, de lo contrario, al muy testarudo le crecerían más las ganas de verme—. Mi Tae-Tae... estoy demasiado cansada. He tenido que ayudar a mamá con todo lo del bebé y el peque nos tiene trastornados. Duerme de día y se pasa las noches llorando. Ahora que por fin estamos en casa han contratado una niñera y yo solo puedo pensar en descansar. Solo quiero dormir todo lo que queda del día de hoy y posiblemente, el fin de semana completo. El lunes te llamaré sin falta, ¿sí? Y te prometo que podrás disfrutar de este hermoso cuerpo latino todo el tiempo que quieras... O hasta que se te acaben los datos.
—Te extrañé, Seoni —susurró mi amigo y sentí como ahogaba un suspiro profundo—. No tengo palabras para decirte lo mucho que me hiciste falta... Temí que te hubiera pasado algo malo. Una enfermedad, un accidente... Seoni creí que no te iba a poder ver nunca más y... tuve tanto miedo... —Su llanto y el mío estallaron al unísono. Otro que no necesitaba de mucho para hacerse comprender.
—Lo siento... De verdad que tampoco fue fácil para mí estar lejos de ti. No poder hablarte, ni verte... Pero era la decisión de mis padres y yo no podía desobedecerlos, ¿me entiendes? Lo siento, es lo único que puedo decir por el mal rato que te hice pasar, mi Tae-Tae y, espero... que puedas perdonarme.
—Te perdono, ¡claro que te perdono! Sé que no fue tu culpa, Seoni. —Sí lo fue—. Estás de vuelta. ¡Estás bien! —Todavía no, pero lo estaré—. Y eso es lo único que importa... Descansa, Seoni... Te quiero.
—Yo también te quiero.
El tono indicando el fin de la llamada fue también el que dio paso a un nuevo abrazo de Jihu. ¡Dios, ¿qué sería de mí sin ese consuelo tan cálido y oportuno?! Sin embargo, esta vez, no logró quitar del todo el sentimiento de culpabilidad que martillaba mi conciencia. ¡Qué desconsiderada había sido! ¿Acaso podía llamarme amiga? Ni siquiera pensé en Taesung aquella noche en el río, ni después, al momento de inyectarme ese estúpido veneno. No recordé las promesas que le hice, ni contemplé la posibilidad de que sufriría como un condenado con mi partida. Sé que no supe ser hija, ni mucho menos madre..., pero pensé que podría al menos, ser una buena hermana... Sin embargo, acababa de percatarme de que, también..., había fallado en eso...
¡Seong, has cometido tantos errores!
¡Seong, eres una vergüenza!
¡Seong, no paras de dar problemas!
¡Seong..., Seong..., Seong!
¡Estúpido nombre que ametralla mi oído y carcome mi mente a cada instante! Quisiera no tener que escucharlo jamás. Quisiera que nadie en el mundo volviera a mencionar a esa patetica e inhumana chiquilla. ¡Quisiera que desapareciera para siempre Kang Seong!
Como si fuera tan sencillo.
¿Y si lo fuera? ¿Tal vez... todo fuera diferente con un nombre distinto? ¿Y si pudiera cambiarlo un vez más? Solo una... Una última vez...
¿Crees que todos tus problemas desaparecerían solo por cambiarte el nombre, Seong? Si eso fuera tan simple, ¿sabes cuantas personas lo hubiesen hecho ya?
¡Sí que lo han hecho! La historia recoge un montón de casos de personas que han cambiado su nombre y han comenzado desde cero. ¡Nombre nuevo, vida nueva!
Dime algunos.
Eeeh, así de pronto... ¿Pablo Neruda?
Ese era su seudónimo como escritor, no cambió su nombre.
Lady Gaga...
Nombre artístico, nunca se lo ha cambiado en realidad.
¡Shin Min Ah!
No vale, Seong. Solo cambió su apellido para evitar confusiones con otra actriz. Tú quieres cambiarlo todo y lo que más traerás con eso, es precisamente confusiones.
Pues... el presidente.
¡Él no se ha cambiado el nombre, Seong!
Pero no me negarás que ya nadie lo llama por su nombre, sino «presidente».
¡Ya estas diciendo tonterías!
¡Lo tengo! Israel...
¿El de la biblia?
Sí, tienes que admitir que después que a Jacob le cambiaron el nombre, todo le fue muy bien.
¡Aish, haz lo que te de la gana! De todas formas lo harás con, o sin mi aprobación.
Exacto... ¡Pues ya está decidido! Quiero cambiarme el nombre porque me recuerda todo lo que he hecho mal. Mi historia con Yeongu sobre todo... ¡Vamos, grillo! Sabes que por alguna extraña razón nadie lo recuerda... bueno, quizás, no tan extraña. Creo que el inmenso ego de mis padres no les permitió recordar a ese simple chico coreano. Resultó ser un personaje insignificante para todos y solo se mantiene vivo en mi memoria... Y si no existiera Kang Seong... tampoco existiría Min Yeongu...
No puedo creer que vaya a decir esto, pero... tiene una singular lógica.
¡Es todo lo que necesito!
—Jihu... —Me aparté un poco para mirarlo a los ojos y él me prestó toda su atención como siempre solía hacerlo. Sin preguntas, sin interrupciones, solo escuchando—. ¿Sabes?, mi madre biológica tenía un hermoso nombre. —Jihu frunció el ceño sin entender mi repentino comentario, pero como era de esperar, me dejó continuar—: Evelin... No se conoce bien su origen, pero su significado tiene que ver con la vida o algo así...
—Es lindo... No sabía que conocías el nombre de tu madre.
—Estaba al dorso de la foto que me dejó mi padre cuando me abandonó en el orfanato...
—¿Y por qué lo mencionas ahora?
—Quiero llamarme así... ¡Voy a cambiarme el nombre! Desterraré a Seong de la faz de la tierra y comenzaré una nueva vida. También seré una nueva persona. No sé cómo será mi nueva yo, pero definitivamente será muy distinta a la que conoces. Aun así... ¿querrías continuar a mi lado?
Jihu sonrió como si aquella pregunta hubiese sido lo más absurdo del mundo. Como diciéndome: «Eh, estas loca, no pienso apartarme de ti aunque te llamaras, yo que sé... Fulana o Mengana».
—No está mal... Kang Evelin —dijo al tiempo que me hacía un guiño encantador.
—No, Moon... Moon Evelin.
El día del adiós.
Domingo, 3 de julio de 2011
11.45 am
¡Fue toda una odisea convencer a mis padres! Casi logran que me arrepienta entre los gritos de Hanjung, los reproches de Yuri, y el llanto de Hanseong quien por supuesto, con sus escasos dos meses de vida, ya era una parte importante en todas nuestras «reuniones familiares».
—¡Entiendo lo del nombre, hasta un punto! —vociferó mi padre, por enésima vez aquella mañana—, no sería nada nuevo que te lo volvieras a cambiar, ¡pero el apellido! «¡Mi apellido!», no lo puedo permitir.
—Esto es demasiado, Seong —agregó mi madre que no paraba de zurcar la sala de lado a lado con Hanseong en brazos, intentando que se calmara.
—Yo no me llamo Seong.
—¡Tú sí te llamas Seong, jovencita! —chilló de nuevo papá—. Eres menor de edad, necesitas mi permiso para cambiarte el nombre ¡y no te lo daré!
—Sólo lo retrasarás, ¡no tendré diesisiete eternamente!
—¡Insolente! Tú...
—¡Han!, por favor, no volvamos a cometer los errores del pasado —pidió mi madre, y papá, a pesar de estar rabiando de ira, logró controlarse. Respiró profundo y le hizo señas a su esposa para que continuara—. ¿Evelin, no? —me preguntó un tanto irónica y asentí—. Evelin, cariño, creo que estás llevando esto a los extremos...
—¿Por qué te empeñas en seguirle el juego? —interrumpí y Yuri se quedó atónita—. Sí, no seas tan falsa. Siempre secundas la opinión de tu marido, pero de sobra sabes que hoy más que nunca está haciendo una tormenta en un vaso de agua. Lo que quiero no les perjudicaría en nada. ¡Ya tienen a Hanseong para perpetuar su estúpido apellido!
—¡Eso no es lo que nos preocupa, Seong! No importa quien perpetúe o no el apellido, tú eres una Kang y jamás dejarás de serlo.
—Por lo mismo, que más da el apellido que tenga. —Sonreí con sarcásmo para ocultar mi tristeza y mi padre negó con los ojos llorosos—. ¿O es que de verdad temen que cambiar un simple nombre pueda dejarlos sin hija? Créanme, eso no va a suceder. Al menos, no por mi parte. No pretendo dejar de ser «su hija», solo necesito dejar atrás todo lo que me recuerde esta etapa de mi vida. Entiendanme, por favor y, si de verdad todavía me aman, aunque sea un poco... déjenme ser libre de Kang Seong.
—Eres tú quien no nos entiende —volvió a intervenir mamá—. Porque te amamos es que no podemos dejarte ser «libre de Kang Seong» como dices. Eso sería lo mismo que permitir, no sé... ¡que te suicidaras! Y si no lo hicimos antes, ¿qué te hace pensar que lo haremos ahora?
—Te equivocas... me estarían devolviendo la vida, porque ahora solo soy un inútil fantasma vagando en este mundo. Sí es cierto que no me dejaron morir esa vez en el río..., pero esa misma noche me mataron, ¿lo recuerdas?
Ninguno de los presentes pudo objetar nada. Las lágrimas empañaron cada par de pupilas y nadie fue capaz de detenerlas por un buen rato. Desde que había despertado del coma, nadie se había atrevido a mencionar los sucesos de aquel seis de noviembre, pero ya que mi madre, tan metepatas como siempre, lo había traído a cuento, supe aprovechar la ocacion. Después de un corto tiempo, Jihu apretó mis hombros con aquella caricia tenue de «lo estás haciendo bien» y, recuperé el valor para continuar la conversación y asegurar de una vez y por todas, mi triunfo. Sin embargo, fue él quien habló.
—Sé que les parece un tema bastante delicado, primo, pero si lo miras de esta forma, solo estaríamos adelantando un poco las cosas —comentó el universitario en tono bajo, pero firme, y yo no lograba entender a dónde quería llegar—. Ivi terminará siendo una Moon tarde o temprano, cuando nos casemos.
¿¡El qué de quién!?
—¿Cómo dices? —corearon mis padres y, hasta el señor Kim, que venía entrando.
Yo en cambio me quedé muda. Cómo podría expresar con palabras el carrusel de emociones, todas contrarias, que giró dentro de mí en un solo instante. ¿De qué rayos estaba hablando este chico? ¿Se había vuelto loco acaso? ¡Jamás me casaría con nadie! Y mucho menos con alguien que estaba perdidamente enamorado de mí. Contraproducente, lo sé..., pero era mi manera de «proteger» a Jihu. Créeme, lo haría sufrir mucho más ser mi esposo.
¿Le haría sufrir mucho más, Seong? ¿No te parece suficiente sufrimiento amar a alguien que no te ama?
Pues imagínate estar casado con alguien con quien ni siquiera podrías dormir en la misma cama, porque lo único que le provocas es asco... Grillo, dejo que Jihu se quede a mi lado porque sé que nunca se propasaría conmigo, pero en el momento que fuera mi esposo y se creyera con otros derechos, estoy segura de que el chico tierno y comprensivo que conocemos, cambiaría... Y ambos sufriríamos mucho más que ahora.
Es increíble que sigas teniendo razón... Creo que estas madurando, Seong...
¡Ya iba siendo hora! Y puedes decirme Ivi a partir de ahora... Me gusta ese diminutivo que utilizó Jihu hace un momento...
—¿Estarías dispuesto a hacer eso por nosotros, primo? —indagó mi padre, sacándome de mis pensamientos—. Sabes todo lo que ha pasado... Sabes que ella ya no es... —Calló por un momento y observó al señor Kim como ogro a punto de desmembrar su presa.
En toda la historia de la humanidad, jamás ha salido nada bueno de que el servicio se inmiscuya en los asuntos personales de sus señores, y Kim parecía saberlo muy bien, ya que hizo una rápida reverencia y corrió a la cocina.
—Aún así... ¿estás de acuerdo en tomarla como esposa? —terminó mi madre la frase que sabía que iba a decir mi padre.
—Por supuesto... Solo aclaremos una cosa: no le estoy haciendo un favor a nadie. Yo a Ivi la amo, me importa un comino lo que sucedió ni quién fue el idiota que la abandonó... Tampoco la detendré si algún día decidiera decir la verdad de Hanseong. La apoyaré, la defenderé y estaré con ella hasta el final.
—¿Qué final? —pregunté con sarcasmo—. ¿El de Seong? ¿El de «Ivi»?, porque puedo tener muchos finales, mi querido Jihu, la mayoría desastrosos y crueles; y te garantizo que te rendirías al primer indicio de problemas. ¡Soy un pésimo partido!
—Te equivocas..., Ivi. Y lo siento si no te pregunté antes si podía llamarte así. Se me ocurrió hace un rato, creo que va bien con tus ojos. —Me miró con dulzura y se acercó—. Y sobre tus «muchos finales»... Ya he estado en varios, ¿recuerdas? No me asusto fácilmente y además... no me refería a tu final, sino al mío... Eso sería lo único que podría apartarme de ti.
Sus palabras una vez más me desconcertaron y no pude objetar nada. Mi rostro palideció, pero el de papá rebozaba de alegría. ¿Qué debía hacer? No podía quedarme de brazos cruzados ante aquella locura... Pero papá parecía al fin estar dispuesto a aceptar el cambio de nombre... Y quería tanto librarme de Kang Seong de una vez... Tal vez... ¡podría retrasar la boda! No creo que Jihu pretenda casarse ya. Debo terminar al menos el instituto. ¡Y luego viene la universidad! Mi padre jamás estaría de acuerdo con que la aplazara... ¡Eso es! De momento puedo decir que hasta que no termine tooodos mis estudios, no me caso. Eso me daría, como mínimo, unos cinco años de ventaja. Ya luego se me ocurrirá algo más. Siempre hay algo nuevo que aprender. ¡Me puedo pasar toda la vida estudiando!
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